26 mar 2008

Alternativa

Columna Plaza Pública/Miguel Angel Granados Chapa y posicionamiento del jóven Andrés Lajous.
Publicado en Reforma, 26/03/2008;
Porros en la izquierda moderna
Aunque su actual versión sólo tiene tres años de edad, la socialdemocracia hecha partido ha desperdiciado ese tiempo en conflictos interiores, donde se usó la violencia más de una vez, como si fuera una organización vetustaIngenua o ilusamente, muchos ciudadanos han creído que Alternativa Socialdemócrata y Campesina es la "izquierda moderna que el país requiere". En parte por esa convicción, pero principalmente por la fuerza atractiva de su candidata presidencial, Patricia Mercado, ese partido consiguió mantener, durante el proceso electoral de 2006, el registro provisional que le fue otorgado el año anterior.
Hoy Alternativa enfrenta un nuevo litigio interior (su breve vida ha estado marcada por conflictos) porque los dos políticos que la han encabezado, la ex candidata Mercado y el actual presidente, Alberto Begné, se han trenzado en una disputa en cuyo último round triunfaron los porros, golpeadores contratados por alguno de los seguidores de Begné, o por este mismo, en su propósito de continuar siendo líder de este partido que se ha ido achicando año con año.Mercado y Begné actuaron juntos para lograr el registro de una nueva tentativa socialdemócrata que participara en eleccio nes.
Ella ha perseverado en este intento, al que Begné se declara groseramente ajeno, desde que se organizó Democracia Social, el partido encabezado por Gilberto Rincón Gallardo, que no consiguió en 2000 representación en el Congreso federal, ni mantener su patente para continuar en la liza electoral. Con algunas variantes, entre ellas la ausencia del antiguo líder comunista, a quien Vicente Fox había confiado las promociones contra la discriminación, y el ascenso de Mercado, ella encabezó en 2003 el partido México Posible, que tampoco logró persuadir a un número relevante de ciudadanos que se fiaran en su perfil ideológico y político.
Participante en esas tentativas fallidas, Mercado resolvió que para tener mejor suerte Alternativa, su tercer intento electoral, debía practicar alianzas en un terreno más ancho. De ese modo se alió con dirigentes rurales cuya presencia justificara que el partido se llamara Alternativa Socialdemócrata y Campesina. El nombre de la organización se alargó con esa alianza pero estaba destinada a frustrarse, porque los participantes buscaban satisfacer su propio interés y no construir uno nuevo en común. La crisis latente entre grupos unidos por la conveniencia se actualizó cuando Mercado dejó la presidencia del partido para buscar la del país, y los grupos campesinos atendieron el pedido corruptor de Víctor González Torres y pretendieron venderle la candidatura presidencial que había sido otorgada a Mercado, que había dejado en su lugar a Begné al frente del partido.Fracasada la maniobra a favor del doctor Simi, la candidata Mercado consiguió un millón 124 mil 280 votos, el 2.71 por ciento del total, con lo que aseguró el registro del partido. No lo hubieran conseguido los candidatos diputados, que sólo llegaron a poco más de 850 mil votos. Merced a la votación presidencial, Alternativa pudo formar un mínimo grupo parlamentario en San Lázaro, y una representación aún más precaria en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Programada la sucesión en la presidencia del partido para el próximo domingo, Mercado se dispuso a tomar de nuevo el timón, y Begné a retenerlo. Para sorpresa sólo de quienes no lo conocen, este último ha manejado el partido en su provecho personal y por ello no escatima recurso alguno con tal de permanecer en el mando, en que ha tenido un ejercicio personalísimo, ajeno a la rendición de cuentas. Con una mentalidad que todo lo centra en sí mismo, Begné supone que han sido "irrelevantes" los intentos socialdemócratas previos a Alternativa de donde, concluye "la tradición que comenzara con Democracia Social y que luego continuara con México Posible no tendría cabida en Alternativa mientras él estuviera al frente del partido"."De esa identidad previa le estorban en particular dos cosas: lo que Begné llama, con tono de menosprecio, la agenda 'pinky', y la dificultad para sacar adelante su muy personal estrategia política de alianzas" (Ricardo Raphael, El Universal, 24 de marzo). Esa estrategia consiste en unirse al PRI en elecciones locales, pero también interferir en comicios internos, como el que tiene en la tribulación al PRD, donde Begné se ha vinculado con Jesús Ortega, acaso por el fenómeno descrito por Goethe como el de las "afinidades electivas".
La disputa en Alternativa ha tenido varios modos y escenarios. No ha estado ausente de ella la violencia, pero nunca en la manera y medida en que, por cuenta de Begné, se desencadenó en la primera asamblea estatal de ese partido en el Distrito Federal, el 16 de marzo. Atacado como muchos otros de sus compañeros por una pandilla de porros, "golpeadores de cachucha blanca", Andrés Lajous tras narrar su amarga experiencia llegó a la siguiente conclusión: "Cuando los vi venir, lo que más miedo me dio fue pensar que no habría manera de detenerlos. Que no sabía cuál sería su límite, que no tendrían ninguna empatía por quienes serían golpeados. Por fin, después de más de un año de conflicto interno en el partido, me di cuenta que ni Jorge Díaz Cuervo ni Enrique Pérez Correa ni Luciano Pascoe ni Alberto Begné estaban dispuestos a escuchar y dar argumentos. Hoy son delincuentes. En algún momento tuve la esperanza de que aceptarían el rigor de la competencia y de la deliberación democrática. Ahora tras su ataque premeditado y violento me queda claro que ellos sólo creen en el rigor de la violencia" (Enfoque, 23 de marzo).
Díaz Cuervo es diputado en la Asamblea capitalina; Pérez Correa es líder en el Distrito Federal; Pascoe es el representante en el IFE. Y Begné es Begné.
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Las tácticas de Begné /Andrés Lajous
Suplemento Enfoque de Reforma (23-Mar-2008).-
Nunca había visto algo así. La cara de odio de personas a las que no conocía. En el calor del momento me preguntaba: ¿cómo me pueden odiar tanto si ni siquiera me conocen? Eso fue lo que me pasaba por la cabeza al ver entrar a un grupo de golpeadores, uniformados con gorras blancas, a la Primera Asamblea Estatal de Alternativa Socialdemócrata en el Distrito Federal. Empezaron aventando refrescos y botellas, después vasos, y luego platos y sillas, hasta correr hacia nosotros para repartir golpes. Volteé a mi alrededor y vi a unas compañeras tratando de cargar a Joaquín Alva, activista de los derechos de personas con discapacidad, quien no tiene movilidad del pecho para abajo.
Empecé a gritar: "compañeros, cuidado, son golpeadores, péguense a las paredes". Gustavo Gordillo, ex coordinador de campaña de Patricia Mercado, rápidamente la protegía corriendo hacia una puerta para salir del salón. Empecé a correr hacia la salida, pero me cayó un vaso en la cabeza y me caí al piso. Me arrastré hasta la puerta donde del otro lado fui jalado por una amiga justo cuando sentía las primeras patadas en la espalda, y logré salir. Vi como Patricia y Gustavo se resguardaban en la puerta de un baño, y me di cuenta que Jesús Robles, presidente de Alternativa del DF, se había quedado adentro. Me asomé para ver si podía ir a ayudarlo, pero vi que los golpeadores venían otra vez hacia la puerta con sillas hacia Patricia. Me eché para atrás y traté de cerrar la puerta de una patada. No funcionó. Vinieron tras de mí dos de los golpeadores mientras uno gritaba: "agarra a ése".
Me alcanzaron, me caí otra vez al piso, y me dieron golpes en la espalda y en las costillas. Logré pararme gracias a la ayuda de un compañero, y empecé a correr tan rápido como podía hacia una puerta, después otra puerta, seguí corriendo ya con un grupo más grande de gente, hasta que topamos con pared. Creí que venía lo peor pues estábamos encerrados, pero por suerte ya no llegaron ahí. Logramos subir a un elevador, y salimos al lobby del hotel. En la puerta otra vez había un grupo de golpeadores y varias patrullas de la Policía. Cuando salimos estaban algunos representantes de medios de comunicación que habían tratado de entrar, pero fueron agredidos por las mismas personas uniformadas con gorras y camisas blancas. La Policía no había podido entrar porque lo impidieron los guardias de seguridad del Hotel Crowne Plaza, que en ningún momento intentaron ayudarnos.
Asamblea ¿partidista?
Desde que llegamos a ese lugar algo se veía mal. La entrada estaba bloqueada por entre 20 y 30 personas con camisas y gorras blancas. Los funcionarios de la Comisión Nacional Autónoma para la Elección de Órganos de Dirección (CNAEOD), presidida por Maria Elena Homs, en acuerdo con los uniformados, nos dijeron que tendríamos que hacer cola para acreditarnos como representantes con derecho a voto antes de entrar al hotel. Desde afuera podíamos ver cómo representantes con camisetas blancas que decían "Nueva Mayoría", como se identifica el grupo de Alberto Begné, ya estaban adentro del hotel y no tendrían que pasar el filtro porque eran "huéspedes".
El funcionario responsable de ratificar el quórum anunció que la sesión daba inicio con 324 representantes presentes y que por tanto se cerraba la puerta. Pidió que se registraran las planillas para elegir a 14 escrutadores. Se registró una planilla de cada grupo. La votación se tomó a voto alzado. Por algún motivo tardaron pocos minutos en contar los votos de "Nueva Mayoría" y más del triple de tiempo en contar los nuestros. El resultado que dio la comisión fue 160 en favor de ellos y 129 en favor de nosotros, sumando 289 votos. En ese momento protestamos. No podía ser que en la primera votación faltaran 35 votos, pues no habían abstenciones. La comisión aceptó nuestra protesta, hizo un recuento y el resultado dio 170 votos en favor de ellos, contra 161 en favor de nosotros, sumando en total 331 votos. Es decir, ¡7 votos por arriba del quórum!
Protestamos, el funcionario de la Comisión aceptó que había un discrepancia y él mismo dijo que era porque habían personas que habían votado dos veces. Sin embargo, insistió que había una "tendencia de mayoría" por lo cual reconocía el resultado. Anunció que los escrutadores ya habían sido electos, y que procedía el registro de fórmulas para elegir a la mesa directiva. Entre protestas registramos nuestra fórmula, con la esperanza de que se contaran los votos y demostrar una vez más que no cuadraban. Sin embargo en esta ocasión contaron los de ellos, mientras varios estaban parados y se cambiaban del lado del salón para ser contados dos veces. Gritábamos a la comisión que por favor exigiera que no se movieran de sus lugares. Nos ignoraron. En protesta varios nos paramos en nuestras sillas, y la comisión dijo que no continuaría la votación a menos de que nos regresáramos a nuestros lugares. Nos regresamos, y sin embargo no continuaron el conteo. Pedimos que continuaran y no lo hacían. Pedimos que se verificara el quórum nominalmente, y también se negaron. Cuando intentamos usar un micrófono lo desconectaron. Quienes habían integrado nuestra planilla seguían frente a la mesa, pero como todas las filas delanteras estaban ocupadas por los de blanco, no nos podíamos acercar. Entonces, fue cuando un compañero por fin se acercó a exigir que se contaran nuestros votos, y tomó el micrófono que se nos había negado para denunciar la injusticia que se cometía.
Ahí fue cuando empezó la violencia, cuando una chica al ser empujada por Miguel González Compeán, ex diputado del PRI, le aventó agua de una botella, y él respondió con un puño, y después le rompió la camisa a otra chica que fue a defender a la primera. La bronca iba creciendo, cuando un par de minutos después se abrieron las puertas centrales del salón, y entraron los golpeadores de cachucha blanca.
Cuando los vi venir, lo que más miedo me dio fue pensar que no habría manera de detenerlos. Que no sabía cuál sería su límite, que no tendrían ninguna empatía por quienes serían golpeados. Por fin, después de más de un año de conflicto interno en el partido, me di cuenta que ni Jorge Díaz Cuervo ni Enrique Pérez Correa ni Luciano Pascoe ni Alberto Begné estaban dispuestos a escuchar y dar argumentos. Hoy son delincuentes (¿?). En algún momento tuve la esperanza de que aceptarían el rigor de la competencia y de la deliberación democrática. Ahora tras su ataque premeditado y violento me queda claro que ellos sólo creen en el rigor de la violencia.

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