Reportaje elaborado por el reportero Rogelio Hernández López en Milenio Semanal, 6/04/2008:
Dice Rogelio, que " hay materiales que no me gusta redactar, como éste."
Y tiene razón.
AMLO sembró el odio en el PRD: Acosta Naranjo
Se agotó el modelo de partido. Se prevén fracturas.
De hecho, en todos los frentes y corrientes se busca otro pacto. Guadalupe Acosta dice: “se envenenó todo. López Obrador sembró odio contra nosotros y ordenó desconocer a toda costa el triunfo de Jesús Ortega”.
A las tres semanas de unas elecciones internas sin resultados y sin dirigencia electa en el PRD, en buena parte de los dirigentes de los grupos se agigantaba un mismo desánimo, la misma conclusión: este modelo de partido se acabó. Y en todos los frentes se buscaban fórmulas para hacer un nuevo pacto de sobrevivencia.
A la falta de institucionalidad, en el proceso eleccionario se sumó el irrespeto a las escasas reglas internas y al adversario; el recelo sustituyó plenamente a la mínima confianza para pactar y resolver los escollos del recuento de votos. Las sombras se imponían al futuro con unidad.
Para el fin de la tercera semana en crisis, el todavía Secretario General, Guadalupe Acosta Naranjo, siempre bonachón, iba más lejos al sintetizar ese clima con amargura: “Creo que es inevitable la ruptura. Se envenenó todo. Andrés Manuel sembró el odio contra nosotros… luego, ordenó desconocer a toda costa el triunfo de Jesús Ortega… ¿Cómo podremos seguir conviviendo con él y a quienes ha azuzado para calificarnos (a Nueva Izquierda) de colaboracionistas, traidores…”
En la contraparte, Ricardo Ruiz el dirigente más cercano a Alejandro Encinas, atajaba: “Claro que estamos en crisis. Pero adoptar la victimización como discurso político no arregla el futuro. Lo pervierte. Tenemos la obligación de limpiar el proceso ante la ciudadanía y buscar las salidas. Lo que es inadmisible es buscar responsables personales”.
Y en esa atmósfera de plena polarización, antes del desencadenamiento de reuniones ríspidas, agresivas, francamente beligerantes, para controlar lo que queda de instancias de representación e institucionalidad y garantizarse el registro legal del partido, los líderes de otros frentes comenzaban a buscar una salida para impedir la fractura total:
Camilo Valenzuela, presidente del Consejo Nacional y líder de Redir, Alfonso Ramírez Cuéllar candidato por Movimiento a la Democracia, Eliana García de Los Cívicos se afanaban en la promoción de un acuerdo general, para evitar que comenzara la desbandada, la disolución…
Coincidían en la necesidad de que el nuevo pacto sea la conversión en un partido-frente electoral, incluso con el PT y Convergencia; un frente amplio de carácter electoral, donde cada corriente, cada afluente, se organice como quiera, que sea autónoma ideológica y políticamente y que se comprometa con las otras en lo que es común, como la defensa del petróleo, plataformas de gobierno o de legislación…
La atmósfera y las visiones en las palabras de cuatro de los protagonistas.
Riesgo de ruptura: Acosta Naranjo
Guadalupe Acosta, secretario general hasta el 22 de abril.
Veo hoy la crisis más grave que haya tenido el partido. A punto de la ruptura. Yo fui uno de los 300 convocantes a la fundación del PRD, quizá el más joven entonces. Y ésta tiene otro fondo aunque se manifieste con el conteo de votos. Obedece a algo que ya parece —y ojalá me equivoque— imposible de conciliar: en las dos distintas maneras de ver la política predominante; en las dos formas mayores para actuar en una misma formación política.
Ante la situación que vive el país estamos viendo que tenemos estrategias claramente distintas de cómo enfrentar el autoritarismo panista, el autoritarismo de la derecha. Eso ha llevado a varios compañeros a pensar y acusar que quienes no comparten su visión, de estar haciéndole el juego a la derecha. Ya lo vimos. Eso hace muy difícil el entendimiento.
Sí estoy preocupado… no me da gusto. Estoy (silencio) triste y molesto con lo que está pasando. Y (silencio) estoy poco optimista respecto a lo que viene para el PRD.
–¿Y un nuevo pacto, como están proponiendo otros?
Para un nuevo pacto podríamos decir que sí, queremos decir que sí, pero no sé si ellos quieran convivir con traidores –como nos llaman Dolores y Gerardo—. Esa acusación dolosa contra los diferentes dañó las relaciones, creció en el proceso electoral. Envenenó todo. Nosotros no hicimos nada parecido. Si alguien me enseña un volante nuestro de guerra sucia contra Alejandro Encinas yo desistiría de cualquier impugnación. Circularon miles de volantes acusando a Jesús de ser un peligro para el PRD, para la izquierda. Andrés anduvo diciendo eso a los dirigentes del partido. Luego mandaron 7 millones de su carta apoyando a Encinas. Andrés no fue moral ni éticamente distinto a Fox.
En el fondo, lo que veo es que hay una decisión de que Chucho no sea presidente del partido. Y no es decisión de Dolores, de Noroña o de Humberto Zazueta. ¿Qué no se da cuenta la gente que ellos no deciden? El que decide es López Obrador y es él quien puso un veto a Jesús Ortega… (silencio) Muchos ya nos cansamos de que para no dañar a la Nación, para que no dañemos a la Patria entonces no hay que enfrentar a Andrés Manuel y entonces tenemos que aceptar una y otra vez. Yo me niego. No lo acepto. No creo que sea correcto. Andrés se equivoca. Lo hemos demostrado. Andrés no es Dios, es hombre. Llegó a la izquierda viniendo del PRI y qué bueno. Cuando él llegó a la izquierda yo, y muchos, ya teníamos muchos años en la izquierda; por eso no puedo ser lopezobradorista. Yo no me metí a la lucha por él. Nosotros lo invitamos y somos compañeros y él es muy respetable… (silencio)
Yo creo que estamos a punto de la ruptura política. Tendríamos que esforzarnos en evitarla.
—¿Cuáles son las posibilidades?
Habría alguna si los compañeros cambian de visión o al menos de actitud. El partido-frente también sería otra. Yo no estoy en contra. Habría que explorar… Allí podríamos tener visiones distintas, tácticas y hasta de estrategias; pudiera haber agrupamientos con una autonomía mayor y una coordinación general que permitan esos objetivos comunes igual que ir al proceso electoral.
Ellos tienen que reconocer que en el PRD hay varias visiones. Eso fue la esencia de su creación en el 88 por el fraude electoral, por el régimen autoritario del PRI. Entonces, pudimos hacer un gran frente electoral partidario. Eso fue vigente y creo que sigue siendo vigente porque hay una derecha autoritaria. Pero la posibilidad de que sigamos juntos es cada vez más difícil, para remota, aunque es deseable.
Soy de los que creen que todavía hace falta la unidad. Y tal vez, dentro de algunos años, si lográramos la normalidad democrática en el país sería justo que se decantaran las izquierdas; que hubiera más de una opción de izquierda y que cada quien siguiera su visión.
Estoy triste. Estoy molesto con esa terrible irresponsabilidad. Andrés Manuel tiene que dar la cara. Yo no quiero debatir con Noroña, no es Noroña el culpable. Yo he dicho si Andrés nos dice en nuestra cara que somos traidores entonces ya no tenemos nada que hacer juntos. Sigamos luchando por el petróleo y por la democracia cada quien desde nuestras trincheras.
—¿El 22 de abril sería definitorio?
Creo que el día definitorio llegará antes. No veo que la cuerda aguante con un cómputo electoral que lo prolongan intencionalmente para anular las elecciones. Ni en Florida en la elección de EU duraron tanto para recontar los votos. Es intencional. Por lo tanto veo yo que el desenlace está muy próximo. No cumplen los acuerdos. Ya se instaló plenamente la desconfianza total.
Nosotros dijimos que no íbamos a ir al tribunal electoral para que resolviera nuestros diferendos. No vamos ir al Trife para mantener la unidad, pero hagan el cómputo conforme a las reglas internas. Nos dijeron que sí. Pero siguen deteniendo el cómputo final agregando la modalidad de abrir nuevamente lo contado y aceptado. Así podrían seguir hasta que localicen los votos, que no encontrarán, que hagan ganar a Encinas y entonces sí aceptarían el cómputo final, porque arguyen sin probar que todos nuestros votos son ilegítimos y los de Encinas que truquearon son legítimos.
Limpiar y pactar: Ricardo Ruiz
Responde Ricardo Ruiz, todavía presidente del PRD en la Ciudad de México y uno de los dirigentes partidistas más cercanos a Alejandro Encinas. Fue puntal para lograr el frente Izquierda Unida.
Ahora lo más importante no es definir quién ganó, ni tampoco victimizarse como recurso discursivo para presionar. Más importa limpiar este proceso electoral. Nosotros decimos limpiemos y castiguemos en serio, con toda la fuerza a quienes hayan hecho esto. Junto con eso tenemos que replantear al partido. Buscar un pacto para que este partido sobreviva.
—¿Cómo quieren que se resuelva?
A pesar de que se han acordado caminos para destrabar el cómputo las diferencias siguen siendo de fondo. La visión de Nueva Izquierda plantea seguir un camino, dicen ellos absolutamente legal y nosotros decimos que es legalista, formalista. No se puede contar todos los votos independientemente de cómo se produjeron.
El daño ya está hecho. Lo más importante para todos es que tengamos un saldo muy claro frente a la sociedad. Eso es muy difícil revertirlo. Por eso insistimos en hacer un pacto para limpiar la elección hasta donde sea y más que declarar a un triunfador en este momento, hay que ver cómo establecer un camino para refundar este partido después de esto.
La victimización es también para asimilar un golpe enorme. Jesús Ortega y ellos se prepararon para ganar. Era la cuarta oportunidad que tenía Jesús para ganar una elección. Se prepararon con todo. Hicieron un Congreso a modo donde apabullaron. Ellos impulsaron las reglas electorales que tenemos. Las aprobaron en aplanadora. No aceptaron ninguna enmienda. Hicieron estas reglas. Subordinaron al Servicio Electoral a un órgano político donde ellos tienen mayoría. Antes era autónomo. Tenían el marco legal, órganos diseñados con deficiencias. Tienen una estructura muy grande y muy aceitada y muy experimentada para elecciones. Eso les daba confianza y mucha soberbia. Presumían que ganarían apabullantemente. Además tenían la alianza con ADN. No creían perder. Hicieron cuentas alegres.
Pero no calcularon bien el reto. Primero estaba la figura de Alejandro que más allá de corrientes es apoyada por muchos militantes y sectores del partido, incluso corrientes muy diversas y confrontadas entre sí. No calcularon que, a pesar de las carencias de estructura, de recursos, de cuadros, muchos perredistas se iban a pronunciar por Alejandro, porque creyeron en la posibilidad de cambiar muchas cosas del partido y además se vincula con la visión de López Obrador. Y todo esto se mostró con el resultado del conteo rápido.
Luego se dan cuenta que pierden en lugares que ni pensaban: Iztapalapa en el Distrito Federal que era su bastión; Guerrero, Michoacán. Perdieron en las zonas metropolitanas. Buena parte del voto que están disputando viene de las zonas rurales de Chiapas, de Oaxaca, en las zonas rurales del Estado de México, de Veracruz. Viene de zonas donde parece más fácil manipular el voto, paradójico para un discurso que habla de modernidad en la izquierda. Y no han podido asimilarlo.
—¿Si se anulara la elección?
Creo que es muy alta la posibilidad de que así sea. Si no hay un acuerdo de cómo concluir los cómputos, si los tiempos se van venciendo, si no hay oportunidad para que la Comisión de Garantías haga su trabajo, la nulidad es inminente. Por eso lo que planteamos es que debe limpiarse la elección o nos vamos a ir a una crisis de enormes proporciones. Y de ninguna manera queremos que el Trife sea el árbitro de esta contienda sea el mismo que impuso a Calderón.
—¿Podrá alguien dirigir realmente?
En el caso de Encinas tenemos claro que, según los datos que tenemos, de llegar a la presidencia lo primero que tendría que hacer es un proceso de refundación del partido. Nosotros creemos que el pacto político que dio lugar a la creación del PRD ya está agotado. En el nuevo pacto hay que identificar con claridad cuáles son las coincidencias estratégicas y las diferencias. Entonces después establecer la mecánica que nos permita convivir. Esta visión tiene que privilegiarse por encima de la tozudez de unos y otros.
Lo contrario sería verdaderamente traumático, no sólo para nosotros en el partido sino para la sociedad en su conjunto, carecer de un partido fuerte, con una visión progresista.
—¿Qué transición?
Es complicado. Si hay nulidad pasaremos a otro momento para el que tampoco existen reglas. Evidentemente tendremos que entrar a un pacto político. Y si el órgano que existe que es el Consejo aplicara resoluciones de mayoría, evidentemente no resuelve. Si hubiera nulidad el pacto tendría que definir a una figura de transición con mucha claridad en sus facultades, en los órganos colegiados de transición para que entre a un proceso de convocatoria a Congreso o a otras elecciones, redefinir al árbitro y finalmente salir de allí fortalecidos y recomponer la relación del partido con la sociedad. Y en todo esto no se vale plantear culpables personales, como lo está haciendo por allí un teórico del partido. Eso es inadmisible para todos.
Empezar otra vez: Ramírez Cuéllar
Alfonso Ramírez, candidato a la presidencia nacional postulado por Movimiento por la Democracia.
Lo ocurrido en la elección no es un accidente o algo circunstancial. Es la expresión de una crisis estructural de los partidos políticos. Es la descomposición y el agotamiento de la clase política perredista. Es una lucha entre las oligarquías partidarias, es una burocracia llena de privilegios y de impunidades que se resisten a perder el poder. Los dos grupos desataron una campaña de encono extremo, radicalizaron artificialmente las diferencias políticas para justificar una lucha descarnada por el control del aparato del partido.
En la elección se violaron todas las reglas escritas. Los grupos de poder atropellaron y en cada momento impusieron reglas no escritas y nos quedamos sin autoridades políticas y electorales; se impuso la ley de la selva. La voracidad de esa oligarquía partidaria nos llevó al despeñadero.
Nunca se conocerá cuántos votos legales y legítimos obtuvo cada candidato. El fraude lo hicieron los mismos de siempre, son los mismos rostros, los mismos grupos. La creciente impunidad acumulada en el partido los llevó a extremos impensables. No les importó llevarse al partido entre las patas.
Lo que sigue es convocar a una asamblea nacional constituyente para la formación de una nueva fuerza política de la izquierda mexicana. Volver a empezar el camino. Llamar a miles de mexicanos de izquierda que están fuera del PRD y volver a poner a disposición del movimiento democrático el registro del partido. Construir un partido nuevo. Necesitamos abrir ventanas para que entre aire fresco al PRD.
Se tiene que asumir un hecho: la elección del 16 de marzo debe de ser la última elección interna organizada por órganos del propio partido. Las elecciones en el futuro deben de ser organizadas por un poder de la ciudadanía con plenas facultades legales y constitucionales.
En los partidos somos incapaces para realizar elecciones limpias y equitativas. Los grupos internos de los partidos deben de ser regulados por una ley. Llegó la hora de fiscalizar el dinero de las llamadas corrientes, pues sus fuentes son inmorales y dentro de poco pueden ser ilegales y criminales. Debe de crearse un sistema nacional de responsabilidades y sanciones contra los políticos de los partidos. El marco estatutario interno es insuficiente debe haber una ley de partidos.
El nuevo acuerdo no puede seguir teniendo como base el reacomodo de la oligarquía partidaria. Hay que darle fuerza a los derechos de los militantes, resolver las crisis de las dirigencias formales, someter a control los poderes informales, discutir el grave problema de la inexistencia del PRD como partido de oposición en muchos estados gobernados por el PRI y PAN.
La reforma del PRD no va a venir de dentro del partido y con la clase política conservadora. Hay que superar el lastre de que los cambios en el país sólo llegarán cuando nosotros tengamos la Presidencia de la República, ello provoca la destrucción de la fuerza de la oposición y nos nulifica para luchar por grandes reformas en el país. Nos convierte en una fuerza conservadora.
Esto ya se agotó: Camilo
El presidente del Consejo Nacional del PRD y simultáneamente todavía candidato a la presidencia nacional, Camilo Valenzuela, externó: Creo que esta crisis es como una fase superior de las otras y, a mi entender, puede ser terminal porque involucra lo ideológico, lo político, la ética, lo organizativo. Estas crisis se expresaron en aquella elección anulada en 1999. Y su origen es la mercantilización del activismo y de la concepción de la política que se fue imponiendo en el partido, en la medida en que el partido se fue asumiendo sólo como un aparato burocrático electoralista.
Esa dinámica vació al PRD de convicción. Generó un vacío de línea política al partido a tal grado que se podía hacer de todo y no pasa nada…
Digo que es terminal porque el modelo de partido está agotado. Ya no hay salida en los actuales marcos. Si sorteamos el riesgo altísimo de una división, el PRD tiene que ir hacia la construcción de un partido-frente electoral. Partido que a mi entender debe ser para todas las fuerzas del campo patriótico y democrático, tipo frente amplio.
Un partido en el cual, cada fuerza se organice de acuerdo con su identidad político ideológica y con su propia estructura organizativa y con planes de trabajo que pongan énfasis en lo que cada fuerza consideremos. Los que pensamos en lucha de masas que eso sea, cuestión institucional…
—¿Caminos?
Yo esperaría que todas las fuerzas del partido asumiéramos que ya no es posible tratar de reciclarlo a este partido en una nueva elección. Y que entendamos que la intensidad de la disputa por la Nación nos impone la necesidad de dar un paso hacia adelante: hacia un partido diferente, más amplio. Creo que esa es la única posibilidad de que las fuerzas que estamos en el PRD sigamos juntas.
—¿Con qué legalidad?
Por fuera con la legalidad de las elecciones (como frente electoral), pero en lo organizativo y político cada quien pone el énfasis donde quiera estar… En lo interno cada fuerza tendría que asumir autocráticamente lo que tiene de la cultura priista y mandarla al demonio. Se trata de generar mecanismos para medir nuestras fuerzas y aceptarlas; y eso, no necesariamente, tiene que ser por medio de elecciones. El Partido Democrático de Italia pone a consideración de sus bases las propuestas políticas —mociones le llaman ellos—, y la gente las lee, las discute y se pronuncia en asambleas. Y en función del peso que tiene cada propuesta, es lo que le toca a cada fuerza en la estructura del partido, en las candidaturas. En lugar de someter a votación a los individuos, se somete a las propuestas políticas. Eso le quitaría el veneno a las campañas contra personas, porque te agreden y te lanzan hasta lo que no para desprestigiarte….
—¿Y quién dirigiría esa transición?
Es indispensable que Jesús, Alejandro y sus cercanos asuman su responsabilidad de sacar al buey de la barranca. Si el PRD se divide, caerá sobre ellos la responsabilidad. Pero si sale bien y nos ponemos de acuerdo todas las fuerzas para iniciar otro modelo de partido, ellos serán los que tengan el prestigio y la fuerza y los demás seremos acompañamiento. Crecerán los dos, pues. Pero tienen que conceder.
La división, la fractura del PRD, en medio de la polarización, del ciclo de la contrarreforma energética, sería totalmente desmoralizante. En lo personal me inclino por la anulación de las elecciones, pero al mismo tiempo en trabajar el nuevo acuerdo político para llegar a nuevo puerto, sin permitir que el barco se hunda. Y, sobre todo, aceptar que el salto es ir a un nuevo barco, más grande, que incorpore a una mayor diversidad social y política en el marco del proyecto de liberación patriótica y democrática de México.
Se agotó el modelo de partido. Se prevén fracturas.
De hecho, en todos los frentes y corrientes se busca otro pacto. Guadalupe Acosta dice: “se envenenó todo. López Obrador sembró odio contra nosotros y ordenó desconocer a toda costa el triunfo de Jesús Ortega”.
A las tres semanas de unas elecciones internas sin resultados y sin dirigencia electa en el PRD, en buena parte de los dirigentes de los grupos se agigantaba un mismo desánimo, la misma conclusión: este modelo de partido se acabó. Y en todos los frentes se buscaban fórmulas para hacer un nuevo pacto de sobrevivencia.
A la falta de institucionalidad, en el proceso eleccionario se sumó el irrespeto a las escasas reglas internas y al adversario; el recelo sustituyó plenamente a la mínima confianza para pactar y resolver los escollos del recuento de votos. Las sombras se imponían al futuro con unidad.
Para el fin de la tercera semana en crisis, el todavía Secretario General, Guadalupe Acosta Naranjo, siempre bonachón, iba más lejos al sintetizar ese clima con amargura: “Creo que es inevitable la ruptura. Se envenenó todo. Andrés Manuel sembró el odio contra nosotros… luego, ordenó desconocer a toda costa el triunfo de Jesús Ortega… ¿Cómo podremos seguir conviviendo con él y a quienes ha azuzado para calificarnos (a Nueva Izquierda) de colaboracionistas, traidores…”
En la contraparte, Ricardo Ruiz el dirigente más cercano a Alejandro Encinas, atajaba: “Claro que estamos en crisis. Pero adoptar la victimización como discurso político no arregla el futuro. Lo pervierte. Tenemos la obligación de limpiar el proceso ante la ciudadanía y buscar las salidas. Lo que es inadmisible es buscar responsables personales”.
Y en esa atmósfera de plena polarización, antes del desencadenamiento de reuniones ríspidas, agresivas, francamente beligerantes, para controlar lo que queda de instancias de representación e institucionalidad y garantizarse el registro legal del partido, los líderes de otros frentes comenzaban a buscar una salida para impedir la fractura total:
Camilo Valenzuela, presidente del Consejo Nacional y líder de Redir, Alfonso Ramírez Cuéllar candidato por Movimiento a la Democracia, Eliana García de Los Cívicos se afanaban en la promoción de un acuerdo general, para evitar que comenzara la desbandada, la disolución…
Coincidían en la necesidad de que el nuevo pacto sea la conversión en un partido-frente electoral, incluso con el PT y Convergencia; un frente amplio de carácter electoral, donde cada corriente, cada afluente, se organice como quiera, que sea autónoma ideológica y políticamente y que se comprometa con las otras en lo que es común, como la defensa del petróleo, plataformas de gobierno o de legislación…
La atmósfera y las visiones en las palabras de cuatro de los protagonistas.
Riesgo de ruptura: Acosta Naranjo
Guadalupe Acosta, secretario general hasta el 22 de abril.
Veo hoy la crisis más grave que haya tenido el partido. A punto de la ruptura. Yo fui uno de los 300 convocantes a la fundación del PRD, quizá el más joven entonces. Y ésta tiene otro fondo aunque se manifieste con el conteo de votos. Obedece a algo que ya parece —y ojalá me equivoque— imposible de conciliar: en las dos distintas maneras de ver la política predominante; en las dos formas mayores para actuar en una misma formación política.
Ante la situación que vive el país estamos viendo que tenemos estrategias claramente distintas de cómo enfrentar el autoritarismo panista, el autoritarismo de la derecha. Eso ha llevado a varios compañeros a pensar y acusar que quienes no comparten su visión, de estar haciéndole el juego a la derecha. Ya lo vimos. Eso hace muy difícil el entendimiento.
Sí estoy preocupado… no me da gusto. Estoy (silencio) triste y molesto con lo que está pasando. Y (silencio) estoy poco optimista respecto a lo que viene para el PRD.
–¿Y un nuevo pacto, como están proponiendo otros?
Para un nuevo pacto podríamos decir que sí, queremos decir que sí, pero no sé si ellos quieran convivir con traidores –como nos llaman Dolores y Gerardo—. Esa acusación dolosa contra los diferentes dañó las relaciones, creció en el proceso electoral. Envenenó todo. Nosotros no hicimos nada parecido. Si alguien me enseña un volante nuestro de guerra sucia contra Alejandro Encinas yo desistiría de cualquier impugnación. Circularon miles de volantes acusando a Jesús de ser un peligro para el PRD, para la izquierda. Andrés anduvo diciendo eso a los dirigentes del partido. Luego mandaron 7 millones de su carta apoyando a Encinas. Andrés no fue moral ni éticamente distinto a Fox.
En el fondo, lo que veo es que hay una decisión de que Chucho no sea presidente del partido. Y no es decisión de Dolores, de Noroña o de Humberto Zazueta. ¿Qué no se da cuenta la gente que ellos no deciden? El que decide es López Obrador y es él quien puso un veto a Jesús Ortega… (silencio) Muchos ya nos cansamos de que para no dañar a la Nación, para que no dañemos a la Patria entonces no hay que enfrentar a Andrés Manuel y entonces tenemos que aceptar una y otra vez. Yo me niego. No lo acepto. No creo que sea correcto. Andrés se equivoca. Lo hemos demostrado. Andrés no es Dios, es hombre. Llegó a la izquierda viniendo del PRI y qué bueno. Cuando él llegó a la izquierda yo, y muchos, ya teníamos muchos años en la izquierda; por eso no puedo ser lopezobradorista. Yo no me metí a la lucha por él. Nosotros lo invitamos y somos compañeros y él es muy respetable… (silencio)
Yo creo que estamos a punto de la ruptura política. Tendríamos que esforzarnos en evitarla.
—¿Cuáles son las posibilidades?
Habría alguna si los compañeros cambian de visión o al menos de actitud. El partido-frente también sería otra. Yo no estoy en contra. Habría que explorar… Allí podríamos tener visiones distintas, tácticas y hasta de estrategias; pudiera haber agrupamientos con una autonomía mayor y una coordinación general que permitan esos objetivos comunes igual que ir al proceso electoral.
Ellos tienen que reconocer que en el PRD hay varias visiones. Eso fue la esencia de su creación en el 88 por el fraude electoral, por el régimen autoritario del PRI. Entonces, pudimos hacer un gran frente electoral partidario. Eso fue vigente y creo que sigue siendo vigente porque hay una derecha autoritaria. Pero la posibilidad de que sigamos juntos es cada vez más difícil, para remota, aunque es deseable.
Soy de los que creen que todavía hace falta la unidad. Y tal vez, dentro de algunos años, si lográramos la normalidad democrática en el país sería justo que se decantaran las izquierdas; que hubiera más de una opción de izquierda y que cada quien siguiera su visión.
Estoy triste. Estoy molesto con esa terrible irresponsabilidad. Andrés Manuel tiene que dar la cara. Yo no quiero debatir con Noroña, no es Noroña el culpable. Yo he dicho si Andrés nos dice en nuestra cara que somos traidores entonces ya no tenemos nada que hacer juntos. Sigamos luchando por el petróleo y por la democracia cada quien desde nuestras trincheras.
—¿El 22 de abril sería definitorio?
Creo que el día definitorio llegará antes. No veo que la cuerda aguante con un cómputo electoral que lo prolongan intencionalmente para anular las elecciones. Ni en Florida en la elección de EU duraron tanto para recontar los votos. Es intencional. Por lo tanto veo yo que el desenlace está muy próximo. No cumplen los acuerdos. Ya se instaló plenamente la desconfianza total.
Nosotros dijimos que no íbamos a ir al tribunal electoral para que resolviera nuestros diferendos. No vamos ir al Trife para mantener la unidad, pero hagan el cómputo conforme a las reglas internas. Nos dijeron que sí. Pero siguen deteniendo el cómputo final agregando la modalidad de abrir nuevamente lo contado y aceptado. Así podrían seguir hasta que localicen los votos, que no encontrarán, que hagan ganar a Encinas y entonces sí aceptarían el cómputo final, porque arguyen sin probar que todos nuestros votos son ilegítimos y los de Encinas que truquearon son legítimos.
Limpiar y pactar: Ricardo Ruiz
Responde Ricardo Ruiz, todavía presidente del PRD en la Ciudad de México y uno de los dirigentes partidistas más cercanos a Alejandro Encinas. Fue puntal para lograr el frente Izquierda Unida.
Ahora lo más importante no es definir quién ganó, ni tampoco victimizarse como recurso discursivo para presionar. Más importa limpiar este proceso electoral. Nosotros decimos limpiemos y castiguemos en serio, con toda la fuerza a quienes hayan hecho esto. Junto con eso tenemos que replantear al partido. Buscar un pacto para que este partido sobreviva.
—¿Cómo quieren que se resuelva?
A pesar de que se han acordado caminos para destrabar el cómputo las diferencias siguen siendo de fondo. La visión de Nueva Izquierda plantea seguir un camino, dicen ellos absolutamente legal y nosotros decimos que es legalista, formalista. No se puede contar todos los votos independientemente de cómo se produjeron.
El daño ya está hecho. Lo más importante para todos es que tengamos un saldo muy claro frente a la sociedad. Eso es muy difícil revertirlo. Por eso insistimos en hacer un pacto para limpiar la elección hasta donde sea y más que declarar a un triunfador en este momento, hay que ver cómo establecer un camino para refundar este partido después de esto.
La victimización es también para asimilar un golpe enorme. Jesús Ortega y ellos se prepararon para ganar. Era la cuarta oportunidad que tenía Jesús para ganar una elección. Se prepararon con todo. Hicieron un Congreso a modo donde apabullaron. Ellos impulsaron las reglas electorales que tenemos. Las aprobaron en aplanadora. No aceptaron ninguna enmienda. Hicieron estas reglas. Subordinaron al Servicio Electoral a un órgano político donde ellos tienen mayoría. Antes era autónomo. Tenían el marco legal, órganos diseñados con deficiencias. Tienen una estructura muy grande y muy aceitada y muy experimentada para elecciones. Eso les daba confianza y mucha soberbia. Presumían que ganarían apabullantemente. Además tenían la alianza con ADN. No creían perder. Hicieron cuentas alegres.
Pero no calcularon bien el reto. Primero estaba la figura de Alejandro que más allá de corrientes es apoyada por muchos militantes y sectores del partido, incluso corrientes muy diversas y confrontadas entre sí. No calcularon que, a pesar de las carencias de estructura, de recursos, de cuadros, muchos perredistas se iban a pronunciar por Alejandro, porque creyeron en la posibilidad de cambiar muchas cosas del partido y además se vincula con la visión de López Obrador. Y todo esto se mostró con el resultado del conteo rápido.
Luego se dan cuenta que pierden en lugares que ni pensaban: Iztapalapa en el Distrito Federal que era su bastión; Guerrero, Michoacán. Perdieron en las zonas metropolitanas. Buena parte del voto que están disputando viene de las zonas rurales de Chiapas, de Oaxaca, en las zonas rurales del Estado de México, de Veracruz. Viene de zonas donde parece más fácil manipular el voto, paradójico para un discurso que habla de modernidad en la izquierda. Y no han podido asimilarlo.
—¿Si se anulara la elección?
Creo que es muy alta la posibilidad de que así sea. Si no hay un acuerdo de cómo concluir los cómputos, si los tiempos se van venciendo, si no hay oportunidad para que la Comisión de Garantías haga su trabajo, la nulidad es inminente. Por eso lo que planteamos es que debe limpiarse la elección o nos vamos a ir a una crisis de enormes proporciones. Y de ninguna manera queremos que el Trife sea el árbitro de esta contienda sea el mismo que impuso a Calderón.
—¿Podrá alguien dirigir realmente?
En el caso de Encinas tenemos claro que, según los datos que tenemos, de llegar a la presidencia lo primero que tendría que hacer es un proceso de refundación del partido. Nosotros creemos que el pacto político que dio lugar a la creación del PRD ya está agotado. En el nuevo pacto hay que identificar con claridad cuáles son las coincidencias estratégicas y las diferencias. Entonces después establecer la mecánica que nos permita convivir. Esta visión tiene que privilegiarse por encima de la tozudez de unos y otros.
Lo contrario sería verdaderamente traumático, no sólo para nosotros en el partido sino para la sociedad en su conjunto, carecer de un partido fuerte, con una visión progresista.
—¿Qué transición?
Es complicado. Si hay nulidad pasaremos a otro momento para el que tampoco existen reglas. Evidentemente tendremos que entrar a un pacto político. Y si el órgano que existe que es el Consejo aplicara resoluciones de mayoría, evidentemente no resuelve. Si hubiera nulidad el pacto tendría que definir a una figura de transición con mucha claridad en sus facultades, en los órganos colegiados de transición para que entre a un proceso de convocatoria a Congreso o a otras elecciones, redefinir al árbitro y finalmente salir de allí fortalecidos y recomponer la relación del partido con la sociedad. Y en todo esto no se vale plantear culpables personales, como lo está haciendo por allí un teórico del partido. Eso es inadmisible para todos.
Empezar otra vez: Ramírez Cuéllar
Alfonso Ramírez, candidato a la presidencia nacional postulado por Movimiento por la Democracia.
Lo ocurrido en la elección no es un accidente o algo circunstancial. Es la expresión de una crisis estructural de los partidos políticos. Es la descomposición y el agotamiento de la clase política perredista. Es una lucha entre las oligarquías partidarias, es una burocracia llena de privilegios y de impunidades que se resisten a perder el poder. Los dos grupos desataron una campaña de encono extremo, radicalizaron artificialmente las diferencias políticas para justificar una lucha descarnada por el control del aparato del partido.
En la elección se violaron todas las reglas escritas. Los grupos de poder atropellaron y en cada momento impusieron reglas no escritas y nos quedamos sin autoridades políticas y electorales; se impuso la ley de la selva. La voracidad de esa oligarquía partidaria nos llevó al despeñadero.
Nunca se conocerá cuántos votos legales y legítimos obtuvo cada candidato. El fraude lo hicieron los mismos de siempre, son los mismos rostros, los mismos grupos. La creciente impunidad acumulada en el partido los llevó a extremos impensables. No les importó llevarse al partido entre las patas.
Lo que sigue es convocar a una asamblea nacional constituyente para la formación de una nueva fuerza política de la izquierda mexicana. Volver a empezar el camino. Llamar a miles de mexicanos de izquierda que están fuera del PRD y volver a poner a disposición del movimiento democrático el registro del partido. Construir un partido nuevo. Necesitamos abrir ventanas para que entre aire fresco al PRD.
Se tiene que asumir un hecho: la elección del 16 de marzo debe de ser la última elección interna organizada por órganos del propio partido. Las elecciones en el futuro deben de ser organizadas por un poder de la ciudadanía con plenas facultades legales y constitucionales.
En los partidos somos incapaces para realizar elecciones limpias y equitativas. Los grupos internos de los partidos deben de ser regulados por una ley. Llegó la hora de fiscalizar el dinero de las llamadas corrientes, pues sus fuentes son inmorales y dentro de poco pueden ser ilegales y criminales. Debe de crearse un sistema nacional de responsabilidades y sanciones contra los políticos de los partidos. El marco estatutario interno es insuficiente debe haber una ley de partidos.
El nuevo acuerdo no puede seguir teniendo como base el reacomodo de la oligarquía partidaria. Hay que darle fuerza a los derechos de los militantes, resolver las crisis de las dirigencias formales, someter a control los poderes informales, discutir el grave problema de la inexistencia del PRD como partido de oposición en muchos estados gobernados por el PRI y PAN.
La reforma del PRD no va a venir de dentro del partido y con la clase política conservadora. Hay que superar el lastre de que los cambios en el país sólo llegarán cuando nosotros tengamos la Presidencia de la República, ello provoca la destrucción de la fuerza de la oposición y nos nulifica para luchar por grandes reformas en el país. Nos convierte en una fuerza conservadora.
Esto ya se agotó: Camilo
El presidente del Consejo Nacional del PRD y simultáneamente todavía candidato a la presidencia nacional, Camilo Valenzuela, externó: Creo que esta crisis es como una fase superior de las otras y, a mi entender, puede ser terminal porque involucra lo ideológico, lo político, la ética, lo organizativo. Estas crisis se expresaron en aquella elección anulada en 1999. Y su origen es la mercantilización del activismo y de la concepción de la política que se fue imponiendo en el partido, en la medida en que el partido se fue asumiendo sólo como un aparato burocrático electoralista.
Esa dinámica vació al PRD de convicción. Generó un vacío de línea política al partido a tal grado que se podía hacer de todo y no pasa nada…
Digo que es terminal porque el modelo de partido está agotado. Ya no hay salida en los actuales marcos. Si sorteamos el riesgo altísimo de una división, el PRD tiene que ir hacia la construcción de un partido-frente electoral. Partido que a mi entender debe ser para todas las fuerzas del campo patriótico y democrático, tipo frente amplio.
Un partido en el cual, cada fuerza se organice de acuerdo con su identidad político ideológica y con su propia estructura organizativa y con planes de trabajo que pongan énfasis en lo que cada fuerza consideremos. Los que pensamos en lucha de masas que eso sea, cuestión institucional…
—¿Caminos?
Yo esperaría que todas las fuerzas del partido asumiéramos que ya no es posible tratar de reciclarlo a este partido en una nueva elección. Y que entendamos que la intensidad de la disputa por la Nación nos impone la necesidad de dar un paso hacia adelante: hacia un partido diferente, más amplio. Creo que esa es la única posibilidad de que las fuerzas que estamos en el PRD sigamos juntas.
—¿Con qué legalidad?
Por fuera con la legalidad de las elecciones (como frente electoral), pero en lo organizativo y político cada quien pone el énfasis donde quiera estar… En lo interno cada fuerza tendría que asumir autocráticamente lo que tiene de la cultura priista y mandarla al demonio. Se trata de generar mecanismos para medir nuestras fuerzas y aceptarlas; y eso, no necesariamente, tiene que ser por medio de elecciones. El Partido Democrático de Italia pone a consideración de sus bases las propuestas políticas —mociones le llaman ellos—, y la gente las lee, las discute y se pronuncia en asambleas. Y en función del peso que tiene cada propuesta, es lo que le toca a cada fuerza en la estructura del partido, en las candidaturas. En lugar de someter a votación a los individuos, se somete a las propuestas políticas. Eso le quitaría el veneno a las campañas contra personas, porque te agreden y te lanzan hasta lo que no para desprestigiarte….
—¿Y quién dirigiría esa transición?
Es indispensable que Jesús, Alejandro y sus cercanos asuman su responsabilidad de sacar al buey de la barranca. Si el PRD se divide, caerá sobre ellos la responsabilidad. Pero si sale bien y nos ponemos de acuerdo todas las fuerzas para iniciar otro modelo de partido, ellos serán los que tengan el prestigio y la fuerza y los demás seremos acompañamiento. Crecerán los dos, pues. Pero tienen que conceder.
La división, la fractura del PRD, en medio de la polarización, del ciclo de la contrarreforma energética, sería totalmente desmoralizante. En lo personal me inclino por la anulación de las elecciones, pero al mismo tiempo en trabajar el nuevo acuerdo político para llegar a nuevo puerto, sin permitir que el barco se hunda. Y, sobre todo, aceptar que el salto es ir a un nuevo barco, más grande, que incorpore a una mayor diversidad social y política en el marco del proyecto de liberación patriótica y democrática de México.
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