El Tiempo, 13 de julio de 2009-07-13
¿Qué vamos a hacer con Correa?
Por la culata le salió al juez ecuatoriano el tiro con el que pretendía ordenar el seguimiento y eventual detención, en cualquier país del mundo, del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Y lo mismo le ocurrió al presidente Rafael Correa, que se frotaba las manos de la dicha con la decisión judicial. La Interpol se negó a considerar la solicitud del juez, por considerar que tenía motivaciones políticas. Y, de paso, el juez y Correa dispararon la popularidad de Santos en Colombia. El acusado se convirtió en víctima y consiguió la solidaridad de buena parte de sus compatriotas, que, según la encuesta Gallup de la semana pasada, les ganaría hoy a sus rivales una primera vuelta presidencial, si Álvaro Uribe no está en el tarjetón del 2010.
Santos aún no ha arrancado campaña y cuando lo haga, a más de gozar del apoyo de muchos electores por los golpes que las Fuerzas Armadas les propinaron a las Farc en tiempos de su ministerio, tendrá que enfrentar el aplazado debate sobre la responsabilidad política de los falsos positivos. Nada fácil desafío en una campaña en la que, a plata de hoy, no parece que Uribe vaya a poder estar, sea porque él mismo decida apartarse a tiempo o porque el 'Titanic' del referendo se termine de hundir. Una vez descartado Uribe, los adversarios de Santos no lo van a dejar avanzar por un camino de rosas. Y en ese instante, me temo que la discusión sobre los falsos positivos va a encenderse.
Todo eso, claro está, si Correa y sus amigos no insisten en convertirse en los jefes de debate de Santos a la Presidencia, por la vía de agredirlo y convertirlo en víctima, en un proceso similar al que hizo que la reacción contra el terrorismo de las Farc disparase a Uribe en el 2002. Si los ataques de Quito contra él continúan, y si a ellos se suma el presidente venezolano, Hugo Chávez, es seguro que la solidaridad de muchos colombianos se alzará a favor del ex ministro. La Venezuela de Chávez tiene un 65 por ciento de imagen desfavorable entre los colombianos, según la misma encuesta Gallup. El Ecuador de Correa la supera: 71 por ciento de imagen desfavorable.
De modo que Santos debe estar rezando para que esos ataques continúen. De hecho, muchas veces en el pasado, desde su cargo de Ministro de Defensa, se salió del libreto del gobierno y disparó dardos a Chávez y a Correa, consciente de la impopularidad de ambos en Colombia. Más de una vez, la Cancillería y el propio presidente Uribe salieron a rectificarlo. Pero Santos, que ya pensaba en una candidatura, aceptaba el regaño a sabiendas de que confrontar a los dos mandatarios vecinos elevaba su propia popularidad.
Todo esto es muy delicado. Para empezar, porque así como Santos gana puntos en Colombia peleando con Correa, el mandatario del Ecuador los gana en su país, donde el ex ministro, Uribe y Colombia en general se han convertido en el coco, gracias al populismo anticolombianista utilizado por Correa y sus amigos, en especial después del bombardeo al campamento de 'Raúl Reyes'. Y si Santos llega a presidente en el 2010, ¿cómo serán sus relaciones con Correa? ¿Enfrentaremos el riesgo de que, un buen día, tentados uno y otro a subir su popularidad, nos metan en una guerra?
Eso para no hablar de Chávez. Aunque el mandatario venezolano es mucho más pragmático, como lo demuestra la relación que mantiene con Uribe, por encima de tantas diferencias y tantos roces, y gracias en buena medida a que ambos países necesitan mantener su intercambio comercial. Pero lo de Correa es a otro precio, y así como es inaceptable lo que intentó hacer el juez ecuatoriano en contra del ex ministro Santos, también lo es que, por la natural indignación que esa aventura judicial produjo en Colombia, dejemos de valorar las consecuencias de seguir incendiando las relaciones con el Ecuador.
mvargaslina@hotmail.com
¿Qué vamos a hacer con Correa?
Por la culata le salió al juez ecuatoriano el tiro con el que pretendía ordenar el seguimiento y eventual detención, en cualquier país del mundo, del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Y lo mismo le ocurrió al presidente Rafael Correa, que se frotaba las manos de la dicha con la decisión judicial. La Interpol se negó a considerar la solicitud del juez, por considerar que tenía motivaciones políticas. Y, de paso, el juez y Correa dispararon la popularidad de Santos en Colombia. El acusado se convirtió en víctima y consiguió la solidaridad de buena parte de sus compatriotas, que, según la encuesta Gallup de la semana pasada, les ganaría hoy a sus rivales una primera vuelta presidencial, si Álvaro Uribe no está en el tarjetón del 2010.
Santos aún no ha arrancado campaña y cuando lo haga, a más de gozar del apoyo de muchos electores por los golpes que las Fuerzas Armadas les propinaron a las Farc en tiempos de su ministerio, tendrá que enfrentar el aplazado debate sobre la responsabilidad política de los falsos positivos. Nada fácil desafío en una campaña en la que, a plata de hoy, no parece que Uribe vaya a poder estar, sea porque él mismo decida apartarse a tiempo o porque el 'Titanic' del referendo se termine de hundir. Una vez descartado Uribe, los adversarios de Santos no lo van a dejar avanzar por un camino de rosas. Y en ese instante, me temo que la discusión sobre los falsos positivos va a encenderse.
Todo eso, claro está, si Correa y sus amigos no insisten en convertirse en los jefes de debate de Santos a la Presidencia, por la vía de agredirlo y convertirlo en víctima, en un proceso similar al que hizo que la reacción contra el terrorismo de las Farc disparase a Uribe en el 2002. Si los ataques de Quito contra él continúan, y si a ellos se suma el presidente venezolano, Hugo Chávez, es seguro que la solidaridad de muchos colombianos se alzará a favor del ex ministro. La Venezuela de Chávez tiene un 65 por ciento de imagen desfavorable entre los colombianos, según la misma encuesta Gallup. El Ecuador de Correa la supera: 71 por ciento de imagen desfavorable.
De modo que Santos debe estar rezando para que esos ataques continúen. De hecho, muchas veces en el pasado, desde su cargo de Ministro de Defensa, se salió del libreto del gobierno y disparó dardos a Chávez y a Correa, consciente de la impopularidad de ambos en Colombia. Más de una vez, la Cancillería y el propio presidente Uribe salieron a rectificarlo. Pero Santos, que ya pensaba en una candidatura, aceptaba el regaño a sabiendas de que confrontar a los dos mandatarios vecinos elevaba su propia popularidad.
Todo esto es muy delicado. Para empezar, porque así como Santos gana puntos en Colombia peleando con Correa, el mandatario del Ecuador los gana en su país, donde el ex ministro, Uribe y Colombia en general se han convertido en el coco, gracias al populismo anticolombianista utilizado por Correa y sus amigos, en especial después del bombardeo al campamento de 'Raúl Reyes'. Y si Santos llega a presidente en el 2010, ¿cómo serán sus relaciones con Correa? ¿Enfrentaremos el riesgo de que, un buen día, tentados uno y otro a subir su popularidad, nos metan en una guerra?
Eso para no hablar de Chávez. Aunque el mandatario venezolano es mucho más pragmático, como lo demuestra la relación que mantiene con Uribe, por encima de tantas diferencias y tantos roces, y gracias en buena medida a que ambos países necesitan mantener su intercambio comercial. Pero lo de Correa es a otro precio, y así como es inaceptable lo que intentó hacer el juez ecuatoriano en contra del ex ministro Santos, también lo es que, por la natural indignación que esa aventura judicial produjo en Colombia, dejemos de valorar las consecuencias de seguir incendiando las relaciones con el Ecuador.
mvargaslina@hotmail.com
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