Tal vez la mano, en sueños,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada
como una nota de lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de unas pocas palabras verdaderas.
LXXXIX
Y podrás conocerte,
recordando del pasado soñar los turbios lienzos
en este día en triste que caminas
con los ojos abiertos.
sólo vale
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