30 nov 2011

De cómo hay jueces que viven como reyes

De cómo hay jueces que viven como reyes/Leo Zuckermann
Excélsior, 30 de noviembre de 2011
Prepárese a ver estas cifras escandalosas que usted paga con sus impuestos. Mire cuánto gana mensualmente un magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF): 176 mil pesos de sueldo básico más 64 mil pesos en prestaciones nominales. Primer subtotal: 240 mil pesos. A esto hay que sumar las percepciones que reciben anualmente por concepto de prima vacacional, aguinaldo y un bono de riesgo. Divididas entre 12 meses arroja un segundo subtotal de 313 mil pesos.
Eso es lo monetario. ¿Es mucho o es poco? Comparando “con las remuneraciones anuales que reciben los magistrados de tribunales constitucionales y cortes supremas de otros países, incluidos países con economías mucho más grandes que la mexicana, la información toma tintes escandalosos: un magistrado de Sala Superior del TEPJF gana 1.6 veces más que un magistrado del Tribunal Constitucional colombiano, 1.2 veces más que un magistrado del Tribunal Constitucional español, 1.06 veces más que un magistrado del Tribunal Constitucional alemán y casi lo mismo que, ni más ni menos, que un justice de la Suprema Corte norteamericana”.
Los datos son del documento ¿Democracia a cualquier precio? El suntuoso TEPJF, de Eduardo Román González, profesor-investigador de la Universidad de Monterrey. El documento, que se encuentra disponible por internet, es parte de la serie El Uso y Abuso de Recursos Públicos del CIDE que coordinan Ana Magaloni y Carlos Elizondo.
Pero lo escandaloso de estos sueldos, que usted y yo pagamos con nuestros impuestos, no queda ahí. A la compensación monetaria hay que sumarle un generosísimo paquete de prestaciones para cada uno de los siete magistrados. De acuerdo a Román: seguro de vida; seguro colectivo de retiro; seguro de gastos médicos mayores para él, su cónyuge e hijos menores de 25 años, solteros y dependientes económicos; seguro de separación individualizado; hasta dos vehículos, teléfonos celulares, radiolocalizadores y gastos de alimentación.
Y mire usted: hasta hace poco, los magistrados “gozaban como prestación el pago de las colegiaturas de sus hijos hasta nivel profesional, inclusive en algunas de las instituciones educativas más caras del país [lo cual] significó al erario un costo de 5.4 millones de pesos en el periodo de 2000 a 2008, año en el que, de acuerdo con la institución, fue suspendida esta prestación. Adicionalmente, los magistrados y funcionarios de alto nivel reciben apoyo económico para el pago de guarderías para sus hijos”.
La codicia no tiene límites en nuestros jueces electorales: “No obstante haber contado con el seguro de separación individualizado, mediante el cual los magistrados pudieron haber generado un ahorro de hasta 20% de su sueldo mensual durante todos los años de su gestión (del cual la mitad fue aportada por el TEPJF), los anteriores magistrados decidieron crear en 2001 algunos fideicomisos integrados por recursos excedentes del presupuesto del Tribunal, cuyo objetivo era otorgar un pago por retiro a cada uno de los magistrados salientes. De acuerdo con información periodística publicada en esa fecha, conforme a los saldos de dichos fideicomisos, cada magistrado habría dispuesto de un pago cercano a los siete millones de pesos. Sin embargo, debido a la presión mediática generada por la divulgación de dichos fideicomisos, los magistrados decidieron devolver parte de su importe a la Tesorería de la Federación, aunque finalmente se estima que cada uno recibió alrededor de tres millones de pesos”.
Y, para terminar, la cereza en el pastel: los viajes. Román menciona dos ejemplos. En 2010, María del Carmen Alanís viajó a Washington, Londres y dos veces a Venecia con un costo para el contribuyente de 295 mil pesos. A Salvador Nava le fue mejor. El año pasado viajó a San José, Madrid, Lima, otra vez a Madrid y Alicante, Panamá y una vez más a Madrid y Segovia. El costo de estos viajecitos del magistrado: 534 mil pesos.
Así se gastan los jueces electorales mexicanos nuestros impuestos.

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