Testigo falso/Roberto Hernández, productor y director de Presunto Culpable.
Colaborador invitado en Reforma, 27 de marzo de 2012
Cada año se litigan miles de asuntos penales en los tribunales mexicanos. La gran mayoría usan como evidencia a un testigo. Es decir, alguien que dice que vio, escuchó u observó al acusado cometer un delito.
Las Cortes de Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, Canadá, Alemania, por citar sólo algunas, han reconocido que la evidencia de un testigo ocular es frecuentemente errónea. En estos países existen cientos de ejemplos de testigos oculares que originalmente identificaron como
sospechoso a una persona inocente luego exonerada por la intervención de tribunales superiores.
La frecuencia de testigos equivocados se debe a que la memoria humana no es como una cámara de video que registra eventos de forma automática. Cuando ocurre un evento violento, como un asalto, una violación, un secuestro, nuestros sentidos están alterados constantemente por el estrés. Además, la memoria humana se deteriora con rapidez implacable. Esto ha sido demostrado por Ebbinghaus, un científico que en 1885 creó lo que se conoce como "la curva del olvido", que sigue vigente. Mediante experimentos, como memorizar palabras sin sentido y medir el tiempo que tardaba en olvidarlas, demostró que casi 90% de lo que vivimos ha sido completamente olvidado para el cuarto o quinto día.
Desde los años 70's, la investigadora Elizabeth Loftus no ha dejado de demostrar a la comunidad científica y legal fallas preocupantes en la memoria humana. Loftus demostró que nuestra memoria es altamente susceptible de ser manipulada, pues solemos reconstruir mediante la imaginación cosas que se han olvidado o cosas que nuestros sentidos no pudieron observar. Por ejemplo, si una persona es víctima de un crimen y luego lee o ve en las noticias un reportaje sobre ese mismo crimen, la persona suele incorporar a su memoria cosas que vio en las noticias. De forma similar, cuando un periodista entrevista a una víctima de un delito, las solas preguntas que el periodista le haga pueden sugestionarla y hacer que incorpore en su memoria cosas que realmente no vio o no sucedieron. Y no puede saberse ya qué fue lo que realmente pasó.
Por eso los detectives que realmente se precian de serlo hacen todo lo posible por entrevistar a los acusados y testigos de forma discreta, por separado, lo más pronto posible luego de que ocurre un hecho. Las policía del Reino Unido, una de las más prestigiosas, registra todo lo que se dice usando tecnologías tales como una grabadora o una cámara de video para proteger la memoria del evento. Los detectives profesionales nunca permiten que los testigos de un crimen hablen entre sí o que hablen por su cuenta con alguien que tenga información del incidente investigado.
Una vez que cuentan con testimonios cuidadosamente recolectados, los detectives profesionales pueden proceder a detener una persona que creen que podría ser el culpable y lo llevan a la estación de policía. Las policías realmente eficaces no alardean de sus detenciones ni permiten que el detenido se presente ante los medios de comunicación como el culpable definitivo antes de un juicio. En otras palabras, las mejores policías del mundo entienden que su misión no es detener gente. Además, en casos donde la investigación entera depende de testigos, los detectives profesionales hacen un experimento. Se trata de una especie de examen de opción múltiple que se conoce como la línea de reconocimiento, confronta o carrusel de identificación. Los detectives profesionales reúnen al menos 6 personas que comparten las características físicas del sospechoso según la descripción de los testigos o las víctimas. Son 6 personas que tienen el mismo color de piel, el mismo color de pelo, de ojos, etcétera. Estos útiles colaboradores se llaman distractores. Y junto a ellos, en una posición aleatoria, colocan al verdadero sospechoso. Finalmente, los mejores departamentos de policía del mundo, presentan el carrusel de forma secuencial. Es decir, en lugar de presentar al distractor y los sospechosos todos al mismo tiempo, los presentarán, uno por uno, de forma separada ante el testigo.
Para antes, y
para finalizar la preparación de esta prueba, los detectives ponen a examen su
propio experimento. Antes de aplicar el experimento con el verdadero testigo,
piden a un testigo piloto que trate de adivinar quién es el sospechoso. En
inglés esto se conoce como un "mock witness" y es alguien que,
repito, no vio el delito. Si el testigo piloto puede adivinar una y otra vez
quién es el sospechoso, algo anda mal con el experimento, está sesgado y por
algún lugar se está colando cuál es la hipótesis de la policía. En estos casos
la policía tiene que revisar la línea de reconocimiento, la presentación del
sospechoso y de los distractores, y tiene que cerciorarse que el propio
administrador del experimento no sepa la respuesta. Esto se hace hasta que el
testigo piloto no pueda adivinar.
El caso de Toño
Zúñiga de la película Presunto Culpable nos mostró a un testigo acusador que
identificó al acusado sin que la policía siguiere ninguna de estas
recomendaciones, avaladas por la ciencia. Lo mismo nos muestra el caso de
Florence Cassez. En sendos casos, tanto las técnicas de la policía del DF como
las técnicas usadas por nuestros cuerpos de investigación supuestamente
"de élite" parecen haber seguido una receta para inducir al error a
los testigos del crimen.
Cada año, miles
de casos que dependen de un testigo ocular se deciden en México. Nueve de cada
diez personas acusadas penalmente serán condenadas. Pero hasta ahora, ni la
Suprema Corte de Justicia de la Nación ni los legisladores le han proporcionado
a la policía mexicana directrices acertadas acerca de cómo recolectar evidencia
tan importante. Así las cosas, nuestro destino inmediato será continuar
encarcelando a personas sin pruebas confiables, olvidando que cuando se
encarcela inocentes, se deja escapar a los verdaderos criminales.
Twitter:
@PresuntoC
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