Columna TOLVANERA/Roberto Zamarripa
Ilusionismo
Reforma, 12 Nov. 12
La PGR consignó a un grupo de agentes de la Policía Federal acusándolos de intención de asesinato de agentes secretos estadounidenses en un paraje cercano a Tres Marías. Los policías mexicanos, vestidos de civil al momento de la agresión, intentaron huir y fueron encubiertos por otros colegas que les facilitaron la huida.
Esa es la versión oficial de la PGR respecto a los incidentes ocurridos el 24 de agosto pasado. En realidad, el encubrimiento fue institucional. Los altos mandos de la PF y de la Secretaría de Seguridad Pública se esmeraron en ocultar a los agentes culpables y en difundir distractivas versiones sobre los violentos hechos que trataban de exculparlos. Según la versión de la SSP, los policías estaban en una delicadísima misión de búsqueda de unos secuestradores, patrullaban vestidos de civil porque eran policías encubiertos y se defendieron frente a una agresión.
La PGR no creyó esta historia y ha enviado a los policías federales a la cárcel. Dijo que los agentes extranjeros se salvaron de milagro pues recibieron 152 impactos de bala. Los salvó el blindaje del auto donde viajaban.
No es la primera vez que desde la Secretaría de Seguridad Pública Federal se intenta desacreditar versiones sobre culpabilidades de sus efectivos en la comisión de ilícitos. Tampoco es la primera vez que el guión se termina antes de presentar las conclusiones.
La invención de historias para ocultar ilícitos de policías dejó de ser una anécdota para convertirse en rutina. Tanta fue la fascinación por elaborar guiones de hechos increíbles que la propia SSP pagó dinero público para que sus policías fueran ensalzados en una telenovela.
En este caso las víctimas resultaron estadounidenses e integrantes de una de las agencias con las que el gobierno mexicano presume estrecha colaboración en el combate al crimen organizado.
Muy probablemente si las víctimas hubieran sido mexicanos que iban a comer quesadillas a Tres Marías, no solo hubieran sido aniquilados por los policías federales sino que incluso se les hubiera considerado peligrosos delincuentes que atacaron a inermes agentes mexicanos que cumplían con su deber.
Muy probablemente si las víctimas hubieran sido mexicanos que iban a comer quesadillas a Tres Marías, no solo hubieran sido aniquilados por los policías federales sino que incluso se les hubiera considerado peligrosos delincuentes que atacaron a inermes agentes mexicanos que cumplían con su deber.
La SSP hizo del engaño su política; de la mentira la artimaña para la evasión de responsabilidades. Hablan de ello infinidad de testimonios incluso dentro del gobierno federal, donde las riñas y disputas entre la SSP con el Ejército y la Marina fueron constantes. Desde luego que fue aguda esa disputa con los titulares de la PGR, dependencia que fue prácticamente desmantelada en sus áreas operativas en beneficio de las tareas de investigación de la PF.
En el equipo de transición del gobierno de Enrique Peña evalúan seriamente la desaparición de la SSP para transferir parte sustancial de sus tareas a la Secretaría de Gobernación, reestructurar el servicio de inteligencia y evitar las competencias y disfuncionalidades en la estrategia de seguridad.
No sería la primera vez que un nuevo gobierno deshace los entuertos del anterior en materia policiaca. Carlos Salinas le dio la puntilla a la tenebrosa Dirección Federal de Seguridad y creó el Cisen. Ernesto Zedillo constituyó la Policía Federal en detrimento de la Policía Judicial Federal; Vicente Fox creó la AFI en sustitución de la Judicial Federal y elevó a rango de Secretaría la seguridad pública. Felipe Calderón hizo inversiones millonarias, fortaleció la Policía Federal y promovió el mando único que quedó en discurso.
Los resultados, evidentemente, no son los mejores y el incremento de violaciones a derechos humanos donde particularmente la Policía Federal ha sido implicada fueron considerables (Enfoque, 11/11/12).
La reconformación del aparato público de gobierno tiene el riesgo de ser un oneroso e ineficaz maquillaje en caso de que no se desmantelen auténticamente las fuentes de ilegalidad, en este caso de fuerzas de seguridad.
El nuevo gobierno debe evaluar seriamente las deficiencias de la estrategia de seguridad y a la vez fincar claramente las responsabilidades sobre abusos, corruptelas y agresiones cometidas por los agentes federales, para castigarlas. La eventual desaparición de la Secretaría de Seguridad para fortalecer tareas de un Ministerio de Interior en la Secretaría de Gobernación no puede ser una mera medida administrativa. El gobierno de Enrique Peña tiene la oportunidad de replantear una estrategia apegada al respeto de derechos humanos y vinculada con los intereses de la comunidad. Miles de víctimas esperan respuesta por sus desaparecidos, sus familiares y amigos torturados o asesinados en medio de refriegas o en ataques de las fuerzas gubernamentales donde se cometieron excesos y burdas equivocaciones.
El episodio de Tres Marías es uno más de una larga serie, no fílmica ni televisiva, sino de la vida real que muestra los excesos de una corporación acostumbrada a actuar sin límites.
La reconversión del aparato de gobierno no puede ser otro acto de ilusionismo donde con las siglas de una dependencia desaparecen las evidencias de sus abusos.
tolvanera06@yahoo.com.mx
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