MARCHISTAS LENINISTAS/José Luis Hernández
La Otra Opinion…25 de septiembreUna de las preguntas que me hiciera don Ricardo Alemán, para su programa radiofónico (Imagen Radio, de 16 a 17 horas, de lunes a viernes) del viernes 13 de septiembre pasado – “¿Cómo ves las marchas o manifestaciones de ahora, comparadas con las de antes?” - , me hizo recordar y añorar los viejos tiempos. Y vaya que hay diferencia.
¿Qué es lo que ha cambiado?
Motivos para protestar, para manifestarse en las calles o para marchar, creo siempre los ha habido y, como se ve la situación, los seguirá habiendo. Como Pero algo ha cambiado en la sociedad mexicana, que hace que las manifestaciones sean muy diferentes de las de antes.
Empezando porque en los años sesentas, setentas y aún en los ochentas del siglo pasado, (y peor antes, dicen las viejas crónicas) manifestarse era muy difícil, debido a la actitud autoritaria en exceso, de los gobiernos. Y de los gobiernos de los tres niveles. Disentir públicamente, del gobernante en turno, era considerado como un delito. En el Código Penal, dicha actitud aparecía tipificada como “disolución social”. El castigo era la cárcel durante varios años, principalmente para los dirigentes.
Las desapariciones y aún los asesinatos, de activistas políticos y sociales de oposición, eran cosa común. Era una represión implacable. En el campo, el brazo ejecutor eran los “guardias blancas” (algo así como policías particulares al servicio de finqueros y de latifundistas simulados como pequeños propietarios) y el HH Ejército Mexicano. En ciudades, como la capital, eran los “madrinas” (ayudantes de policías judiciales y de la “secreta” – primero Policía Secreta y luego, División de Investigaciones Previas, para la Delincuencia, DIPD), encargados de “madrear” a los detenidos, los judiciales y… ¡los granaderos! para el caso de la atención a multitudes.
Una modesta sesión pública, era motivo suficiente para que los reunidos fueran encarcelados o “remitidos a la autoridad”, con lujo de violencia. .
No fue casual que una de las demandas principales del Movimiento Estudiantil de 1968, fuera la de “¡Libertad a los Presos Políticos!”. En ese momento, había cientos de ellos en las cárceles del país. Demetrio Vallejo, el más citado en dicho Movimiento, solo era el más popular. Otra fue, precisamente la derogación del delito de disolución social, otra la desaparición del cuerpo de granaderos, etc.
Entonces, los quejosos, inconformes, indignados, manifestantes, “protestantes”, o como se les quiera denominar, teníamos por un lado, la prohibición, la beligerancia, la represión de las autoridades y la cerrazón total ¡ojo, mucho ojo!, de los medios de comunicación. Pero, cosa curiosa. Del lado de la sociedad, generalmente, encontraban, encontrábamos, curiosidad, apertura, simpatía y hasta franco y espontáneo apoyo.
Bien recuerdo algunas de aquellas “raras”, manifestaciones. Los motivos de aquellas marchas, eran demandas generales, a favor de la sociedad en su conjunto. Lo primero que se cuidaba era ganarse la simpatía de la gente, incluida la que podía ser afectada por la movilización. Se le informaba directa y abundantemente, de nuestros motivos. Buscábamos convencer de nuestras causas. Si se marchaban por anchas avenidas, se procuraba dejar libres uno o dos carriles. Ello era fundamental y lo teníamos muy claro. Se trataba de ganarnos a la gente que, aparentemente, nada tenia que ver. Lográbamos que nos aplaudieran y que nos defendieran de las autoridades.
Teníamos muy en cuenta lo plasmado en los artículos 6, 7, 8 y 9 Constitucionales. El 6, por ejemplo, decía, dice aún, “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial, o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público,…”; El 9: “No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto (sic) licito; …No se considerará ilegal y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto (sic) hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”. ¿Y hoy qué sucede?
Aquellas manifestaciones eran “raras”, porque eran pocas las que se organizaban. Quizá esta es otra de las diferencias con las que ahora se realizan. Los nuevos, es un decir, marchantes, “marchistas leninistas”, (debería decir marxistas leninistas, pero creo que realmente desconocen a don Carlos) por cualquier cosa realizan marchas. Da la impresión de que hasta se titulan de marchistas. Y por eso, han saturado hasta la saciedad, a los habitantes de la ciudad. Y con ello, en lugar de usar su imaginación para utilizar nuevas formas de protestar, han contribuido a chotear, a gastar, un medio que originalmente era un eficaz instrumento de lucha. En una ciudad, como el DF, que es un caos permanente, por la gran cantidad de vehículos en circulación y el desorden vial que ello provoca, una manifestación, por pequeña que sea, lastima a todos los capitalinos.
Los marchistas leninistas de estos tiempos, no son sensibles a ello. En su afán por utilizar las calles a toda hora, lo que hacen es privatizarlas en su beneficio. Eso es lo que logran, han convertido los espacios públicos en privados. Por si fuera poco, hoy es muy común una confusión: eso de utilizar los organismos sociales como si fueran organizaciones políticas.
Y todo ello se revierte. No explican a la población sus motivos. Entonces no la convencen. Lastiman los derechos de terceros. Permiten que los más acelerados, por no decir provocadores, que siempre los hay, encabecen sus movimientos y confunden demandas sociales con exigencias políticas. Y así, el resultado es obvio: Se ganan el repudio de la mayoría de la gente. Y acaban perdiendo sus luchas. Son los nuevos marchistas leninistas.
Notitas: Una.- Que una manera de aminorar los costos humanos, provocados por las catástrofes naturales, es que en las escuelas, desde el nivel de pre Primaria, hasta el nivel Superior, se imparta una materia adicional que se denomine “Protección Civil”. Sí, como en Japón y otros países. Dos.- Que cuando este anciano decrépito de la cuara edad que les escribe, era un niño, llegó a comer gracias a don Johnny Laboriel, pues con sus amiguitos, luego de cantar en la calle “El Rock del Angelito”, los transeúntes depositaban una moneda en la cachucha del que fuera. Y ahora don Johnny, se murió. Tres.- Que este 19 de septiembre, es de luto nacional, por los terremotos que hace 28 destruyeron parte del Centro Histórico del DF y miles de vidas. No se vale olvidar.
Corre: hernandez-jimenez2012@hotmail.com
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