El Universal, 9 de septiembre
Peña: descontón a AMLO
Resultó demoledor el golpe de Enrique Peña Nieto a Andrés Manuel López Obrador. Ni IVA en medicinas y alimentos, ni exención a los que más tienen y por fin un gravamen a la Bolsa de Valores.
Y es que, como ayer lo dijimos en este espacio, el gobierno de Peña Nieto entendió que no podía entregarle a su principal adversario, López Obrador, las banderas para derribar al nuevo gobierno del PRI.
En el fondo, Peña Nieto hizo suyas las banderas históricas de la izquierda, y si tienen dudas, una rápida revisión:
De inicio la propuesta de reforma hacendaria se planteó como una de carácter social, como un instrumento para mejorar la educación, la infraestructura y eventualmente, para incentivar el crecimiento económico —hasta un 3%— a lo largo del sexenio.
Además, se planteó la modificación a los artículos 4, 73 y 123 con el objetivo de elevar a rango constitucional la pensión universal para adultos mayores —a partir de los 65 años— y el seguro de desempleo. ¿Y cómo se obtendrán los recursos para estas mejoras?
En pocas palabras, la reforma hacendaria del presidente Peña contempla una nueva ley de ISR —acotando los regímenes preferenciales e incrementando el porcentaje en quienes perciben mayores ingresos—, además establece impuestos a dividendos y ganancias de la Bolsa de Valores y elimina impuestos como el que se aplica a los depósitos en efectivo y el Empresarial de Tasa Única; IETU.
Y claro, se dejó fuera el IVA a alimentos y medicinas —aunque se homologará el monto en todo el país—, y se pretende modernizar el cobro de los derechos de minería, agua y por el aprovechamiento del espectro radioeléctrico.
Por cierto, también se busca volver más eficiente el pago de impuestos mediante procesos automáticos en el SAT, con reducciones a las cuotas de seguridad social para los trabajadores que perciben ingresos bajos y con un régimen de incorporación fiscal para los nuevos negocios —o los que pretenden migrar a la formalidad—, los cuales obtendrán descuentos durante los primeros años de ejercicio.
Finalmente, el gobierno federal aseguró un uso transparente y eficaz de lo recaudado evitando crear nuevas plazas en el gobierno, adquirir nuevos vehículos y creando indicadores —así como periodos de información— de los principales programas y las aportaciones federales.
Y frente a este golpazo, ¿Cuál va a ser la reacción de López Obrador? Sin duda, tiene todo el derecho a protestar contra el gobierno y las políticas públicas de esta o aquella administración y de llamar a movilizarse contra todas las reformas que crea perniciosas para su proyecto.
También es cierto que a los jefes de la llamada Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, les asiste la razón al cuestionar las reformas educativas que suponen van en contra de sus intereses gremiales y personalísimos. Y tienen todo el derecho de caminar por donde les plazca para oponerse a la reforma de la materia.
Pero en lo que no tienen razón, ni AMLO ni la CNTE, es en justificar su activismo con la montaña de mentiras que han construido contra las reformas que le urgen al país, sobre todo, no tienen derecho a suplantar el mandato de las mayorías por el uso de la violencia, el chantaje y la amenaza de desestabilización del país.
Y es que si AMLO y sus socios de la CNTE fueran verdaderos demócratas, no habrían recurrido a la violencia, al chantaje, a la violación de garantías y derechos de las mayorías y a la amenaza de sabotear la ciudad de México en demanda de imponer su voluntad, antes que respetar la decisión de las mayorías, expresada en los gobiernos y los congresos emanados de la elección de julio de 2012 y es que, precisamente, esas mayorías otorgaron una abrumadora superioridad numérica de gobiernos y congresos a los tres grandes partidos; PRI, PAN y PRD.
Y casualmente, apoyados en su mayoría legislativa, esos tres partidos decidieron dar el formato a lo que conocemos como Pacto por México, que no es otra cosa que un moderno acuerdo político–legislativo que busca la transformación del país a partir de las vías institucionales, como es el Congreso.
Si fueran demócratas el señor López Obrador y los líderes de esa mafia conocida como CNTE no tratarían de suplantar el orden institucional, al Congreso de la Unión y no intentarían derribar a los gobiernos federal y de la capital del país.
Sin embargo, AMLO y sus socios de la CNTE enfrentan un severo dilema: ¿cómo convocar a la sociedad a que combata y rechace las propuestas que por décadas abanderó la izquierda, banderas que hoy les arrebató Enrique Peña Nieto?
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Columna EL ASALTO A LA RAZÓN /Carlos Marín
Milenio, 9 de septiembre d3 2013Los Cárdenas y la renegación de AMLO
La participación de capital privado en la industria energética, según dos personajes populares:
Andrés Manuel López Obrador como precandidato presidencial (en su libro Un proyecto alternativo de nación, 2004, Ed. Grijalbo, pág. 42):
“… Tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado, participen en la expansión y modernización del sector energético o actividades relacionadas, siempre y cuando lo permitan las normas constitucionales…”.
Lázaro Cárdenas del Río, siendo Presidente:
“Podrán celebrarse contratos con los particulares, a fin de que éstos lleven a cabo por cuenta del gobierno federal, los trabajos de exploración y explotación, ya sea mediante compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos que obtengan…”.
La del ex presidente, sustento ideológico de la iniciativa peñanietista de reformas a la Constitución.
Aunque nada que dijera ninguno es dogma, AMLO volvió a renegar de su palabra y calificó de “indignante e inaceptable” la propuesta oficial. Se pretende, aseguró, “despojar a la nación del sector energético”. Es un “vil y descarado atraco”. Y peor: “Sin exagerar, es un acto de traición a la patria”.
Pese a que los hidrocarburos casi estaban a flor de tierra, Cárdenas pensaba en la participación privada, a la que cuestionó, con sobrada razón, 28 años después.
Una explicación de este cambio de parecer la expresó hace unos días el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, argumentando que el pensamiento y las posiciones de su padre “no fueron estáticos”:
En 1968, el ex presidente le escribió a Jesús Reyes Heroles (a la sazón director general de Pemex) para celebrar “la conceptuosa y firme defensa que hizo en su informe de las atribuciones públicas del gobierno revolucionario. (Era Presidente Gustavo Díaz Ordaz.)
Le preocupaba el hecho de que, “al amparo de concesiones y privilegios, se forman estatutos de excepción extraterritorial violatorios de la soberanía. Es del dominio público que los consorcios petroleros han ejercido incentivos y presiones para desviar la industria nacionalizada de sus objetivos iniciales e intrínsecos (…). El espíritu nacionalista de la expropiación de 1938 y de la reforma constitucional de 9 de noviembre de 1940, no se respetaron plenamente: los contratos de exploración y explotación permitidos por la ley reglamentaria de 1941, se concedieron con participación en la producción del petróleo a empresas nacionales y extranjeras (afortunadamente ya se cancelaron los 18 contratos)”.
O sea: casi 30
años después de impulsar las inversiones privadas en Pemex, Lázaro Cárdenas del
Río censuró la pasada de lanza de los contratados por Pemex.
73 años después
de impulsar la participación de la IP en la exploración y explotación de
hidrocarburos y 45 después de arrepentirse, y en cuanto que su pensamiento no
era “estático” (como bien dice su hijo), ¿quién puede acertar en lo que el
general diría hoy? Y dijera lo que fuese, dicho sea de paso, no era, como nadie
lo es, infalible…
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