Netanyahu,
a la desesperada/ Yossi Beilin, exministro de Justicia israelí, negociador en el proceso de paz de Oslo.
Publicado en La
Vanguardia |10 de octubre de 2013
Según
parece, el presidente de Irán, Hasan Rohani, está dispuesto a negociar en serio
sobre la limitación de la capacidad nuclear de su país, como consecuencia de
las sanciones de la comunidad internacional, que están ahogando la economía de
Irán. Rohani fue elegido dentro de un contexto de dificultades económicas y la
voluntad mayoritaria de la sociedad iraní es que se restablezca la normalidad.
Da la impresión de que se trata de una persona mucho más moderada que su
predecesor, Mahmud Ahmadineyad, aunque forma parte de la jerarquía religiosa,
pertenece a la élite de los ayatolás y es una de las personas más cercanas al
líder supremo iraní, el radical Jamenei.
Este
cambio inesperado en el presidente iraní y en su ministro de Exteriores, Yavad
Zarif, es fruto de la victoria del sector más pragmático en el Gobierno de
Irán, y sería pueril pensar que estamos ante una conspiración realizada por
todo un pueblo para elegir a un lobo con piel de cordero, tal como definió el
primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, a Rohani en su discurso ante la
Asamblea General de la ONU. La comunidad internacional quedó impresionada del
discurso de la delegación iraní, pero no tiene intención de eliminar las
sanciones hasta ver pasos significativos por parte de Irán, como el cese del
enriquecimiento de uranio o la autorización para que los inspectores de la
Agencia Internacional de la Energía Atómica puedan inspeccionar sus
instalaciones. En cambio, en su discurso ante la ONU, Netanyahu habló como si
el mundo hubiera decidido hacer ya concesiones a Irán antes de que se hubiesen
dado pasos hacia la dirección correcta. Pero eso no es así. Netanyahu se
adelantó en su discurso a la realidad y con ello puso a Israel en primera línea
contra Irán, algo que todos sus predecesores intentaron evitar. Y además
también se enfrentó con ello al presidente estadounidense, Barack Obama, cuando
dijo ante la ONU que Israel actuaría en solitario si no le quedase más remedio,
y eso lo decía un día después de su encuentro con Obama, un encuentro tras el
que el presidente norteamericano se refirió a Beniamin Netanyahu como alguien
que habla con sinceridad (lo cual en el lenguaje diplomático significa que hubo
bastante desencuentro entre los dos mandatarios).
Netanyahu
fue el último de los líderes en hablar ante la Asamblea General de la ONU.
EE.UU., ocupado en su cierre de la Administración, no estaba presente. Incluso
la Asamblea estaba medio vacía. Y entonces Netanyahu comprende que resultaría
patético ir de David contra Goliat. Y comprende que el mundo no está interesado
en atacar a Irán, ya que desconoce cuáles podrían ser las consecuencias y cómo
se desarrollaría el ataque. Netanyahu también sabe que ningún ataque acabaría
con la capacidad nuclear de Irán, pues al fin y al cabo esa capacidad depende
de la ciencia y esa ciencia en cualquier caso permanecería en Irán. También
sabe que no tiene ninguna posibilidad de aguar la fiesta, pero aun así insiste
en su puesta en escena: como un profeta, extrae citas de los libros de Rohani
para intentar demostrar a través de ellas que no son sinceras sus intenciones.
Precisamente Netanyahu debería ser más prudente a la hora de extraer citas de
otros, pues si alguien sacara citas de los libros escritos por Netanyahu podría
argumentar que todas sus palabras sobre su buena disposición para llegar a un
compromiso, para establecer un Estado palestino y hacer concesiones dolorosas
eran tan sólo un intento de agradar a EE.UU. y que tampoco eran sinceras. Por
último, Netanyahu dedicó sus palabras al holocausto judío en Europa, leyó
algunos versículos bíblicos y obtuvo la ovación de la delegación que lo había
acompañado.
Pero
Netanyahu sabe que si los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y
Alemania logran un acuerdo con Irán que incluya los requisitos consabidos de
reducir el enriquecimiento de uranio y de permitir la inspección sin trabas de
los inspectores de la ONU, Israel no puede aducir que no está satisfecho con
ese acuerdo y que se dispone a atacar los centros de enriquecimiento de uranio
en Irán. Por eso, el discurso de Netanyahu ante la Asamblea General de la ONU
fue un discurso a la desesperada. La posibilidad de que se alcance un acuerdo
razonable con Irán se ha incrementado mucho a raíz de la elección de Rohani. Y
es que el mundo prefiere un acuerdo a tomar medidas que conlleven el uso de la
fuerza. Estados Unidos logrará ese acuerdo y su firma supondrá un gran éxito
político de Obama, y también será un éxito para Israel, que no tiene interés
alguno en meterse en un conflicto bélico con Irán. ¡Qué lástima que Netanyahu
no lo entienda así!
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