9 mar 2014

La droga, riqueza de Sinaloa/PATRICIA DÁVILA

La droga, riqueza de Sinaloa/PATRICIA DÁVILA
Revista Proceso No. 1949, 8 de marzo de 2014
Investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa detectaron que 8% de la riqueza generada en 2012 en cinco municipios sinaloenses tiene un origen formalmente “inexplicable”. Tiene que ver, sin duda, con el narcotráfico, con la cosecha de amapola y mariguana, con su venta y con el blanqueo de capitales. En una entidad donde el Estado no ha sido capaz de satisfacer las necesidades elementales, para mucha gente el único camino para sobrevivir es el narcotráfico, lo que explicaría las marchas por la liberación o la no extradición del Chapo Guzmán.
En un estudio sobre el producto interno bruto (PIB) de cinco municipios del sur sinaloense –Mazatlán, Escuinapa, Rosario, San Ignacio y Concordia–, un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) detectó que 8% –22 mil 880 millones de pesos– de la riqueza estatal generada en 2012 –286 mil millones de pesos– tiene una procedencia “inexplicable” y atribuye su origen al narcotráfico.
Es la primera vez que especialistas revisan analíticamente el comportamiento de la economía en un estado como Sinaloa, lugar de nacimiento de una decena de capos del narcotráfico convertidos ahora en personajes míticos para los sinaloenses, capaces de salir masivamente a las calles para exigir la liberación o la no extradición de uno de ellos: Joaquín El Chapo Guzmán.
En la entidad los cultivos de amapola y mariguana son tan importantes que en algunas regiones se vuelven el sostén económico fundamental.
En una entrevista publicada en julio de 2001 en el periódico La Jornada, el exgobernador Juan S. Millán reconoció que se quedaban cortos quienes decían que 62% de la economía sinaloense estaba permeada por la actividad de las drogas, dice a Proceso Nery Córdova, también investigador de la UAS.
Asegura que en Sinaloa el narcotráfico tocó directamente a la cultura además del turismo, la banca, la pesca, la agricultura, la ganadería, la agroindustria, la construcción y el comercio mediante el lavado de dinero. También se ha metido en los espectáculos, la música popular, el deporte y la educación.
Información insuficiente
Juan Manuel Mendoza Guerrero, Arturo Lizárraga Hernández y Omar Lizárraga Morales, investigadores de la UAS y autores del libro Sinaloa en el siglo XXI; economía y población de la región sur (de próxima aparición) se dieron a la tarea de analizar el PIB de los municipios del sur del estado.
Su primer reto fue calcular el PIB, pues la información económica municipal es deficiente en tanto que la del Instituto Nacional de Estadística y Geografía es insuficiente, pese a que ha creado categorías separadas para los valores de la naturaleza (bioeconomía), de la economía informal y del valor generado por el trabajo no remunerado en los hogares y de las remesas.
Los autores detectaron que 8% de la riqueza generada en esa región tiene un origen inexplicable.
Mendoza aclara en entrevista: “Para analizar el PIB hay que tomar en cuenta más de mil actividades económicas y más de 20 subsectores. Podríamos pensar que ese 8% proviene de ‘cuentas satélites’ contempladas por el Inegi para actividades informales; sin embargo no es el caso, porque tampoco encuadra en este rubro de la economía informal”.
Los autores detectaron que el sector financiero se disparó en los últimos años, pero al analizar los PIB municipales no encontraron explicación a este fenómeno, pues el crecimiento de la riqueza siempre está asociado a la inversión en urbanización o en polos de desarrollo urbano y en los municipios no hay urbanización ni polos de desarrollo urbano.
“Hablamos de un mundo de dinero. O sea que es casi equivalente al PIB arrojado en actividades del sector primario, que es de 11.78% del PIB o a actividades como la industria manufacturera, con 8.12% o de la construcción, donde llegó a 8.87%”, señala Mendoza.
Afirma que el problema de las actividades relacionadas con las drogas es que están disfrazadas en movimientos lícitos de innumerables empresas, las cuales tienen muchas formas de ocultar la información. Sin embargo tienen la certeza de que existe ese residuo de 8% proveniente de actividades ilícitas.
El cultivo de amapola y mariguana en las zonas serranas de Sinaloa es de gran importancia para explicar los movimientos de población en sus municipios: cuando se expande el cultivo hay propensión a arraigar a la población; cuando se le erradica se provoca que la gente emigre, pues se limita una considerable fuente de sus ingresos.
Íntimamente relacionada con el narcotráfico y con la migración se encuentra la violencia, tanto institucional como la de los grupos que se dedican al cultivo y distribución de goma de opio y mariguana.
Lizárraga Hernández –también autor del libro Nos llevó la ventolera… sobre el proceso de migración rural sinaloense hacia el extranjero– dice a este semanario: “La actividad del narcotráfico se lleva a cabo prácticamente en todos los municipios que total o parcialmente se encuentran ubicados en la sierra. Es más notoria en los municipios donde históricamente se ha sembrado la amapola, como Badiraguato, Sinaloa de Leyva, Choix, Culiacán, Cosalá y San Ignacio. En los demás municipios serranos se siembra mariguana.
“Pero el cultivo de esos enervantes se lleva a cabo cotidianamente, como si se tratara de cualquier otro producto agrícola: hay sembradores, coyotes y grandes compradores. Los primeros lo hacen de manera regular, alternando los cultivos prohibidos con los legales: siembran maíz o frijol o cualquier otro producto, y mariguana o amapola al mismo tiempo, dependiendo, en todo caso, de la particularidad del ciclo agrícola.”
El control lo tienen las organizaciones del narcotráfico y sólo se comercializa el producto a través de ellas. La mariguana se siembra “libremente”, dice Lizárraga Hernández, pero se comercia a través de coyotes –quienes tienen los contactos con las mafias– que pasan a los pueblos una vez terminado el ciclo agrícola. Cuando se trata de alguna variedad particular, ellos proveen de semilla mejorada; cuando llega el momento de cosechar pasan por los pueblos a comprar el cultivo, como sucede con otros productos como maíz o frijol.

Agrega que la amapola, en cambio, es financiada previamente por “inversionistas” que se encuentran en las ciudades y se dedican, además de financiar la siembra de este producto, a otras actividades económicas, como la agricultura en los valles.
“Ellos nunca se arriesgan, contratan a intermediarios, quienes organizan a grupos reducidos de personas de las localidades serranas para llevar a cabo el cultivo en las zonas más apartadas. Entregan la semilla, arman a las personas que se encargarán de la labranza, proveen de alimentos mientras dura el proceso y muchas veces pagan una cantidad por adelantado, ya que las familias se quedan sin la presencia del padre. Una vez que llega el periodo de cosecha, en las zonas serranas más productivas familias enteras ‘suben’ a los puntos de siembra y se incorporan a recoger la goma. Se estima que ganan más de 500 pesos por día.
“Es imposible saber cuántas personas se dedican a esta actividad, pero un profesor del municipio de Cosalá decía que en temporada de cosecha hasta las escuelas se quedan sin niños. Familias enteras se van ‘para arriba’ a trabajar. Incluso es común que los comerciantes de los municipios serranos esperen con ansia el periodo de cosecha, o sea, rayar la planta de amapola para recoger la goma, pues cuando hay dinero arriba (en la sierra), hay dinero abajo (en las cabeceras municipales)”, explica.
Dedicarse a la siembra y cosecha de mariguana o amapola es una actividad complementaria o alternativa, dados los niveles de pobreza. En todos los municipios la población se dedica al sector primario de la economía (agricultura, ganadería) en porcentajes que van desde 31.7% de la población económicamente activa (PEA) en municipios cercanos a la costa o cuya población se encuentra más concentrada, hasta más de 50% en los de las zonas serranas.
La PEA dedicada al sector secundario varía apenas entre 12% y 25% y la dedicada al terciario es de alrededor de 20%. Puede ser aventurado afirmar que todos los dedicados al sector primario se dedican al narcocultivo, pero sí se puede decir que todos tienen un vecino, un amigo, un pariente relacionado con esa actividad.
Un aspecto interesante del narcocultivo en los pueblos serranos es que no se le percibe como una actividad condenable moral o éticamente: “Me ha tocado ver que en las casas de las familias están los costales de mariguana, a la vista de todos, como si fuesen costales de maíz. En todo caso es una actividad económica con altos riesgos, tanto por el aspecto legal como el de la participación de los grupos armados. En el primer caso, cuando el Ejército o las policías realizan las pesquisas, puede significar la cárcel; en el segundo, cuando alguien ‘da un pitazo’ es la muerte segura”, afirma el investigador.
El problema, educación
–¿Qué tanto influye la inaccesibilidad de la zona para que la mayoría de los programas de gobierno no lleguen a las comunidades de la sierra, motivando que la única fuente de ingreso sean actividades del narcotráfico? –se le pregunta a Nery Córdova, autor del libro Narcocultura: simbología de la transgresión, el poder y la muerte.
–Los sistemas de apoyo y los canales de distribución con que cuenta el Estado mexicano hacen difícil la vida y parece que los lugareños no tienen otro camino que dedicarse a eso. El problema se expandió a las ciudades, donde miles de jóvenes marginados, sin educación, sin prácticamente nada, algo tienen que hacer y se incorporan a las actividades delictivas. El sistema económico sigue lastimando a amplias capas de la población. Éste es el mundo en que vivimos y esa población sin educación, sin cultura, sin opciones algo tiene que hacer para ­sobrevivir.
“Es una población profundamente lastimada. Ha logrado poner en un predicamento a las políticas del Estado mexicano y su combate al narcotráfico, porque lo que ha hecho el Estado es combatir los efectos, enfrentarse a las consecuencias, pero no han atacado las estructuras, las carencias, las ausencias, las limitaciones de una sociedad urgida de bienes de trabajo, de educación, de empleo, de actividades.”
–¿Es premeditada esa falta de atención?
–Más bien creo que tratan de que convivan sanamente ambos mundos. Resolver los problemas económicos de una población no es sencillo y resolver los problemas de seguridad es mucho más complicado. Quienes se dedican a estas actividades, quienes cometen los crímenes son seres humanos que en otras circunstancias probablemente serían profesores, médicos, incluso policías o jueces; pero el destino, el mundo, las circunstancias económicas de nuestro país los han puesto en otro lugar.
“Fueron las condiciones sociales, las cosas que tenían al alcance, su aprendizaje. El problema que veo es el de la educación. No ven otro camino más sencillo, piensan que es fácil meterse a la industria del narcotráfico. Pero no, es una labor muy complicada donde todos tienen que vivir a salto de mata. Ya vimos la odisea del Chapo y no es fácil esconderse 13 años.”
–¿Qué tanto afectará su captura a la narcoeconomía?
–Nada. Los personajes no son imprescindibles. Surgen otros. El Chapo sólo era una figura, la punta del iceberg. La industria sigue sólida. De la industria de las drogas ilegales se beneficia la industria militar, la farmacéutica, la química, la política y los medios de comunicación, todo este oropel que significa una sociedad de masas actual, así que El Chapo sólo es un detalle, un detalle muy fuerte, por supuesto.

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