La
inestabilidad en el horizonte/Nikos Malkoutzis es director de MacroPolis, web de análisis político y económico.
El
Mundo | 30 de diciembre de 2014
'En
Grecia sabíamos desde hace algún tiempo que probablemente el Parlamento no
elegiría tras las tres rondas presidente y que tendrían que celebrarse
elecciones precipitadamente. Predecir lo que vaya a suceder después no es tan
sencillo.
Las
tres opciones que tenemos por delante son: una victoria del actual primer
ministro, Antonis Samaras y su partido Nueva Democracia, un triunfo de Syriza,
o un resultado poco concluyente que dé lugar a unos segundos comicios semanas
más tarde, como fue el caso en el verano de 2012.
El
resultado más probable en estos momentos parece ser una victoria insuficiente
de Syriza. En estos últimos días, la probabilidad cada vez mayor de que el
Parlamento no elija presidente, combinada con que el Gobierno está aireando las
posibles consecuencias negativas de una victoria de Syriza, ha creado una
brecha en el acercamiento entre los izquierdistas y Nueva Democracia.
Samaras
y su partido van a seguir poniendo de relieve todo lo que en Syriza hay de
preocupante con la esperanza de sacar provecho del factor del miedo, tal y como
ya hicieron en 2012, cuando la cuota de votos de Nueva Democracia se incrementó
en 11 puntos porcentuales entre las dos tandas electorales. En los próximos
meses, las reacciones de los mercados y de los depositantes también podrían dar
lugar a que los griegos adopten una actitud más conservadora cuando acudan a
las urnas el 25 de enero.
Syriza
necesitaría un mínimo de entre el 36% y el 38% para obtener mayoría absoluta en
el Parlamento. Esto parece fuera del alcance del partido de la oposición, lo
que deja al partido que lidera Alexis Tsipras a merced de que le surjan
aliados, pero de éstos no hay muchos.
El
partido de los Griegos Independientes, también en contra de la austeridad, es
una opción. No es seguro, sin embargo, que vayan a entrar en el Parlamento o a
tener suficientes escaños como para ayudar a formar gobierno. Además, como los
Griegos Independientes pertenecen a la derecha populista, habría asimismo
diferencias ideológicas sobre otras cuestiones clave como la política exterior
y la inmigración.
Otra
opción es una coalición con los centristas de To Potami, que parece que va a
quedar entre el tercer y el quinto puesto entre los mayores partidos a pesar de
haber sido fundado hace apenas 10 meses. Sin embargo, la postura liberal de To
Potami en temas económicos entra en conflicto con las opiniones de Syriza y
esto podría causar fricciones, sobre todo con el ala izquierda del partido de
Tsipras. Una colaboración con el centro izquierda del Pasok es difícil imaginar
en este momento y es posible que requiriera una renovación de personal o un
cambio de liderazgo en el partido de Venizelos para que fuera viable una
coalición. Así pues, si Syriza gana las elecciones del 25 de enero, tendrá
alrededor de un mes para asegurarse la elección de un presidente, buscar
aliados políticos que todavía no existen, formar un gobierno por primera vez en
su Historia y llegar a algún tipo de acuerdo con la Troika antes de que el 28
de febrero finalice la prórroga del actual rescate de Grecia, lo que dejaría al
país en grave peligro de no poder cumplir con sus obligaciones de deuda en los
próximos meses.
Incluso
aunque Syriza supere estos obstáculos, todavía tendrá que someter sus demandas
sobre el alivio de su deuda y sobre estímulos económicos a los acreedores del
país, al mismo tiempo que corre el riesgo de enfadarlos si cumple sus promesas
preelectorales sobre incremento de salarios y de pensiones. Todo ello aumenta
las posibilidades de que un gobierno de Syriza se meta en un callejón sin
salida muy rápidamente.
Cualquier
amago de llegar con la eurozona a una confrontación que pueda poner en riesgo
la economía de Grecia, probablemente dará como resultado que se retire(n) su(s)
socio(s) de coalición, mientras que todo movimiento para suavizar las medidas
que den marcha atrás a la austeridad podría causar una fractura con la
importante ala izquierda de Syriza.
Ésta
es la razón por la que la mayor amenaza a Grecia en este momento no es
forzosamente el programa radical Syriza sino un largo período de inestabilidad
e indecisión. Teniendo en cuenta que sólo se registra una frágil recuperación
del crecimiento, que las exportaciones están cayendo, que la producción
industrial está en declive, que la falta de liquidez ha llevado a que las
deudas y los créditos impagados del Estado alcancen casi el 90% del PIB, el
margen de retrasos o errores que le queda a Grecia es muy pequeño.
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