Perdón
sin justicia/Carmen
Aristegui F.
Reforma, 30
Oct. 2015
"Perdono,
Alberto, perdono, pero pido justicia", dijo, en medio de un llanto
profundo, el ex rector de la Universidad Anáhuac Juan Manuel Fernández Amenábar
al entonces sacerdote Alberto Athié, quien lo escuchaba, sobrecogido, en el
largo y único encuentro que sostuvieron un mediodía de diciembre en 1994, dos
meses antes de la extraña muerte de Fernández Amenábar.
Fernández
Amenábar fue fundador del colegio Cumbres, del Irlandés y de la Universidad
Anáhuac. Uno de los hombres más cercanos a Marcial Maciel y parte del número
indeterminado de víctimas a las que el fundador de los Legionarios de Cristo
destrozó la vida.
Imposible
olvidar ese pasaje -contado por Athié durante una entrevista para el libro
Marcial Maciel. Historia de un criminal (ed. Grijalbo)- al saber que el Papa
Francisco decidió otorgar perdón o "indulgencia plenaria" a los
miembros de la Legión de Cristo y su brazo seglar, Regnum Christi.
Más
allá del significado que pueda tener dentro de la teología católica, el tema
trasciende con mucho ese ámbito. Y aun si se tratara sólo de eso, un perdón sin
justicia abre la controversia: "Mira -le dijo el padre Athié a Fernández
Amenábar-: en el Evangelio no se contraponen perdón y justicia. No es que Jesús
diga: 'tú perdona y luego a ver si algún día hay justicia'. No. Jesús te dice
que perdones a este individuo que te ha hecho un daño espantoso y que destrozó
tu vida, pero al mismo tiempo te enseña que se puede caminar hacia la justicia.
Yo te invito a que perdones al padre Maciel y vamos juntos a buscar
justicia". No hubo justicia frente a los actos de Maciel, tampoco para
cómplices y solapadores. ¿Cuántos dentro de una legión que ha sido perdonada,
de cabo a rabo, por Francisco?
El
actual Papa llegó, de manera extraordinaria, en medio de una crisis global por
casos de abusos, pederastia clerical y encubrimiento que derivó en una larga
lista de procesos judiciales, especialmente en Estados Unidos. Uno de los casos
emblemáticos es, precisamente, el de Maciel y los Legionarios.
¿Ignora
Bergoglio que en New Haven, Connecticut -sede de los Legionarios en EU- está
presentada una demanda a nombre de Raúl González Lara, hijo biológico de
Marcial Maciel, contra los Legionarios de Cristo que continúa abierta, aun
estando Maciel muerto?
¿Se
puede otorgar un perdón generalizado cuando existe -por lo menos- esa causa
abierta en la que se acusa a la Legión por "haber permitido que Maciel
abusara de su propio hijo, que continuara... a la cabeza de su poderosa orden
religiosa y que tuviera acceso para abusar de tantos otros chicos alrededor del
mundo"?, como afirma Jeff R. Anderson, el connotado abogado que lleva el
caso.
La
conducta institucional, el silencio, la complicidad y el manto de protección
con los que se cubrieron las conductas criminales de Maciel durante décadas
quedan a un lado con una declaratoria general, uniforme y, al final,
complaciente, conveniente y pragmática del Papa a favor de la orden. Quedan,
para efectos prácticos, sepultadas las denuncias, testimonios, investigaciones
y evidencias sobre cómo Marcial
Maciel,
de la mano de todo un andamiaje institucional a los más altos niveles,
construyó una maquinaria corruptora de la cual fue partícipe principal pero,
desde luego, no figura única.
¿Se
puede decretar un perdón general a una institución como los Legionarios cuando
aún no han sido resueltos asuntos de la mayor importancia en el ámbito
histórico, judicial y del derecho internacional? ¿Están aún sin responder los
señalamientos hechos por el Comité de Expertos de Naciones Unidas que puso a
examen al Estado Vaticano por su pésima conducta institucional ante casos y
escándalos en todo el mundo, incluyendo el de los Legionarios? ¿No viene antes,
o de la mano del perdón, un reconocimiento sobre la verdad histórica del caso
reflejada, por ejemplo, en el libro La voluntad de no saber, que contiene
documentos secretos del Vaticano con los que se supo que se encubrieron las
prácticas criminales de Maciel y los Legionarios; o de las revelaciones del
investigador Fernando González -que accedió al archivo secreto de la Sagrada
Congregación de Religiosos- en las que da cuenta cómo, desde los más altos
niveles del Vaticano, se suspendieron y neutralizaron denuncias e
investigaciones en torno a Maciel durante décadas?
El
manto protector del Vaticano regresa a la escena con un perdón que más que
reconciliar ofende porque no menciona, siquiera, la palabra justicia.
"¿Qué
pasó, Francisco? Tan bien que ibas", se le oyó decir, la mañana de ayer, a
alguien que leía en el Reforma: "Perdona Papa Francisco a Legionarios de
Cristo".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario