Les
guste o no, voy a retornar al país, advierte el secretario ejecutivo de la CIDH
Ataque
al GIEI y a mí, señal del regreso al México autoritario: Álvarez Icaza
Sanjuana
Martínez, Especial
para La Jornada
Periódico
La Jornada, Domingo
10 de abril de 2016, p. 5
Cuando
la policía de Arturo El Negro Durazo allanó en 1977 las oficinas del Centro
Nacional de Comunicación Social (Cencos), su padre, Emilio Álvarez Icaza
Manero, le dio un consejo: Te podrán pegar, pero jamás permitas que te
aplasten.
Si el gobierno va en sentido contrario de los derechos humanos, va en sentido contrario de la democracia, señala Emilio Álvarez IcazaFoto José Carlo González
Tenía
12 años y aquella frase fue un principio orientador, una lección de vida y
causa para Emilio Álvarez Icaza Longoria, quien desde hace 25 años se dedica a
la defensa y promoción de los derechos humanos, desde que se incorporó al
Cencos como un destino manifiesto, una entrañable herencia familiar y una
vocación a prueba de todo obstáculo, para generar cambios en México.
Hace
cuatro años se convirtió en el secretario ejecutivo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y el mes pasado la Procuraduría
General de la República (PGR), en un hecho sin precedente en el sistema
interamericano, abrió una investigación en su contra, a través de la Unidad
Especializada en Delitos Fiscales y Financieros, con la averiguación previa
UEIDFF/FINIM17/123/2016, por un supuesto fraude de más de 2 millones de
dólares, vinculado a la investigación sobre el caso de la desaparición forzada
de 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.
Aunque
la PGR determinó hace unos días no ejercer acción penal contra él, Álvarez
Icaza considera que esta denuncia y la campaña de acoso y difamación contra los
integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que
colaboran en las pesquisas del llamado caso Iguala, son una señal muy clara del
regreso a un “México autoritario.
Si
el gobierno mexicano va en sentido contrario a los derechos humanos, va en
sentido contrario a la democracia, a un contexto de disminución o menoscabo de
ésta. La denuncia en mi contra se consideró parte de esta campaña que busca
desacreditar, atacar a la CIDH y a los expertos del GIEI. Ambas son señales muy
graves y lamentables, dice en entrevista con La Jornada.
En
las semanas recientes ha recibido innumerables muestras de cariño y
solidaridad. Su madre, Luz Longoria, también defensora de derechos humanos, le
dijo algo que lo fortaleció aún más: Tu padre estaría muy orgulloso de ti.
Su
esposa, Raquel Pastor, igualmente vinculada a la defensa y promoción de los
derechos humanos, lo alentó a defenderse, al igual que sus hijos: “Estoy
rebasado, sobrecogido, sorprendido por las expresiones de cariño,
acompañamientos, preocupación y solidaridad.
Tuve
una reunión con organizaciones de unos 15 países, la cual empezó con
expresiones de solidaridad hacia mi persona. Fue muy bonito. Estoy agradecido y
fortalecido, indicó.
El
autoritarismo
Mientras
se iniciaron las reuniones privadas entre el gobierno mexicano y la CIDH en el
contexto del 157 periodo de sesiones celebradas en Washington, en México la PGR
desestimaba la denuncia en su contra: Lo que preocupa es que a una denuncia
temeraria e infundada le hayan dado entrada. Eso, en sí mismo, parece un
mensaje, dice Álvarez Icaza Longoria.
–¿Cuál
es el mensaje?
–Es
un mensaje en contra de la CIDH, del GIEI, del secretario ejecutivo, del
movimiento de derechos humanos.
“El
hecho de atacar al secretario ejecutivo no tiene precedente en el sistema
interamericano. No ha habido casos así. Ni durante las dictaduras militares se
ha presentado una denuncia contra el secretario ejecutivo y menos en un caso
solicitado por el propio Estado.
Si
hubo una acción legal en contra del secretario ejecutivo de la CIDH, ¿qué
pueden esperar los defensores de derechos humanos en México? Un defensor que
este metido en la sierra, por ejemplo.
–¿Es
contradictorio que el Estado mexicano solicita la presencia de expertos del
GIEI y es el que propicia esta campaña de difamación?
–No
sólo lo pide el Estado, sino que lo firman funcionarios mexicanos de alto
nivel: dos subsecretarios y una subprocuradora. Fue el Estado mexicano el que
solicitó la asistencia y ahora hay un contexto donde se descalifica.
Si
no se generan las medidas de respaldo al trabajo a los expertos de manera
categórica y fuerte, es un asunto de mucha preocupación. Es muy cuestionable
buscar desacreditar con quienes te sientas a trabajar y cuyas recomendaciones
están siendo atendidas en la lógica de saber qué pasó con los 43 muchachos de
Ayotzinapa.
–¿Y
como entendió la denuncia contra usted?
–Fue
un mensaje inhibidor en el trabajo de defender los derechos humanos. Es muy
grave.
–¿A
qué atribuye los dardos contra usted?
–Son
formas de rechazo muy en contrasentido a la lógica que debe imperar en una
cooperación internacional de derechos humanos acorde con las obligaciones
internacionales de un Estado y acorde a su propia Constitución.
–La
acusación concreta era sobre los gastos de esos 2 millones de dólares...
–Esa
es la parte temeraria e infundada, porque se ha informado la evolución de los
gastos al Estado mexicano. Tan es así que no sabemos cómo se han filtrado esos
informes a algunos periódicos. Eso ni siquiera es motivo de debate.
–¿Por
qué no?
–No
vamos entrar al debate de demostrar la honorabilidad de los expertos del GIEI.
Por supuesto que se han dado los informes de gastos; se dará todo cuando
termine, es parte de las reglas de operación de la CIDH. Todo está debidamente
comprobado. Y ya se han hecho informes parciales de cómo va evolucionando el
gasto, pero si generan una discusión porque no se comparte lo que hacen los
expertos, diciendo que el dinero que se dio no está bien gastado, que son unos
pillos y por lo tanto hay fraude, eso va más allá de lo ridículo.
–¿La
denuncia fue una venganza por el informe demoledor de la CIDH sobre la
situación de los derechos humanos en México?
–La
CIDH hizo un diagnóstico sobre una situación de crisis de derechos humanos que
vive México. No es el único organismo internacional que ha expresado su
preocupación en ese tono. El alto comisionado de la Organización de Naciones
Unidas lo dijo, el relator para tortura expresó sus preocupaciones, el Comité
para Desapariciones Forzadas manifestó algo similar, Amnistía Internacional se
ha pronunciado, Human Rights Watch se ha manifestado; incluso el Departamento
de Estado estadunidense suspendió el componente de derechos humanos de la
Iniciativa Merida... cada quien en sus términos y en su competencia han
coincidido en el diagnóstico de la crisis de derechos humanos en México, no es
un tema sólo de la CIDH.
–¿Qué
puede destacar de esta crisis?
–Las
violaciones graves, las desapariciones forzadas, la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales, los excesos en el uso de la fuerza, la debilidad del aparato
de justicia, que tiene condiciones de impunidad estructural, y algunos temas
sobre incapacidad del Estado para responder en términos de justicia a las
víctimas. Además están los altísimos números sobre la falta de juicios,
sanciones y denuncias... es un problema de impunidad muy severo.
–¿Qué
significan estas cuatro palabras para usted: Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán,
Tanhuato?
–Son
casos paradigmáticos muy graves que han significado hechos muy preocupantes,
algunos de ellos están en situación de investigación y no me puedo pronunciar
sobre el particular porque pueden llegar a la comisión. Hay elementos para
suponer responsabilidad estatal. En algunos de ellos no cabe duda, como en el
caso de Ayotzinapa, donde es reconocido que se trata de desaparición forzada, o
en Tlatlaya, con participación de las fuerzas armadas; en las otras dos
participación de fuerzas del orden federal del Estado.
–¿Cuál
es el futuro del caso Ayotzinapa?
–La
CIDH no se ha aproximado al fondo del caso, todavía estamos en el ámbito de la
medida cautelar. Se tiene prevista una reunión con el GIEI. Los peticionarios
han solicitado formalmente la continuación de la asistencia técnica. Se va a
escuchar lo que tengan que decir los expertos y lo que tenga que decir el
Estado.
–El
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dio por terminado el
segundo periodo de los expertos, cuando en realidad es la CIDH la que debe
decidirlo...
–Lo
que se firmó es que la CIDH, en consulta con las partes, es la que decide.
Nosotros formalmente no hemos sido notificados.
–¿Hay
posibilidad de que continúe la labor del GIEI?
–La
comisión ha manifestado el interés de asistir y ayudar. Por eso preocupa tanto
que se esté dando esta campaña en contra de los expertos, aunque honestamente
creo que el debate no es sobre ellos; el debate es sobre qué pasa y dónde están
los 43 muchachos. Eso es lo principal.
–¿Adónde
se encamina México si esto sigue así y no se corrige el rumbo?
–Veo
problemas que el informe de la CIDH refleja con mucha gravedad. La no atención
de eso, lo único que va a hacer es ahondar la crisis de derechos humanos. El
sentido de los informes es que se atiendan, que se colabore en su solución. No
atender esas señales lo único que hará es que el problema sea mucho mayor, más
grave y más difícil de resolver.
Volver
al país
Álvarez
Icaza ya hizo pública una carta donde anuncia que no se presentará a la
relección de la secretaría ejecutiva de la CIDH, porque prefiere volver a
México: “Me duele mucho lo que sucede en mi país, y esa es una de las
principales razones por las que decido dejar la secretaría ejecutiva. Las
visitas fueron muy fuertes, los testimonios de las víctimas muy dolorosos.
Recorrer las fosas clandestinas, los testimonios de los padres buscando a sus
hijos, a sus familiares y los mecanismos tan rudimentarios, la experiencia en
Iguala con los familiares fue muy triste.
–Parece
que hay gente que prefiere que usted no vuelva...
–Con
o sin su parecer, yo estaré en México. Tuve muy buena escuela con mis padres;
he aprendido mucho de las víctimas. Bajo ese principio, he guiado mi vida y así
voy a seguir. No sólo es un tema mío, es algo que tiene que ver con la búsqueda
de justicia, la dignidad de las víctimas, con cambiar las cosas que están mal y
no son aceptables en México. Limitar y amenazar a los defensores de derechos
humanos busca inhibir su trabajo y que se echen para atrás. No es el caso.
–¿Después
de lo sucedido, se va a replantear regresar?
–Por
ningún motivo; al contrario, les guste o no, yo voy a regresar.
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