La Luna está a una distancia promedio de 384,400 km de la Tierra.
Mañana estará a tan sólo 356, 509 kilómetros de distancia.
Después habrá que esperar hasta el 7 de abril de 2020 para verla a una distancia parecida, (356.907 kms ). El 4 de enero de 1912 estuvo todavía más cerca al situarse a tan sólo 356.375 kilómetros.
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Embrujo de superluna
Mañana estará a tan sólo 356, 509 kilómetros de distancia.
Después habrá que esperar hasta el 7 de abril de 2020 para verla a una distancia parecida, (356.907 kms ). El 4 de enero de 1912 estuvo todavía más cerca al situarse a tan sólo 356.375 kilómetros.
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Embrujo de superluna
El
lunes estará en el punto de su órbita más cercano a la Tierra
Embrujo
de superluna
En
esta ocasión la veremos un 14% más grande y un 30% más brillante de lo
habitualArquitectura para hogares extraterrestresEl violento choque que originó
la Luna pulverizó parte de la Tierra
TERESA
GUERRERO Madrid
El Mundo, 13/11/2016
15:30
La luna en la noche del domingo sobre la Catedral de la Almudena en Madrid. JAVI MARTÍNEZ
Hay tanta soledad en ese oro. /
La luna de las noches no es la luna/
que
vio el primer Adán. Los largos siglos /
de la vigilia humana la han colmado/
de
antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
Jorge Luis Borges dedicó este poema a su
esposa, María Kodama. Para muchos otros escritores y pintores, la Luna fue
también una fuente de inspiración. Marc Chagall la retrató en sus cuadros
mientras que Caspar David Friedrich reflejó su simbología romántica en Pareja
mirando a la Luna. Lorca la convirtió en protagonista de sus Bodas de sangre y
el mito del hombre lobo sirvió como argumento de famosas películas de terror.
Una de las obras más famosas de Beethoven, la Sonata para piano nº 14, empezó a
conocerse como Claro de luna cuando, tras la muerte del compositor, el crítico
Ludwig Rellstab comparó el primer movimiento de esta pieza con el lago de
Lucerna bañado por la luz de la luna.A lo largo de la historia, la Luna y sus
fases han intrigado, fascinado y atemorizado a los humanos. Antiguas
civilizaciones la tenían entre sus deidades y le atribuyeron, entre otros,
poderes sobre la fertilidad. Para los griegos, fue la diosa Selene y, para los
egipcios, Thot, Iah o Jonsu.
Hoy
en día, la observación de la Luna y sus eclipses sigue suscitando interés y,
para los aficionados a la astronomía, el 14 de noviembre está marcado en el
calendario. Ese día, brillará en el cielo nocturno la luna más grande de los
últimos 70 años. Será un 14% más grande y un 30% más luminosa que una luna
llena media debido a su proximidad con la Tierra. "Cuando hay luna llena
cerca del perigeo [el punto de la órbita elíptica de la Luna más cercano a la
Tierra] tenemos superluna, que es un término acuñado recientemente",
explica Pablo Santos Sanz, investigador del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (CSIC).
Al cabo del año hay varias superlunas. El 16 de octubre hubo
una y el 14 de diciembre tendremos otra, pero la del 14 de noviembre será la
más cercana desde 1948. Sin embargo, según advierte Santos, a simple vista no
será fácil notar la diferencia: "No va a ser un fenómeno espectacular. El
ojo no es capaz de diferenciar apenas entre una superluna y una microluna, es
decir, una luna llena en el apogeo, el punto de la órbita de la Luna más lejano
a la Tierra".
La superluna del 14 de noviembre tendrá lugar el lunes entre
las 12.21 y las 14.52 (hora peninsular española), por lo que, en nuestro país,
ocurrirá a plena luz del día y sólo será visible desde la otra mitad de la
Tierra, en la que es de noche, según detalla Rafael Bachiller, director del
Observatorio Astronómico Nacional (IGN). El máximo tendrá lugar hacia las 13.37
horas aunque, si el tiempo lo permite, será visible también tanto la noche del
13 como la del 15
.Creencias popularesLas referencias artísticas a la Luna son
tan abundantes como los mitos y creencias populares que han surgido en torno a
ella, algunas de las cuales siguen presentes en el imaginario popular. Se dice,
por ejemplo, que el plenilunio propicia que las embarazadas se pongan de parto,
aunque los profesionales de la medicina lo cuestionan: "En mis 32 años de
profesión no he visto ninguna relación entre las fases de la Luna y los partos.
Si fuera así de sencillo, estaríamos siempre preparados para asistir muchos
partos en luna llena", señala la matrona Anabel García, que a lo largo de
su carrera ha atendido miles de alumbramientos en el hospital y 700 partos en
casas (pertenece a la asociación Nacer en Casa)."Es un dicho popular, como
el de los antojos, pero no tiene ninguna base científica. No hay más partos ni
menos, ni las embarazadas rompen aguas con más frecuencia, en función de si hay
luna llena u otra fase lunar. Tampoco llegan más pacientes a Urgencias, como se
dice a veces", asegura Jackie Calleja, director médico ginecológico del
Centro Bmum de Madrid.
La influencia de las fases lunares en el crecimiento del
pelo es otra de las creencias más extendidas. "Tenemos clientas que
programan sus citas para cortarse el pelo o depilarse en función de las fases
lunares", señala Carmen Carrión, de la peluquería Blanko de Madrid.
Los
médicos, sin embargo, tampoco creen que nuestro satélite influya en ese
aspecto: "No hay ninguna evidencia de que el ciclo lunar estimule el
crecimiento del cabello. Además, es algo que en la práctica clínica no
observamos", asegura Sergio Vañó Galván, dermatólogo del Hospital Ramón y
Cajal de Madrid y de la Clínica Pedro Jaén. "En el campo de la tricología
(el estudio de las alopecias), el ciclo lunar no parece tener ninguna
relación", añade este especialista. Otro de los mitos sobre el plenilunio
que rechazan los científicos (y que dio lugar al término lunático) es que
afecta al comportamiento de las personas debido a la acción de la gravedad en
el cerebro, que contiene agua.
Pero la ciencia sí ha encontrado explicación para
un efecto de la gravedad de la Luna: la formación de las mareas. Se ha
demostrado que la mínima atracción que nuestro satélite ejerce sobre la Tierra
actúa sobre las masas de agua. Por otro lado, una investigación de la
Universidad de Basilea concluyó que el plenilunio puede afectar al sueño de
algunas personas, que duermen menos horas y peor.
El naturalista y escritor
Joaquín Araújo asegura que a él también le ocurre: "Soy de los que cuando
hay luna llena, apenas duerme", señala. Sin embargo, él destaca la
influencia que la Luna ejerce sobre las plantas, pues afecta a la savia. "Por
ejemplo, si quieres tener madera que te dure mucho tiempo en la zona templada
del Hemisferio norte tienes que cortarla en los periodos de mínima actividad
lunar de noviembre y diciembre porque cuando hay luna menguante tiene poca
savia en su interior y se conserva mucho mejor. Esto es especialmente
importante cuando la madera va a usarse para construir, sobre todo navíos o
muebles", explica.Dentro de la agricultura ecológica hay una escuela, la
biodinámica, que tiene muy en cuenta las fases lunares para la siembra, la
poda, los injertos y la recolección de los cultivos. "Es importante tener
en cuenta la fase lunar a la hora de la siembra. Lo que va a dar fruto en el
exterior, como las judías y tomates, se planta con fase creciente, mientras que
lo que va a estar bajo tierra, como patatas y zanahorias, se siembra con
menguante. Yo lo tengo siempre en cuenta", asegura Araújo.Asimismo, Araújo
sostiene que "hay animales que se sincronizan con las fases de la luna
para determinadas actividades, como para aparearse". No obstante,
considera que el mito del lobo que se activa cuando hay plenilunio "no
tiene respaldo científico. Es un animal que ve perfectamente con máxima
oscuridad, aunque sus principales sentidos para orientarse y para cazar son el
olfato y el oído. No necesita que haya un poco más de visibilidad para estar
activo", asegura.Discrepa el doctor en Historia y naturalista Ramón Grande
del Brío, que colaboró con Félix Rodríguez de la Fuente y es autor de varios
libros sobre el lobo ibérico: "Aunque los lobos salvajes aúllan, a veces,
en noches de novilunio, lo hacen de manera especial durante el plenilunio,
llegando a ofrecer, en algunas ocasiones, auténticos conciertos. Sin embargo,
aúllan con menos frecuencia entre los meses de mayo y junio".
En su
opinión, "el Homo tecnicus ha arrumbado, presuntuosamente, todas las
creencias en torno a la Luna y ha renegado de la celebración de ritos
ancestrales. Se comprende, desde el momento en que hoy, una gran parte de la
humanidad vive hacinada en ciudades sin la oportunidad de contemplar el
firmamento". Grande del Brío cree que "la tecnificación del medio ha
ido en detrimento de la capacidad para conectar con otras dimensiones, tanto
emocionales como físicas, a las cuales no se puede acceder mediante la simple
observación científica".
De los antiguos griegos a los estadounidenses
Los
avances en astronomía y las misiones de exploración nos han permitido ampliar
el conocimiento de nuestro satélite, en cuyo estudio destacaron los griegos
hace más de dos milenios."Aristarco de Samos [310 a.C - 230 a.C] usó la
Luna para demostrar que el Sol estaba más lejos. Hizo un cálculo muy aproximado
de la distancia, teniendo en cuenta que sólo usó sus ojos y cálculos realizados
con trigonometría básica, equivalentes a las matemáticas de 4º de la ESO",
recuerda el astrofísico Pablo Santos.
Observando
los eclipses, Aristóteles fue capaz de deducir en el siglo IV a.C que la Tierra
es esférica, ya que la sombra proyectada por nuestro planeta sobre la Luna
durante un eclipse es circular. Dos siglos después, el también griego Hiparco,
además de hacer el primer catálogo de estrellas, elaboró una lista de eclipses
lunares observados en Babilonia desde el siglo VIII, una recopilación que
utilizó para investigar los movimientos del Sol y la Luna.Su origen ha sido uno
de los principales temas de estudio. Según repasa Pablo Santos, se cree que la
Luna se formó 100 millones de años después que la Tierra, es decir, hace unos
4.400 millones de años: "La teoría más aceptada es la del Gran Impacto. Un
planeta chocó contra la Tierra cuando ésta se estaba formando y una parte se
desgajó", explica. Otras se han ido descartando, como la Teoría de la
Captura: "Algunos científicos pensaban antiguamente que nuestro satélite
se originó independientemente de la Tierra y que tenía su propia órbita.
Posteriormente fue capturada por la gravedad de nuestro planeta, quedando
atrapada para siempre", explica Jesús Martínez-Frías, jefe del grupo de
Investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias.El análisis de
las muestras de rocas lunares que trajeron los astronautas de la NASA durante
las seis misiones tripuladas que aterrizaron allí entre 1969 y 1972 ha
permitido avanzar en el estudio de su origen y su composición. Jesús
Martínez-Frías destaca el trabajo de "Harrison Schmitt, un astronauta y
geólogo que tuvo un papel importante en las misiones Apolo, que promovió la
ciencia lunar entre la comunidad geológica internacional y que descubrió los
suelos anaranjados lunares".
Antes de que aquel histórico 20 de julio de
1969 el hombre pusiera un pie en la Luna, numerosos escritores imaginaron cómo
sería aquel primer viaje a nuestro satélite. Entre ellos, Cyrano de Bergerac en
el siglo XVII (con Viaje a la Luna), Julio Verne (De la Tierra a la Luna) o
Edgar Allan Poe (La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall). En 1806 el
astrónomo Johannes Kepler escribió en latín El Sueño. El protagonista de la que
muchos consideran la primera obra de ciencia ficción es conducido por los
diablos a nuestro satélite, donde encuentra una explicación para los
cráteres.
Siguen quedando, no obstante, numerosos aspectos por investigar y
zonas interesantes que explorar. De su estudio, Martínez-Frías destaca "lo
que podemos aprender sobre los orígenes de la Tierra y para nuestra proyección
hacia otros planetas. También existen aspectos relacionados con la geología de
sus recursos naturales que tienen, sin duda, un gran interés".Tras los
estadounidenses nadie ha vuelto a pisar la Luna aunque China tiene un programa
para enviar una misión tripulada. Y, aunque para hacerla realidad harían falta
muchos años y un enorme presupuesto, el director de la Agencia Espacial Europea
(ESA), Jan Woerner, apuesta por la construcción de una base lunar a la que
contribuirían todos los países y que sustituiría a la Estación Espacial
Internacional. Asentarnos en nuestro satélite para que, además de nuestra
vecina, se convierta en el segundo hogar de la Humanidad.
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