Guerreras del humor: las musulmanas que combaten el ISIS con chistes/'
SUNA ERDEM
El Mundo, 08/01/2017
Shazia Mirza, una monologuista de Birmingham de origen paquistaní, explica a la audiencia congregada en el mercado local de Aylesbury, formada por ciudadanos de clase media del condado y asiáticos de tercera generación, las motivaciones de las novias adolescentes de la yihad. "Dejémonos de atemorizados debates sobre la radicalización", dice, "se trata de chicas jóvenes y cachondas atraídas por la imagen de estrellas del pop de los forzudos 'príncipes' de la 'yihad', esos del autoproclamado califato islámico (ISIS) que posan pistola en ristre".
"Ven las fotos y exclaman '¡Guau!'", añade Mirza, describiendo una atracción que a la mayoría nos pasa inadvertida. "Esos machos grandes y peludos son como Brad Pitt con un Corán". La audiencia empieza a entenderlo y se escuchan las primeras risas. "Si su imaginario perdiera brillo, si fueran menos 'sexies'", me explica en un bar después del espectáculo, "entonces estas jóvenes impresionables los mirarían por encima del hombro en lugar de sentirse atraídas por ellos".
Mirza, que viste camiseta blanca y unos brillantes pantalones ceñidos, es una especie de guerrera con tacones. Fue la primera de esta nueva hornada de audaces humoristas musulmanas que dan al ISIS donde les duele, reventando esa burbuja de autobombo y ridiculizando el mito de la 'yihad' moderna con ese sentido común tan típicamente femenino. A comienzos del nuevo siglo, siendo la única humorista británica musulmana, Mirza afirmó delante de un público todavía en estado de 'shock' por el 11 de septiembre: "Me llamo Shazia Mirza. Al menos eso es lo que pone en mi licencia de piloto". A lo largo de los años se le han unido en su viaje mujeres de todo tipo, unas con 'hijab', otras con sofisticados peinados, y algunas con ambos al mismo tiempo.
"Si oyeras cómo bromean las musulmanas mientras cocinan te darías cuenta de que son muy divertidas. Algunos de los chistes más verdes que sé me los ha contado una mujer con burka", explica Sajeela Kershi, monologuista con espectáculos de títulos tan sugestivos como 'La Ley de la Sharia' ('Pequeñas mujeres asiáticas').
A estas musulmanas valientes y con sentido del humor el ISIS las trata con el máximo desdén. Mirza afirma que "odian a las mujeres. Esclavizarlas y violarlas les hace sentirse más hombres. Lo que más detestan es que una chica los humille y desafíe. Les hace verse pequeños".
Ejemplo de todo ello es la humorista noruega Shabana Rehman Gaarder, quien, sin previo aviso, levantó en sus brazos a un clérigo musulmán ultraconservador delante de toda una audiencia mientras él negaba con la cabeza y emitía sonidos de desaprobación, reducido, indefenso, sacudiéndose en sus brazos. Después, Shabana recibió amenazas de muerte; esta clase de humor no está exenta de peligro.
A algunos les preocupa la posible falta de gusto de los chistes sobre la yihad. De hecho, durante su espectáculo 'Loose Women', Mirza hizo enfadar a su público con sus comentarios sobre los chicos de los carteles del ISIS. Está claro que el daño que inflige este grupo terrorista no es ninguna broma, y sus decapitaciones, la trata de esclavos y mujeres y el lanzamiento de homosexuales desde lo alto de edificios generan los titulares más tétricos. Pero las humoristas creen que abordar el tema de manera delicada contribuye a esa imagen casi mística de grupo, que en realidad no es más que una caótica banda de ignorantes.
Mis conversaciones con estas mujeres me recordaban a menudo la forma en que los soldados de la Gran Guerra se reían de lo que les sucedía, como reflejaba su revista de humor 'The Wipers Times' (textualmente el 'Times de los limpiaparabrisas'). O como en la II Guerra Mundial: mofarse del maníaco pero inmensamente ridículo Adolf Hitler ayudó a resistir a aquellos que luchaban contra él. Así que, si muestras que los 'yihadistas' están huyendo asustados del campo de batalla y aceptando que se les baje el salario, automáticamente estos potenciales maridos ya resultan menos atractivos. "Los hombres del Daesh son perdedores, no genios", arranca Kershi, utilizando el acrónimo en árabe del ISIS. "Son escoria, y yo quiero mostrarlos tal y como son".
Esta visión concuerda con la de Sadia Azmat, joven monologuista con pañuelo en la cabeza y chaqueta de cuero de Essex (Gran Bretaña), cabreada con el ISIS por contaminar una religión que ella considera perfectamente compatible con los valores modernos. "No necesito esforzarme demasiado para hacer que parezcan tontos. ¿Has visto esos vídeos con los gatitos y la Nutella?", pregunta, refiriéndose a los muchos anuncios de propaganda del ISIS con un enfoque blando. "Hay uno bastante divertido donde varios de ellos están intentando mostrar lo dura que es la 'yihad' y las condiciones tan extremas en que viven, y de trasfondo se ve una enorme televisión y una PlayStation. Creo que les encanta lo occidental, porque siempre que hablan dicen que quieren colocar una bandera ¡en Buckingham Palace o en la Estatua de la Libertad!".
Los cuidados estilismos de los vídeos del ISIS o de las fotos de las supuestas novias de la yihad atravesando los controles de seguridad del aeropuerto evidencian la dicotomía entre la lúgubre realidad de vivir como en el siglo VII en una zona en guerra y el mundo de fantasía creado alrededor de la supuesta causa del ISIS. Las tres estudiantes que dejaron el barrio de Bethnal Green de Londres y fueron a Siria para unirse al ellos en 2015 llevaron consigo maquillaje y máquinas depiladoras, pero ningún Corán. Es fácil imaginar que algunas de ellas se ven a sí mismas como atractivas revolucionarias al estilo de la organización terrorista alemana Baader-Meinhof.
"Quiero decir al resto de jóvenes que es una mala idea, que mejor se tomen un año sabático", dice Azmat, antes de poner otro ejemplo de sinsentido: "La barbie con velo, o @Hijarbie, porque... ¿qué es lo primero que todo el mundo hace con una Barbie? ¡Desnudarla!", y explota en una carcajada.
Estas humoristas muestran a los no musulmanes un mundo más allá de los clichés de los medios de comunicación, muchos de los cuales compran la propaganda extremista. Es esto precisamente lo que inspira el trabajo de la irano-estadounidense Zahra Noorbakhsh, que no hace mucho grabó su podcast #GoodMuslimBadMuslim (BuenosMusulmanesMalosMusulmanes) en la Casa Blanca. "La retórica antimusulmana ha crecido muchísimo, y esto lleva a muchos de diferente procedencia a reformular la narrativa", explica por teléfono desde su casa en Estados Unidos.
Los precedentes masculinos de este humor antiextremista incluyen al británico-iraní (y no musulmán) Omid Djalili y su versión de los aburridos vídeos con amenazas de Osama Bin Laden. Pero el mayor referente es la comedia de 2010 'Four Lions' (Cuatro leones) sobre un grupo de torpes aspirantes a hombres bomba de Sheffield. "La comedia y los dramas musulmanes están empezando a calar y son muy potentes", afirma Khan. "Tu cultura está siendo secuestrada, la están convirtiendo en algo irreconocible, ¿por qué no tomar el escenario para explorar qué se puede hacer?", concluye.
Y ese mismo acto -esas mujeres subiéndose al escenario- se ha convertido en el elemento más importante de la resistencia. Como dice Mirza, "por supuesto que ellos (los extremistas) me odian. Soy una mujer. Y hablo".
Zahra Noorbakhsh
Humorista, actriz, escritora. Esta irano-estadounidense es autora de monólogos como All Atheists Are Muslim (Todos los ateos son musulmanes) o Hijab and Hammerpants (Hijab y bombachos).
Sadia Azmat
Humorista. Comenzó su carrera en 2010. Practica un humor basado en sus propias experiencias. Desmonta estereotipos musulmanes y aborda temas como el racismo, el hijab, la integración...
Shazia Mirza
Humorista, escritora y columnista. Británica paquistaní (sus padres musulmanes llegaron a Birmingham en los años 60), en 2016 fue incluida en la lista de mil londinenses más influyentes del periódico London Evening Standard.
Shabana Rehman Gaarder
Humorista, escritora y columnista. Paquistaní nacionalizada noruega, es humorista desde 1999, con una fuerte vena activista. Ha estado amenazada de muerte, lo que la hecho objeto de protección policial.
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