Baraja imponer un arancel a todas las importaciones a Estados Unidos
Trump anuncia la creación de una oficina para los estadounidenses víctimas de inmigrantes
Nota de PABLO PARDO Corresponsal Washington/
El Mundo, 02/03/2017
El Gobierno de Donald Trump está estudiando, con el apoyo de los republicanos del Congreso, la imposición de un impuesto a absolutamente todas las importaciones de Estados Unidos.
La medida, que no tendría precedentes en la Historia de las economías de mercado modernas, lleva siendo estudiada tanto por la Casa Blanca como por el Legislativo desde que Trump juró el cargo, el 20 de enero. Y el martes, en su discurso ante las dos cámaras del Congreso, Trump preparó el camino en esa dirección. "Actualmente, cuando exportamos productos fuera de EEUU, muchos otros países nos hacen pagar aranceles e impuestos muy elevados. Pero cuando las empresas extranjeras mandan sus productos a Estados Unidos, no les cobramos casi nada", dijo Trump, entre los aplausos de los republicanos. Trump citó al presidente Abraham Lincoln -recordando, en un alarde de partidismo poco frecuente en este tipo de eventos, que era republicano, como él -, que dijo hace 170 años que "el abandono de la política protectora por parte del Gobierno estadounidense provocará necesidad y ruina entre nuestra gente".
La referencia fue uno de los ejes de un discurso en el que Trump tuvo un tono más moderado de lo habitual -no amenazo a meter a nadie en la cárcel, y no calificó a nadie como "enemigo del pueblo estadounidenses", como ha hecho en los últimos meses- pero no cambió un ápice su programa político. Tampoco dio detalles acerca de cuál es su estrategia para crear un nuevo sistema de salud que reemplace al de Barack Obama, ni para bajar impuestos, ni para lograr el prometido resurgir del sector industrial en una economía de servicios, ni para construir el muro con México.
Los detalles quedan para más adelante. Por ahora, es el turno de las soflamas, repetidas por el diario más vendido de EEUU, 'The Wall Street Journal', con un titular que acaso provocó envidia en la dirección de 'Granma', en La Habana: 'Trump promete poner a EEUU primero'. Ahora, Trump y su vicepresidente. Mike Pence, se preparan para hacer lo que mejor saben: vivir en campaña electoral perpetua. A tal fin, ambos han planeado una serie de mítines por el país para mantener activa a su base mientras ésta espera que América vuelva a ser grande.
Un 'ajuste en la frontera'
En el terreno de las realidades, las cosas son más complicadas. Y ahí está el plan para imponer un arancel -disfrazado de impuesto, o, técnicamente, de un "ajuste en frontera"- a todas las importaciones que lleguen a la primera economía mundial, lo que podría provocar una guerra comercial global de consecuencias imprevisibles. Aunque el tipo de ese eventual gravamen todavía está siendo discutido, podría ser el 10% del valor de los bienes y servicios que entren en EEUU.
La excusa para llevar a cabo esa medida es el IVA. Y con eso jugó sutilmente Trump. EEUU no tiene IVA, y desde su Gobierno se está difundiendo la idea de que ese gravamen, que tienen prácticamente todas las grandes economías del mundo, tanto industrializadas como en vías de desarrollo sólo grava a los productos estadounidenses. Es una distinción falaz porque, como cualquiera que viva en España sabe, el IVA se aplica igualmente a los bienes y servicios hechos en el país que a los importados. Pero eso no lo saben los estadounidenses.
La imposición de ese arancel encubierto tendría muchas ventajas para el Gobierno de Trump y sus aliados en el Congreso. Por un lado, aumentaría la recaudación fiscal y, de ese modo, pagaría la bajada del Impuesto de Sociedades y del IRPF. Se trata, así, de bajar impuestos por un lado para subirlos por otro. Aunque tampoco solucionaría mucho, ya que el déficit comercial de EEUU se ha reducido desde su máximo del 5,5% del PIB en 2005, hasta el 3,4% en 2016. Por eso Trump nunca habla en porcentajes, sino dando la cifra del déficit en dólares -600.00 millones, que en euros son 566.000 millones-, que hace que parezca mucho más grande.
Además, esa medida unilateral provocará una apreciación del dólar, lo que a su vez restará competitividad a las empresas estadounidenses. Y el impuesto será pagado por los consumidores, bajo la forma de precios más altos, bien porque éstos incorporen el gravamen, bien porque los bienes importados sean sustituidos por otros, que serán 'made in USA', pero también más caros. Por ejemplo, beneficiaría a las empresas que extraen petróleo en EEUU. Pero ese petróleo sería más caro que el importado.
Y, aunque un impuesto a las importaciones beneficie a algunos sectores, va a triturar a otros. No es casualidad que Wal-Mart, que es la mayor cadena de grandes superficies del mundo y una empresa tradicionalmente cercana al Partido Republicano, encabece la oposición a la idea.
Finalmente, está la cuestión de las represalias del resto del mundo. Esta medida parece calcada de las de los años 30. Así, en su discurso, Trump abrazó las políticas que agravaron la Gran Depresión de esa década. Políticamente, el presidente de EEUU también pareció situarse en esa década, cuando dijo que "he ordenado la creación de una oficina para las víctimas estadounidenses" de delitos cometidos por inmigrantes, para dar "una voz a aquéllos que han sido ignorados por los medios de comunicación, y silenciados por los grupos de presión".
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