Revista Proceso # 2127, 5 de agosto de 2017.
El crimen organizado invade Xochimilco/
PATRICIA DÁVILA
Xochimilco, populosa delegación vecina de Tláhuac, padece desde hace tiempo la operación de bandas criminales que despojan de sus tierras a los dueños originarios y los amenazan, cobran derecho de piso a comerciantes y transportistas y trafican droga al menudeo. Los habitantes afectados han denunciado la situación y la delegación ha realizado visitas e iniciado algunos procesos administrativos para recuperar propiedades, pero está lejos de aliviar la situación.
La delincuencia organizada se está apoderando de las tierras en la zona cerril de la delegación Xochimilco. Habitantes de Santa Cruz Acalpixca denuncian que en sus propiedades han encontrado sembradíos de mariguana y que hombres armados descargan las ráfagas de sus cuernos de chivo para expulsarlos de sus propias tierras. Les advierten: “¡La próxima vez que los veamos por aquí, los matamos!”
Esta es la primera vez que se denuncia públicamente la siembra de enervantes en esa demarcación. Los habitantes tienen miedo, muchos ya no hacen el intento de subir y menos de pelear sus tierras: “Que se las queden, no vale la pena arriesgar la vida”, han dicho en asambleas comunitarias.
Sin embargo, en una junta celebrada los primeros días de julio pasado se nombró una comisión de ocho personas, entre propietarios de tierras y vecinos de la comunidad, para subir al cerro y pintar letreros para advertir que ahí es propiedad privada, a fin de desalentar la invasión y la venta ilegal.
“No fuimos a provocar a nadie, sólo queríamos hacer este trabajo en los terrenos”, aclaran en una “denuncia de agresión” entregada al jefe delegacional Avelino Méndez Rangel, firmada por los vecinos y de la cual Proceso tiene copia.
En dicho documento, fechado de recibido el 13 de julio de 2017, narran: “El día 9 de julio, aproximadamente a las 10:15 de la mañana procedimos a realizar un recorrido por la zona cerril de nuestro pueblo para pintar bardas como un medio de difundir la prohibición de fraccionar, vender nuestros terrenos y desalentar a los invasores para evitar que sigan invadiendo, fraccionando y vendiendo de manera ilegal nuestros predios cuya superficie constituye nuestra única y última zona dedicada a la agricultura, de reserva ecológica y de recarga de mantos acuíferos”.
Señalan que antes la delegación, en colaboración con otras autoridades, ha efectuado tres operativos de recuperación en el paraje Xochintonala, pero que la zona fue invadida nuevamente. Por eso los vecinos y dueños originarios, que pidieron omitir sus apellidos, emprendieron otras acciones:
“Después de hacer una tarea en Xochintonala, continuamos el recorrido al Coatezi y a El Rancho, parajes con dirección al Poblado de Santa Cecilia, en los cuales se ha dejado de practicar operativo de recuperación de zona en la que se observa el crecimiento de la mancha urbana, no obstante que el personal de la Dirección de Regularización territorial ha marcado las construcciones que se encuentran edificadas de manera ilegal e invadiendo predios de nuestros vecinos.
“Estábamos realizando pintas cuando unos seis sujetos del sexo masculino que se encontraban afuera de un invernadero nos veían de manera persistente, en eso escuchamos el sonido de un vehículo.”
Para evitar una confrontación decidieron retirarse, pero cuando iban a unos 200 metros vieron que los seguía un hombre de tez morena, malencarado y de aproximadamente 1.80 de estatura. Éste los rebasó y se dirigió a una camioneta blanca de tres toneladas –la cual, pudieron notar, se usa para transportar materiales de construcción–, en la que estaban seis hombres más.
Al llegar a una torre que soporta cables de alta tensión, el sujeto sacó una ametralladora y disparó una ráfaga, al tiempo que les gritó: “¡Órale hijos de la chingada, la próxima vez que los vea por aquí los matamos, ya los conocí!”
“Los proyectiles caían en el suelo, cerca de nosotros”, relatan.
En seguida el atacante abordó la camioneta y regresó al lugar del que salió, provocando que “huyéramos de manera despavorida. Nos dio miedo de que nos fuera a matar. Esto no sólo agrede a integrantes del grupo Tlacualleli, sino a toda nuestra comunidad”, concluye el oficio.
La mariguana
Tras ese hecho violento, dice Ignacio, “hablé con compañeros del Congreso Nacional Indígena a través de un enlace, lo denunciamos en Enlace Zapatista, les comenté a los compañeros y acordamos denunciarlo por diferentes medios pero sólo lo denunciamos en Enlace y en Facebook, y llegó a la delegación.
“El delegado nos propuso una vista para el 26 de julio, a las 9:30 de la mañana. Subimos caminando con él, el jefe de Tenencia de la Tierra y el de Jurídico y Gobierno, así como el jefe operativo Raúl Serralde, quien le dijo al delegado que ya tenía conocimiento de las invasiones.
“Nos encaminamos, llegamos al paraje. También iban dos elementos de la fuerza pública. Y como la señora Sonia ha informado que allí siembran mariguana, me adelanté. Resulta que estaba una planta de mariguana como de un metro de alto, muy bien camuflada, cubierta con varas secas de chinamil (un material para hacer casas). La planta estaba muy frondosa.
“Llamé al delegado Avelino Méndez, le dije que allí estaba la prueba. Como está sancoyadito el terreno, vimos que más adelante había más matas, pero el delegado y los policías no nos dejaron bajar. Torpemente le hicimos caso y no bajamos.”
El jefe delegacional pidió refuerzos; incluso pensó que había más mariguana e iba a llamar a la Procuraduría General de la República para que acordonara la zona. A decir de Ignacio, el jefe de Seguridad Pública llegó con seis u ocho camionetas de agentes armados y “el delegado nos pidió a los vecinos que nos retiráramos”.
Entonces sucedió algo inquietante. “Llegó una camioneta de color cafecito. Creí ver en ella al tipo que nos rafagueó, pero por no provocar más conflictos obedecimos al delegado y al jefe de Seguridad. Ellos bajaron a revisar. Al subir, el delegado nos dijo que no era mariguana, que se trataba de otra planta, que nos retiráramos.
“Nosotros vamos a denunciar, allí está el video –que entrega a Proceso como evidencia de la presencia de mariguana y del ataque con armas–. Nos falta la denuncia penal por los hechos en contra de quien resulte responsable. Queremos que se libere la zona de alto impacto ambiental, se baje a estos delincuentes, se tiren las casas (ilegalmente construidas) y que nos regresen nuestros terrenos. Nosotros somos los dueños originarios.”
–¿A quién pertenecen las tierras invadidas?
–A gente del pueblo. Somos 30 mil habitantes y aproximadamente el 30 o 35% somos originarios, los dueños de estas tierras. El que quiera vender que venda, pero que respete la zona agroecológica y la de alto impacto ambiental porque forma parte de la Sierra del Ajusco-Chichinauhtzin, que recarga los acuíferos en la zona baja.
El agua viene desde el Ajusco, San Pablo Oztotepec. Sin ella “no habrá vida, se irá nuestra tradición, lo poco que queda en el cerro, porque las chinampas se perdieron por falta de apoyo al campo”.
La zona en la que encontraron la mariguana está invadida por dos casas de losa que no son de los propietarios de las tierras: se edificaron hace unos dos años: hay unas camas y parece que alguien va sólo a cuidar. Sonia, la dueña de ese terreno, denunció la invasión en la delegación y en el Ministerio Público de Xochimilco, pero dice que no hicieron nada. Tiene las denuncias.
“La vez que fuimos revisamos el invernadero; es de un señor Tacho, que subió con nosotros. Él no es originario del pueblo. Le dijo al delegado que lo utilizaba para sembrar; sin embargo de allí salieron los tipos que nos amenazaron con el cuerno de chivo”, señala Ignacio.
“Uno anda aquí y allá en el cerro –continúa–. Tengo miedo de que nos vayan a matar. No sé si se dediquen a la siembra de la mariguana pero el video con las matas allí está. En otras ocasiones, en ese paraje la señora sí ha denunciado que encuentra siembras de mariguana. En otros no sabemos porque la gente ya no quiere subir, tiene miedo de que la maten.”
Una zona violenta
El Barrio de Santa Cruz colinda al poniente con el pueblo de Santa Cecilia, al sur con San Bartolo, delegación Milpa Alta, y al oriente con San Gregorio Atlapulco y con San Pedro Atocpan. Sus pobladores poseen 600 hectáreas de tierra en donde se filtra el agua.
“La construcción que se bardeó está en Santa Cecilia y en aquel entonces tomamos la coordinación por la corrupción que hay –afirma Ignacio–. El pueblo decidió tomar las instalaciones de manera pacífica. En aquel entonces el delegado era Miguel Ángel Cámara Arango, al que se le hicieron peticiones pero nunca cumplió. Integrantes de la Comisión en Defensa de la Tierra sacaron fotos y les preguntaron a los albañiles quién los contrató. Dijeron fueron hombres que llegaron al barrio El Capulín, llevaban armas largas en camionetas muy bonitas.
“A un señor ya le advirtieron que si sigue subiendo le van a partir su madre, pero la señora quiere defender sus tierras. Ella ha subido con jóvenes y les han disparado. Ahora nos tocó a nosotros acompañarla. Iba también don Abel, de 73 años, campesino; la señora Martha, quien es activista y apoya los movimientos independientes del pueblo, y yo, que también tengo tierra que pertenecía a mi abuelo.”
–¿Esas tierras son propicias para el cultivo de la mariguana?
–Sí. Aquí crecía mucho la amapola, nacía de manera silvestre. Los chavos a veces lo hacen para consumo personal.
Estas zonas son vigiladas por “halcones” que checan quien entra o sale, afirma Carlos, un vecino que apoya a los dueños originarios de la tierra, como lo hacen otros habitantes de Santa Cruz.
–¿Hay venta de mariguana y cocaína por aquí?
–La verdad, sí. Se vende en la noche, bajan de la zona cerril a repartir.
El Centro de Integración Juvenil (CIJ) alertó desde 2011 sobre la venta y consumo de drogas en más de 100 puntos de alto riesgo en la delegación. Entre los más peligrosos figuran el Barrio 18, Belén, Caltongo, El Rosario, La Asunción, La Guadalupita, la Santísima, San Antonio, San Cristóbal, San Diego, San Esteban, San Juan, Santa Crucita, Tlacoapa y Xaltocan.
Les siguen Guadalupe, La Concha y los pueblos San Andrés Ahuayucan, San Francisco Tlalnepantla, Santa Cecilia Tepetlapa, San Bartolo el Chico, San Lorenzo la Cebada, San Marcos Norte-Ampliación y Tierra Nueva.
El CIJ enlistó además 58 puntos considerados “zona de mediano y bajo riesgo”.
Otros síntomas del problema se manifestaron en 2012: el secuestro, la extorsión o los 100 pesos por semana que cada autobús de pasajeros y muchos comerciantes pagaban como derecho de piso al Cártel de Tláhuac, que asesinaba a quien se le oponía.
En junio 2016 se desató una balacera en una marisquería ubicada en Lirio Acuático y Camino Viejo a Natividad, en el barrio de Xaltocan. Un hombre murió y tres quedaron heridos por negarse a pagar derecho de piso.
Para el segundo semestre de ese año la violencia estaba en auge. El 21 de agosto, en la reserva ecológica del Barrio 18 fue encontrado un hombre ejecutado de cuatro balazos. Lo mismo sucedió en el barrio Cuayuca, donde se localizó un cadáver con el tiro de gracia.
Cuatro meses después, un comando a bordo de cuatro vehículos acribilló a un grupo de personas en las calles violeta y Pino, en el barrio de San Diego. Murieron cinco personas y cuatro fueron heridas.
El narco
El pasado 8 de mayo el gobierno federal detuvo a seis integrantes del Cártel de Pacífico, al mando de Dámaso López Serrano, El Mini Lic, cinco de ellos en la colonia Jardines del Sur, en Xochimilco. La PGR dijo que eran los encargados de la seguridad del cabecilla.
La autoridad federal aseguró armas de fuego largas y cortas, cartuchos, lanzagranadas, granadas, cargadores, equipo táctico, un kilogramo de polvo blanco con características de cocaína, y lo que al parecer eran 600 gramos de metanfetamina, 148 dosis de cristal y 100 pastillas psicotrópicas.
Entrevistado el jueves 3, al término del operativo con 400 policías con que el gobierno de la Ciudad de México retiró 43 mototaxis irregulares en tres puntos de la demarcación, Avelino Méndez habla sobre el recorrido del 26 de julio en la comunidad de Santa Cruz Acalpixca:
“Me encontré con reportes de siembra de mariguana y de detonación de armas largas. Recorrí toda la zona alta de Xochimilco, desde San Francisco hasta Tulyehualco, en toda la zona cerril. Hemos buscado contener el crecimiento urbano hormiga. En esa zona de Santa Cruz ya hicimos tres acciones en un espacio que se llama Xochiltonala. Fuimos tres veces, quitamos casas a petición de los propietarios de los predios, pero allí hay una persistencia de personajes que han estado haciendo negocio con los terrenos.
“Delante de ese predio, como a un kilómetro y medio, unos vecinos nos reportaron que al recorrer sus predios en la parte alta, se toparon con personas que los amenazaron y no sólo eso: dicen que también les hicieron disparos. Al visitar el lugar encontré cuatro viviendas irregulares.
“Fuimos con los vecinos para darles confianza de que actuaremos junto con ellos. Nos acompañaba la policía auxiliar y personal de diversas áreas de la delegación. Comprobamos que no hay un crecimiento desbordado y, de las personas que según los vecinos les dispararon, no encontramos a nadie.”
–¿Pero sí hay una invasión?
–Sí, encontramos al predio de Xochiltonala, de Santa Cruz, y el paraje El Rancho. Con las personas que encontramos hay que iniciar el procedimiento, una vez más junto con la dirección General de Vigilancia ambiental y varias instancias más, para realizar la recuperación del predio a través de un operativo realizado de tal forma que no haya problema con Derechos Humanos ni amparos que se vuelvan interminables, consolidando el asentamiento. Una vez realizada la acción, los dueños tienen que cuidar sus predios.
–¿Y qué hay de la mariguana que encontraron?
–No encontramos sembradío, pero con la sola presencia de una planta, conforme al protocolo, pedimos la fuerza de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México para que hicieran lo que corresponde y no hubiera lugar a duda de que se actuó correctamente.
–¿La canalizaron a la Sedena, la Policía Federal o la Marina?
–Ellos realizaron el procedimiento. Ese día, en la zona revisada no encontramos más plantas, aunque los vecinos afirman que han encontrado más plantíos.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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