Rio Doce, 4 de diciembre de 2017..
El gobierno que encabeza Quirino Ordaz ya pasó a la historia política del estado. No por lo que pasan todos con sus claroscuros, sino porque no existe precedente alguno, de que los personajes de un gobierno saliente hayan sido balconeados y sentados en el banquillo de los acusados.
La costumbre hasta antes de este gobierno fue que el que llegaba salvaba al que se iba. Esa complicidad no existe más, o al menos en esta ocasión, por las razones que sean. Aun cuando esto quede en el nivel mediático o solo caigan peces medianos, esto cambió, y cambió para los que hoy sudan la gota gorda como también para los que están gobernando.
Mañana ellos mismos se irán y el riesgo de que sean medidos con la misma vara no se descarta y eso obliga a actuar con rectitud y no dejar muertos escondidos que luego apesten.
Estamos ante un suceso que marca época y, reconozcamos, no es poco lo que arriesgan los hombres y mujeres que hacen las investigaciones y toman las decisiones.
El malovismo está débil como unidad de intereses, complicidades, decisiones, pero no muerto. Los amparos y las fugas es solo la parte más mediática, la que es producto de una sociedad que quiere justicia y que hoy disfruta viendo como huyen asustados y se protegen contratando abogados penalistas “que se la saben de todas, todas”.
Pero el juicio social está dado. Estos ex funcionarios si se salvan de ir a la cárcel tendrán el resto de sus vidas el estigma de la corrupción. No creo que les valga, que todos sean unos cínicos y que le apuesten a que la política termine por salvarlos.
Su vida social ya no volverá a ser la misma. Me lo dicen algunos amigos que en Los Mochis la gente no los ve bien. Los repudia. Y eso, de ser cierto, para cincuentones y sesentones no es poca cosa. Simplemente traer en la piel la zozobra que significa la posibilidad de ir a la cárcel seguro les quita el sueño y por eso los amparos. Les altera el organismo y vienen esas largas noches de insomnio. En lo privado le mientan la madre a Quirino y exigen a su antiguo jefe político que actúe, que mueva sus influencias, que pare esto que les amenaza.
Pero, Malova, a estas alturas ya lo que le importa es como él salvar su propio pellejo en un momento político en que el relato de la lucha contra la corrupción ya no solo queda en palabras, sino es un instrumento al servicio de la lucha por el poder. Quien lo dude que voltee a ver la vida de los Duarte y Moreira, Borge, Yarrington y Hernández, que se han vuelto material de lucha.
Los escándalos políticos por corrupción están demostrando que quita votos, que es parte de las estrategias partidarias y es la gran debilidad de quien detenta el poder. Y eso lo sabe el grupo gobernante, se acabaron los amigos, y las complicidades y pactos de impunidad, todo se pone al servicio de la necesidad política, la conservación del poder.
En ese sentido cobra importancia la máxima del karate de que no hay mejor defensa que el ataque. Y esta decisión que han tomado en el tercer piso del Palacio de Gobierno rendirá frutos. Si logran procesar penalmente algunos de los ya indiciados, para mucha gente hace la diferencia de este gobierno. Se les ha hecho justicia. Y el margen de actuación del gobierno todavía es amplio, puede administrarlo conforme a los tiempos electorales.
Están en marcha la lucha por las candidaturas al Congreso de la Unión. Y esos hilos no los ha soltado, ni los soltará el gobierno en acuerdo con Los Pinos. Quien no entienda que el juicio público contra el malovismo tiene como propósito de fondo su marginación. Entretenerlos en los juicios y los reclamos internos. Además, con qué cara cualquiera de ellos, puede salir a pedir un voto, no hay forma y por eso la desesperación por tender puentes, hoy con el cuenismo, mañana con los malopanistas y pasado los que se dejen convencer de que todavía son opción.
Pero, mientras son peras o son manzanas, algo ya cambió en Sinaloa y eso fue producto de las circunstancias, el gran malestar de franjas importantes de la sociedad, un periodismo ejemplar de primer mundo que hace investigación y devela los entretelones de las componendas y la decisión de funcionarios que se la han creído y que quieren pasar a la historia de la lucha contra la corrupción.
Así, que basta reconocerles sin regateos, que lo hicieron.
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