4 dic 2017

Camerún y la férrea confianza en el diálogo interreligioso

Camerún y la férrea confianza en el diálogo interreligioso
Vatican Insider..., Pubblicato il 04/12/2017
Ultima modifica il 04/12/2017 alle ore 14:52
CRISTINA UGUCCIONI
MAROUA
Aquí, mientras los terroristas de Boko Haram hacen incursiones para sembrar la muerte, la destrucción y gran dolor, otros apasionadamente trabajan para reforzar la cohesión social y pacientemente sostienen e impulsan las buenas relaciones entre cristianos y musulmanes, creyendo firmemente en la sabiduría del diálogo, ese hablarse y escucharse (con seriedad, benevolencia, respeto y lealtad) que es tan diferente de la gritería que no concluye nada y de la exhibición arrogante de las propias ideas. 
 Nos encontramos en el norte de Camerún, en la ciudad de Maroua (de 350 mil habitantes), en donde vide el padre Giuseppe Parietti, de 68 años y misionero del PIME. Llegó hace 40 años al país africano, después de haber estudiado en el Pisai (Pontificio Instituto de Estudios Árabes y de Islamística) y de haber comenzado a estudiar el “fulfulde” la lengua más difundida en el norte de Camerún, en donde los musulmanes tienen una neta consistencia, a diferencia de lo que sucede en el sur del país, que tiene una mayoría cristiana (alrededor del 60%). 

Todos hermanos 
 Después de haber prestado sus servicios en la misión de Guidiguis, el padre Giuseppe ha guiado una parroquia a 60 kilómetros de Maroua, en el distrito de Peté, pero en los últimos años la zona se ha vuelto demasiado peligrosa debido a la presencia de Boko Haram. Por razones de seguridad, siguiendo la invitación de las autoridades, el obispo local lo mandó, en 2015, a la recién nacida parroquia de Meskine, en la periferia de Maroua. Los católicos allí son alrededor de mil, en una población de 10 mil habitantes. El padre Giuseppe se dedica a la actividad pastoral y tiene un cuidado especial por el diálogo ecuménico, manteniendo estrechos contactos con ocho iglesias protestantes de la zona, con las que organiza diferentes actividades durante el año. También promueve sin descanso el diálogo interreligioso: «Desde que llegué a Camerún he trabajado para construir relaciones serenas con los musulmanes», dice: «he querido conocerles y que me conocieran, vivir con ellos tratando de ofrecer con sencillez mi testimonio de fe. Mi relación con las personas de religión islámica siempre ha sido muy buena. Como cristiano, creo que todos los seres humanos son hijos de Dios y que forman parte de la gran familia humana que Él quiso y ama: todos somos hermanos y debemos aprender a conocernos, a respetarnos, a vivir juntos en paz. Comprometernos en el diálogo interreligioso, para nosotros, los cristianos, no significa poner entre paréntesis nuestra fe y la verdad de Dios, sino ofrecer un testimonio genuino de Cristo y de su amor por cada criatura». 
 La “Casa del encuentro”  
Tanto en el norte como en el resto del país, las relaciones entre los fieles de ambas religiones (en la vida cotidiana) son generalmente buenas. En 2006, en Yaoundé (la capital), fue fundada Acadir, la asociación camerunesa para el diálogo interreligioso, compuesta por cristianos (católicos, protestantes y ortodoxos) y musulmanes. El nacimiento de este organismo, afirma el padre Giuseppe, constituye un gran paso para Camerún, «porque atestigua la confianza férrea en el diálogo y la firme voluntad de recorrer la vía de la convivencia pacífica». 
 En 2015, en Maroua, mientras Boko Haram llevaba a cabo sangrientos ataques, nació la sección regional de Acadir, que se hizo inmediatamente de una sede, la Casa del encuentro”, fuertemente deseada por el padre Giuseppe y por el padre Antonio Juan Ayanz. Se ubica en un edificio construido recientemente e incluye, además de las oficinas, una biblioteca con textos de las diferentes religiones (a la que acceden estudiantes e investigadores) y una sala para los encuentros. 
 La convivencia pacífica  
 En poco tiempo, Acadir de Maroua se ha convertido en la sección más activa y viva de las que existen en el país, gracias a las múltiples actividades que organiza. «Nuestro objetivo –dice el misionero– es sostener y animar las buenas relaciones entre los cristianos y los musulmanes, y formar a los jóvenes a la pacífica convivencia, promoviendo el conocimiento y el respeto recíprocos, factores esenciales para construir comunidades unidas y fraternales: organizamos encuentros y conferencias, preparamos textos, vamos a hablar a las escuelas, acogemos y seguimos a los estudiantes. Tratamos que se conozcan las actividades de Acadir mediante las radios locales: deseamos que se involucre un número cada vez mayor de personas para que las relaciones entre los cristianos y los musulmanes se difundan y se consoliden». 
 Los jóvenes son particularmente importantes para nosotros: la mayor parte de ellos ahora puede estudiar porque el gobierno ha construido muchísimas escuelas, pero el desempleo es una plaga social: por esta razón, en la “Casa del encuentro” tratamos también de ayudarles a encontrar un trabajo que les permita vivir dignamente. La presencia de Boko Haram ha hecho que esta obra sea mucho más urgente en la actualidad, puesto que los terroristas tratan de enrolar a los jóvenes desempleados más frágiles». 
 Boko Haram  
 En el norte de Camerún, la batalla en contra de Boko Haram todavía no se gana: recientemente, gracias a la intervención decidida del estado, los atentados (duramente condenados por toda la población) son menos frecuentes, pero todavía sigue habiendo mucho miedo, subraya el padre Giuseppe: «Muchos terroristas se han ocultado en algunas zonas cerca de la frontera con Nigeri, a donde es peligrosísimo ir; otros han abandonado este grupo armado y se han convertido en bandoleros: asaltan a los viajeros, saquean aldeas, matan a los habitantes». 
 El miembro musulmán de Acadir  
 En Maroua, entre los miembros musulmanes de la dirección de Acadir está Abdouraman Saidou, maestro de 30 años que cuenta: «En Camerún, y en Maroua en particular, las relaciones entre cristianos y musulmanes son muy buenas. A pesar de algunas incomprensiones, formas de desconfianza y de prejuicio relacionadas con la ignorancia de las verdaderas enseñanzas de las dos religiones, desde hace tiempo vivimos en armonía, respetándonos los unos a los otros, animados por un espíritu de solidaridad. Tengo muchos amigos cristianos con los que estoy muy de acuerdo. Los principios y los valores que he recibido de mis padres y de mi religión (el respeto, el conocimiento y la aceptación del otro, el cuidado del bien común) explican mi participación convencida en la actividad de Acadir. En mi opinión, esta asociación y la Casa del encuentro permitirán no solo que la población se sensibilice sobre valores como la paz, la cohesión social o la buena convivencia, sino también que los fieles aumenten el conocimiento de las religiones del otro, para beneficio de todo Camerún». 
 Reflexionando sobre su país y sobre la experiencia en la dirigencia de Acdir, afirma: «Relaciones serenas entre fieles (con los valores que implican) pueden, sin duda contribuir a edificar un futuro bueno para esta nación: estoy convencido de que sin el diálogo constante entre cristianos y musulmanes no se podrá tener ni una paz duradera ni un verdadero desarrollo. En nuestra época las personas de diferentes religiones que viven y trabajan juntas en la concordia pueden transmitir enseñanzas fundamentales, como la tolerancia, el respeto de la dignidad humana, la aceptación del otro». 
 Mirando al futuro  
 El espíritu que anima la “Casa del encuentro” es contagioso: en las ciudades vecinas se están creando grupos con la misma sensibilidad, convencidos de recorrer el camino del diálogo y del conocimiento recíproco. «Lo que espero –concluye el padre Giuseppe– es que el mensaje de Acadir y el estilo de las relaciones que promovemos arraiguen cada vez más en todo el país». 

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