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Fuera de agenda | La reliquia del presidencialismo/ Juan Veledíaz.El Sol de México, 5 de julio de 2018..
En el Ejército mexicano se decía hasta hace algunos años que aquel oficial que fuera comisionado al Estado Mayor Presidencial (EMP), equivalía a sacarse la lotería.
Sobre todo si su labor más allá de operaciones logísticas, incluía quedar adscrito a la ayudantía del presidente de la República o de algún otro funcionario de primer nivel.
Desde la presidencia de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), cuando se creó este cuerpo especial para seguridad del jefe del Ejecutivo federal y su familia, el EMP se convirtió en un “coto de poder” donde los intereses políticos fueron el factor de unión del que surgieron las primeras camarillas de militares.
El ejemplo clásico es de quien ocupó ese cargo en aquella época, el general Santiago Piña Soria, quien usó su influencia con el presidente Alemán para repartir ascensos a diestra y siniestra, influir en designaciones de gobernadores y otorgar “favores” para después cobrarlos.
Uno de los jefes del EMP que quedó exhibido de pies a cabeza en su red de intereses e intrigas fue Luis Gutiérrez Oropeza, quien ocupó el cargo con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). Su confrontación con Marcelino García Barragán, el último soldado de la Revolución en encabezar la Secretaría de la Defensa Nacional, tuvo un episodio clave el 2 de octubre de 1968. Desde 1999 cuando Julio Scherer García publicó los papeles póstumos del general, quedó en evidencia cómo el EMP al mando de Oropeza tuvo un papel clave en la matanza estudiantil.
De ese grupo de militares que estuvieron bajo el mando de Gutiérrez Oropeza, surgieron tres jefes del EMP: Miguel Ángel Godínez Bravo (1976-1982), Carlos Humberto Bermúdez Dávila y Arturo Cardona Marino (1988-1994). Al interior del ejército se dijo entonces que era el grupo hegemónico detrás de quien resultara electo presidente de la República.
El martes pasado, tras la reunión de Andrés Manuel López Obrador con el presidente Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional, el triunfador en las elección presidencial reculó en su idea que había esgrimido en meses previos durante la campaña de desaparecer el EMP.
Ahora López Obrador declaró que el cuerpo especial encargado de la seguridad del presidente de la República, se va a incorporar a la secretaría de la Defensa Nacional “por completo”. Subrayó que ya no va a estar encargado de “custodiar” al jefe del Ejecutivo federal.
Si fue un mensaje a los grupos de interés al interior del EMP ligados al poder político, López Obrador ya puso a pensar a más de un general que se sentía que le llegaba su turno de hacerse con el cargo. Porque una cosa son lo salones, las oficinas, el oropel de las giras al extranjero y el protocolo, y otra muy diferente los rigores del cuartel, el mando de tropas en terreno hostil y atender las necesidades de la población en casos de desastre natural.
Parece ser que alguien le dijo a López Obrador que una cosa es ser jefe de Gobierno de la capital del país o andar en campaña electoral, que ser jefe de Estado. Su figura y su persona son ya cuestión de seguridad nacional.
Para ello tendrá que reconocer que existen oficiales en el EMP que son muy profesionales y preparados para esa labor.
Twitter @velediaz424
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