18 sept 2018

Abusos, Guzmán Carriquiry: “A la Iglesia no se le perdona absolutamente nada”

“Ayer fue lo de Chile, anteayer fue lo del cardenal (Theodore) McCarrick, ¿y mañana? 
Abusos, Guzmán Carriquiry: “A la Iglesia no se le perdona absolutamente nada”
El secretario de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano reflexiona sobre la crisis por los abusos sexuales contra menores que sacude a los católicos: “La Iglesia vive un momento dramático, en la formación de los sacerdotes se juega su futuro”...
Vatican Insider, 18/09/2018
Nota de ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO
    “Estamos viviendo un momento dramático de la Iglesia”. No usa medias tintas Guzmán Carriquiry Lecour para reflexionar sobre la más reciente crisis por los abusos sexuales contra menores que sacude al catolicismo a nivel internacional. El secretario con funciones de vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina de la Santa Sede, asegura que la clave para reducir al mínimo posible este flagelo pasa por los seminarios y los noviciados. Por eso, afirma: “La Iglesia está jugando su futuro en la formación de las venideras generaciones sacerdotales”. 
  El asunto surgió en una reunión de trabajo entre la CAL y la cúpula del Consejo Episcopal Latinoamericano, este lunes 17 de septiembre en Roma. Tras esa cita, los directivos del Celam dialogaron con diplomáticos, clérigos y periodistas. En ese contexto Carriquiry, hombre de gran confianza del Papa y referente eclesial en América, tomó la palabra para subrayar la importancia de no minimizar la crisis. 
  “La prensa periódicamente nos sacude con noticias de crímenes abominables, muchas veces perpetrados por ministros de la Iglesia. Si de estos crímenes se va a investigar en los últimos 70 años, qué Iglesia local puede quedarse totalmente libre y fuera de toda sospecha”, constató.  
  “Ayer fue lo de Chile, anteayer fue lo del cardenal (Theodore) McCarrick, ¿y mañana? ¿Y pasado mañana? El Papa escribió una hermosísima carta al pueblo de Dios para enseñarnos cuál debe ser nuestra actitud. Pero para ir a fondo sobre este problema, en perspectiva amplia para que estas situaciones no se repitan, al menos para el futuro, el tema de la formación de los sacerdotes es capital”, abundó. 
  Por eso evocó la gran responsabilidad de los rectores, los equipos de formadores y directores espirituales de los seminarios, y de todos los encargados del discernimiento en el camino de la personalidad de los seminaristas. Advirtió que el Papa Francisco destaca siempre la necesidad dedicar los mejores sacerdotes a los equipos de dirección y de formación de los seminarios.  
  Llamó a tener “sabiduría” y “gracia de Dios” para discernir “a fondo” sobre el “precioso material humano” que existe en los seminarios. Y recordó que Francisco insiste a menudo que es mejor pocos seminaristas y pocos sacerdotes “pero santos”, antes de tener muchos “acogidos con gran liberalidad” en los seminarios y que después manifiestan sus déficit afectivos, sexuales o de personalidad en situaciones “que no quisiéramos ver nunca presentes dentro de la Iglesia”. 
  “Nosotros sabemos que es una ínfima minoría de sacerdotes los que traicionan su ministerio con estos crímenes, aunque fuera uno solo ya es un testimonio espantoso. Y además tenemos que tener conciencia que a la Iglesia no se le perdona absolutamente nada”, insistió. 
  Más adelante, el presidente del Celam y arzobispo de Bogotá (Colombia), Rubén Salazar, apuntó que para prevenir las fragilidades se requiere una formación de sacerdotes que sea mucho más abierta a la vida y al quehacer de los feligreses. 
  Apuntó que el actual método de formación de los seminaristas “entraña un peligro enorme” porque se trata de un “estilo invernadero”, donde el futuro sacerdote es insertado en una realidad totalmente separada de la vida del mundo y, luego, al salir a ejercer su ministerio afronta al mundo “completamente desprotegido, como una pequeña planta que se saca del invernadero, de un momento a otro, a colocarla a la intemperie”. 
  Por eso postuló una revisión fundamental en el itinerario formador, para permitir que los seminaristas caminen mucho más con los laicos, con las comunidades, con la vida común y corriente de la Iglesia. “Que no estén separados artificialmente del pueblo de Dios sino cada vez más insertos dentro de él, solamente allí pueden crecer en todos los aspectos y llegar a ser auténticos pastores”, constató. 
  A lo largo del encuentro, con la contribución de varios embajadores latinoamericanos ante la Santa Sede, se articuló un debate sobre asuntos de actualidad como el impacto de los grupos pentecostales y cristianos en la región, el desafío de la violencia, de la pobreza y de la justicia.  
  Entre otras cosas, el cardenal y obispo de Ciudad David (Panamá), José Luis Lacunza Maestrojuán, se refirió a la presencia aún vigente de resabios pasados de clericalismo en la Iglesia. Constató que la abundancia de clérigos en el pasado propició que los fieles laicos asumiesen un rol de espectadores, de oyentes o de quienes trataban de copiar a los clérigos (usando vestimenta clerical), como si esa fuese la única manera de participar en la vida de la Iglesia.  
  “Por efectos del secularismo hoy en día los clérigos no somos suficientes, gracias a Dios, y hemos aprendido a coscorrones que no podemos hacerlo todo, que necesitamos de los laicos. No estábamos convencidos, aunque la teología nos diga que los laicos son miembros de pleno derecho de la Iglesia, con derechos y obligaciones. Pero no estábamos convencidos, y nos convencimos al darnos contra la pared del invierno vocacional”, reconoció, hablando ante los presentes. 
  Y añadió: “Ahora necesitamos de los laicos, no tenemos más remedio que echar mano de ellos. Pero nos encontramos con que a esos laicos que le dimos sólo una cabida de oído en la Iglesia, de escucha y no de palabra, no están preparados para ejercer sus funciones. No los formamos, no los capacitamos para su ejercicio, ni dentro de la Iglesia ni fuera de ella”. 
  Señaló como uno de los principales desafíos para la Iglesia capacitar a los fieles para que sepan expresar su fe con coherencia, sin tratar “de equiparar a nadie con nadie” ni de “hacer mini-clérigos”, sino de formar hombres y mujeres conscientes de su responsabilidad y su misión como bautizados. “Es el mayor reto que tenemos si queremos afrontar el secularismo y el impacto del mundo antievangélico que vivimos”, sentenció. 


  

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