Revista Proceso # 2184, 9 de septiembre de 2018;
Algunas arbitrariedades denunciadas por los alumnos del CCH Azcapotzalco fueron detonantes, casi sin proponérselo y a raíz de la agresión porril contra una marcha pacífica el lunes 3, del levantamiento de los estudiantes de toda la UNAM –apoyados por los de otras instituciones de educación superior y por padres de familia– en demanda de cosas más concretas. En el contexto de la transición del gobierno federal y a 50 años de la matanza de Tlatelolco, el estudiantado universitario vuelve a despertar para exigir seguridad, respeto y, en suma, una relación transparente y democrática con las autoridades. Así lo hicieron ver en la marcha multitudinaria del miércoles 5.
La protesta estudiantil que empezó como una chispa en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco, se convirtió en un fuego encarnado en miles de universitarios que salieron de las aulas y protestaron frente a la Rectoría encabezada por Enrique Graue Wiechers, donde levantaron la voz exigiendo la erradicación de los grupos porriles de la UNAM.
No sólo eso, la consigna también fue atender el problema de la violencia que ha azotado a la universidad más prestigiada de América Latina y que ha cobrado la vida de estudiantes; la última víctima, la alumna del CCH Oriente, Miranda Mendoza Flores, quien fue secuestrada y calcinada, encontrada en el municipio de Cocotitlán, Estado de México.
Un feminicidio que se suma al ocurrido en mayo pasado, cuando el cuerpo de Lesvy Berlín Rivera Osorio fue encontrado atado a una cabina telefónica en plena Ciudad Universitaria y al crimen cometido contra Graciela Cifuentes, profesora de la UNAM, y su hija Sol Cifuentes, estudiante de arquitectura, halladas sin vida dentro de su casa calcinada en la colonia Santa Rosa Xochiac, en la delegación Álvaro Obregón, el pasado 15 de marzo.
Eso sin contar la muerte de un estudiante de geografía “por causas extrañas”, dos baleados “ajenos” a la UNAM en febrero pasado en el campus… Diferentes circunstancias del crimen pero que dejan ver el recrudecimiento de la violencia en la máxima casa de estudios del país.
La marcha que congregó a 30 mil universitarios significó más que la lucha contra los porros e inició un movimiento con demandas de mayor magnitud, de todos los sectores universitarios.
Ante estudiantes, el martes 4, un día antes de la gran manifestación frente a Rectoría, el exlíder de la huelga de 1999 y profesor de historia económica de la Facultad de Economía, Mario Benítez, lanzó:
“Es mucho más que luchar contra el porrismo, vamos por más. ¿Qué piensan las autoridades?, ¿que castigando a uno o a 20 porros y a un funcionario de medio pelo, con eso tenemos? No compañeros, ¡ahora se chingan!, ya despertaron a los estudiantes. No sólo queremos que no nos agredan, que no nos roben, queremos justicia, seguridad, mejores salarios, igualdad de género… Todo eso debe integrar un nuevo pliego petitorio.”
Al principio, Azcapotzalco
La génesis del movimiento estudiantil se dio en las instalaciones del CCH Azcapotzalco, donde alumnos y activistas se organizaron para protestar por la eliminación de murales hechos por la comunidad, la falta de profesores, el cobro de cuotas “infladas” de 25 centavos a 100 pesos, además de “acciones autoritarias” de la directora del plantel, Guadalupe Márquez Cárdenas, quien se vio obligada a renunciar.
En lugar de Márquez Cárdenas quedó como encargado el secretario general del CCH, Andrés Francisco Palacios Meza, a quien se le vio rondando las instalaciones del plantel el jueves 6, mientras los alumnos celebraban la asamblea en la que determinaron tener un diálogo con Graue.
Proceso le solicitó una entrevista a Palacios, pero él se negó a dar declaraciones. Los que si hablaron fueron los jóvenes, miembros de la asamblea del CCH Azcapotzalco, quienes vivieron en carne propia las agresiones de los porros el lunes 3.
Sin revelar su nombre por temor a represalias, una de las oradoras en el mitin frente a la Rectoría comenta a este semanario sus impresiones sobre el apoyo de decenas de instituciones educativas durante la marcha.
En entrevista a las puertas del CCH Azcapotzalco, la alumna de tercer semestre dice: “Es un sentimiento bastante bello cómo la gente se organiza. Han pasado 50 años del 68 y esto que pasó no lo puedo explicar. ¡Más de 30 mil personas! Yo como estudiante del plantel nunca creí que íbamos a llegar a esto… Es bastante grande para dejarlo ir, no sólo es Azcapo. No sólo es que nos firmen un pliego petitorio y aquí se deja. Todas las problemáticas que tiene la UNAM, el Politécnico y otras universidades salieron a la luz gracias al apoyo hacia nosotros. Darnos de baja, porque ya nos solucionaron nuestro problema, sería egoísta y de eso no se trata”.
Sin embargo, para los jóvenes activistas también hay un sentimiento de miedo por las agresiones porriles. Así lo deja ver otro alumno entrevistado, quien pidió el anonimato y estuvo en los hechos violentos frente a la Rectoría: “Tenemos miedo de expresarnos, miedo de que quieras levantar la voz y te repriman de la manera como lo hicieron el lunes. Simplemente es miedo. Después de lo que pasó el lunes, cualquier ruido en la calle me exalta. Digo: ‘¡Es un porro!, ¡un petardo!, ¡es algo! Siento que quedé tocado. Además hay gente que llega a amedrentarnos”.
Pero el asunto no se limita a los muchachos. Los padres de familia de los alumnos del CCH Azcapotzalco también expresaron su preocupación, además de que enviaron un pliego petitorio al abogado general de la UNAM con siete exigencias.
La primera, que la UNAM presente las correspondientes denuncias penales contra los agresores ya identificados; también contra las autoridades y empleados de la Universidad y de la Ciudad de México “complacientes” por los hechos violentos; la tercera petición es la expulsión definitiva de todos los grupos porriles.
La cuarta demanda se trata del cumplimiento del pliego petitorio de los alumnos del CCH; la quinta es la garantía de planteles de la UNAM seguros; la sexta, el seguimiento y garantía de salud para los estudiantes agredidos; y por último, los padres pidieron la coordinación entre autoridades universitarias y capitalinas para atender cualquier ataque porril o de hostigamiento contra estudiantes.
En entrevista con este semanario, la señora Rocío señala: “El problema de la violencia en la UNAM es algo muy grave, que va desde los porros hasta el narcomenudeo, no nada más en el CCH, sino en preparatorias, en facultades, hasta en el Politécnico”.
Por su parte, doña Rosalba sentencia: “Hay una cosa muy importante que no deben pasar por alto: los jóvenes se saben organizar y lo saben hacer muy bien, y los papás estamos aquí presentes para organizarnos, que no se les olvide. Nuestros hijos son menores de edad y no están solos, hay alguien que los respalda y somos nosotros, los padres de familia. Ante la ola de violencia en el país, estamos organizados”.
Miranda
En efecto, la violencia y el miedo han tocado a la UNAM, como lo dejó ver el caso de Miranda Mendoza. Rosa, su amiga, quien caminó con el contingente del CCH Oriente y participó en el mitin el miércoles 5, compartió su sentir el día de la gran marcha:
“Nuestra familia nos dice que nos cuidemos, porque el asesinato de Miranda estuvo tan cerca que a cualquiera nos puede pasar. Yo sabía de muchos feminicidios, pero eran muy lejanos, sabía que esta situación estaba pasando en el país, pero nunca me había tocado tan cerca.”
El CCH Oriente también presentó su pliego petitorio, después del crimen contra Miranda, en el que piden el cese total de agresiones de porros, la creación de un comedor, el respeto a los espacios comunes y culturales, así como a romper las estructuras autoritarias del plantel. Eso sin deja atrás el tema de la seguridad, por lo que exigieron la instalación de botones de pánico, alumbrado público en las zonas adyacentes a las instalaciones y condiciones de transporte más seguras.
En las diferentes instalaciones universitarias crecen los actos violentos, el narcomenudeo, el acoso, además del arraigado fenómeno de los porros, que de acuerdo con el investigador y catedrático de la UNAM Hugo Sánchez Gudiño, autor del libro Génesis, desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990), es sumamente difícil que desaparezcan.
“Son grupos de choque, son grupos parasitarios que utilizan la violencia como forma de vida. De esta forma han encontrado su modus vivendi y operandi gracias a los servicios que prestan; siempre las autoridades universitarias o gubernamentales los requieren, los necesitan. Es una forma de controlar las rebeldías críticas. ¿Cómo las controlas? Con otros jóvenes, pero violentos”, explica en entrevista.
Abunda: “Tanto el joven halcón de los setenta como el de 2018 tienen como objetivo confrontar, amedrentar, golpear al activista más que al estudiante. El activista es su contraparte, es el estudiante que está politizado y que cuestiona al sistema. Hay muchos activistas, el moderado, el radical, el anarco. Hay un punto de convergencia cuando usa la violencia y que se parece al porrismo, pero no actúa como ellos, porque el porrismo tiene bien identificada a su víctima, que es el movimiento estudiantil”.
El académico echa una mirada sociológica al fenómeno del porrismo y explica que de los setenta a la fecha se multiplicó el número de jóvenes sin escuela, surgió el fenómeno de los ninis y aumentaron los jóvenes sin expectativas. “Basta ver que una parte de los jóvenes son sicarios”, subraya.
“Hay materia de sobra para que un grupo porril reclute a los muchachos. Les ofreces un espacio en la universidad, dinero, alcohol… les ofreces protección. De esta forma la expectativa de un muchacho humilde se reduce a ser un desempleado, un informal; en cambio ser porro les da una distinción especial.”
El doctor en ciencia política y analista político en Radio y TV UNAM va más allá: “El problema es que se acercan cambios políticos. En la universidad se acerca el cambio de rector, y cuando sucede esto, todos los grupos lanzan sus fichas a la mesa. También tiene que ver con el cambio de régimen. Ya Andrés Manuel López Obrador dijo que irá contra los porros, es que ya lo salpicó. La flama ya se expandió en tres días”.
En este contexto, este lunes 10 está programada una reunión entre el rector Enrique Graue y López Obrador, quien ya pintó su raya el jueves 6 en rueda de prensa:
“No va a permitir el nuevo gobierno acciones vandálicas en contra de los estudiantes, no queremos porrismo en las universidades. Es un asunto de hace tiempo, pero ahora los jóvenes dijeron basta; ha habido siempre grupos de manipulación, filtración y grupos de choque. Desde el gobierno no se van a alentar esas actitudes.
Sánchez explica que la UNAM es la más prestigiada universidad de América Latina, está muy bien ubicada en los rankings internacionales, tiene un presupuesto multimillonario, además de que se volvió la nueva escuela de cuadros del poder, por lo que, asegura, es un platillo “muy suculento. En los pasados 18 años se le marginó. Los grupos en el poder con los gobiernos panistas eran más del ITAM, del Tecnológico de Monterrey, y con Peña, el mismo patrón de universidades privadas. Ahora tenemos una clase política que es de la UNAM, necesariamente hay una disputa por el control de la universidad”, acota el autor del libro Partidos políticos y sucesión presidencial en México 2012 .
Y remata: “Si este movimiento de la UNAM crece y se articula con otros, se vuelve mucho más complejo. Además y a diferencia de años pasados, cuando el control de las escuelas era más político, ahora hay agresiones a mujeres, asesinatos, narcomenudeo, circulan droga y armas, hay grupos de perfiles cártel y además el porrismo. El veneno de la serpiente es más poderoso”.
Al cierre de esta edición se lleva a cabo la Asamblea Interuniversitaria en el auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía, donde se busca elaborar un pliego petitorio para eliminar de forma inmediata a los grupos de porros, que según fuentes extraoficiales ascienden a más de 60.
La Secretaría de Gobernación informó que elementos de la Policía Federal adscritos a la División de Inteligencia ubicaron a dos presuntos participantes en la agresión en Ciudad Universitaria, quienes ya fueron presentados ante la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México para determinar su situación jurídica.
A lo anterior se suma la expulsión de 18 estudiantes de la UNAM también identificados como agresores por las autoridades de la casa de estudios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario