Revista Proceso # 2184, 9 de septiembre de 2018
Me arrepiento de Anaya, pero no había otro: Gustavo Madero/
ÁLVARO DELGADO
Gustavo Madero, el impulsor de Ricardo Anaya en el Partido Acción Nacional (PAN), desde diputado hasta candidato presidencial, se arrepiente de haber apostado “de buena fe” por alguien que traicionó, pero aclara que no había nadie mejor: “Yo no veía a otro, la neta no veía a otro”.
Después de que en Twitter reconoció con tristeza “que quienes más criticaron a Ricardo Anaya acabaron teniendo razón y que quienes lo apoyamos perdimos y nos equivocamos”, Madero completa: “Cuando tú confías en alguien y esa persona no cumple o traiciona, no es que fue más inteligente, sino que no cumplió”.
No sólo culpa a Anaya del derrumbe del PAN, también lo señala por “causarle daño a la transición democrática” del país al propiciar con su derrota la victoria de Andrés Manuel López Obrador y la “amenaza de regresión política” que –dice– representa.
“Yo hice todo de buena fe, apoyando a una persona que le veía mucho talento, pero que al final equivocó el proyecto en sí mismo. ¡Él no era el proyecto, él era un instrumento, el mejor que teníamos. Yo no veía a otro, la neta no veía otro, y le construimos todo el andamiaje.”
Para la candidatura de Anaya, confiesa en entrevista con Proceso, se armó la alianza con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), incluida una plataforma común.
“Participamos con él para hacer la alianza, el convenio de coalición del propio partido y una plataforma extraordinaria. Tenía todo para lograrlo: Un PRI desprestigiado, vapuleado y un Presidente de la República que era más un pasivo para nuestro enemigo histórico, que es el PRI, y teníamos alianza con dos partidos nacionales.
“O sea, numéricamente, aritméticamente, en el tablero teníamos todo. Teníamos 12 gubernaturas. Nunca ningún candidato a la presidencia de la República tuvo tantos activos, potencia electoral, para triunfar. ¡Y nos derrumbamos!”
“El riesgo es para México”
La debacle obedeció a que Anaya hizo todo a su modo: “Esto obedece precisamente a este equívoco de ser endogámico, de centrar en sí mismo, individualizar en su persona la campaña. Ese es, a mi juicio, el gran error. Todo lo demás estaba puesto”.
Y el costo que esto tiene, subraya, no sólo es para el PAN, sino para México:
“El mayor daño no es el del PAN, es una derrota electoral, sino es el daño a la transición democrática porque nuestros yerros propiciaron que triunfara, de manera apabullante, un candidato que mucho representa más una amenaza de regresión política que de avance.”
Y enjuicia a López Obrador: “Aunque él se presente como una cuarta transformación, en realidad no es un demócrata ni es de izquierda. Es un populista, muy bueno: trabaja, es muy hábil para generar mensaje de empatía, para capitalizar el descontento generalizado que hay dentro del país y que no pudimos nosotros, precisamente por esa falla, (capitalizar) esa posibilidad”.
Y ante el proyecto de la alianza PAN-PRD-MC, que proponía un gobierno de coalición, “los electores nos dijeron: ‘Queremos un presidente que concentre todos los poderes, como en los peores tiempos del priato, sin contrapesos y, además, con un presidente que no tiene una visión democrática ni de derechos humanos”.
–Pero sobre Anaya, ¿qué tanta responsabilidad tiene usted?
–Toda, toda la que quieran darme. Yo ya la acepté. Yo dije que de buena fe lo apoyé. Me equivoqué porque, al final de cuentas, no representó un proyecto plural e incluyente, sino uno singular.
Madero hizo a Anaya diputado federal, presidente de la Mesa Directiva, coordinador parlamentario, secretario general, presidente interino y presidente del PAN, una vertiginosa trayectoria de seis años que pasó de la cúspide al abismo.
“¡Cuáles moches!”
Mientras todos los grupos internos que en su momento lo apoyaron a él y a Anaya están con la fórmula de Marko Cortés y Héctor Larios para la presidencia del PAN, él apuesta por Manuel Gómez Morín, nieto del fundador, quien ante él afirmó, el martes 4, que ese partido “se ha prestado a la corrupción, se ha prestado a los moches, a los diezmos”.
–A usted lo implican en los “moches”.
–¡No! Eso yo lo desmiento categóricamente –dice Madero–.
Molesto, el expresidente del PAN, acusado por panistas de solapar las cuotas que exigían diputados federales para gestionar recursos, rechaza que hayan existido los “moches” y culpa de eso y del desprestigio de los partidos y de los políticos a los medios de comunicación.
“Creo que hay un daño muy grande que los medios de comunicación también tienen que hacerse cargo, dañaron mucho la credibilidad de los partidos, de los políticos en general y construyeron un ambiente cáustico para cualquier opción”, dice con enfado.
“Y ese daño es de todos los medios de comunicación que, con mucha irresponsabilidad, generaron un enojo social contra los políticos, la política, de manera exacerbada.”
–¿Cómo, por ejemplo?
–Todo esto de poner que los políticos, que todos son unos irresponsables, que todos son unos corruptos, que todos son iguales. Es falso.
–¿Y los “moches”?
–¡Cuáles moches! ¡Dime dónde están! ¡Dime cuándo! ¡Dime uno!
Madero afirma que el señalado como promotor y protector del cobro de comisiones, como coordinador de los diputados del PAN, Luis Alberto Villarreal, acudió a la Procuraduría General de la República (PGR) y no se encontró nada de los “moches”.
“¡Fue a la PGR! ¿Dónde están? ¡Dime uno! ¡Uno, uno, uno! No hay ningún elemento”, se ofusca el senador de primera minoría de Chihuahua.
“Lo patético es que donde hay elementos, eso es lo cabrón, se exonera, como a Duarte y a Alejandro Gutiérrez. Ahí sí hay una montaña de corrupción y se le trata como si fuera business usual. Ese es el daño que los medios de comunicación le han hecho a este país y a la democracia”.
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