7 ene 2019

Contar duele--, Roberto Zamarripa responde a AMLO

Contar duele
TOLVANERA / Roberto Zamarripa
Reforma, 07 Ene. 2019
En este país, contar, sumar, aflige. Contar aquí, pesa. Contar, narrar, relatar, decir la realidad de la violencia, duele.

Es muy mexicano hablar de la muerte. El genio aguascalentense José Guadalupe Posada lo hacía en los periódicos de la época.
El siglo XX inició violento. "A Posada le tocó vivir una época destructora y se convirtió en el grabador de la violencia: horripilante es el péndulo siniestro de los revolucionarios ahorcados; en el asalto de los zapatistas, el día 11 de agosto de 1912, Amador Salazar incendió un tren en Ticumán; y las estampas, todas, tienen la dinámica de una acción devastadora: Federales contra zapatistas; Entrada de los zapatistas a México y los incendios de Tulyehualco, Topilejo y Milpa Alta". (Olea, Héctor. Supervivencia del litógrafo. Posada. Editorial Arana, 1963).

Posada, un maderista (ahora que tanto está de moda el maderismo), cumplió su oficio contando la muerte. "La fustiga, sin piedad; la befa, con la risa más sarcástica; la ridiculiza, en las aptitudes más grotescas y le resta solemnidad a su actitud demoledora" (Olea, H. Op. Cit).
El siglo XXI inició con una violencia descarnada. Reguero de muertos como en la Revolución pero ejecutados por gavillas criminales y poderosas ajenas a todo interés social. Matan por acumular ganancias, por controlar territorios e instituciones. La espiral no era para la befa, sino obligaba al recuento puntual del camposanto de la indignidad.
Grupo Reforma tuvo la iniciativa de publicar un registro semanal de las ejecuciones del crimen organizado cuando éstas se habían convertido en el signo dominante de la vida pública. No se propuso un estudio académico ni un tratado científico. La iniciativa correspondía a un periodismo basado en la documentación y el cotejo característico de Grupo Reforma y en este caso, no solo sobre la extensión de la barbarie sino de la impunidad prevaleciente.
Fue denominado Ejecutómetro. Una relatoría basada en testimonios periodísticos de reporteros de Grupo Reforma y otras fuentes periodísticas sobre homicidios cometidos por miembros del crimen organizado. Es exhaustivo hasta donde pueden llegar los ojos de Reforma. Seguramente queda corto su alcance. Se difunde con el fin de que los lectores, principales destinatarios de la información, conozcan y diriman del por qué y cómo evoluciona esa guerra sin control.
Y comenzó a publicarse ante la parálisis gubernamental que no atinaba una estrategia para mitigar la sangría y ni siquiera la documentaba. El Ejecutómetro es, también, una apuesta a la memoria, a no dejar en el olvido la muerte de cualquier mexicano. A esta recopilación le han acompañado reportajes sobre las víctimas de la barbarie. No es un marcador deportivo, es una pieza insustituible dentro de un trabajo periodístico serio, de rigor y compromiso con el lector.
De ahí derivó una nota más como las publicadas en dos décadas. La noticia en cuestión dijo que hubo más ejecuciones de la narcoviolencia en diciembre que en noviembre (Reforma, 2/01/19). Nada más ni nada menos. Ello escandalizó al nuevo gobierno que no pudo probar lo contrario por no tener cifras completas. La Secretaría de Seguridad destinó recursos públicos, dinero de los mexicanos, a que sesudos asesores -algunos funcionarios en la Secretaría de Gobernación del gobierno de la estrategia fallida que fustiga, el de Enrique Peña- hicieran un "análisis" del Ejecutómetro para exigirle características científicas y metodológicas que, por ejemplo, no mira en sus propios ejercicios de gobierno. Qué más da.
El problema no es si las cifras del recuento cuadran o no sino la erradicación de la narcoviolencia y sus causas. Por cierto, ¿hay algún detenido de las poquísimas ejecuciones ocurridas en el primer mes del nuevo gobierno?
robertozamarripa2017@gmail.com

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