11 ago 2021

Adiós a María Elena Chapa (1944-2021).

El lunes 9 de agosto murió María Elena Chapa Hernández, tenía 77 años de edad, una mujer brillante, defensora de sus ideales, de la educación y de las mujeres , fue de alguna manera la madre del Inmujeres..

Lamento mucho su deceso...


La conocí en 1990 en un seminario en la Cámara de Diputados, ella era legisladora, tenía muchas influencia con el líder Jjmenez Morales pero en ese seminario fue una alumna más, entusiasta., brillante..., muy priista pero de lo bueno de ese instituto político.

Desde aquellos días hicimos amistad, intercambiamos libros, y charlabamos de muchos temas de la agenda pol`ítica y cultura del México, siempre con una taza de caé y ella además con un cigarro..

Años despues fue Senadora de la República, por Nuevo León, la primer mujer..Recuerdo que me invito a su oficina y me ofreció trabajo, le agradecí...; y le acepté ser asesor honorario, por ahi conservó la credencial.

Años despues, me la volví a encontrar de nuevo en San Lázaro, LVIII legislatura..; era la representante de su bajncada en la Comisi´ñon Bicamaral del Canal del Congreso, proyecto donde me tocó participar er inclsuo trsmitir la primera sesión.

Maria Elena, de nuevo me ofreció trabajo. Le dije que no, pero que acompañaría a algunas reuniones para fortalecer el Canal; empero  en una de ellas, se levantó de la mesa y en su representación , fue una situación difícil debido a que en la contraparte estaba otro de mis amigos pero era de una bancada distinta...

Volví a encontrar a Maria Elena en Monterrey, allá por el año 2008 era directora del Instituto0 de las Mujeres..; trabajo donde hizo una enorme huella,,

La seguí viendo opero0 cada vez más a la distancia:.; en otra ocasión, en enero de 2009, le escribí en su correo..

Caray amiga;  haces falta tu garra en el Congreso

Cuidate!

Su respuesta fue durísima..

"Con mi enfisema pulmonar no puedo pisar el DF (prohibido por los médicos) ¡uf!!

La gubernatura... no hay condiciones, me dijo.

¿Quién fue María Elena Chapa?

Nació en el municipio de Doctor González el 19 de abril de 1944.

Egresada de la Escuela Normal Miguel F. Martínez, cursó también la licenciatura y maestría en Filosofía y la maestría en Recursos Humanos, entre otras..

Ingresó al PRI en 1969; fue dip local, dos veces diputada federal,  y senadora de la Republica.., pensé que iba a ser gobernadora, me equivoqué..

Además Maria Elena no parecía priista..

Recibió mucho0s reconocimientos, uno de ellos fue el Premio Josefa Ortiz de Domínguez de INMUJERES (2003), institución que le debe mucho..

Me dio mucho gusto leer en la red social varias comentarios sobre todo de mujeres, de todos los partidos lamentado su partida.

Hoy a Armando Fuentes Aguirre, mas conocido como Catón, el columnista más leído en México.; le dedica la columna a Maria Elena, Adiós a una amiga.., me hizo que saliera una lagrima..confieso..

Dice Catón que conoció a Maria Elena hace muchos años, gracias Luis Eugenio Tood.

Dice Catón que "Enferma ya me enviaba mensajes en los cuales le pedía a la vida "un ratito más" para poder concluir trabajos relacionados con su lucha de infatigable feminista. Ayer me enteré de su fallecimiento por una extensa nota que le dedicó El Norte y por un bello y entrañable texto de Andrés Meza en el periódico digital de Ángel Quintanilla. Me conmovió el pésame que a su hija Cordelia, a su hijo Homero y a todos los familiares de María Elena envió el ingeniero Óscar Herrera Hosking, ex presidente municipal de Monterrey..

Decir adiós a una amiga como María Elena Chapa es como despedirse un poco de uno mismo. Pero la semilla que sembró fue mucha, y ella seguirá viviendo en los abundantes frutos de su ejemplar vida vida y su admirable obra....Coincido con Catón...

Descanse en paz ; Maria Elena Chapa Hernandez, abrazo a familiares y a amigos..

Adiós a una amiga/Catón

Era muy joven yo cuando llegué a la dirección del Ateneo Fuente, la institución educativa más antigua de Coahuila. Uno de los más graves problemas con que me encontré fue el de los maestros reprobadores, esos malignos seres que alimentan su ego reprobando a casi todos sus alumnos, pues piensan neciamente que con eso adquieren fama y respetabilidad de profesores serios. En todas partes es posible hallar tales especímenes, sobre todo en el infierno. La nefasta tradición fue implantada en el Ateneo por el ingeniero Octavio López, catedrático de Matemáticas. Don Artemio de Valle Arizpe fue su alumno, y al paso de los años escribió acerca de él con virulenta pluma mojada en tósigo o veneno. Llegó a decir que todavía en su edad adulta se le aparecía ese odioso dómine en horribles pesadillas, con su rostro feroz y sus destemplados gritos de indio chichimeca. Los maestros reprobadores con quienes me topé como director de aquel glorioso colegio lo eran sobre todo en las asignaturas de Matemáticas, Física y Química. Por su culpa muchos estudiantes no podían terminar su bachillerato, con lo cual se frustraban no sólo muchas vocaciones, sino también muchas vidas. Hablé con cada uno de esos mentados mentores. "¿Cómo es posible -les preguntaba- que alumnos y alumnas que en todas las demás materias tienen promedio de 10 limpio con usted saquen calificación de 2, y aun de cero?". Les decía que al reprobar a todo el grupo ellos mismos se reprobaban como maestros. Me oían como quien oye llover, o con mayor indiferencia aún. Entonces se me ocurrió una idea. Los más de esos perniciosos entes eran profesionistas, pero no profesores. Quiero decir que no sabían nada de pedagogía, de ciencias de la educación. Había que proveerlos de algunos elementos de esas disciplinas acerca de las cuales, sabihondos como eran, lo ignoraban todo. Quien les impartiera ese conocimiento tenía que ser de fuera, para mayor efecto. Llamé en mi auxilio entonces a la Universidad Autónoma de Nuevo León -su excelente rector era por entonces Luis Eugenio Todd-, que me envió a una joven maestra a quien le expliqué el problema que tenía. Dio un curso de dos semanas, una hora por día, fuera del horario de clases, a los altivos señores. Recalcitrantes al principio, se rindieron bien pronto a las enseñanzas de su instructora, que a su saber añadía un encanto personal que la hacía agradable a todos. El curso aquel fue un éxito. Así fue como conocí a María Elena Chapa Hernández, con quien desde entonces entablé una amistad que duró hasta el final de su vida. Con el tiempo ella destacó brillantemente en la política -fue la primera senadora que tuvo Nuevo León-, en el servicio público, la educación y, sobre todo, en la defensa de los derechos de la mujer, tarea en la cual se distinguió nacionalmente y en lo internacional. Enferma ya me enviaba mensajes en los cuales le pedía a la vida "un ratito más" para poder concluir trabajos relacionados con su lucha de infatigable feminista. Ayer me enteré de su fallecimiento por una extensa nota que le dedicó El Norte y por un bello y entrañable texto de Andrés Meza en el periódico digital de Ángel Quintanilla. Me conmovió el pésame que a su hija Cordelia, a su hijo Homero y a todos los familiares de María Elena envió el ingeniero Óscar Herrera Hosking, ex presidente municipal de Monterrey, de quien guardo gratísimos recuerdos, así como la condolencia de Apodaca y de su talentoso alcalde, don César Garza Villarreal. Decir adiós a una amiga como María Elena Chapa es como despedirse un poco de uno mismo. Pero la semilla que sembró fue mucha, y ella seguirá viviendo en los abundantes frutos de su ejemplar vida y su admirable obra... FIN.

afacaton@yahoo.com.mx

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María Elena Chapa/Luis Manuel Garza

en EL NORTE, 11 Ago. 2021

"¿Quieres que te preparen un machacado con huevo?", me preguntó María Elena Chapa el pasado sábado 17 de julio, cerca de las 10 de la mañana, mientras me abría la puerta y me recibía en su casa en Las Misiones.

El miércoles anterior le había comentado a mi esposa que sentía un impulso de irme a despedir de ella, pues presentía que pronto fallecería, por eso concerté la cita.

"No, muchas gracias, ya desayuné. Solamente vine a saludarte", le dije mientras nos sentábamos en el antecomedor.

"Vienes a despedirte de mí, ¿verdad, cabrón?", me cuestionó mirándome fijamente a los ojos, como solía hacerlo cuando hablaba con alguien.

"No. Vengo a darte ánimos. Todavía hay muchas cosas que tienes que hacer a favor de la mujer. Y México no tiene todavía a tu sucesora", le dije.

"Muchas gracias", me contestó. "Pero yo ya me quiero morir".

Me lo dijo con la naturalidad con la que cualquiera puede decir "ya me quiero dormir".

Platicamos un poco sobre su enfermedad y lo avanzado de la misma, al tiempo que encendía un cigarro, al cual le dio una bocanada, para después voltear a verme y decirme:

"Ya sé que te molesta que fume. ¿Quieres que vayamos afuera?".

"No, Maria Elena, échatelo aquí, sin problemas", le contesté. "No estoy de acuerdo con que fumes, pero pues me aguanto".

"¡Muy bien, señor!", me dijo la empleada doméstica, quien atrás de nosotros nos observaba mientras lavaba platos. "Nadie se atreve a hablarle así a la señora", agregó sonriendo.

Después de una hora de plática me retiré del lugar con tristeza, sabiendo que ya no la volvería a ver con vida. Siempre que María Elena se proponía algo lo conseguía, y si ahora, como consecuencia de su deplorable estado de salud, lo que buscaba era morirse, sin duda pronto lo iba a conseguir, pensaba yo en ese momento.

Y así fue.

Conocí a María Elena cuando era Diputada local en 1999, justo cuando recibí la oportunidad de escribir en estas páginas editoriales.

Además de contar con su amistad, tuve el privilegio de participar como consejero ciudadano del Instituto Estatal de las Mujeres (IEM) en el periodo 2006-2007, y posteriormente, en la Comisión de Inteligencia Electoral, cuyo principal objetivo era buscar la paridad total en materia electoral.

Ambos organismos fueron creados y presididos en aquel entonces por Chapa, y estaban integrados por hombres y mujeres, en proporción 50/50, aproximadamente.

Había paridad en todo lo que ella organizaba, demostrando así una absoluta congruencia entre su causa y la forma de organizarse para lograrla.

María Elena no odiaba a los hombres, ni nos culpaba de la situación desventajosa para las mujeres que prevalece en ésta y otras naciones. Al contrario, nos convencía de que había necesidad de corregir el problema y sagazmente nos sumaba a su causa.

Con un sentido del humor genial, en una ocasión platicó sobre los resultados de una brigada por el sur del Estado, a donde fue un equipo del IEM a impartir educación sexual, para evitar embarazos en adolescentes.

Nos contó que los varones del pueblo visitado se negaban a usar condones porque decían que éstos eran muy chicos y no les quedaban.

Sarcásticamente, María Elena le dijo al grupo de hombres: "Con que aquí todos están muy bien dotados. A ver, usted, saque ese condón de su empaque e ínflelo por favor".

Platicó que cuando el tipo empezó a inflar el preservativo y éste adquirió una dimensión enorme, les dijo con sorna: "Lo que sucede no es que los condones les queden chicos, sino que ustedes no los llenan".

Hasta pronto, María Elena. Dejas un gran legado y un orgullo enorme para tus hijos Cordelia y Homero.

Te vamos a extrañar.

lugarza@lmgabogados.com


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