Poema XXXVI/ Pablo Neruda, en Canto General*
A Emiliano Zapata con música de Tata Nacho, es decir del oaxaqueño Ignacio Fernández Esperón (1894-1968).
Cuando arreciaron los dolores
en la tierra, y los espinares desolados
fueron la herencia de los campesinos
y como antaño, las rapaces
barbas ceremoniales, y los látigos,
entonces, flor y fuego galopado ...
Borrachita me voy hacia la capital
Se encabritó en el alba transitoria
la tierra sacudida de cuchillos,
el peón de sus amargas madrigueras
cayó como un elote desgranado sobre
la soledad vertiginosa,
a pedirle al patrón
que me mandó llamar
Zapata entonces fue tierra y aurora.
En todo el horizonte aparecía
La multitud de su semilla armada.
En un ataque de aguas y fronteras
el férreo manantial de Coahuila,
las estelares piedras de Sonora;
todo vino a su paso adelantando,
a su agraria tormenta de herraduras.
Que si se va del rancho
muy pronto volverá
Reparte el pan, la tierra;
Te acompaño.
Yo renuncio a mis párpados celestes,
Yo, Zapata, me voy con el rocío
de las caballerías matutinas,
en un disparo desde los nopales
hasta las casas de pared rosada.
cintitas pá tu pelo no llores por tu Pancho ...
La luna duerme sobre las monturas,
La muerte amontonada y repartida
yace con los soldados de Zapata.
El sueño esconde bajo los baluartes
de la pesada noche su destino,
su incubadora sábana sombría.
La hoguera agrupa el aire desvelado;
grasa, sudor y pólvora nocturna.
... Borrachita me voy para olvidar ...
Pedimos patria para el humillado.
Tu cuchillo divide el patrimonio
y los tiros y corceles amedrentan
los castigos, la barba del verdugo.
La tierra se reparte con un rifle.
No esperes, campesino polvoriento,
después de tu sudor la luz completa
y el cielo parcelado en tus rodillas.
Levántate y galopa con Zapata.
Yo la quise traer dijo que no ...
México, huraña agricultura, amada
tierra entre los oscuros repartida;
de las espaldas del maíz salieron
al sol tus centuriones sudorosos.
De la nieve del Sur vengo a cantarte.
Déjame galopar en tu destino
y llenarme de pólvora y arados.
... Que si habrá de llorar
pa que volver.
El poema siguiente se lo dedica a Sandino, curiosamente ambos son conocidos cono la categoría de "General de hombres".
Canto general es el décimo poemario de Neruda, publicado por primera vez en México, en los Talleres Gráficos de la Nación, en 1950, y que empezó a componer en 1938.
La edición original incluyó ilustraciones de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros; para pagar el costo de la primera edición se abrieron suscripciones.. Hay noticia de otro libro, el Canto general de Chile, que salió de una imprenta mexicana a principios de 1943 en un tiraje de sólo 100 ejemplares que fueron distribuidos entre amigos.
Pablo Neruda Pablo Neruda llegó a la Ciudad de México el 16 agosto de 1940, después de una tranquila travesía por las costas del Pacífico sudamericano a bordo del Rakuyo Maru, un vapor mercante japonés l que descendió en Manzanillo. De ahí se trasladó a Guadalajara y luego, por tren, a la capital del país, sonde asumió el cargo de Cónsul de Chile en México.
Permaneció en el país del 16 de agosto de 1940 al 1o de septiembre de 1943 (este año, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo le otorgó el grado de doctor Honoris Causa).
Regresó a México 10 años después, en 1950. La mayor parte del libro fue escrita entre 1948 y 1949, años en los que Neruda vivió en la clandestinidad, perseguido por el presidente chileno Gabriel González Videla. Terminado el manuscrito, nombró una comisión encargada de editar el libro, formada por María Asúnsolo, Enrique de los Ríos, Wenceslao Roces, Carlos Obregón Santacilia, César Godoy y César Martino.
La primera edición de Canto general es patrimonio documental de la humanidad.
La edición estuvo bajo el cuidado de Miguel Prieto, pintor español y renombrado diseñador gráfico. Las guardas del libro fueron pintadas por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Se imprimieron 500 ejemplares en papel Malinche, de fabricación mexicana. De estos, trescientos fueron firmados por Neruda, Siqueiros y Rivera, y estaban destinados a los suscriptores que habían pagado por adelantado su ejemplar para financiar la edición, entre ellos los que destacan Manuel Ávila Camacho, Fernando Benítez, Lázaro Cárdenas, Ignacio Chávez, José Iturriaga, Gabriel Figueroa, Carlos Pellicer, Dolores del Río, Jesús Silva Herzog, Paul Eluard, Pablo Picasso y Luis Buñuel, entre muchos otros.
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