Sobre el deporte de criticar la campaña de Xóchitl/ opinión de Leo Zuckermann en Excelsior., se refiere a Silva Herzog.: Una campaña que no camina/
Sheinbaum y Gálvez ante encuesta de nacional en vivienda de Buendía & Márquez para EL UNIVERSAL; el 48% de los entrevistados manifiesta que si hoy fuera la elección votaría por Morena, Xóchitl obtiene 24% y Samuel 8%.
-“La verdad lo vemos difícil porque allá (XG) no hay proyecto, hay un cúmulo de interés que los unen, si ustedes leen lo que presentaron como Proyecto de Nación, no tiene nada, está totalmente vacío. Son una tienda de disfraces porque en realidad toman cosas de nuestro movimiento”, señaló.
En tanto, Xóchitl expuso que los números muestran que ha tenido un avance respecto a la encuesta publicada porEl Universal el pasado 4 de octubre; “Yo gano cuatro puntos, lo cual está muy bien en mi estrategia, Claudia pierde dos, me jalo seguramente dos de indecisos”, destacó.
“Subí un 5% en conocimiento y 4% en preferencias, esa es la estrategia, entre más me conozcan, más me van a preferir”, aseguró.
Dijo que va a respetar las encuestas, aunque no le sean favorables.
¿Es remontable está diferencia?, se le cuestionó.
“Absolutamente, si no, pregúntenle a Milei, que no comparto su ideología, pero todo mundo decía que iba a perder y ganó”, dijo.
#
Sobre el deporte de criticar la campaña de Xóchitl/Leo Zuckermann
EXCELSIOR...
Ya se volvió deporte criticar la campaña de Xóchitl Gálvez en la opinión publicada.
¿En serio va tan mal como lo reportan tantos analistas?
Xóchitl está arrancando la campaña en segundo lugar en la competencia presidencial, muy alejada del primer sitio que ocupa Claudia Sheinbaum. La candidata del oficialismo le saca una ventaja de dos a uno a la opositora. En números redondos, Claudia tiene un 60% de la intención de voto y Xóchitl un 30 por ciento.
El primer problema es que Gálvez todavía es desconocida por un 45% de la población, de acuerdo a la encuesta de Buendía & Márquez publicada ayer en El Universal. Este sondeo en vivienda se levantó cuando apenas estaban saliendo al aire los spots de radio y televisión. Vamos a ver qué tanto le ayudan estos anuncios para darse a conocer, porque vaya que le urge.
Un segundo problema es que, entre la gente que la conoce, tiene más opiniones negativas (23%) que positivas (20%). Su saldo de opinión es de menos tres (los datos son también de la encuesta de Buendía & Márquez). Es lógico. Gracias a López Obrador, Xóchitl dio un gran brinco en el reconocimiento de su nombre, pero fue un arma de doble filo, ya que el Presidente le endilgó una serie de atributos negativos que afectaron su imagen.
Así que no sólo le urge darse a conocer, sino posicionarse con cualidades positivas.
Los dos primeros problemas se resuelven con una buena campaña. Tengo la impresión de que ya van retrasados en ese equipo. Les falta una historia que contar, más allá de la biografía de la candidata, que es una de sus grandes fortalezas. Ésta no alcanza para convencer al electorado porque, al final del día, al ciudadano hay que responderle la lógica pregunta: “¿Y yo por qué tengo que votar por ti?”.
Claro, nuestra estúpida ley electoral no ayuda nada a contestar este cuestionamiento básico porque, absurdamente, los candidatos no pueden hablar de propuestas en este momento. Hágame el favor. Sin embargo, con las sempiternas simulaciones mexicanas, siempre puede dársele la vuelta a la ley. Es cosa de buscarle.
El chiste es encontrar una narrativa atractiva para los segmentos que podrían votar por la oposición. Definir qué va a vender la candidata (miedo, enojo o esperanza) y con qué mensaje. Si ella va a ser la protagonista de la historia, quién será su antagonista.
Las encuestas demuestran que en México existe un ánimo mayoritario a favor de la continuidad. Esto, desde luego, favorece a la candidata oficialista, quien, precisamente, está proponiendo eso. A la opositora le genera un reto de, por un lado, hablar de cambio para asegurar que vayan a votar los electores insatisfechos pero, por el otro, atraer a indecisos que no están del todo malhumorados con el gobierno actual.
Lo que quiero decir es que, además de administrar los tremendos problemas de una coalición de partidos que se odiaban a muerte hace unos años, Xóchitl debe tejer muy fino para desarrollar una estrategia exitosa que le permita remontar la diferencia que trae con Claudia.
Y rápido porque se le está yendo el tiempo.
Para alcanzar a Sheinbaum, Gálvez necesita crecer 1.2 puntos porcentuales por semana de aquí a las elecciones del dos de junio del año que viene.
¿Se puede?
Claro que sí, pero se requiere una campaña eficaz de aire, es decir, spots de radio y televisión que convenzan a la gente de por qué hay que votar por ella.
El reto es todavía mayor si se toma en cuenta la inclusión de Samuel García en la boleta. El neoleonés está ahí para quitarle votos a Xóchitl. Su objetivo es dividir el voto opositor y, en el mejor escenario, incluso arrebatarle a Gálvez el segundo lugar en la contienda. Su mensaje actual, de hecho, es que él ya rebasó a Xóchitl y está siendo validado por encuestas patito de corte propagandístico (ayer salió una en un medio impreso de la Ciudad de México). Así que, además de enfrentar a Claudia, Xóchitl tiene que sacudirse a Samuel.
Viéndolo todo en conjunto, está difícil para la candidata del frente opositor. Son de esos desafíos que sólo profesionales en diseñar y ejecutar campañas electorales pueden enfrentar. Un equipo de estrategas, encuestadores, creativos y publicistas que segmenten al electorado y encuentren los mensajes que motiven a comprar el producto, en este caso, votar por Xóchitl.
El tiempo apremia. Además, con nuestra estúpida ley, tendremos un receso en las campañas entre el 18 de enero y el primero de marzo.
No está nada fácil para Xóchitl. Pero lo peor sería tirar la toalla y admitir que este arroz ya se coció, como argumentan algunos miembros de la comentocracia que así lo desean.
X: @leozuckermann
#
Una campaña que no camina/Jesús Silva-Herzog Márquez
REFORMA, 27 de noviembre de 2023
La campaña de Xóchitl Gálvez no camina. Desde que se hizo sorpresivamente de la candidatura presidencial, no ha dado un solo paso. Rebasó a todos los candidatos que tenían el sello de partido con un discurso que podía trascender las etiquetas; se impuso sobre quienes tenían un discurso doctrinario con una carta de pragmatismo. Puso frente al país su trayectoria personal, buenos reflejos y humor. Palacio Nacional se encargó del lanzamiento. La agresión del Presidente encontró en Gálvez a una mujer que lo encaró con gracia y firmeza. Pero parece que eso fue hace años. Desde que los tres partidos la convirtieron en su apuesta para la Presidencia, Xóchitl Gálvez interrumpe su irrelevancia con tropiezos. Cuando ya nos hemos olvidado de ella, irrumpe en el escenario con alguna torpeza.
Sus promotores invocan una y otra vez las mismas excusas. Dicen que la campaña no ha empezado formalmente, que la elección está todavía muy lejos, y que Gálvez enfrenta una elección de Estado. Lo cierto es que se acumulan las semanas y la candidata del frente opositor no sube la pendiente. No hay encuesta de opinión que advierta que Gálvez acorta la distancia. Desde que fue nombrada candidata, no ha tenido una sola semana buena. Xóchitl Gálvez es la candidata del frente opositor, pero no se ha convertido en la dirigente de la oposición. La vemos asistir, a veces con notoria incomodidad a los eventos de los partidos que la respaldan, pero no escuchamos en ella directriz que discipline o que coordine a los aliados. La órbita de la candidata no incide ni pretende incidir en la dinámica de los partidos. Gálvez ha hecho pública su nulidad como dirigente de la coalición. Hace poco imploraba a los partidos que la apoyan para que se pusieran de acuerdo en las candidaturas, como si ella fuera una observadora distante de lo que se hace en el territorio extranjero de su coalición.
Encontrarle cuadratura a la alianza era el gran desafío de Xóchitl Gálvez. No era sencillo, pero era una labor obvia e indispensable. El despegue de su candidatura tenía un requisito previo: darle sentido a la coalición, definir sus pautas básicas, proyectar un mensaje seductor que superara las diferencias. Ser ungida como candidata del frente no era suficiente. A Xóchitl Gálvez correspondía la tarea de afianzar una plataforma opositora. Esa era su tarea en los meses previos al inicio formal de la contienda. No parece que haya trabajado en ello o que se hubiera propuesto atender esa exigencia inicial. Lo que pase en los partidos, parece haber pensado, no es asunto mío. En la raíz está un mal entendimiento de su responsabilidad política en esta coyuntura. Pretendiéndose superior a las rivalidades de los partidos, imaginó que podría hacer campaña flotando por encima de ellos. Usar su sello para la boleta y desentenderse de sus procesos.
Que le falta equipo a la candidata del frente es algo que está a la vista de todos. La pregunta no es si ha habido retraso en la formación de su cuarto de guerra, sino si la impulsividad de su estilo rechaza la colaboración. Si hacemos caso a Maquiavelo, el error político más frecuente es pensar que lo funcionó ayer, seguirá funcionando hoy. Que la estrategia que explica la victoria en el juego pasado, debe repetirse en los juegos por venir. Gálvez se impuso por silvestre. Por su espontaneidad, por la agilidad de sus reflejos, por su lenguaje. No ganó por representar a un grupo sólido, ni por la ambición de sus ideas, ni por su trayectoria pública. Ganó por su historia de vida y por su reacción ante el hostigamiento presidencial. Entiendo que el relato de su vida debe seguir siendo parte de su estrategia, pero me parece claro que ese cuento, sin el empaque de una visión de futuro y sin la firmeza de un equipo profesional es insuficiente.
Tal vez tienen razón los promotores de Gálvez al recordar que la elección está todavía lejos y que la política está llena de sorpresas. Pero el tiempo corre y en ese frente que antes era amplio y ahora es título de una telenovela no hay muchas señales de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario