Dice Moisés Naím, en un reciente artículo (EL PAÍS, 16/03/2008); que a primera vista, Eliot Pitcher ex gobernador del Estado de Nueva York y Klaus Zumwinkel el ex presidente de la empresa alemana Deutsche Post no tienen mucho en común, pero en el fondo sí, ambos “cayeron estrepitosamente de las alturas del poder casi al mismo tiempo y por la misma razón: blanqueo de dinero.”
Claro que el escándalo que produjo la caída del exgobernador tuvo que ver debido a que él era el asiduo cliente # 9 del Club Emperador VIP. Pero el origen se debió a una investigación en el sistema financiero de EE UU para rastrear varias transacciones que estaban a nombre de empresas que no tenían actividades comerciales, pero que le servían de fachada a alguien; la investigación reveló que ese alguien no era ni un narcotraficante ni un terrorista: era el gobernador Eliot Spitzer.
Claro que el escándalo que produjo la caída del exgobernador tuvo que ver debido a que él era el asiduo cliente # 9 del Club Emperador VIP. Pero el origen se debió a una investigación en el sistema financiero de EE UU para rastrear varias transacciones que estaban a nombre de empresas que no tenían actividades comerciales, pero que le servían de fachada a alguien; la investigación reveló que ese alguien no era ni un narcotraficante ni un terrorista: era el gobernador Eliot Spitzer.
¡Nada menos que el ex fiscal general que arrestó a la familia Gambino uno de los cinco grupos de delincuencia organizada vinculados a la Cosa Nostra!
A Klaus Zumwinkel le pasó algo parecido, aunque renuncio debido a una investigación de servicio secreto alemán (el BND). El BND pagó 4,2 millones de euros por varios DVDs robados al LGT Bank, el mayor banco de Liechtenstein, propiedad de la familia de los príncipes de ese país. Los compactos contenían los nombres de los 1,400 clientes del banco LGT que escondían allí sus fortunas para evadir impuestos en sus países y Zumwinkel era uno de ellos.
Tampoco el quid del asunto era lavado de dinero sino simplemente evasión fiscal. Y el golpe no es propiamente a Liechstenstein, sino a los bancos suizos.
Y es que no es un asunto de ilegalidad. Hoy día en ese país la evasión de impuestos no se considera delito.
Pero la información contenida en los compactos ha provocado un gran escándalo en Alemania; la opinión pública ha reaccionad crispada al ver cómo los más ricos no sólo ganan mucho dinero sino que, además, se las arreglan para no pagar o pagar pocos impuestos. Dice Naím que las “autoridades, tanto alemanas como de otros países, han estado utilizando la información de los DVDs y otras fuentes para investigar y encarcelarlos, pero sobre todo para cobrar lo que los evasores le deben al fisco. También se han generado fuertes presiones para endurecer las normativas europeas sobre la evasión fiscal y obligar a países como Liechtenstein, Mónaco y Andorra a acatarlas.”
Pero el asunto ahora es cuestionar la legalidad, no del hecho sino de la forma en que se obtuvo la información. Ese es el quid.
Lavado de dinero, ¿infalible?
¡NO!
A países como a EE UU le costó trabajo entrarle al tema a fondo pero lo consigueron y fue gracias a los hechos del 11 de septiembre de 2001, cuando los expertos en seguridad nacional le quitaron la batuta a los expertos del Departamento del Tesoro.
Y en efecto, el 11-S levó a elaborar una legislación mucho más estrictas de control y seguimiento de los movimientos internacionales de capital; leyes que fueron rápidamente aprobadas tanto en EE UU como en muchos otros países, “creando así el sistema más ambicioso que jamás ha existido para supervisar la manera de cómo se mueve el dinero por el mundo.”, dice el director de Foreign PolicyPero, precisa Naím que el sistema mundial contra el blanqueo de dinero que resultó de la reacción al 11- es excesivamente oneroso y complicado.
Señala que tampoco funciona muy bien. Dice que a Ted Truman y Peter Reuter, dos reconocidos expertos, dedicaron cuatro años a evaluar rigurosamente el sistema antilavado de dinero vigente. Su conclusión es que si bien a los blanqueadores de dinero se les ha hecho la vida más difícil, quienes tienen incentivos y recursos para esconder fondos aún cuentan con infinitas posibilidades para hacerlo, y los riesgos de ser detectados son relativamente bajos.”
En efecto, hoy día, también se puede lavar dinero pero cuesta más que antes del 11-S.
Liechstenstein, ¿ paraíso de lavado?¿Mmm No necesariamente!
Dice un reportaje de El País realizado por Lola Galan, que el Principado es un paraíso fiscal que gestiona unos 160,000 millones de euros de clientes anónimos, gracias al más exitoso de los productos locales, las fundaciónes que en los últimos años han crecido como hongos. Hay más de 50,000 en un país de 35,000 habitantes.
Además, en esa parte del mundo hay quince bancos locales, diez de ellos sucursales de grandes entidades suizas y austriacas. Y se puede si ningún problema crear fundaciones, guardar en secreto el nombre del titular que depositó los fondos y por tanto evadir al fisco.
En ese país los impuestos son bajos y las leyes muy permisivas. De hecho la permisividad y tolerancia se concentra en no preguntar por el origen del dinero que llega a sus entidades financieras.
Con mucha elegancia el magistrado emérito español José Antonio Martín Pallín, comenta que el verdadero paraíso terrenal no está en el cielo está en Liechtenstein.
Agrega el magistrado en un artículo en EL PERIÓDICO ( 16/03/2008) que “las conductas que están siendo investigadas en Alemania constituyen un inmenso fraude delictivo que perjudica a sociedades diversas y que pone en peligro la estabilidad de los sistemas de asistencia y de protección social al sustraer a los erarios públicos cantidades que deberían tributar.”
Comenta que “La intensidad y gravedad del impacto delictivo es de tal naturaleza que, utilizando los parámetros que señala el Código Penal (español) para medir la gravedad del hecho delictivo y su impacto sobre la paz social, podríamos situarlo en la escala máxima, equiparable a los crímenes de terrorismo y cualquier otra forma de desestabilización social, moral y ética.”
Es una opinión respetable, pero ¿Y en México como estamos?
A Klaus Zumwinkel le pasó algo parecido, aunque renuncio debido a una investigación de servicio secreto alemán (el BND). El BND pagó 4,2 millones de euros por varios DVDs robados al LGT Bank, el mayor banco de Liechtenstein, propiedad de la familia de los príncipes de ese país. Los compactos contenían los nombres de los 1,400 clientes del banco LGT que escondían allí sus fortunas para evadir impuestos en sus países y Zumwinkel era uno de ellos.
Tampoco el quid del asunto era lavado de dinero sino simplemente evasión fiscal. Y el golpe no es propiamente a Liechstenstein, sino a los bancos suizos.
Y es que no es un asunto de ilegalidad. Hoy día en ese país la evasión de impuestos no se considera delito.
Pero la información contenida en los compactos ha provocado un gran escándalo en Alemania; la opinión pública ha reaccionad crispada al ver cómo los más ricos no sólo ganan mucho dinero sino que, además, se las arreglan para no pagar o pagar pocos impuestos. Dice Naím que las “autoridades, tanto alemanas como de otros países, han estado utilizando la información de los DVDs y otras fuentes para investigar y encarcelarlos, pero sobre todo para cobrar lo que los evasores le deben al fisco. También se han generado fuertes presiones para endurecer las normativas europeas sobre la evasión fiscal y obligar a países como Liechtenstein, Mónaco y Andorra a acatarlas.”
Pero el asunto ahora es cuestionar la legalidad, no del hecho sino de la forma en que se obtuvo la información. Ese es el quid.
Lavado de dinero, ¿infalible?
¡NO!
A países como a EE UU le costó trabajo entrarle al tema a fondo pero lo consigueron y fue gracias a los hechos del 11 de septiembre de 2001, cuando los expertos en seguridad nacional le quitaron la batuta a los expertos del Departamento del Tesoro.
Y en efecto, el 11-S levó a elaborar una legislación mucho más estrictas de control y seguimiento de los movimientos internacionales de capital; leyes que fueron rápidamente aprobadas tanto en EE UU como en muchos otros países, “creando así el sistema más ambicioso que jamás ha existido para supervisar la manera de cómo se mueve el dinero por el mundo.”, dice el director de Foreign PolicyPero, precisa Naím que el sistema mundial contra el blanqueo de dinero que resultó de la reacción al 11- es excesivamente oneroso y complicado.
Señala que tampoco funciona muy bien. Dice que a Ted Truman y Peter Reuter, dos reconocidos expertos, dedicaron cuatro años a evaluar rigurosamente el sistema antilavado de dinero vigente. Su conclusión es que si bien a los blanqueadores de dinero se les ha hecho la vida más difícil, quienes tienen incentivos y recursos para esconder fondos aún cuentan con infinitas posibilidades para hacerlo, y los riesgos de ser detectados son relativamente bajos.”
En efecto, hoy día, también se puede lavar dinero pero cuesta más que antes del 11-S.
Liechstenstein, ¿ paraíso de lavado?¿Mmm No necesariamente!
Dice un reportaje de El País realizado por Lola Galan, que el Principado es un paraíso fiscal que gestiona unos 160,000 millones de euros de clientes anónimos, gracias al más exitoso de los productos locales, las fundaciónes que en los últimos años han crecido como hongos. Hay más de 50,000 en un país de 35,000 habitantes.
Además, en esa parte del mundo hay quince bancos locales, diez de ellos sucursales de grandes entidades suizas y austriacas. Y se puede si ningún problema crear fundaciones, guardar en secreto el nombre del titular que depositó los fondos y por tanto evadir al fisco.
En ese país los impuestos son bajos y las leyes muy permisivas. De hecho la permisividad y tolerancia se concentra en no preguntar por el origen del dinero que llega a sus entidades financieras.
Con mucha elegancia el magistrado emérito español José Antonio Martín Pallín, comenta que el verdadero paraíso terrenal no está en el cielo está en Liechtenstein.
Agrega el magistrado en un artículo en EL PERIÓDICO ( 16/03/2008) que “las conductas que están siendo investigadas en Alemania constituyen un inmenso fraude delictivo que perjudica a sociedades diversas y que pone en peligro la estabilidad de los sistemas de asistencia y de protección social al sustraer a los erarios públicos cantidades que deberían tributar.”
Comenta que “La intensidad y gravedad del impacto delictivo es de tal naturaleza que, utilizando los parámetros que señala el Código Penal (español) para medir la gravedad del hecho delictivo y su impacto sobre la paz social, podríamos situarlo en la escala máxima, equiparable a los crímenes de terrorismo y cualquier otra forma de desestabilización social, moral y ética.”
Es una opinión respetable, pero ¿Y en México como estamos?
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