Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
El caso Creel y la lucha por el PAN
El caso Creel y la lucha por el PAN
Publicado en Excelsior, 18/06/2008;
La designación de los coordinadores parlamentarios del PAN es una atribución de su presidente nacional. La norma puede ser controvertida, pero la intención de ella es colocar en la misma línea a los grupos parlamentarios con la dirección del partido. En uso de esas atribuciones, Germán Martínez, en una decisión que no puede haber sido inconsulta, decidió, la semana pasada, reemplazar a Santiago Creel de la coordinación de los senadores del PAN.
Lo que llama la atención es que buena parte de quienes han salido a apoyar a Creel son los mismos que apenas días atrás lo criticaban o quienes se vieron beneficiados por errores de operación (cuando menos así se les considera desde la dirección del PAN) del ex coordinador. Nada tiene que ver lo sucedido con la relación de Santiago con las televisoras o con los avatares de su vida personal, aunque ello pudiera estar en la balanza. Tampoco con alguna encuesta de popularidad de cara a 2012 (al menos, en el caso del calderonismo, la búsqueda de esa candidatura no se planteará sino hasta que concluya 2009 y Calderón es consciente de que, cuando comenzó su carrera por la Presidencia no era conocido por más de 6% de la población). La diferencia real, profunda, pasa por un tema mucho más delicado: el perfil y la ubicación como partido político de Acción Nacional y la lucha por el control de éste.
Independientemente de la eficiencia en su accionar e incluso de sus posiciones personales, muchas veces liberales, lo cierto es que Santiago ha seguido muy cerca de los sectores más conservadores del PAN, alineados en torno a Manuel Espino y el ex presidente Vicente Fox. Pero, también, un hombre de contradicciones, buena parte de sus acuerdos legislativos con el PRD, como la consulta de casi tres meses cuando ya existía uno con el PRI para realizar la misma durante un periodo más corto, se efectuaron sin consensos previos con el Ejecutivo y la dirección del partido. Como sucede con Espino, la derecha extrema en el panismo parece estar confluyendo con sectores del PRD, quizá no en otros capítulos, pero sí en uno clave que les interesa por distintas razones: boicotear todo lo posible al gobierno de Felipe Calderón y tratar de impedir lo que es uno de los mayores objetivos políticos de éste: mover al PAN hacia el centro, hacia posiciones liberales en política, economía y sociedad. Y lo que busca la derecha panista es hacer con el gobierno una operación, en sentido contrario, aun cuando similar, a la que en su momento realizó Calderón, de colocarse como una opción de gobierno dentro del PAN, en este caso enfrentada al calderonismo.
En ese sentido, Creel era y sigue siendo la única carta que esos sectores panistas pueden presentar de cara al futuro, aunque cualquier análisis desapasionado demostraría que sería un candidato por lo menos endeble, vulnerable. Y lo es, por encima de sus talentos, que los tiene, pues resulta profundamente contradictorio a la hora de tomar decisiones: en Gobernación jugó a no apoyar medidas de mano dura, pero, por otra parte, perdió el control del país y de la situación; en el proceso interno del PAN, se basó en el apoyo de Vicente Fox para imponer primero a Manuel Espino y luego tratar de deshacerse de sus competidores, sin embargo, terminó sin comprender a su partido y fue arrollado por Calderón, a quien trató de bloquearle sus espacios en medios por la vía del apoyo a las televisoras. Pero cuando fue derrotado se volcó contra ellas y quedó mal con todos. La historia de esas contradicciones podría continuar, mas lo cierto es que eso lo hizo poco confiable para un gobierno, como el de Calderón, que, con aciertos y errores, ha hecho de la lealtad y la confiabilidad personal un eje de integración y articulación. Y en su accionar a lo largo de más de año y medio, la relación de Creel con el presidente Calderón no mejoró, sino siguió deteriorándose. Y finalmente estalló la semana pasada, por la disconformidad sobre el manejo de la agenda gubernamental y la partidaria en el Senado.
El tema es delicado porque en 2009 no hay renovación de senadores, éstos continúan hasta 2012 en sus puestos y, en la Cámara alta, el antecesor de Germán Martínez colocó a muchos de sus partidarios para fortalecer sus posiciones. Santiago Creel fue designado coordinador por Espino y no hubo consulta previa con el presidente Calderón. El equipo más cercano de Creel no se abrió a la participación de calderonistas y, en las últimas semanas, el desempeño público en torno a la reforma petrolera había dejado profundamente insatisfechos a la dirigencia del partido y al gobierno. Y comenzaron a surgir las dudas de si se trataba de diferencias de opinión o de una operación política de más largo plazo. Coincidió con una reaparición de Espino y sus declaraciones sobre la estrategia de seguridad del gobierno, que constituían una ruptura con el calderonismo. Y volvió a hablarse de la posibilidad de que la derecha panista pueda buscar construir para el futuro (no con miras a 2009 sino a 2012) una expresión política propia. Por ello, esa corriente necesita fortalecer sus posiciones en el Congreso, porque las está perdiendo en los estados y en 2009 sus posibilidades se verán seriamente afectadas si se consolida la corriente calderonista.
Quitar a Creel de la coordinación era, entonces, una exigencia política en la búsqueda, incluso tardía, de homogeneizar las cosas en el partido, moverlo al centro y ser menos vulnerables a las amenazas de la derecha, de escindirse. El proceso, por supuesto, no comienza ni concluye con el reemplazo de Creel. Vienen esta semana los cambios en el Comité Ejecutivo, con la incorporación de Juan Ignacio Zavala y Rogelio Carbajal, y va a seguir con mayores movimientos en el futuro, porque el gobierno sabe que en 2009 deberá dar una batalla vital para su porvenir.
Lo que llama la atención es que buena parte de quienes han salido a apoyar a Creel son los mismos que apenas días atrás lo criticaban o quienes se vieron beneficiados por errores de operación (cuando menos así se les considera desde la dirección del PAN) del ex coordinador. Nada tiene que ver lo sucedido con la relación de Santiago con las televisoras o con los avatares de su vida personal, aunque ello pudiera estar en la balanza. Tampoco con alguna encuesta de popularidad de cara a 2012 (al menos, en el caso del calderonismo, la búsqueda de esa candidatura no se planteará sino hasta que concluya 2009 y Calderón es consciente de que, cuando comenzó su carrera por la Presidencia no era conocido por más de 6% de la población). La diferencia real, profunda, pasa por un tema mucho más delicado: el perfil y la ubicación como partido político de Acción Nacional y la lucha por el control de éste.
Independientemente de la eficiencia en su accionar e incluso de sus posiciones personales, muchas veces liberales, lo cierto es que Santiago ha seguido muy cerca de los sectores más conservadores del PAN, alineados en torno a Manuel Espino y el ex presidente Vicente Fox. Pero, también, un hombre de contradicciones, buena parte de sus acuerdos legislativos con el PRD, como la consulta de casi tres meses cuando ya existía uno con el PRI para realizar la misma durante un periodo más corto, se efectuaron sin consensos previos con el Ejecutivo y la dirección del partido. Como sucede con Espino, la derecha extrema en el panismo parece estar confluyendo con sectores del PRD, quizá no en otros capítulos, pero sí en uno clave que les interesa por distintas razones: boicotear todo lo posible al gobierno de Felipe Calderón y tratar de impedir lo que es uno de los mayores objetivos políticos de éste: mover al PAN hacia el centro, hacia posiciones liberales en política, economía y sociedad. Y lo que busca la derecha panista es hacer con el gobierno una operación, en sentido contrario, aun cuando similar, a la que en su momento realizó Calderón, de colocarse como una opción de gobierno dentro del PAN, en este caso enfrentada al calderonismo.
En ese sentido, Creel era y sigue siendo la única carta que esos sectores panistas pueden presentar de cara al futuro, aunque cualquier análisis desapasionado demostraría que sería un candidato por lo menos endeble, vulnerable. Y lo es, por encima de sus talentos, que los tiene, pues resulta profundamente contradictorio a la hora de tomar decisiones: en Gobernación jugó a no apoyar medidas de mano dura, pero, por otra parte, perdió el control del país y de la situación; en el proceso interno del PAN, se basó en el apoyo de Vicente Fox para imponer primero a Manuel Espino y luego tratar de deshacerse de sus competidores, sin embargo, terminó sin comprender a su partido y fue arrollado por Calderón, a quien trató de bloquearle sus espacios en medios por la vía del apoyo a las televisoras. Pero cuando fue derrotado se volcó contra ellas y quedó mal con todos. La historia de esas contradicciones podría continuar, mas lo cierto es que eso lo hizo poco confiable para un gobierno, como el de Calderón, que, con aciertos y errores, ha hecho de la lealtad y la confiabilidad personal un eje de integración y articulación. Y en su accionar a lo largo de más de año y medio, la relación de Creel con el presidente Calderón no mejoró, sino siguió deteriorándose. Y finalmente estalló la semana pasada, por la disconformidad sobre el manejo de la agenda gubernamental y la partidaria en el Senado.
El tema es delicado porque en 2009 no hay renovación de senadores, éstos continúan hasta 2012 en sus puestos y, en la Cámara alta, el antecesor de Germán Martínez colocó a muchos de sus partidarios para fortalecer sus posiciones. Santiago Creel fue designado coordinador por Espino y no hubo consulta previa con el presidente Calderón. El equipo más cercano de Creel no se abrió a la participación de calderonistas y, en las últimas semanas, el desempeño público en torno a la reforma petrolera había dejado profundamente insatisfechos a la dirigencia del partido y al gobierno. Y comenzaron a surgir las dudas de si se trataba de diferencias de opinión o de una operación política de más largo plazo. Coincidió con una reaparición de Espino y sus declaraciones sobre la estrategia de seguridad del gobierno, que constituían una ruptura con el calderonismo. Y volvió a hablarse de la posibilidad de que la derecha panista pueda buscar construir para el futuro (no con miras a 2009 sino a 2012) una expresión política propia. Por ello, esa corriente necesita fortalecer sus posiciones en el Congreso, porque las está perdiendo en los estados y en 2009 sus posibilidades se verán seriamente afectadas si se consolida la corriente calderonista.
Quitar a Creel de la coordinación era, entonces, una exigencia política en la búsqueda, incluso tardía, de homogeneizar las cosas en el partido, moverlo al centro y ser menos vulnerables a las amenazas de la derecha, de escindirse. El proceso, por supuesto, no comienza ni concluye con el reemplazo de Creel. Vienen esta semana los cambios en el Comité Ejecutivo, con la incorporación de Juan Ignacio Zavala y Rogelio Carbajal, y va a seguir con mayores movimientos en el futuro, porque el gobierno sabe que en 2009 deberá dar una batalla vital para su porvenir.
Nadar sin salvavidas/Jorge Chabat
Publicado en El Universal, 18 de junio de 2008;
La historia política de Santiago Creel es muy peculiar. Después de ser consejero del IFE y diputado plurinominal, en el 2000 decide volar por sí solo y compite por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, la cual pierde frente a López Obrador.
Curiosamente, como premio a su derrota es nombrado secretario de Gobernación por el presidente Fox. Después de cinco años en el cargo, en el cual tiene el peor desempeño del que se tenga memoria en un inquilino de Bucareli, se lanza a competir por la candidatura presidencial del PAN con la bendición de Fox y del presidente panista Manuel Espino. Sin embargo, a pesar de la cargada de Los Pinos en su favor, pierde de manera abrumadora frente a Felipe Calderón. Curiosamente, otra vez Fox lo premia, entonces con una senaduría plurinominal y con la jefatura de la bancada panista en el Senado.
Tenemos pues, la historia de un político con suerte que es rescatado una y otra vez de sus derrotas por los poderosos de la política. Y, en esa lógica, muchos llegaron a pensar que podría competir una vez más por la Presidencia de la República, de la mano de la diosa fortuna. Es por ello, quizá, que su remoción como coordinador de la bancada panista en el Senado ha desatado una amplia serie de especulaciones.
La lista de explicaciones sobre la remoción de Creel como jefe de los senadores panistas es larga. Va desde el mal manejo de los debates-monólogos en torno a la reforma energética hasta su supuesta cercanía con el PRD, pasando, desde luego, por su deseo de ser candidato a la Presidencia, sus conflictos históricos con el presidente Calderón y los conflictos con las televisoras, hasta la exposición de su vida personal en los medios.
Sin embargo, no hay que darle tantas vueltas al asunto. Creel nunca tuvo la confianza de Germán Martínez ni del equipo de Calderón. Ni ahora ni antes. En el pasado por nadar de muertito, por no hacer nada para no afectar su imagen, lo que a la postre fue causa fundamental de su derrota como precandidato presidencial.
Recientemente, porque en su afán de reinventarse no siempre seguía los lineamientos de su partido. De hecho, lo que extraña no es su remoción, sino que ésta se hubiera tardado tanto.
El puesto de Creel en el Senado era una herencia de Fox y de Espino. Es absurdo pensar que se iba a quedar ahí todo el sexenio. Claro, más de alguno pensará que su salida del cargo es injusta. Curiosamente, los que más lo defendieron fueron el PRI y el PRD, quienes seguramente ya se frotaban las manos de gusto pensando que el candidato panista a la grande sería Creel.
Pero no hay nada de injusto en ello. Es parte de los ajustes normales en cualquier partido. En todo caso, lo que sí parece claro es que la fortuna parece haber abandonado a Creel. No se ve ya la mano que lo rescatará de sus errores políticos.
Ahora tendrá que nadar sin salvavidas. Como todos. Como lo hizo Calderón en 2005 para ganar la candidatura panista. Ahora veremos de qué está hecho Santiago Creel.
La historia política de Santiago Creel es muy peculiar. Después de ser consejero del IFE y diputado plurinominal, en el 2000 decide volar por sí solo y compite por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, la cual pierde frente a López Obrador.
Curiosamente, como premio a su derrota es nombrado secretario de Gobernación por el presidente Fox. Después de cinco años en el cargo, en el cual tiene el peor desempeño del que se tenga memoria en un inquilino de Bucareli, se lanza a competir por la candidatura presidencial del PAN con la bendición de Fox y del presidente panista Manuel Espino. Sin embargo, a pesar de la cargada de Los Pinos en su favor, pierde de manera abrumadora frente a Felipe Calderón. Curiosamente, otra vez Fox lo premia, entonces con una senaduría plurinominal y con la jefatura de la bancada panista en el Senado.
Tenemos pues, la historia de un político con suerte que es rescatado una y otra vez de sus derrotas por los poderosos de la política. Y, en esa lógica, muchos llegaron a pensar que podría competir una vez más por la Presidencia de la República, de la mano de la diosa fortuna. Es por ello, quizá, que su remoción como coordinador de la bancada panista en el Senado ha desatado una amplia serie de especulaciones.
La lista de explicaciones sobre la remoción de Creel como jefe de los senadores panistas es larga. Va desde el mal manejo de los debates-monólogos en torno a la reforma energética hasta su supuesta cercanía con el PRD, pasando, desde luego, por su deseo de ser candidato a la Presidencia, sus conflictos históricos con el presidente Calderón y los conflictos con las televisoras, hasta la exposición de su vida personal en los medios.
Sin embargo, no hay que darle tantas vueltas al asunto. Creel nunca tuvo la confianza de Germán Martínez ni del equipo de Calderón. Ni ahora ni antes. En el pasado por nadar de muertito, por no hacer nada para no afectar su imagen, lo que a la postre fue causa fundamental de su derrota como precandidato presidencial.
Recientemente, porque en su afán de reinventarse no siempre seguía los lineamientos de su partido. De hecho, lo que extraña no es su remoción, sino que ésta se hubiera tardado tanto.
El puesto de Creel en el Senado era una herencia de Fox y de Espino. Es absurdo pensar que se iba a quedar ahí todo el sexenio. Claro, más de alguno pensará que su salida del cargo es injusta. Curiosamente, los que más lo defendieron fueron el PRI y el PRD, quienes seguramente ya se frotaban las manos de gusto pensando que el candidato panista a la grande sería Creel.
Pero no hay nada de injusto en ello. Es parte de los ajustes normales en cualquier partido. En todo caso, lo que sí parece claro es que la fortuna parece haber abandonado a Creel. No se ve ya la mano que lo rescatará de sus errores políticos.
Ahora tendrá que nadar sin salvavidas. Como todos. Como lo hizo Calderón en 2005 para ganar la candidatura panista. Ahora veremos de qué está hecho Santiago Creel.
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