El noveno cártel
Ricardo Ravelo
Publicado en Proceso # 1750, 16 de mayo de 2010;
En sólo 13 años, Los Zetas, grupo al que se integraron exmilitares y desertores del Ejército, pasó de ser un apéndice del cártel del Golfo a convertirse en una organización autónoma. Según la DEA, desde enero pasado puede considerársele como el noveno cártel. Ahora, esa organización, dirigida por el hidalguense Heriberto Lazcano, es la mejor armada y tiene influencia en 20 estados del país.
Hacia finales de 1997, el grupo armado de Los Zetas irrumpió en la escena pública como escudo protector del cártel del Golfo y de su líder, Osiel Cárdenas Guillén. Trece años después, con nuevos refuerzos y una diversificación de sus actividades criminales, el llamado “Ejército del Narco” es ya un cártel que lucha con denuedo por el control de una veintena de entidades federativas.
La mayoría de los integrantes de esa organización provenían del Ejército, en particular del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes). En el 97, muchos de ellos habían ingresado a la Procuraduría General de la República (PGR) como refuerzos en la lucha que emprendió el gobierno federal contra el narcotráfico. Pero muy pronto se engancharon en el negocio de las drogas.
Para 2003, año en que fue capturado Osiel Cárdenas, Los Zetas modificaron su esquema de operación, luego de una aguda crisis interna por el control del cártel del Golfo. Superadas las rencillas, las traiciones y el desorden en las operaciones, Eduardo Costilla, El Coss, se convirtió en el nuevo líder, en tanto que el grupo armado empezó a conformar su propia estructura criminal.
Durante los siguientes dos años, El Coss tuvo dos encuentros con Ignacio Nacho Coronel e Ismael El Mayo Zambada, representantes del cártel de Sinaloa. El propósito: sellar una alianza para controlar el tráfico de drogas y conformar un megaconsorcio criminal que pusiera fin a las matanzas al menos en los territorios dominados por ambos grupos criminales, según las averiguaciones previas PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2007 y PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009.
Y aun cuando ese proyecto nunca fue abandonado por el cártel del Golfo –la segunda organización más poderosa después de la de Sinaloa–, en enero pasado la Drug Enforcement Administration (DEA) confirmó que Los Zetas se habían convertido en un nuevo cártel, bien estructurado y con amplio dominio tanto en el Pacífico como en el Golfo de México.
Los informes de inteligencia de la DEA indican que la separación de Los Zetas se debió a sus diferencias con la cúpula del cártel del Golfo por el acercamiento de éste al grupo rival de Sinaloa, así como por sus alianzas con La Familia michoacana y con los jefes del cártel del Milenio, los hermanos Valencia Cornelio, cuyo asiento es el estado de Michoacán.
Hill Glaspy, responsable de la DEA en McAllen, Texas, se refirió al convenio de los capos del Golfo y de Sinaloa en estos términos: “Está bien documentado que el cártel del Golfo ha formado alianzas con el cártel de Sinaloa y La Familia michoacana para emprender una guerra contra Los Zetas”.
Los Zetas rompieron con la cúpula del cártel del Golfo el 8 de enero último, lo que confirma la tesis de la DEA: que los vínculos entre ambas organizaciones criminales estaban sustentados en débiles acuerdos, declaró Glaspy.
Tres meses después del anuncio de la DEA, el 13 de abril, Ramón Pequeño García, jefe de la División Antidrogas de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), confirmó que los cárteles del Golfo y La Familia habían reanudado una vieja alianza. El colaborador de Genaro García Luna no se refirió en ningún momento a la organización de Sinaloa como principal socio del cártel que dirige El Coss.
Un funcionario de la SSP, quien solicitó el anonimato, comenta que la alianza estratégica de la organización del Coss es con la tríada de La Familia, el cártel del Milenio y el de Sinaloa; eso significa, añadió, que “estos grupos sumarán fuerzas para contrarrestar a Los Zetas”.
Esta nueva sociedad motivó que Los Zetas abandonaran Tamaulipas, su histórica base de operaciones, y se afincaran en Nuevo León. Hoy, en ese territorio se agudizaron las ejecuciones debido a las disputas de Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas, y El Coss, jefes emblemáticos del cártel del Golfo, con Heriberto Lazcano, El Lazca, jefe de Los Zetas, y su lugarteniente Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
La separación
La investigación de la Procuraduría General de la República sobre el cártel del Golfo –PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009– asienta que en 2005 Los Zetas adquirieron armas de alto poder como ningún otro grupo lo había hecho. Por esas fechas, añade el documento, dicha organización buscaba su independencia, al tiempo que enfrentaba a sus rivales, incluyendo a los miembros del cártel del Golfo.
Como parte de su estrategia, Los Zetas incorporaron a elementos del Ejército, muchos de ellos desempleados o desertores, y reclutaron en Guatemala a exintegrantes de las tropas de élite de las fuerzas armadas de ese país centroamericano, los ex Kaibiles, como consta en documentos obtenidos por Proceso.
Con vistas a convertirse en el noveno cártel que opera en el territorio nacional (los otros son: el de Tijuana, el de Colima, el de Juárez, el de Sinaloa, el de los hermanos Arellano Félix, el del Golfo, el de Pedro Díaz Parada –cuyo ámbito de influencia está en Oaxaca– y el del Milenio), Los Zetas diversificaron su abanico criminal y ahora obtienen millonarias ganancias no sólo por el trasiego de drogas, sino también por las extorsiones, pues convirtieron el secuestro en gran industria.
Hoy controlan, asimismo, el mercado de la piratería y el tráfico de personas, y cobran “derecho de piso” a comerciantes y a dueños de bares, cantinas y prostíbulos en varias regiones del país.
En marzo de 2009, luego de que la Policía Federal (PF) desarticuló una célula de Los Zetas en Pachuca, Hidalgo, dedicada al secuestro, se comprobó que en las actividades delictivas de ese grupo armado participan incluso mujeres y niños.
Proceso pidió al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) (solicitud 0002200084508) datos para conocer el número de miembros del cártel de Los Zetas y cuáles de ellos provienen del Ejército. Y aunque respondió que no podía atender la petición por considerar que era materia de seguridad nacional, el instituto aportó elementos que permiten entender la evolución de esa organización.
Para el IFAI, el rescate de criminales en los penales de Michoacán, Tamaulipas y Chihuahua, así como el ataque reciente a comandancias de las policías estatal y federal en Coahuila, Tabasco y Sonora deja en claro que “Los Zetas cuentan con la información, logística e infraestructura, independientemente del armamento de alto poder y tecnología de punta de que disponen, para organizar operativos de rescate y ataques de esa magnitud”.
Los Zetas enfrentan a los cuerpos de seguridad sin temor, e incluso han roto los cercos de seguridad en varias ocasiones y han ejecutado “a más de un elemento de seguridad”, dice el IFAI. A esto hay que agregar que los sicarios obtienen información de los expedientes relacionados con el cártel del Golfo, por lo que conocen los nombres de los funcionarios que participan en esas pesquisas.
Y, en alusión a Los Zetas, entre otros, añade el IFAI: “Debemos reconocer que los grupos de delincuencia organizada se encuentran mejor coordinados que en el pasado y que su poder trasciende hasta las más altas esferas del gobierno…”.
La averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/242/2008 indica que Heriberto Lazcano nunca ha dejado de reclutar personal militar y civil para el cártel de Los Zetas. Para el testigo Karem, citado en el documento, El Lazca es todo un capo:
A Lazcano se le vio hace poco tiempo por el rumbo de Ramos Arizpe, Coahuila, muy cerca de Saltillo, donde tiene varios caballos pura sangre que le costaron, cada uno, varios miles de dólares. Le gustan las carreras de caballos. Los asistentes a una carrera que se celebró en esa región fueron testigos de la muerte de uno de sus caballos preferidos, porque le habían dado de tragar mucha cocaína.
Desde que Lazcano se convirtió en el jefe de Los Zetas cambiaron las reglas y las estrategias de operación, según se desprende de la declaración rendida por Mateo Díaz López, El Comandante Mateo, contenida en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/122/2006.
Díaz López declaró que tras la captura de Osiel, El Lazca comenzó a reclutar a desertores del ejército de Guatemala (ex Kaibiles) para capitalizar los secuestros, los homicidios y las extorsiones:
(Luego de) la detención de Osiel hubo muchos problemas dentro de la organización, ya que sus principales líderes, como Eduardo Costilla y Gregorio Sauceda, se desorientaron y querían esconderse, por lo que Lazcano, con clave Z-30, retomó la organización y los calmó.
Para poder sostener una organización con diversos giros, Lazcano generó una nueva estructura, dividida en células regionales especializadas por delitos, denominadas “estacas”, que son grupos de siete personas que operan a nivel municipal; se crearon los halcones o vigías, y se contrataron auditores a todos los miembros de la organización.
También cambiaron las reglas, y así Los Zetas comenzaron a consolidarse como cártel, según El Comandante Mateo:
El número Nextel de Lazcano lo grabé con las letras Md, pero cada vez que detienen a algún miembro de la organización, todos tiramos los teléfonos a la basura y compramos nuevos teléfonos y radios. Junto con la coerción también había incentivos.
Las reuniones de fin de año las realizó (El Lazca) para que todos los que trabajaban para la organización de Los Zetas se conocieran entre ellos; en esas reuniones se pagaban sus aguinaldos, participaban en rifas de casas y automóviles. En ese tipo de reuniones era cuando Heriberto Lazcano designaba al personal que se iba a ir con ellos a las diferentes plazas que tenían a su mando, entre ellas México, D.F., la cual está a cargo de El Rex.
Lo mismo sucedió con la forma de operar del cártel de Los Zetas, según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/014 /2007, que contiene las declaraciones ministeriales de los testigos protegidos identificados como Rufino, Rafael, Gabriel y Geraldin, las cuales permiten conocer que se hace al interior de la organización.
Ellos dijeron que el jefe máximo es Heriberto Lazcano, en una estructura que detallan así:
En el nivel más bajo están quienes son denominados como Halcones, que son los “ojos de la ciudad” o vigilantes; en el siguiente nivel están los encargados de las tiendas o puntos (venta de droga), los de la productividad.
Les siguen los L o Cobras –ayudantes o encargados de dar seguridad a Los Zetas–, quienes andan equipados con un arma larga y una corta. El siguiente nivel, declararon los testigos, es el de Los Zetas Nuevos, exmilitares guatemaltecos que tuvieron entrenamiento especial y que siempre portan las mejores armas largas y cortas, además de granadas, chalecos antibalas y cascos.
Rufino comentó: Son los encargados de entrar a las casas, de revisarlas y de llevar el mando en los operativos. También se encargan de ejecutar a la gente porque suponen que eso les da más fuerza y hace honor a su categoría de nuevos zetas.
Además, según los testimonios, hay reglas establecidas. En caso de presentarse un enfrentamiento, los L o Cobras, por ejemplo, tienen orden de disparar sólo si lo ordenan Los Zetas Nuevos; en el caso de detenciones o levantones, los L son los encargados de esposar a los sujetos y de subirlos a los vehículos, mientras Los Zetas Nuevos dirigen el operativo.
Junto con los ex Kaibiles guatemaltecos, en ese nivel se encuentran algunos miembros del desaparecido Gafes, los más antiguos en esa organización, comentaron los testigos, y aclararon que si bien los Cobras o L son considerados “gente de confianza”, carecen de formación militar, por lo que sólo pueden llegar a ser comandantes. Es el caso de Miguel Treviño, El 40, quien opera en los estados de Nuevo León y Coahuila.
A esta categoría pertenecen también El Comandante Mateo, El Mamito, El Hummer, El Rex, El Caprice, El Tatanka y El Cholo, entre otros. Varios de estos zetas originales están presos o han muerto; los que aún viven se hacen llamar los licenciados, los maestros o los ingenieros, para evitar que se les identifique, declararon los testigos.
Los eslabones
Además de los diferentes niveles y categorías, el encargado (o comandante) de cada plaza cuenta con informantes, un contador y sus sicarios, quienes se encargan de la seguridad personal del comandante.
Por lo que atañe a los informantes, por lo general son personas con conocimientos del lugar donde operan y tiene relaciones con personas del entorno; además, están disponibles las 24 horas del día y dependen directamente del comandante de la plaza.
El contador, por su parte, es el responsable de las finanzas de la organización; es él quien paga los sueldos a los integrantes de la estructura, así como a los servidores públicos que están en contubernio con la organización. Al principal contador del cártel se le conoce como El Comandante Sol, según los testigos Rufino y Karem.
Las actividades criminales de Los Zetas se han diversificado, de acuerdo con el expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2009. Hoy, este cártel domina el tráfico de drogas en 20 estados del país y tiene una alianza con la organización de los hermanos Beltrán Leyva y con el cártel de Tijuana. Sus ingresos provienen también de los secuestros, así como del robo de combustibles de la paraestatal Petróleos Mexicanos, empresa en la que altos funcionarios les ayudan para que realicen sus hurtos.
La indagatoria indica que otra de sus actividades es: …el robo condensado a Pemex, la invasión de terrenos para instalar bombas de robo de gasolina, el robo de autotransportes y la cooptación de funcionarios que trabajan en las aduanas.
Y los testigos agregan:
También se utilizan panteones abandonados para desaparecer a las personas que son asesinadas. Una vez que están muertas las llevamos a uno de esos panteones y las metemos a las tumbas que tienen en las lápidas otros nombres, de esa manera nunca las encuentran.
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