8 ago 2011

Lobsang Sanjay

Lobsang Sanjay tomó  posesión este lunes 8 de agosto de 2011 del cargo de primer ministro del Gobierno tibetano en el exilio, con sede en Dharamsala, ciudad al norte de India.
La Comisión Electoral de la Administración Central Tibetana de Su Santidad el Dalai Lama ha declarado al doctor Lobsang Sangay como el tercer kalon tripa",  ha señalado el comisario jefe electoral, Jampal Thosang, en una rueda de prensa, empleando el título tibetano para el primer ministro.
El abogado y académico de Harvard, fue elegido por la comunidad expatriada en marzo pasado y después de que Tenzin Gyatso -el actual Dalai Lama-, anunciara su retiro como máxima autoridad política. Gyatso empero, seguirá siendo  el guía espiritual.
Sanjay, será el primer líder secular en el cargo y el primero en tener más poder político que el Dalai Lama; sustituye en el cargo a Samdhong Rinpoche.
En la ceremonia de toma de posesión, Sanjay ha jurado seguir la postura del Dalai Lama, el camino medio: buscar mayor autonomía para Tíbet dentro de China. "Estamos listos para negociar con el Gobierno de Pekin a cualquier hora, donde sea", ha anunciado a los cientos de personas congregadas en el templo principal de Dharamsala.
Sanjay ha asegurado que la lucha de su comunidad no es contra la gente de China o el país, sino "contra las duras políticas del régimen en Tíbet que niegan libertad, justicia, dignidad e identidad a los tibetanos".
El abogado ha señalado que "el de Tíbet no es socialismo, es colonialismo. El Gobierno chino en Tíbet es injusto e indefendible".
Hoy Sanjay  fue bendecido por el Dalai tras la ceremonia, también ha prometido continuar con el proyecto de una sociedad secular y democrática.
En su exilio en Dharamsala, el premio Nobel de la Paz ha formado un Gobierno que elige cada cinco años a sus representantes: un primer ministro y un Parlamento de 43 miembros. Aunque están regidos por las leyes de India, tienen jurisdicción sobre la gente, sobre todo, en temas de salud educación, cultura y bienestar social.
Suceder al Dalai Lama es una responsabilidad muy grande para cualquiera, pero creen que es un paso necesario para ir fortaleciendo la administración y la democracia en el exilio, con el fin de prepararse para la muerte del líder religioso.
Una de las mayores incógnitas es si Sanjay será recibido por los mandatarios internacionales, qué imagen se construirá de sí mismo, así como el modo en el que va a enfrentarse a China, y qué relaciones mantendrá con India, sede del Gobierno en el exilio.
El nuevo primer ministro, Lobsang Sangay, tiene 42 años, y  fue electo por 27.051 votos, el 55% del total del electorado.
Se le reconoce su buena preparación, su exposición internacional y su juventud, aunque se le reprocha no tener experiencia en la administración desde el exilio.
Nacido en un asentamiento de refugidado en India en 1968,  obtuvo una beca Fulbright para estudiar en Harvard, donde logró un doctorado en derecho.  Como investigador de la universidad, ha mantenido conversaciones con eruditos chinos y organizó dos encuentros de estos con el Dalai Lama.
La ciudad de Dharamsala - norte de India- es la sede del Gobierno tibetano en el exilio que se formó en 1959, después de que el Dalai Lama huyera de Lhasa tras una frustrada revuelta contra el régimen chino.
Cuestiones de sucesión
El Dalai Lama anunció el pasado marzo que renunciaría a la tradición de cuatro siglos de  poder a favor de un líder elegido de manera popular por la diàspora tibetana. Seguirá siendo un líder espiritual para su pueblo, que le rinde pleitesía como encarnación de la deidad budista de la compasión.
Al ceder sus poderes políticos, el Dalai Lama, de 75 años, ha puesto díficil que China influya en el curso de la independencia tras su muerte, según sostienen los analistas. "El Dalai Lama está muy contento (...) ya que considera que la gente ha tomada parte activa en el proceso de elección", ha señalado a Reuters un miembro de la administración central tibetana.
El Gobierno chino sostiene que debe aprobar todas las reencarnaciones de los Budas vivos, o las figuras religiosas destacadas del budismo tibetano. Y añade que China también tiene que dar el visto bueno a la elección del próximo Dalai Lama.
Los tibetanos temen que China utilice la espinosa cuestión de la sucesión del Dalai Lama para dividir el movimiento, con un nuevo Lama nombrado por los exiliados y otro por China tras su muerte. China, que considera al Dalai Lama un peligroso separatista responsable de agitar la revuelta en el Tíbet, ha tildado de "truco" la decisión del líder.

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