14 may 2012

Otro presunto culpable; una raya más al tigre. Mmm.


¿Y la reparación del daño?
Estuvo preso 5 años ...por confusión de AFI
Reportaje Abel Barajas en Reforma, 13-May-2012
Pedro Hernández Hernández permaneció cinco años en prisión por un delito que no cometió.
Fue acusado por la PGR de pertenecer a un grupo de secuestradores que mutilaba a sus víctimas. Pero lo cierto es que la AFI lo confundió con un homónimo.
Causa penal 73/2006 del Juzgado Noveno de Distrito en materia penal del DF.
Un juez federal-sin más-  lo procesó por el delito de secuestro; años después –noviembre de 2011-el juez federal Víctor Aucencio Romero lo absuelve al comprobarse que no es el plagiario acusado.
Fue clave el apoyo de Rosa Sánchez Soto, defensora pública federal, quien solicitó los careos de Hernández con los secuestradores: Ninguno dijo conocer al hidalguense detenido.
Mmm. Una raya más al tigre…


Yo secuestrador? No, soy un albañil/Abel Barajas, reportero.
Reforma, 13-May-2012
Pedro Hernández Hernández, un albañil de la Huasteca hidalguense, tuvo la mala suerte de ser el homónimo de un integrante de una banda de secuestradores que mutilaba a sus víctimas, y ello le costó pasar más de cinco años en prisión.
El infortunio de este hombre de 41 años empezó el 8 de octubre de 2006, cuando al salir de la fábrica de abrasivos donde trabajaba, en la Delegación Iztapalapa, unos ladrones intentaron asaltarlo cuando viajaba en su Volkswagen Sedan.
Pedro, un tipo de estatura baja pero corpulento, les quitó el bastón de seguridad a sus asaltantes y les dio una paliza.
"Ellos pensaron que era una palomita, pero la verdad es que tengo demasiada fuerza. Les pegué a los dos y defendiéndome los lastimé, y sobre eso me llevaron a la delegación, pero como una persona se dañó el ojo por el bastón, se lo llevaron a Xoco, y de allí me ingresaron al Reclusorio Oriente", recuerda.
Hernández fue consignado por lesiones y aunque tuvo el derecho a la libertad provisional, con el pago de una fianza de 42 mil pesos, no pudo salir de prisión, ya que no contaba con esa cantidad. Tuvo que esperar a que su esposa comenzara a vender las pocas pertenencias que tenían para pagar su salida de prisión.
Trece días después de dormir tras las rejas, elementos de la Agencia Federal de Investigación irrumpieron en su celda del Reclusorio Oriente y le dijeron: "Acompáñanos a una diligencia".
Pensó que lo llevarían a una reconstrucción de hechos, pero los agentes lo trasladaron al Reclusorio Sur y lo pusieron a disposición del Juzgado Noveno de Distrito en materia penal federal. Cuando estuvo ante la rejilla de prácticas, descubrió que era acusado de secuestro y no pudo contener la risa; pensó que era una broma. No imaginó que las autoridades pudieran llegar a tal grado de equivocación.
"Ah ¿yo secuestrador? No, señor. Yo soy albañil", respondió en la diligencia de su declaración preparatoria.
Siete meses antes, Víctor Manuel Hinojosa Castro, de la banda de secuestradores Los Rambos, declaró que un integrante de su organización se llamaba como el albañil y había abandonado el Reclusorio Oriente para seguir el negocio.
Hinojosa afirmó el 15 de marzo de 2006 que, unos días atrás, visitó en el reclusorio a su cómplice Francisco Hernández García, "Pancho Güevotes", quien le presentó a Pedro antes de que abandonara la cárcel, donde estuvo por secuestro.
"Me presentó a un amigo suyo, también recluido, como Pedro Hernández Hernández, nombre que supuse era falso, sólo para no dar el suyo; el tipo estaba emocionado por la idea de que iba a salir, ya que estaba preso por secuestro. Como a los 8 meses, 'Pancho Güevotes' me dijo que Pedro ya había salido", detalló a las autoridades.
La AFI rastreó los registros de internos y encontró que el albañil era el único con ese nombre en el Reclusorio Oriente.
No importó que el hombre del que hablaba Hinojosa encubría su verdadera identidad y que ya había salido de prisión; ni tampoco que el verdadero secuestrador era un hombre -en aquel momento- de 46 años, de 1.65 metros de estatura, delgado, de tez blanca, nariz grande, ojos cafés, bigote y lentes, cabello un poco largo y castaño.
"Habla como si se le enredara la lengua, y es de la costa chica de Guerrero, pero vivía en Acapulco", declaró Hinojosa.
Los agentes federales que cumplimentaron la aprehensión en la cárcel no repararon en que el hombre al que llevaron ante el juez tenía en ese momento 35 años, era moreno, robusto, sin bigote ni lentes y no era originario de Guerrero.
Pedro no se salvó del proceso y, por desconocimiento, tampoco apeló la resolución que lo sujetaba a un juicio. Otra vez se enfrentó a la falta de dinero. Su esposa vendió el Volkswagen Sedan, sus herramientas y hasta los juguetes de sus dos hijos.
"Pedí a uno de mis primeros abogados un careo con los secuestradores, pero me decía que era contraproducente: '¿Qué tal si dice que sí te conoce y que eres secuestrador?' pues no creo', le dije. '¿Por qué los AFIs no van e investigan en mi trabajo? ¡Que vayan a ver!'", afirma.
Cuando vio de qué se trataba la cárcel, donde imperaba la ley del más fuerte, Pedro aprendió a defenderse con las artes marciales que estudió en la asociación Tao Te Chia y su capacidad para levantar 200 kilos.
"Allí es la ley del que más dinero tiene o del que más sabe pelear y, gracias a Dios, yo sé pelear. Toda la gente de adentro no esperaba que supiera pelear; entonces, entraban y me agarraban, pero ni jugando podían conmigo", recuerda.
Sus abogados lo dejaron cuando se acabó el dinero. Entonces pidió el apoyo de Rosa Sánchez Soto, defensora pública federal, quien solicitó los careos de Hernández con los secuestradores: Ninguno dijo conocer al hidalguense detenido.
Tras cinco años con un mes en prisión, el 30 de noviembre de 2011 fue absuelto. Pedro regresó a la fábrica donde desde hace 22 años ha levantado muros y pisos de más de 10 mil metros cuadrados.
Hernández casi da por descartada una demanda por daño moral contra la PGR y la AFI porque teme represalias de la Policía. El trauma de su experiencia es tal que hoy desconfía de cualquier agente en la calle.
Sin embargo, el secuestrador con quien fue confundido durante cinco años sigue libre.
Guarda testimonio
· El hidalguense guarda la prueba que detalla quién es su homónimo.
"Ésta es mi hojita de cómo es esa persona. No puede ser posible que, sabiendo cómo es, lo detengan a uno", recuerda Pedro Hernández, quien guarda en su cartera la declaración ministerial que rindió hace seis años el secuestrador Víctor Manuel Hinojosa, quien involucró en secuestros a una persona con su nombre.
El testimonio impreso en una hoja tamaño oficio está incluido en la causa penal 73/2006 del Juzgado Noveno de Distrito en materia penal del DF. Casi se deshace al desdoblarla.
Pedro lee lo que aún es legible de la media filiación: "¿Cabello largo castaño? Yo estoy peloncito. ¿Es de la Costa Chica de Guerrero? ¡Yo no soy de Guerrero, soy hidalguense de las tres huastecas!".
Después de leerlo, acomoda con pericia los pedazos y lo vuelve a poner en la abertura donde guarda las imágenes religiosas.
Una fatal coincidencia
Pedro Hernández pasó cinco años en prisión porque agentes federales lo confundieron con un secuestrador que se llama igual que él.
Nombre: Pedro Hernández Hernández
Edad: 41 años
Lugar de nacimiento: San Felipe Orizatlán, Hidalgo
Oficio: albañil
Historial
2006
Oct. 8. Es detenido por lesiones tras golpear a dos hombres que pretendían asaltarlo.
Oct. 10. Es internado en el Reclusorio Oriente por ese delito.
Oct. 23. Es puesto a disposición de un juez federal por el delito de secuestro.
2011
Nov. 30. El juez federal Víctor Aucencio Romero lo absuelve al comprobarse que no es el plagiario acusado.

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