Mayúscula sorpresa se llevaron los invitados al cumpleaños del Presidente de la República.
Excélsior, 20 de agosto de 2012
Felipe Calderón reveló una anécdota por demás preocupante.
“Un día, antes de emprender una gira, me buscó el Jefe del Estado Mayor Presidencial, general Jesús Javier Castillo, para decirme que se había recogido información de que querían atentar contra el avión presidencial. Me dijo que no era la primera vez que había amenazas contra el Presidente, pero que esta vez eran creíbles y por eso me las comunicaba”.
Aun así, Calderón decidió no cancelar su viaje —al parecer, con destino a la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, en mayo de 2008—.
Recordó haber pedido que un equipo de los camarógrafos que documentan todas las actividades presidenciales abordara la aeronave oficial para grabar un video dirigido a sus hijos, a fin de que lo vieran en caso de morir asesinado.
“No sé dónde habrá quedado ese video, pero les dije que pensaran que yo ya había vivido una vida plena, llena de realizaciones, y que si algo malo me pasaba se valía extrañarme pero no con tristeza sino con alegría y buenos recuerdos”.
La revelación añade a la confidencia una carga emotiva suficiente para lograr los fines deseados: presentar a Calderón como un hombre dispuesto a morir por la patria en el cumplimiento responsable del deber.
Cada cual su verdad. Pero me brinca un dato.
–¿Cómo es que no se sabe dónde quedó ese video?
–¿Tan fácilmente se puede perder un documento de tal importancia?
A menos que… las confidencias del Presidente de la República tengan la finalidad política de exaltar su valor personal para equilibrar la impopularidad derivada por las 50 mil muertes resultantes de la lucha contra el crimen.
La idea de presentar a Felipe Calderón como un hombre dispuesto a enfrentar a la delincuencia aun a costa de su seguridad personal, ha corrido parejo con la presentación de un hombre fuerte, audaz y valiente cuyo temple personal ha resistido los temores y el miedo. Esa templanza ante los riesgos personales y familiares ha justificado todo. O todo queda justificado en el nombre de una valentía individual comparada con la cómoda complicidad de otros mandatarios.
Pero más allá de la intención propagandística, al final del gobierno, queda un dato perturbador: el intento de sabotaje de un vuelo presidencial.
Y este no es un dato menor cuando en el mismo sexenio dos secretarios de Gobernación murieron en accidentes de aviación, técnicamente explicados, pero insatisfactoriamente aceptados.
Si lo revelado por el presidente Calderón es cierto, muchos preguntarán con justificada suspicacia si las muertes de Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake sólo ocurrieron tal y como se nos dijo.
MONJE LOCO: Por segunda vez se revelan atentados frustrados contra jefes del Ejecutivo. El primero fue cuando Liébano Sáenz contó cómo el EPR estuvo a punto de emboscar a Ernesto Zedillo en uno de sus recorridos ciclistas cerca de San Lorenzo Acopilco, en el Desierto de los Leones… operación abortada por el Estado Mayor Presidencial. Tampoco es la primera vez que el presidente Calderón reconoce haber sido blanco de amenazas. También lo hizo durante una entrevista con la agencia Reuters en 2007.
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