Reportaje de Martha Martínez
Suplemento Enfoque de Reforma 9 septiembre 2012.-
En noviembre de 2011, tras varios intentos fallidos para designar a los tres consejeros del Instituto Federal Electoral, integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados buscaron a Luis Videgaray para solicitarle que convenciera a Enrique Peña Nieto de destrabar la negociación.
Hacía más de un año que la elección de los consejeros se encontraba atascada y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ya había dado un ultimátum, por lo que los legisladores propusieron al economista, entonces presidente de la Comisión de Presupuesto, ser el interlocutor con el mexiquense en la negociación de una terna de académicos apartidistas con el argumento de que colocar consejeros afines a los partidos políticos enturbiaría la elección presidencial.
Videgaray aceptó, a cambio de supervisar personalmente la terna y tener derecho de veto de aquellos candidatos que considerara "antipriistas".
A principios de diciembre, el economista planteó la propuesta a Peña Nieto y, a pesar de que era contraria a la postura que habían mantenido Francisco Rojas y José Ramón Martel -quienes llevaron la batuta de la negociación durante 14 meses-, lo convenció de aceptar. Un par de semanas después María Marván, Sergio García Ramírez y Lorenzo Córdova fueron designados consejeros electorales.
Legisladores cercanos a la negociación aseguran que el episodio describe al personaje que hoy es considerado el hombre más poderoso del entorno del Presidente electo: un político leal al mexiquense, consciente del peso que sus opiniones tienen en las decisiones del ex gobernador, empeñado en tener el control de todo y a quien no le incomoda alejarse de las viejas prácticas del partido en el que ha militado desde los 19 años, el PRI.
La relación entre el economista y Peña Nieto comenzó en 2004, cuando a ambos les tocó renegociar la deuda del Estado de México, durante el último tramo de la administración de Arturo Montiel.
Sin experiencia en temas políticos o electorales, en menos de ocho años Videgaray se convirtió en la pieza clave de los procesos que llevaron al mexiquense a la Presidencia de la República.
Lo fue al operar un andamiaje legal y financiero que le permitió a Peña Nieto construir obras de infraestructura con las que promovió su imagen a lo largo de su sexenio, al garantizarle recursos que le permitieron concluir su sexenio de manera holgada, al no enturbiar la elección por la gubernatura estatal "bajándose" sin chistar de la precandidatura y al operar la maquinaria política que promovió el voto a favor del mexiquense en todo el país.
Economista convertido en político
A Luis Videgaray siempre le interesó la política, pero hasta antes de conocer a Peña Nieto sus intentos por involucrarse en ella fueron poco significativos: en 1987 se afilió al PRI, en 1988 coordinó el voto de ese partido en el distrito XXXVIII de la Ciudad de México y en 1991 fue presidente del Consejo de Alumnos del ITAM.
Si bien el propio Videgaray ha reconocido públicamente que las oportunidades políticas más importantes de su vida se las ha dado Peña Nieto, su acercamiento con él no podría entenderse sin el apoyo de Pedro Aspe, ex secretario de Hacienda durante el sexenio de Carlos Salinas.
En 1992, recién egresado de la carrera de Economía en el ITAM -simultáneamente estudió Derecho en la UNAM- se convirtió en asesor de Aspe. Dos años después, con el apoyo del economista y becado por el Conacyt, estudió una maestría en Finanzas Públicas en el Massachusetts Institute of Technology, en Boston, y en 1998, a su regreso a México, ingresó a Protego, la firma fundada por el ex secretario. En Protego comenzó como subdirector de Banca de Inversión, pero en 2001 fue designado director de Finanzas Públicas Estatales y Municipales, cargo en el cual manejaba las principales cuentas de la firma, entre ellas la asesoría financiera a estados como Oaxaca y Sinaloa.
En 2004 fue enviado por Aspe al Estado de México a renegociar la deuda de la entidad que entonces, bajo el mando de Arturo Montiel, era la segunda más alta del país con 29 mil millones de pesos, sólo después de la Ciudad de México.
Peña Nieto era presidente del Congreso local, por lo que a ambos les tocó negociar la reestructuración de la deuda local. En medio de reuniones que se prolongaban hasta la madrugada, se conocieron, congeniaron y en menos de un año Videgaray ya formaba parte del círculo íntimo de Peña Nieto.
Así, en 2005, cuando el mexiquense tomó posesión como gobernador, el economista fue designado secretario de Finanzas, puesto clave para cualquier gobernador que, como él, aspiraba a ser candidato presidencial.
En ese cargo estuvo hasta el 2009, y durante ese tiempo se fogueó con la crema y nata de la política mexiquense, aprendió a negociar e inició su carrera como operador político, siempre impulsado por Peña Nieto.
Luis Miranda, secretario de Gobierno de Peña Nieto, fue el encargado de prepararlo. Políticos estatales recuerdan a Videgaray acompañando a Miranda a todas sus reuniones y permanecer callado y atento a cada palabra o expresión de éste. Sería cuestión de tiempo para que el economista lo relevara en esos menesteres.
Luis Sánchez, ex presidente del PRD en el Estado de México, se dice sorprendido cuando compara al secretario de Finanzas de 2005 con el hombre que hoy aparece al lado de Peña Nieto en cada evento público al que asiste, pues relata que del funcionario estatal desconcertado, inexperto y que se ponía nervioso en cada reunión queda muy poco.
"Conocí a Luis Videgaray a finales de 2005, siendo presidente del partido y gestionando recursos para los presidentes municipales de extracción perredista... Luis Miranda, entonces secretario de Gobierno, me pidió que aterrizara los acuerdos políticos con él (Videgaray). La impresión que tuve la primera vez que lo vi fue la de una persona desconcertada en el puesto que tenía, sin mucha información de cómo era esto.
"La segunda vez que lo vi, en 2007, ya lo vi más avezado. Luis Miranda era el responsable y por lo que me percaté, Luis Videgaray lo acompañaba a todas las reuniones que tenían que ver con cuestiones relacionadas con los partidos políticos. Videgaray siempre estaba en silencio, pero seguramente aprendiendo a negociar", recuerda el perredista.
Sánchez sostiene que fue cuestión de tiempo para que el economista se convirtiera en un político poderoso, irascible y con control casi absoluto de las finanzas públicas del estado.
"Me consta que es una persona irascible. En diciembre de 2008 tuvimos una reunión informal en un restaurante de Santa Fe. Estábamos políticos de oposición, el secretario de Gobierno Luis Miranda y Videgaray; durante la reunión hice una crítica a algunos conceptos de gasto en los que no estaba de acuerdo, como el social y la deuda pública, y él en verdad se puso furioso por los comentarios, sobre todo el de la deuda, que acaba de renegociar.
"A mí me sorprendió porque es poco usual que un funcionario de ese tipo reaccione de esa manera frente a un presidente de partido, porque es de poco tacto político, pero ya se daba esos lujos", indica.
En su posición de secretario de Finanzas, señala el perredista, Videgaray hizo lo mismo que sus antecesores para sumar a la oposición a la causa del gobernador en turno: usar discrecionalmente el Presupuesto.
Sánchez sostiene que el flujo de recursos destinados a los presidentes municipales de partidos distintos al PRI continuamente era detenido y, mediante la promesa de liberarlos, constantemente eran "invitados" a sumarse a la causa de Peña Nieto.
La presión hacia políticos de la oposición para apoyar el proyecto del entonces gobernador no fue la única manera en la que el economista correspondió al impulso de su carrera. En 2006 logró la aprobación de reformas a los códigos Financiero y Administrativo de la entidad, la Constitución estatal y la Ley de Bienes para modificar el esquema de los llamados Proyectos para la Prestación de Servicios.
Lo anterior permitió a Peña Nieto inaugurar obras públicas que si bien fueron adjudicadas a su gobierno, serán pagadas con recursos públicos en los próximos 20 o 25 años por las siguientes administraciones.
En 2008 Videgaray cabildeó por segunda vez la renegociación de 27 mil millones de pesos de deuda, generando ahorros por más de 3 mil millones de pesos que fueron destinados al desarrollo de infraestructura social. Esto le garantizó a Peña Nieto el desarrollo de obras cuya inauguración usó para promover su imagen bajo el slogan "Compromiso cumplido".
Protector de los intereses de EPN
Ex colaboradores del economista en el gobierno mexiquense aseguran que es un hombre estricto, disciplinado y, en algunos momentos, arrogante.
Nunca llega tarde a las citas, las reuniones comienzan a la hora pactada y generalmente se rodea de jóvenes recién egresados de la licenciatura o el doctorado, con quienes no es duro sino durísimo.
En 2009, a dos años de que concluyera el sexenio de Peña, el economista se convirtió en diputado federal y, con la ayuda del todavía gobernador mexiquense, se hizo presidente de la poderosa Comisión de Presupuesto, desde donde consolidó su poder hacia el interior de su partido.
Como presidente de ese órgano legislativo, Videgaray era el que coordinaba la repartición de recursos a los estados, lo que lo convirtió en interlocutor de los gobernadores y uno de los legisladores priistas más importantes de la LXI Legislatura.
Durante su estancia en dicha Comisión, el Estado de México incrementó su presupuesto de 134 mil a 148 mil millones de pesos, esto a pesar de que la evidente aspiración presidencial de Peña Nieto empañaba las negociaciones.
Legisladores que acompañaron al priista en la Comisión de Presupuesto durante los dos años que la presidió señalan que si bien es un hombre estricto, disciplinado y a quien no le incomoda negociar posiciones diferentes a las que históricamente ha defendido el PRI, también es un negociador controlador y propenso a la arrogancia y a las presiones de grupo.
"Tiene un sentido práctico bastante agudo, porque acerca posiciones, pero tampoco es un reformador nato, es muy cauto en sus posiciones, por lo menos con negociadores de partidos de oposición, no es un negociador que tenga claras posiciones a favor de las reformas", precisa el ex diputado panista Roberto Gil Zuarth.
Otro panista, Julio Castellanos -ex secretario de la Comisión de Presupuesto- opina que uno de los defectos de Videgaray es su propensión a ceder a las presiones del grupo al que pertenece.
"Lo hace diferente al priista tradicional que no es autoritario, que al menos dio muestras de ser transparente, que es negociador, no impone. Un defecto de él puede ser que se deja llevar por el fanatismo partidista y actúa por presión de grupos", indica.
El perredista Vidal Llerenas, también ex secretario de la Comisión de Presupuesto, señala que uno de los problemas con Videgaray es la dependencia de Peña Nieto hacia él, lo que lo convierte en un político con funciones más allá de las que debería tener.
"En mi experiencia ha sido un buen negociador, ha sido alguien que ha tenido apertura, pero sí se corre el riesgo de que si se toman responsabilidades más allá de las que un funcionario no electo debe tener, sí puede haber un riesgo de arrogancia tecnocrática", sostiene.
Un episodio narrado por uno de los ex integrantes de la Comisión, quien solicitó omitir su nombre, da un ejemplo de la manera en la que Videgaray controló una de las dos discusiones presupuestales que le tocaron: en noviembre de 2009, tras una intensa negociación de la Ley de Ingresos que derivó en el incremento de impuestos, Videgaray y su equipo elaboraron un Decreto de Presupuesto que no entregó a los legisladores de oposición hasta que éstos amenazaron con levantarse de la mesa.
El documento fue entregado a los diputados del PRD y el PAN a pocos días de que venciera el plazo máximo para aprobar el presupuesto 2010, lo que limitó el análisis y la discusión de temas como el campo y carreteras, en los que los gobernadores del PRI resultaron beneficiados.
Estratega
En 2011 la carrera de Videgaray dio un giro. Después de garantizar presupuestos holgados para los dos últimos años de la administración de Peña Nieto, comenzó a ser mencionado como un fuerte contendiente la gubernatura mexiquense.
Si bien no era un aspirante bien posicionado, aceptó sin chistar que el apoyo de Peña Nieto fuera para Eruviel Ávila, quien a la postre se convirtió en el candidato único del PRI al gobierno estatal.
Videgaray utilizó el hecho a su favor. Refrendó su lealtad a Peña Nieto, se convirtió en coordinador de la campaña de Eruviel y fue designado presidente del PRI estatal, lo que lo consolidó como el hombre de mayor confianza del mexiquense y se involucró en un ámbito en el que no había participado hasta entonces: la operación de la maquinaria electoral del PRI.
Así, en enero de 2012 Peña Nieto lo nombró su coordinador general de campaña, dejando en sus manos el manejo de los grupos que promoverían el voto a favor del candidato priista en todo el país.
Como tal, Videgaray se convirtió en vocero del PRI, en el filtro de las personas que se acercaban a Peña Nieto, en el responsable de dar la cara ante crisis como la de la Ibero y el surgimiento del movimiento #YoSoy132, y en el jefe de veteranos priistas curtidos en decenas de campañas.
En la recta final asumió, junto con el líder priista Pedro Joaquín Coldwell, la defensa de la campaña ante el Monexgate y el Sorianagate.
El 11 de julio pasado, Peña Nieto lo designó coordinador de Políticas Públicas y el 4 de septiembre, coordinador general de la Transición Gubernamental. Se consolidó como un personaje clave de la próxima administración, pero todavía está en duda si ocupará la Secretaría de Hacienda, la coordinación del gabinete u otro cargo.
En entrevista, Videgaray asegura que no le corresponde contestar las versiones que lo comparan con José Córdoba Montoya, el mítico asesor del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. "No me toca a mí hablar de mí mismo, eso no es algo que se debe hacer... Me defino como un mexicano que quiere servir a su país y que está agradecido con las oportunidades que su país, y particularmente su Presidente electo, le han dado", indica.
Sobre los puestos que podría ocupar en el próximo gobierno el economista indica que aceptará con gusto "el que disponga el Presidente de la República".
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