10 sept 2012

Lievano Saenz

La soberbia…“consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal… “ Enrique Rojas, Psiquiatra.
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Hablemos de lealtad/Pablo Hiriart
La Razón, 10 de septiembre de 2012
La anécdota, elocuente e ilustrativa, real por supuesto, inició en
Sonora, durante el sexenio de Miguel de la Madrid.
Un joven de pelo largo y ensortijado tenía una recomendación del entonces secretario de Programación y Presupuesto para ser candidato a diputado federal.
Necesitaba dos vehículos para la campaña y del PRI lo canalizaron con el director de Minera Cananea, Romárico Arroyo, para que lo ayudara.
Arroyo recibió la solicitud y le encargó a su secretario particular que atendiera personalmente al aspirante a candidato a diputado federal y le consiguiera lo necesario.
El joven de Magdalena de Kino intentó hablar con el secretario particular de Romárico Arroyo y no tuvo suerte. Lo atendió una secretaria que luego lo mandó con otra secretaria, pero al final obtuvo los dos coches.
Se quejó del trato recibido. Era joven y los ninguneos suelen pegar más fuerte a la edad en que no se entienden esas actitudes.
Años después el secretario de Programación y Presupuesto llegó a ser Presidente de la República y el sonorense de pelo chino fue designado secretario de Desarrollo Social.
En Sedesol quedó vacante el puesto de oficial mayor, y el saliente, Rafael Reséndiz, sugirió un nombre que no le gustó al sonorense: el del ex secretario particular de Romárico Arroyo en Minera Cananea, el que no le tomó la llamada cuando buscaba apoyo para su campaña en Magdalena.
Pero ese aspirante a oficial mayor tenía un apoyo importante: era amigo del hermano del Presidente.
Noble y agradecido como era, el sonorense se sabía en deuda con el Presidente que en épocas de la secretaría de Programación y Presupuesto lo había impulsado como candidato a diputado y ahora lo había puesto como secretario de Desarrollo Social.
Así es que nombró oficial mayor a quien no lo había querido recibir en Minera Cananea, como una deferencia al hermano del Presidente.
Después el joven de pelo chino dejaba Desarrollo Social para convertirse en candidato presidencial del PRI. Y, otra vez, como un guiño al hermano del Presidente nombró al ex secretario particular de Romárico Arroyo como director de Comunicación Social de su campaña.
Cuento corto: el secretario de Programación y luego Presidente era Carlos Salinas.
El hermano del Presidente era Raúl Salinas.
El joven de pelo chino era Luis Donaldo Colosio.
Y el secretario particular que no lo quiso recibir en Cananea y luego se convirtió, por sugerencia de Reséndiz y el apoyo de Raúl Salinas, en oficial mayor de Sedesol y luego director de Comunicación Social era Liébano Sáenz Ortiz.
Años más tarde, Sáenz Ortiz participó con Pablo Chapa Bezanilla en el cuento de la calavera en El Encanto para sentenciar por homicidio a Raúl Salinas
Twitter: @jshm00

 

 

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