Las lenguas de
Twitter/ Francisco Moreno Fernández, es director académico del Instituto
Cervantes y catedrático de la Universidad de Alcalá.
El
País |
2 de marzo de 2013,
El
español es la segunda lengua más utilizada en la red social Twitter, después
del inglés. Así lo anunció el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, en el acto
de presentación del Anuario 2012. El
español en el mundo. La noticia sobre el profuso uso del español en la
célebre red social corrió como exhalación de boca en boca —también de tuit en
tuit— por toda la geografía ibérica e iberoamericana. El anuncio, además,
añadía otro dato que suscitó igualmente gran interés: dos de cada tres tuits
enviados en Cataluña se escriben en español.
Unos
datos presentados de forma escueta pueden ser objeto de múltiples
interpretaciones. Esta información referida al uso de la lengua española en
Twitter procede de un estudio colectivo, publicado en diciembre de 2012, que
lleva como título The Twitter of Babel: Mapping World Languages through
Microblogging Platforms y que fue redactado por investigadores procedentes de
la biología, la física y el análisis de redes complejas.
Resulta
llamativo que el español ocupe el segundo lugar, tras el inglés, por número de
usuarios, pero mucho más que la tercera y la cuarta lengua en Twitter sean el
indonesio y el malayo,
o que el francés no aparezca hasta la posición 14ª y el alemán, hasta la 16ª.
También es significativo el análisis de los usos idiomáticos en Nueva York,
bien conocida por su diversidad cultural: de sus cinco grandes barrios, tres
—Harlem, Bronx y Queens— muestran un uso mayoritario de Twitter en español,
excluido el inglés. Pero el español no solamente es utilizado por las
comunidades hispanas, sino que es compartido por gente de diferente procedencia
cultural, descubriendo una dimensión de lengua franca intraurbana que hasta
ahora solo el inglés había ofrecido. Y es que los hispanohablantes han encontrado
en Twitter un vehículo adecuado a sus necesidades comunicativas, no en vano fue
el primer idioma al que los propios usuarios tradujeron la aplicación. Y no
extraña que la Real Academia Española se haya apresurado a sancionar las voces
tuit, tuitear y tuitero, por lo que habrá que cruzar los dedos para que la
empresa estadounidense del pajarillo piador no quiebre antes de que la vigésima
tercera edición del diccionario académico salga a la luz en 2014.
El
estudio aplica una compleja metodología sobre los millones de tuits enviados
durante casi dos años (2010-2012) por seis millones de usuarios en más de 100
países. Los mensajes, enviados siempre desde teléfonos celulares, eran
etiquetados mediante GPS y la lengua en que estaban redactados se detectaba
automáticamente. Las conclusiones muestran hechos muy reveladores, como la
clara correlación existente entre el uso de Twitter y el PIB de un país o la
frecuente coincidencia entre las lenguas empleadas en los mensajes y los datos
censales.
Desde
una perspectiva sociológica, los datos de nuestro estudio merecen matización.
Por un lado, hay factores, como el nivel de vida o la edad, que condicionan el
acceso a las redes sociales a través de dispositivos móviles y que deben
valorarse a la hora de sacar conclusiones sobre la distribución geográfica y
social de las lenguas. Por otro lado, los movimientos poblacionales, como los
que ocasiona el turismo, otorgan presencia a determinadas lenguas en
territorios alejados de su origen. Y a ello debe añadirse que, a menudo, los
mensajes que se transmiten por las redes no son monolingües, sino que suelen
incluir alternancias de lenguas, en juegos expresivos condicionados por las
habilidades lingüísticas de cada usuario.
La
universalización de la mensajería instantánea y de las plataformas de redes
sociales está abriendo un universo comunicativo inimaginable hace pocas
décadas; y en el caso de Twitter ese universo se expresa a golpe de mensajes de
tan solo unas decenas de caracteres. La comunicación en “espacios reducidos” no
es ni mucho menos novedad para el ser humano; incluso hay creadores que se
mueven con particular agilidad en las distancias cortas: Juan José Arreola era
un maestro del minimismo literario, como Augusto Monterroso, y la celebración
de la llamada “tuiteratura” se expande como el aceite, sin que sea obligado
llegar al extremo de la obra titulada Reducción de un poema a una sola letra,
de François Le Lionnais, cuyo contenido todo era, simplemente, “T.”. En esta
época de prisas y apretones, se siente como muy apropiada la expresión a base
de “textículos”, en terminología de
Raymond Queneau.
Hace
unos días me preguntaba una periodista costarricense cómo creía que se
beneficiaba el español de la producción de millones de textos plasmados en
mensajes de 140 caracteres o menos. No hay duda: cualquier enunciado, por
menudo que sea, beneficia a la lengua en que se expresa y ningún uso es
pequeño. La lengua es un bien de club y, cuanto más la utilizamos, mayor es su
valor, por cortos que sean los mensajes emitidos; unos mensajes que los
hablantes construirán en la(s) lengua(s) de su elección. Cervantes lo dijo en
el Quijote: “Razón sería que no se desestimase al poeta alemán porque escribe
en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno, que escribe en la suya”.
Elija cada uno la lengua que necesite, en 140 caracteres o en 140.000.
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