Errónea,
estrategia antinarco en México
Analistas
del Ejército de EU especializados en Planificación e Inteligencia Militar
afirman que las estrategias de los gobiernos del PAN y PRI derivarán en una
mayor expansión de la violencia
JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN, reportero.
La Silla Rota.com., 4 de abril de 2013
La
estrategia antidrogas del presidente Enrique Peña Nieto es errónea y la
insistencia en su aplicación derivará en una mayor expansión de la violencia y
en el eventual fracaso del combate contra el crimen organizado, sostienen
analistas del Ejército de Estados Unidos especializados en Planificación e
Inteligencia Militar.
Para
especialistas como el Mayor Christopher Martínez, planificador de Inteligencia
Militar en la Región Sudeste de la Fuerza de Tarea Conjunta Norte del Ejército
de EU, las lecturas que los gobiernos panista y priísta (de Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto) han hecho sobre el fenómeno del narcotráfico y las formas
en que debe ser enfrentado han estado equivocadas y presentan riegos serios
para la seguridad y estabilidad regional.
Y
no solo eso. El militar -quien opera desde el Fuerte Bliss, en Texas- sostiene
que en México se vive una narcoinsurgencia y que el riesgo principal en la
estrategia de combate al narco, afecta a los gobiernos de ambos países, ya que
han dado mayor énfasis a los puntos de vista y a los análisis civiles, dejando
de lado la visión castrense.
¿Más
violencia?
De
acuerdo con esta perspectiva de corte militarista, el problema medular en las
estrategias antinarco, aplicadas desde hace por lo menos 12 años, radica en que
los encargados de revisar los escenarios de riesgo y amenaza a la seguridad
nacional y a la seguridad pública nunca identificaron quién era el enemigo a
derrotar, cuáles eran sus características, sus puntos débiles y sus fortalezas,
así como cuál era su verdadera naturaleza.
En
lugar de esto, los estrategas en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón
llevaron adelante una campaña bajo la premisa del uso extendido de la fuerza
policiaco-militar para intentar detener el avance de los cárteles del
narcotráfico.
La
estrategia de choque frontal contra los cárteles vivió su momento más álgido en
el sexenio de Felipe Calderón. Su guerra contra las drogas dejó al menos 70 mil
civiles muertos, 27 mil desaparecidos y alrededor de 2,000 militares, marinos,
policías federales, estatales y municipales fallecidos en acciones directas o
vinculadas con la lucha antidrogas, de acuerdo con cifras de diversos sectores.
Además,
más de un millón de personas tuvieron que dejar sus hogares en el norte del
país como consecuencia de la ola de violencia que sigue azotando principalmente
los estados de Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Sonora, Zacatecas y Durango.
El
Mayor Christopher Martínez señala en su artículo “Organizaciones Criminales
Trasnacionales. La Insurgencia Comercial en México”, publicado en Military
Review (Enero-Febrero, 2013), que si bien los cárteles mexicanos no tienen
objetivos políticos y no cuentan con una base social que sirva de apoyo o
cimiento para justificar e impulsar sus acciones, sí aplican métodos de corte
terrorista.
Insurgencia
y narco
El
especialista compara a los principales cárteles mexicanos (Zetas, Sinaloa y del
Golfo) con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), señalando
que lo que diferencia a la guerrilla colombiana de los grupos criminales que
operan en territorio nacional es que éstos no pretenden tomar el poder, sino
sólo crear las condiciones necesarias para que el Estado no interfiera en sus
negocios ilícitos.
Martínez
explica que las insurgencias pueden emplear diversos tipos de metodologías,
empleando conspiradores con enfoque militar, urbanos, una guerra popular
prolongada y con un enfoque identificado.
“Sin
embargo, las TCO (Organizaciones Criminales Trasnacionales en México por sus
siglas en inglés) han mostrado una preferencia por una metodología urbana
empleando, tácticas terroristas tales como la intimidación y asesinato de
funcionarios gubernamentales, personal judicial y policías en las áreas urbanas
para disuadir a las fuerzas de seguridad del Gobierno de entrometerse en el
tráfico ilícito de drogas, armas, dinero o trata de blancas (sic)”, indica.
Corregir
la estrategia
El
militar recuerda a la ex secretaria de Estado Norteamericano, Hillary Clinton,
quien en 2010, tras visitar México, hizo una polémica declaración en la que
señalaba que la ola de violencia de los cárteles mexicanos perfilaba una serie
de hechos que calificó como “narcoinsurgencia”.
México
se parece a la Colombia de hace 20 años, agregaba Clinton en aquel
pronunciamiento que causó malestar en el gobierno del entonces presidente
Felipe Calderón y que enfrió las relaciones bilaterales.
El
Mayor Martínez señala que desde el inicio de la confrontación del Estado
mexicano con los cárteles se careció de un diagnóstico real que definiera con
certeza al enemigo, sus capacidades, su presencia en las zonas más violentas y
los posibles escenarios que conllevaría una estrategia basada en el choque
frontal contra el crimen organizado.
Para
el militar estadunidense la lectura de Hillary Clinton sobre la violencia en
México podría complementarse con la visión de periodistas norteamericanos que
han viajado y reporteado la ola de violencia que sacude al país desde 2007.
Christopher
Martínez establece que las TCO en México intimidan o incluso asesinan a
periodistas, así como a los usuarios de los medios de comunicación social, en
un intento de moldear y dirigir los titulares e informes.
“Estas
medidas concretas que se dirigen a un Estado-nación, son indicativas de una
insurgencia, no de una organización criminal transnacional convencional”,
señala al precisar que la violencia generada por la guerra antidrogas, a partir
de la respuesta armada de los narcotraficantes, puede considerarse como una
dinámica de insurgencia aunque no tenga ideales o fines políticos.
En
este punto, el Mayor Martínez advierte que “de hecho, las TCO en México son
insurgencias comerciales concebidas para influir en los elementos del poder
nacional, a fin de sacar provecho del narcotráfico ilícito, en lugar de
esquivar los elementos del poder nacional o ganar el control político de la
nación”.
El
artículo del Mayor Christopher Martínez surge en un contexto en el que la
violencia del narco ha repuntado de manera sostenida en el noreste del país
(Coahuila y Tamaulipas), con decenas de muertos por día en las últimas dos
semanas y tras un recuento de los primeros cien días de gobierno del presidente
Enrique Peña Nieto.
De
acuerdo con conteos extra oficiales de la prensa nacional, en los primeros tres
meses del mandato de Peña Nieto murieron alrededor de tres mil personas (entre
civiles, militares y policías de diferentes niveles de gobierno y
corporaciones) en acciones vinculadas con la guerra al narco.
Los
estados de Chihuahua y Guerrero aparecían como los más violentos, pero desde
hace casi tres semanas la ola de ataques entre cárteles y de los cárteles hacia
corporaciones federales y estatales, así como a la prensa en provincia, ha
incrementado súbitamente, teniendo como epicentros a Monclova, en Coahuila, y a
Reynosa, en Tamaulipas.
El
Mayor Christopher Martínez advierte, al final de su artículo, que “si Estados
Unidos y México no reconocen a sus adversarios como insurgencias comerciales,
los planes estratégicos tales como el “PlanColombia” o la “IniciativaMérida”
corren el riesgo de fracasar debido a los planes de campaña inadecuadamente
concebidos o medidas de eficacia mal definidas para evaluar su ejecución”.
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