Usted disculpe y tome
su dinero/Jorge Carrazco Araizaga
Revista
Proceso # 1918, 3 de agosto de 2013;
http://www.proceso.com.mx
Un juez federal comprobó que sí se desvió dinero público hacia las cuentas de Raúl Salinas. Es más: Detectó que durante el tiempo en el que El hermano incómodo desempeñó un cargo público multiplicó su fortuna 339 veces, y corroboró que en siete años el mayor de los Salinas de Gortari pasó de tener 17 inmuebles a 41. ¿La resolución del juez? Declararlo inocente y ordenar el descongelamiento de sus cuentas. Su enriquecimiento, dijo, fue producto de “la efectiva inversión de sus haberes”.
Un juez federal comprobó que sí se desvió dinero público hacia las cuentas de Raúl Salinas. Es más: Detectó que durante el tiempo en el que El hermano incómodo desempeñó un cargo público multiplicó su fortuna 339 veces, y corroboró que en siete años el mayor de los Salinas de Gortari pasó de tener 17 inmuebles a 41. ¿La resolución del juez? Declararlo inocente y ordenar el descongelamiento de sus cuentas. Su enriquecimiento, dijo, fue producto de “la efectiva inversión de sus haberes”.
Si
hubo delitos, Raúl Salinas de Gortari no fue culpable de ninguno. Esa fue la
conclusión que jueces y magistrados fueron armando a lo largo de 17 años para
liberar de toda responsabilidad penal a El hermano incómodo. En la lógica que prevaleció en el Poder
Judicial de la Federación, el desvío de la partida secreta de la Presidencia de
la República durante el gobierno de su hermano Carlos (1988-1994) no fue su
culpa. Y si acumuló miles de millones de pesos en ese mismo lapso fue por su
creatividad empresarial.
El
autor más acabado de ese razonamiento es Carlos López Cruz, juez 13 de Distrito
en Materia Penal federal en la Ciudad de México, quien el viernes 19 de julio
exoneró del delito de enriquecimiento ilícito al mayor de los hermanos Salinas
de Gortari y, en consecuencia, ordenó la restitución de sus bienes, estimados
en 224 millones de pesos.
Esa
cifra es independiente de los mil 300 millones de dólares que depositó en
bancos de Suiza e Inglaterra y que motivaron fuertes disputas entre los
descendientes del jerarca Raúl Salinas Lozano, exfuncionario que hizo su vida
pública al lado del profesor Carlos Hank González –ambos ya fallecidos, al
igual que el menor del clan Salinas de Gortari, Enrique, asesinado en diciembre
de 2004.
Las
cuentas bancarias, casas, terrenos, joyas, inversiones y cuantas propiedades
Raúl Salinas acumuló en nueve estados de la República –que suman 41 y que le
fueron aseguradas en 1996– no las obtuvo mediante “prácticas corruptas,
irregulares o deshonestas”. Quien piense lo contrario, que lo demuestre y, de
acuerdo con el juez, la Procuraduría General de la República (PGR) no ha podido
hacerlo en 17 años y tres meses.
Derrotada
una y otra vez en el juicio que se ha prolongado más de tres lustros, la PGR
impugnó la decisión de López Cruz, quien ha sido uno de los jueces capacitados
en tratamiento de casos de lavado de dinero por el Departamento del Tesoro y el
Servicio de Aduanas de Estados Unidos. También ha recibido instrucción de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación en cultura de la legalidad,
transparencia y combate a la corrupción.
Ha
sido abogado de la Subdirección Jurídica de la Dirección General de Reclusorios
del Distrito Federal, agente del ministerio público federal y director general
de la visitaduría de la propia PGR. En junio de 2008 fue designado juez por
oposición.
Su
resolución judicial no fue anunciada por el Consejo de la Judicatura Federal
(CJF), encargado de informar sobre las decisiones más importantes de la
justicia federal. Se conoció a través del periódico Milenio el miércoles 31 de
julio, al final del primer receso judicial del año. Desatado el escándalo, la
PGR dijo que ese mismo día impugnó el fallo del juez. Pero no informó más. Nada
dijo sobre la lógica jurídica del juzgador. Al cierre de esta edición, el CJF
aún no anunciaba qué Tribunal Unitario revisará el fallo del juez López Cruz.
El
18 de marzo de 1996, al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo, la PGR consignó
a Raúl Salinas de Gortari por enriquecimiento ilícito y peculado. Un año antes,
el mismo gobierno zedillista ya había logrado su encarcelamiento, acusado de
ser el autor intelectual del homicidio –en septiembre de 1994– del entonces
presidente del PRI y excuñado de los Salinas, José Francisco Ruiz Massieu,
padre de Claudia Ruiz Massieu Salinas, actual secretaria de Turismo del
gobierno de Enrique Peña Nieto.
Raúl
Salinas pagó 10 años de cárcel antes de obtener su libertad por vía del amparo.
El 14 de junio de 2005, durante el gobierno de Vicente Fox, quedó exonerado del
homicidio por el Segundo Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, con sede en
el Estado de México.
Ya
antes, en octubre de 2004, ese mismo Tribunal Colegiado de Toluca le había
hecho ganar una batalla crucial para recuperar su dinero. En un fallo dictado
el 8 de octubre de ese año, estableció que no había elementos para demostrar el
peculado, porque la partida secreta de la Presidencia de la República se
manejaba de manera discrecional para gastos contingentes. El operador era el
director general de Administración de la Presidencia, Ernesto Sentíes Hoyos.
Con
esa decisión, los magistrados echaron abajo lo que había determinado el juez
Juan José Olvera López, titular del Juzgado 12 con sede en el Reclusorio
Oriente, para quien en la causa acumulada por enriquecimiento ilícito, la
52/2002 abierta contra Raúl Salinas, quedó demostrado que entre 1990 y 1994
Sentíes fue quien recibió de la tesorería federal 2 mil 700 millones de pesos.
Buena
parte de ese dinero, 2 mil 227 millones de pesos, fue depositada en cuentas de
Araceli y Francisco Vázquez Alanís, quienes trabajaban para Sentíes y quienes
traspasaron las cuentas que Raúl Salinas disfrazó con los alias de Juan José
González Cadena, Rolando Gutiérrez García y Juan Manuel Gómez.
Pero
los magistrados José Nieves Luna Castro, Alejandro Soda Ortiz y Manuel Baraibar
Constantino determinaron que no había pruebas de que Salinas estuviera enterado
o haya facilitado el desvío. Ese mismo criterio fue ahora ratificado por el
juez 13 de Distrito en Materia Penal federal para exonerar al contador de
Salinas Juan Manuel Gómez Gutiérrez y a Jesús Gómez Portugal.
Después
de aquella resolución del Segundo Tribunal Colegiado con sede en Toluca, el
magistrado Soda Ortiz fue reemplazado por Adalid Ambriz Landa y, ocho meses
después, el mismo Colegiado decretó la exoneración de Raúl Salinas del
asesinato de Ruiz Massieu, quien también fuera gobernador de Guerrero.
El
cambio en el Tribunal Colegiado fue atribuido al ministro de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (SCJN) Sergio Valls Hernández, un priista que al
inicio del gobierno de Carlos Salinas pasó del Poder Ejecutivo al Poder
Judicial del Distrito Federal. De ahí regresó al Poder Ejecutivo y luego saltó
a la justicia federal (Proceso 1725). Manuel Baraibar falleció en mayo pasado,
luego de haber participado en una terna propuesta por el entonces presidente
Felipe Calderón para convertirse en ministro de la SCJN. En sus homenajes
luctuosos estuvo Valls Hernández, chiapaneco como el magistrado fallecido.
Desde
su salida de la cárcel, Raúl Salinas se ha dedicado a impugnar una y otra vez
en los tribunales federales para recuperar su cuantioso capital. Luego de haber
superado las acusaciones de peculado, defraudación fiscal y de lavado de
dinero, ahora va por el cierre del caso para recuperar en definitiva su
cuantiosa riqueza. En su defensa legal ha tenido una gran aliada, la magistrada
Antonia Herlinda Velasco Villavicencio, titular del Quinto Tribunal Unitario en
Materia Penal en el Distrito Federal.
Es
la misma magistrada que en 2005 decretó la exoneración del expresidente Luis
Echeverría y su secretario Mario Moya en la acusación que el gobierno de
Vicente Fox les fincó como presuntos responsables del delito de genocidio, por
la matanza de estudiantes del 10 de junio de 1971, conocida como el halconazo.
Velasco
Villavicencio fue integrante del CJF hasta la reforma judicial del propio
Zedillo en 1995. Su salida como consejera fue adjudicada en su momento, en el
Poder Judicial, a su supuesta relación con el salinismo. Se tituló de la
licenciatura con la tesis Las sociedades mercantiles irregulares. A partir de
abril de 2006, casi un año después de la excarcelación de Raúl Salinas, la
magistrada le concedió una serie de amparos en la causa penal 37/1997-I y su
acumulada 54/2002 por enriquecimiento ilícito. En agosto de 2006, modificó el
auto de formal prisión para que no se le suspendieran sus derechos políticos.
Uno
de los amparos más importantes para Salinas fue el que la magistrada dictó el
22 de mayo del año pasado, que dejó insubsistente un fallo de 2007 del Segundo
Tribunal Unitario en Procesos Penales Federales, que había confirmado el inicio
de la instrucción en su contra por enriquecimiento ilícito. El amparo causó
ejecutoria en junio de 2012.
El
caso se radicó en el Juzgado Décimo Tercero de Distrito en Procesos Penales
Federales. Junto con Salinas, en la causa penal fueron incluidos su contador
Juan Manuel Gómez Gutiérrez y Jesús Gómez Portugal, señalados como sus
prestanombres.
Exonerado
del delito de peculado, al mayor del clan Salinas, de 67 años, sólo le queda el
de enriquecimiento ilícito, y el juez Carlos López Cruz propuso desecharlo yendo
más allá incluso de la lógica de los magistrados del Segundo Tribunal Colegiado
de Toluca: Sí, El hermano incómodo es millonario, pero gracias a sus
habilidades financieras, no porque se haya aprovechado de la Presidencia de
Carlos Salinas.
Concede:
“El acusado se enriqueció… incrementó sustancialmente su patrimonio durante el
tiempo en el que desempeñó un empleo, cargo o comisión en el servicio público…
en un periodo comprendido de enero de 1985 a abril de 1992”.
Salinas,
en efecto, trabajó en la administración pública federal desde Miguel de la
Madrid y continuó en la Presidencia de su hermano. Con De la Madrid fue gerente
general de Diconsa, en la Conasupo; director general de Imconsa y director de
Planeación y Programación Presupuestal de Conasupo. Con Salinas fue secretario
técnico del Comité de Evaluación del Programa Nacional de Solidaridad
(Pronasol).
La
sentencia absolutoria asienta que en su primera declaración patrimonial Raúl
Salinas declaró tener 10.6 millones de viejos pesos (60 mil dólares al cambio
de 1983), y al dejar su último cargo público, en 1992, su fortuna ascendía a 3
mil 603 millones de viejos pesos (52 millones de dólares). Esto significa que,
en siete años, multiplicó su riqueza 339 veces.
El
juez López Cruz admite que el incremento sustancial del patrimonio de Raúl
Salinas “no es acorde con los ingresos que recibió por los cargos públicos que
desempeñó”, y aunque acrecentó de tal forma su peculio que sin lugar a dudas se
sostiene que experimentó un enriquecimiento, “no se encuentra plenamente
acreditado que haya incrementado sustancialmente su patrimonio con motivo de su
empleo, cargo o comisión en el servicio público y que haya adquirido bienes en
contravención de… la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos;
es decir, que ese enriquecimiento y adquisición de bienes tenga como causa
prácticas corruptas, irregulares o deshonestas… en el desempeño del servicio
público encomendado”.
Además,
esas dependencias ni tenían presupuesto propio y ni siquiera tenían fondo
revolvente. La causa es otra, asentó el juez: “La efectiva inversión de sus
haberes”. Por ello, dictó la sentencia absolutoria a su favor en la acusación
de enriquecimiento inexplicable.
Lo
que el juez sí admite es la existencia del delito de desvío de recursos de la
partida secreta. Pero en este caso también libera del todo a Raúl Salinas. Él
no tuvo culpa ninguna aunque los recursos llegaron a sus cuentas.
Argumenta:
el dinero se distrajo de su objeto, que era satisfacer necesidades contingentes
de orden público de la Presidencia de la República. Se desvió para fines
propios o ajenos y eso está sancionado penalmente, pero para los efectos de
este asunto resulta “irrelevante y por ende necesario que se acrediten los
subsecuentes destinos que se haya dado a ese numerario, ya que en todo caso
esas operaciones subsecuentes deben ser materia de diverso análisis”.
Así
absolvió a los operadores de Raúl Salinas, toda vez que el responsable
principal, Ernesto Sentíes Hoyos, fue declarado muerto el 28 de agosto de 1998.
El
juez fue muy claro en su resolución: una vez que cause ejecutoria la sentencia,
se tiene que levantar el aseguramiento de los bienes muebles e inmuebles,
derechos y cuentas bancarias en el Distrito Federal, Estado de México,
Guerrero, Jalisco, Morelos, Querétaro, Oaxaca, Baja California Sur y Puebla.
Pero “no se hace pronunciamiento alguno en relación a las cuentas bancarias
abiertas en los países de Suiza e Inglaterra, puestas a disposición del juez 12
de Distrito de Materia Penal federal en la Ciudad de México, en relación con la
causa penal 54/2002”.
Carlos
Salinas siempre ha dicho que desconocía las operaciones financieras de su
hermano, en especial los depósitos de 100 millones de dólares en el extranjero.
En su libro México. Un paso difícil a la modernidad, publicado en el año 2000
para exculparse y decir que la desgracia de su familia se debió a una
persecución de su sucesor, dice: “El dinero que manejó mi hermano no provino de
ningún acto de corrupción de mi gobierno”.
De
un plumazo, deslinda a su hermano en el desvío de las partidas secretas de la
presidencia de la República durante su sexenio. Dice que formó “un patrimonio
considerable antes de trabajar en el gobierno”. Prefiere concentrarse en los
millonarios depósitos en el extranjero, que estuvieron congelados en Suiza.
Según
El hermano incómodo, esos recursos fueron aportados por tres empresarios:
Carlos Peralta, Carlos Hank Rhon –hijo de Carlos Hank González– y Roberto
González Barrera El Maseco, quien murió en agosto del año pasado. Su
justificación es que querían crear un fondo para invertir en México.
Dice
Carlos Salinas en su libro exculpatorio: “Raúl debe responder por sus actos” y
más aún: “Como ciudadano, por la duda que ha generado la constitución de ese
fondo, considero que el dinero de Raúl debería regresar a México y aplicarse en
su totalidad y de manera exclusiva a resolver problemas sociales… Tengo la
convicción de que Raúl entenderá que ese dinero que ofendió a la sociedad debe
tener un destino de bien”.
Al
final del capítulo dedicado a la situación patrimonial de su hermano, insistió:
“Esos recursos deben regresar a México para ser utilizados a favor de los que
menos tienen. Cuando… los procesos (penales) se lleven conforme a derecho, la
sociedad mexicana en general y quienes
servimos a México durante mi administración, tendremos de Raúl y de las
evidencias objetivas, una explicación precisa sobre esos recursos que tanto
daño han hecho”. Hace ocho años que El hermano incómodo salió de la cárcel, y
todavía no existe esa explicación.
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