Raúl,
de la mano de Carlos, símbolo de impunidad/Jenaro Villamil
Revista Proceso # 1918, 3 de agosto de 2013;
http://www.proceso.com.mx
Desde
hace dos décadas Proceso ha documentado las trapacerías de Raúl Salinas de
Gortari, quien en seis años (los mismos de su hermano en la Presidencia)
acumuló una inmensa fortuna. Encarcelado
en el sexenio de Ernesto Zedillo, aparentemente más por un afán de venganza que
por uno de justicia, y liberado en el de Fox, El hermano incómodo vuelve a ser
noticia ahora, cuando un juez decidió que la fortuna que amasó
inexplicablemente no es ilícita y le será devuelta. Para el historiador Lorenzo
Meyer, a contracorriente de lo que pasa en otros países, donde los políticos
corruptos van a dar a la cárcel o al basurero de la historia, en México la
corrupción se premia.
Símbolo
de corrupción durante el gobierno que prometió llevar a México al Primer Mundo,
Raúl Salinas de Gortari se ganó el sobrenombre de El hermano incómodo el 21 de
noviembre de 1994, cuando en su número 942 Proceso publicó por primera vez el
recuento pormenorizado de las andanzas, negocios, tráfico de influencias y
riquezas del primogénito de una dinastía que encumbró a Carlos Salinas en la
Presidencia de la República.
Han
pasado casi dos décadas desde esa edición. Y transcurrieron 17 años y tres
meses de complicados litigios contra Raúl Salinas de Gortari, incluyendo una
década en la cárcel acusado de ser autor intelectual del asesinato de José
Francisco Ruiz Massieu, su excuñado y secretario general del PRI.
El
priista Ernesto Zedillo lo encarceló y mandó a Carlos Salinas de Gortari al
exilio. Durante los 12 años de gobiernos panistas Raúl Salinas fue liberado y
exonerado de cuatro de los cinco delitos que pesaban en su contra: homicidio,
peculado, defraudación fiscal y lavado de dinero, al mismo tiempo que su
hermano, el expresidente, “normalizó” su vida pública, publicó libros, se
convirtió en socialité y se autonombró protagonista del “debate de las ideas”.
El
miércoles 31 de julio la Procuraduría General de la República (PGR) anunció que
apelaría la sentencia dictada el 19 de julio anterior por el juez 13 de
Distrito en Materia Penal, Carlos López Cruz, quien exoneró a Raúl Salinas del
último delito que pesaba en su contra: enriquecimiento ilícito. Ese mismo día Enrique
Peña Nieto, el mexiquense que protagonizó el retorno del PRI a la Presidencia,
fue intervenido quirúrgicamente para retirarle un nódulo de la tiroides.
En
los últimos 17 años la PGR ha perdido todos los procesos contra Raúl Salinas.
Exonerado del delito de enriquecimiento ilícito, a El hermano incómodo le serán
devueltos 224 millones de pesos depositados en 12 cuentas bancarias, así como
41 inmuebles en 24 entidades del país.
El
juez López Cruz admitió en su sentencia que Raúl Salinas acumuló en menos de 10
años una fortuna inexplicable para alguien que vivía de su salario como
burócrata: Pasó de tener 17 inmuebles y bienes por 60 mil dólares en 1983
–antes de ser nombrado gerente general de Distribuidora Conasupo S.A. de C.V.–
a acumular en abril de 1992 un total de 52 millones de dólares, 41 inmuebles y
fondos de inversión en el extranjero.
Sin
embargo el juez admitió que “al no acreditarse que los bienes que fueron
adquiridos por el servidor público Raúl Salinas de Gortari son el producto del
abuso de las atribuciones conferidas”, se desvanece el delito de
enriquecimiento ilícito.
“Derrota
de la justicia”
De
esta manera Raúl Salinas de Gortari pasaría de ser un símbolo de la corrupción
a un símbolo de la impunidad, “la máxima derrota de la procuración de justicia
en este país”, advierte el historiador y ensayista Lorenzo Meyer, entrevistado
por Proceso para analizar las repercusiones políticas del caso.
No
hay espacio para el optimismo en el análisis de Meyer, autor de La segunda
muerte de la Revolución Mexicana y crítico puntual del salinismo:
“Para
entender este proceso es necesario ver a los Salinas casi como un accidente. Si
no hubieran sido Carlos y Raúl serían otros. El problema de fondo es la calidad
y la cantidad de la corrupción, independientemente de partidos políticos, de la
alternancia o del cambio de gobiernos. Algo está encallecido en nuestra clase
política.
“En
el caso mexicano resulta que la clase política fracasa una y otra vez y no le
pasa nada. En otros países la clase política que fracasa debe terminar en el
basurero de la historia. Así está sucediendo con Silvio Berlusconi en Italia.
Así sucedió con Menem en Argentina, con Collor de Mello en Brasil, con Fujimori
en Perú. Pero en México no pasa nada. Al contrario, a Raúl Salinas hasta le
devuelven sus millones.”
Coautor
de la Historia de la Revolución Mexicana, 1928-1934, conocedor del periodo
cardenista, especialista en las relaciones entre México y Estados Unidos, Meyer
va articulando una hipótesis: a diferencia del valor que se le da a la
competencia en el mercado económico, en el caso político, la incompetencia y la
corrupción “es lo que conviene”.
“Hay
solidaridad en la impudicia de una clase política que fracasa una y otra vez en
su cometido fundamental que debe ser el bienestar del país, pero a ellos les va
muy bien. Se han montado en una tendencia que es histórica en México: la
incompetencia de la clase política y su impunidad.”
–¿El
caso de Raúl Salinas indica que la corrupción durante el periodo neoliberal fue
mayor que durante el estatismo mexicano?
–No
es mayor. Siempre ha sido igual. Lo terrible es que, por un momento algunos
pensamos que México había dado un salto cualitativo con la alternancia… y no
fue así.
“El
mensaje que envía la clase política a la sociedad con el caso de Raúl Salinas
de Gortari es tremendo: ‘Miren, bola de babosos, la situación política real es
ésta. Hagan lo quieran. Al final, nosotros, la clase política, entendemos la
naturaleza de la corrupción en este país y no va a cambiar’.”
–¿Es
un mensaje de impunidad total?
–Sí.
La principal responsabilidad es de la PGR. Quizá porque su trabajo no es
procurar la justicia sino la injusticia. La impunidad es la mayor de las
injusticias.
–Sin
embargo Raúl Salinas pasó algunos años en la cárcel, dirían algunos…
–Sí,
estuvo por una cosa que no se le comprobó (la autoría intelectual del asesinato
de Ruiz Massieu), pero eso todavía sirve para hacer más cínica a la sociedad
mexicana.
“Es
una pedagogía muy bien hecha por la clase política: no hay que hacerse
ilusiones, aquí no pasa nada.
“El
fenómeno de Raúl Salinas le conviene a la clase política. Sin decirlo
explícitamente nos indica que nunca habrá posibilidades de transformar el
enorme castillo de corrupción que es el sistema político mexicano.”
–¿Por
qué entonces encarcelan a personajes como Granier, Elba Esther Gordillo,
etcétera?
–Porque
Granier es un advenedizo en la clase política tradicional. Al sistema político
le sirve muy bien, de vez en vez, que alguien caiga, como pasó con Jorge Díaz
Serrano; pero a los de a de veras, como al señor Montiel del Estado de México,
a esos no se les quita ni se les toca.
Los
fondos en Suiza
Meyer
recuerda también dos episodios que hablan de la doble cara de la clase política
frente al fenómeno de Raúl Salinas de Gortari: las confesiones del expresidente
Miguel de la Madrid y las conversaciones grabadas a Luis Téllez, entonces
secretario de Comunicaciones y Transportes, sobre el robo de la partida secreta
de la Presidencia.
En
ambos casos, advierte el historiador, “nos hicieron saber más o menos que hubo
saqueo de las arcas públicas, pero no pasó nada”. “¡Qué mala suerte de este
tipo!”, exclama Meyer al recordar a Miguel de la Madrid. “Nos dijo que se
arrepintió de haber dejado a Carlos Salinas de Gortari porque resultó que le
gustaba el dinero”.
En
mayo de 2009 el expresidente De la Madrid admitió en una entrevista con Carmen
Aristegui que su sucesor, Carlos Salinas de Gortari, encubrió la corrupción de
sus hermanos, en particular de Raúl y Enrique, quienes tenían “vínculos con
grupos del narcotráfico”.
Raúl
Salinas “conseguía contratos de gobierno, se comunicaba con narcotraficantes.
No recuerdo exactamente cuáles, pero con los que le dieron dinero para
llevárselo a Suiza”, declaró De la Madrid.
“Cuando
yo ya no era presidente me di cuenta del dinero que se había llevado Raúl, la
cuenta de Suiza. Más o menos me di cuenta que las operaciones se hacían por
medio de bancos norteamericanos; hacían las transacciones de recoger el dinero
y llevárselo a Suiza”, abundó.
Las
declaraciones de De la Madrid provocaron una inmediata y airada reacción para
obligar al expresidente a desdecirse, al tiempo que sus familiares y
excolaboradores cercanos argumentaron que estaba mal de sus facultades
mentales.
Raúl
Salinas de Gortari publicó una carta aclaratoria el 14 de mayo de 2009 para
defenderse de las acusaciones de De la Madrid. En relación con el “fondo de
inversión” formado en 1994 con capital de distintos empresarios, incluyendo a
Carlos Peralta, Carlos Hank y Roberto González Barrera, afirmó:
“Durante
13 años (1995 a 2008) fui exhaustivamente investigado por cuatro de los países
más avanzados en materia de investigación criminal (Suiza, Francia, Inglaterra
y Estados Unidos). Los elementos encontrados en estos países fueron nutriendo
la investigación suiza.
“Finalmente
las autoridades suizas concluyeron que no existían elementos que pudieran
vincular, ni siquiera a nivel de indicios, el patrimonio depositado en aquel
país con alguna actividad relacionada con el narcotráfico.
“En
junio de 2008 el juez suizo Paul Perraudin emitió una sentencia en la que dio
por cerrado el caso en Suiza, estableciendo que no existían elementos que me
vincularan a mí o a mi familia con el crimen organizado.”
La
sentencia absolutoria del 19 de julio no se pronunció sobre el dinero
depositado en Suiza e Inglaterra. De acuerdo con la PGR, a Salinas de Gortari
le fueron devueltos 74 millones de dólares de esos 110 millones que formaron
parte de un “fondo de inversionistas”.
El
otro escándalo que fue acallado se produjo a raíz de la divulgación de una
grabación del exsecretario calderonista de Comunicaciones y Transportes, Luis
Téllez, quien fue subsecretario de Agricultura con Salinas y titular de Energía
en el sexenio de Ernesto Zedillo.
En
febrero de 2009 se divulgó una declaración de Luis Téllez que hablaba de Ana
Paula Gerard, esposa del expresidente Salinas de Gortari: “Ana Paula ya trae
ese rollo también… y bueno, en el caso de Salinas se robó la mitad de la cuenta
secreta; sí, hizo muchas cosas”.
El
12 de febrero, poco después de conocerse las grabaciones, Téllez leyó un
comunicado en una rueda de prensa. Admitió que era real la grabación donde
acusa a Salinas de sustraer la mitad de la partida secreta, pero alegó que lo
hizo “de manera indebida”. “Nunca he tenido evidencia alguna sobre acciones
ilícitas del expresidente Carlos Salinas”, atajó. Cuestionado sobre su probable
renuncia a la Secretaría de Comunicaciones, Téllez respondió que no había razón
alguna para abandonar el cargo. Semanas después Calderón lo relevó (Proceso
1685).
El
debate sobre el robo de la partida secreta fue alentado por el propio Raúl
Salinas. En la llamada telefónica con su hermana Adriana, divulgada en octubre
de 2000 en El Noticiero del Canal 2 de Televisa, advierte que aclarará de dónde
salieron los fondos.
“Voy
a decir qué fondos salieron del erario público para que se devuelvan, yo creo
que con eso la sociedad sí quedará contenta”, sentenció Raúl al quejarse de las
declaraciones recientes de su hermano Carlos.
“Sí,
Adriana, lo saqué a través de Gobernación por instrucciones de él”, apuntó Raúl
Salinas.
Nunca
volvió a mencionar Raúl Salinas este episodio. Ni en su libro Diario del
infierno de Almoloya, editado en 2005 por Diana.
López
Cruz, en su sentencia del 19 de julio, resolvió que entre septiembre de 1990 y
julio de 1994 poco más de 2 mil 700 millones de pesos de la partida secreta
fueron transferidos ilegalmente a una cuenta de Banco Mexicano Somex, por
conducto de Ernesto Sentíes Hoyos, entonces director general de Administración
de la Presidencia.
Sin
embargo, el mismo juez advirtió que “resulta irrelevante” si este dinero fue
desviado para beneficiar a Juan Manuel Gómez Gutiérrez, contador de Raúl
Salinas de Gortari, porque éste ya había sido exonerado del delito de peculado
en la sentencia de 2004 dictada por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia
Penal de Toluca.
Paradójicamente
los magistrados de Toluca absolvieron a Raúl Salinas de haberse beneficiado con
207 millones de los 2 mil 218 millones de pesos desviados por Sentíes,
afirmando que la partida secreta de la Presidencia no tenía una finalidad
específica.
Cadena
de impunidades
En
síntesis, ninguno de los delitos o de la cadena de favores y tráfico de
influencias que se le imputaron a Raúl Salinas de Gortari desde que operaba
como El Señor Diez por Ciento en el sexenio de su hermano se confirmó y menos
se sancionó.
En
junio de 1991 Manú Dornbierer publicó en su columna “La Gente”, del periódico
Excélsior, que Raúl y Enrique Salinas obtendrían 25% de la concesión del
Hipódromo de las Américas durante 25 años.
El
entonces procurador general Ignacio Morales Lechuga y el gerente general del
hipódromo, Justo Fernández, negaron la versión. Dornbierer, en una entrega
posterior, afirmó que el propio Raúl Salinas, “evaluador técnico de
Solidaridad, principal programa sociopolítico del gobierno”, fue a quejarse con
el director de Excélsior, Regino Díaz Redondo, de ese artículo.
En
abril de 1994, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el comisionista
británico Kaveh Moussavi generó un escándalo al divulgar en Washington que él
había sido víctima de un intento de soborno cuando fue representante de IBM en
México.
“Me
refiero al proyecto de la refinería Santa Cruz, que se concedió a la
Corporación Mitsubishi. Fui testigo del hecho de que los servicios del señor
Raúl fueron contratados por Mitsubishi por una tarifa de 10% en el proyecto
multimillonario”, escribió Moussavi en el libro Carpizo expuesto.
La
prensa cercana al entorno salinista llamó a Moussavi extorsionador y
chantajista.
Durante
el proceso de privatización de Imevisión, Raúl Salinas le prestó 30 millones de
dólares a Ricardo Salinas Pliego, el concesionario que resultó ganador, a
través de un fondo de inversiones que lideraba para la compra de los canales 13
y 7. La noticia se conoció tres años después del proceso de desincorporación de
los canales del Estado.
En
su libro El Tigre, Emilio Azcárraga y su imperio Televisa, los periodistas
Claudia Fernández y Andrew Paxman recordaron que Raúl Salinas “se acercó a
Serna, a Gómez Flores y al propio Salinas Pliego, entre otros. A los Vargas,
por ejemplo, los visitó en su casa y les pidió que le hicieran una presentación
sobre lo que haría Multivisión en caso de ganar la televisión y qué haría para
competir con Televisa”.
“Sobre
el tráfico de influencias o de información no hay pruebas documentales; sólo
testimonios como el de ejecutivos de NBC Noticias que preguntaban en México –un
mes antes de la privatización–, quién era un tal Ricardo Salinas Pliego que
decía que ya estaba amarrado con el hermano del presidente”, escribieron
Fernández y Paxman.
Parte
de la enorme riqueza inmobiliaria de Raúl Salinas fue publicada el 12 de
diciembre de 2004 por Proceso (número 1467). Un documento elaborado por la
Dirección General de Procesos de la PGR detalla que sólo en el Distrito
Federal, el hermano del expresidente adquirió 25 propiedades: desde un terreno
en las Lomas de Chapultepec, adquirido por 750 millones de pesos en enero de 1989,
hasta varias casas en las delegaciones Coyoacán, Álvaro Obregón y Benito
Juárez.
En
Guerrero, Raúl Salinas se hizo propietario de 17 inmuebles, incluyendo un lote
de 100 millones en Ixtapa Zihuatanejo más otro en la zona hotelera que le costó
225 millones de pesos en 1991. En Morelos adquirió seis inmuebles, entre ellos,
dos en Tepoztlán, entre 1990 y 1991. En Puebla compró la exhacienda Las
Mendocinas por 156 millones de pesos. Y todo con el salario de director general
y gerente general en la estructura del gobierno federal.
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