23 sept 2013

Soplan vientos de cambio en la Santa Sede


El  papa Francisco se enfrenta a los ultraconservadores católicos
Los cambios ordenados por el jesuita amenazan con debilitar a una cofradía acostumbrada a codirigir el destino de la Iglesia católica.
Celebrada en Brasil en julio de 2013, la última Jornada Mundial de la Juventud es percibida por muchos como el evento inaugural del pontificado del papa Francisco. Pero para otros, el verdadero debut de Jorge Mario Bergoglio como máxima autoridad del Vaticano se consumó el sabado 21 de septiembre, cuando puso en marcha un conspicuo cambio de personal en la jerarquía eclesiástica; preludio de una reforma más profunda de la Curia romana que buscaría restringir el poder de los ultraconservadores en la Santa Sede.
El arzobispo Benjamino Stella tomará el lugar de Mauro Piacenza en la jefatura de la Congregación para el Clero, que se ocupa de los seminaristas y sacerdotes. Stella, de 72 años, fue nuncio en Cuba y en Colombia y se desempeñó hasta ahora en la Pontifica Academia Eclesiástica. 

El arzobispo Lorenzo Baldisseri, de 73 años, fue nombrado secretario del Sínodo de obispos en sustitución de Nikola Eterovic. Eterovic, de 62 años, representante del ala más conservadora de la Iglesia, será el nuevo nuncio apostólico de Alemania.
En entrevista con DW, Gerhard Kruip, profesor de Antropología Cristiana y Ética Social en la Universidad de Mainz, negó que existiera un enfrentamiento frontal entre el papa Francisco y la Curia. No obstante, los movimientos de personal ordenados por Bergoglio amenazan con debilitar a una cofradía acostumbrada desde hace años a codirigir el destino de la Iglesia católica. Cabe intuir que habrá fricciones. “Si las hay, éstas no tendrán lugar entre el Papa y la Curia, sino entre Francisco y algunos miembros de ese gremio”, dijo Kruip.
Como en un partido de ajedrez, las jugadas de Bergoglio han sido sesudamente preparadas; su meta es impulsar el ascenso de hombres que comulguen con su postura: Piacenza es discípulo del cardenal conservador Giuseppe Siri y estaba considerado como una figura cercana al secretario de Estado, Tarcisio Bertone, quien dejará el cargo a mediados de octubre por decisión de Francisco.
Las declaraciones del papa Francisco a Civiltá Cattolica–traducidas a diferentes idiomas y publicadas simultáneamente por otras dieciséis revistas jesuitas el pasado jueves (19-9-2013)– también parecen formar parte de su plan. 
En la extensa entrevista, calificada de “histórica” por varios medios, Bergoglio instó a los representantes de la Iglesia, desde la Curia hasta las parroquias, a asumir una actitud menos obsesiva de cara a temas como la anticoncepción, el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto”, reza un segmento de la entrevista en el que Bergoglio invita a los religiosos a “tener en cuenta a la persona” que sufre y busca consuelo. 
El Papa subrayó que el confesionario “no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos”.
“No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad”, atestó el argentino, pronunciándose en contra de que la Iglesia católica funcione “como una capillita en la que cabe sólo un grupito de personas selectas”. 
El papa Francisco acotó en Civiltá Cattolica: “Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque, de otra manera, el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio”. 
Las reacciones no se hicieron esperar.
“No cabe duda de que lo dicho por el papa Francisco constituye un reto. Todos, especialmente los arzobispos y las conferencias episcopales, se verán obligados a reajustar sus prioridades, su estilo, su tono”, opinó un alto prelado del Vaticano bajo condición de anonimato. “Con frecuencia hemos puesto asuntos morales por delante de la fe en lugar de hacer lo contrario. Lo que el Papa nos recuerda es que las normas son una consecuencia de la fe; no es la fe la que se deriva de las normas”, comentó otro miembro de la jerarquía vaticana.
 El arzobispo alemán Gerhard Ludwig aconsejó no hacerse falsas expectativas frente a la anunciada reforma de la Curia.
El arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller –quien fue confirmado por Bergoglio como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe– aconsejó no hacerse falsas expectativas frente a la anunciada reforma de la Curia; Müller no cree que el Vaticano renuncie a competencias para darle mayor autonomía a las Iglesias de cada país. Otros expertos en materia vaticana secundan a Müller y advierten que, pese a lo expresado por el papa Francisco en la entrevista de Civiltá Cattolica,no habrá grandes cambios en la doctrina católica.
Soplan vientos de cambio en la Santa Sede. 
Puede que los unos comparen el afán de transformación del papa Francisco con el ímpetu de un huracán y los otros, con una brisa que refresca; pero, en todo caso, nadie ignora el contraste entre el discurso programático del alemán Benedicto XVI (2005-2013) y el del argentino, cuyo pontificado apenas va por su sexto mes: la doctrina moral del catolicismo era lo más importante para Joseph Ratzinger, mientras que Jorge Mario Bergoglio ha puesto énfasis en la doctrina social de esa religión.
Como jefe de Estado, también Ratzinger intentó arrojar luz sobre los resquicios más oscuros del Vaticano –el opaco Instituto para las Obras de la Religión, por ejemplo–, pero al octogenario le faltaban las herramientas de las que Bergoglio parece disponer por naturaleza. 
Las riendas de la Iglesia católica han pasado de las manos de un líder lúcido pero ensimismado a las de uno igualmente reflexivo pero mucho más comunicativo. 
El papa Francisco sabe cómo hablar con los feligreses y también con los periodistas. Y su fotogenia no lo perjudica.
De ahí la luna de miel que disfruta el primer Papa latinoamericano con la prensa internacional. El gran desafío de Francisco es demostrar que sus actos son coherentes con sus gestos y palabras, y él luce dispuesto a aprovechar la atención que le prestan los medios para hacer de la suya una gestión lo más transparente posible. De sus logros sólo se podrá hablar mucho más adelante.

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