Salto
mortal, sin red de protección/JENARO
VILLAMIL
Revista
Proceso
# 1938, 21 de diciembre de 2013
A
contrapelo del triunfalismo expresado por sus correligionarios del PRI en torno
a la reforma energética impuesta por los poderes Ejecutivo y Legislativo, Dulce
María Sauri Riancho aclara: si las cosas no funcionan como el gobierno de
Enrique Peña Nieto pretende, no habrá manera de revertir la situación. Y cuando
la exdirigente nacional priista advierte que ante esta eventualidad “no hay red
de seguridad” que salve a México, significa que el Estado queda a merced de los
grandes apetitos empresariales, sean mexicanos o extranjeros.
La
reforma constitucional en materia energética “es una apuesta muy alta” donde
“no hay marcha atrás”. Si los supuestos resultados benéficos no se sienten en
el bolsillo de los mexicanos vía gasolina y electricidad más baratas, “la
frustración social podría revertir cualquier resultado positivo en la
macroeconomía, si éste llegara a darse”, advierte Dulce María Sauri Riancho,
exdirigente nacional del PRI.
Legisladora
de varias batallas históricas –como la aprobación de la Ley Televisa en 2006–,
exgobernadora interina de Yucatán y exfuncionaria de la Secretaría de Programación
y Presupuesto, Sauri es más contundente en la valoración del riesgo adoptado:
“Si las cosas no funcionan como se prevé, no habrá manera de revertir la
situación. No hay red de seguridad que atempere o suavice la caída”.
Radicada
en Yucatán, donde estudia un posgrado en historia, Sauri coincide en que esta
reforma es la culminación de otro modelo de Estado, “no sólo más pequeño sino
más débil frente a los poderes fácticos que se imponen mediante la corrupción y
el amedrentamiento”.
Compara
la bonanza petrolera de los ochenta, cuando José López Portillo llamó a
“administrar la abundancia” y se generó una de las crisis económicas más agudas
del país.
“Los
sueños de riqueza petrolera han solido ser breves. Fue corta la ilusión de la
abundancia (no más de tres años) durante el gobierno de José López Portillo.
Sin embargo, los recursos extraordinarios provenientes del petróleo caro de
esos años se destinaron a la creación de programas de combate a la pobreza
(como el Coplamar) o de solución al problema alimentario, como el SAM (Sistema
Alimentario Mexicano).
“La
similitud entre 1980 y la reforma energética de 2013 sólo se encuentra en el
terreno de las expectativas desbocadas del gobierno, que intenta convencer a la
población de la extraordinaria oportunidad que se abre ante ellos.
“La
frase presidencial invitando a ‘administrar la abundancia’ todavía nos persigue
como parte de un pasado que no debemos olvidar. Espero que los slogans
publicitarios de ahora –‘bajará el precio de la luz y también del gas’, ‘se
crearán millones de empleos’– no tengan en el futuro el mismo triste destino en
la memoria colectiva y en la vida de millones de mexicanos”, advierte.
Sauri
también es irónica a la hora de describir el maltrato a Pemex y a la CFE, que
pasan a ser ahora “empresas productivas del Estado” y deberán competir con las
trasnacionales extranjeras, como Exxon, Shell, Chevron y otras. Las compara con
un viejo pugilista, en metáfora boxística.
“Después
de años de saqueo fiscal y debilidad financiera, la empresa petrolera será como
el flaco y añoso boxeador que sube al cuadrilátero con el joven y vigoroso
atleta cuya única preocupación es ganar. No se necesita ser profeta para
adivinar el resultado de esa lucha desigual. ‘Te usé, te gasté, te tiré’, sería
un buen epitafio anticipado para la otrora empresa orgullo nacional”, resume.
EPN,
fortalecido
En
cuestionario respondido por escrito, la exdirigente nacional del PRI, lejana
ahora al círculo gobernante, hace un balance político de los actores de la reforma
energética.
Del
gobierno federal señala que “en el corto plazo, el gobierno mostró capacidad de
articular una estrategia y llevarla a cabo, logrando la mayoría necesaria en
las cámaras de Diputados y Senadores, así como una inusitada celeridad para su
aprobación en los estados.
“El
presidente y su gobierno salen fortalecidos, porque demostraron efectividad en
el procedimiento. Cuidaron los detalles, tal como se demuestra en los 21
artículos transitorios, donde se especifican y acotan las leyes reglamentarias
para aplicar la reforma. En lo político, nada se dejó al azar o a la
improvisación.”
–¿Hubo
un proceso de deliberación en el PRI sobre el cambio de enfoque del partido
frente a los artículos 27 y 28 constitucionales?
–Desde
la campaña electoral se delinearon los cambios que habrían de venir si Enrique
Peña Nieto ganaba la Presidencia. En la XXI Asamblea del PRI (marzo 2013) una
clara mayoría de delegados dotó de suficiente flexibilidad a sus documentos
básicos para dar cobijo a una reforma energética de este tipo, así como para
imponer el IVA a alimentos y medicinas. Sucedió lo primero, mucho más lejos de
la vida cotidiana de la población que lo segundo, que hubiese tenido en el
corto plazo un costo alto para el PRI y su gobierno.
–¿Tiene
futuro el Pacto por México después de esta reforma?
–El
pacto dio sus frutos y se agotó. Dejó de ser útil al gobierno, no así a las
dirigencias del PRD y del PAN, que gracias a éste lograron sortear los más
espinosos problemas internos que cuestionaban incluso su permanencia al frente
de sus organizaciones políticas.
“La
reforma fiscal fue el pretexto de la separación, una vez que se hubo superado
el distanciamiento motivado por razones electorales en la primera mitad del
año. Se dice, tal vez con razón, que el PRD del pacto avaló la reforma fiscal,
en tanto que el PAN hizo lo propio con la energética. Ningún viejo lobo de mar
en la política podía ignorar esa posible secuencia y, sobre todo, sus
consecuencias.”
–¿Qué
efectos electorales y políticos vislumbra tras esta reforma para las elecciones
federales de 2015?
–Si
bajan los precios de la energía eléctrica para consumo doméstico, así sea
artificialmente, incrementando los subsidios a la CFE antes de que se
transforme en “empresa productiva del Estado” limitada sólo a la transmisión y
distribución de energía eléctrica, el PRI puede tener un buen resultado en la
elección de 2015, más aún si comienzan a manifestarse y publicitarse con
amplitud los avances económicos previstos por el gobierno de Peña Nieto.
“Si,
por el contrario, la expectativa creada sobre el descenso de los precios de los
combustibles no se cumple, si la novedad de encontrar gasolineras de Exxon,
Shell y otras operando en México no es suficiente para convencer a las clases
medias de la bondad del cambio, el panorama electoral para el PRI podría
complicarse.
“El
PAN está a la expectativa de los tropiezos que pudiera tener el gobierno
priista. Ha retornado a su ámbito natural, donde se mueve como pez en el agua:
la oposición. En cuanto a las izquierdas, la reforma energética muy
probablemente les demande una revisión a fondo de sus estrategias. Llegar
divididos a la elección de 2015 será garantía de su irrelevancia en la nueva
legislatura que habrá de constituirse ese año.”
Lectora
y oradora destacada, Sauri no pierde la posibilidad de pensar en las
consecuencias si “hubieran” pasado otras cosas.
“La
historia contrafactual da licencia para imaginar. Me la tomo. ¿Qué hubiera
pasado si Andrés Manuel López Obrador no hubiera sufrido un infarto en plena
movilización contra la reforma? ¿Qué hubiera pasado si el ingeniero Cuauhtémoc
Cárdenas se hubiera puesto en huelga de hambre frente a Palacio Nacional para
buscar impedir lo que finalmente sucedió? ¿Qué hubiera acontecido si el PRD se
hubiese negado a avalar la reforma fiscal, además de perder el fondo destinado
a su gobierno en el Distrito Federal?
“La
imaginación puede ser infinita, pero también da para preguntarse qué hubiera
pasado si el gobierno hubiese prestado mayor atención a lo que sucede en Brasil,
donde ya vienen de regreso del lugar al que nosotros todavía pretendemos
llegar.”
“Alta
vulnerabilidad”
Economista
perteneciente a la generación de políticos que se crearon en la Secretaría de
Programación y Presupuesto en los tiempos de Miguel de la Madrid y Carlos
Salinas de Gortari, Sauri también observa que las reformas consistieron en un
“complicado trabajo de orfebrería jurídica, para no cambiar cambiando todo”,
sobre todo en materia de rectoría económica del Estado.
“Desde
1983 se estableció en la Constitución la distinción entre áreas estratégicas
con funciones exclusivas del Estado y las áreas prioritarias de la economía,
donde sólo ejerce su rectoría. La reforma constitucional reciente deja como
áreas estratégicas correo, telégrafo y radiotelegrafía. Salvo por la generación
de energía nuclear, reservada en exclusiva al Estado, las otras son restos
simbólicos de un sistema de comunicaciones que corresponde al siglo pasado. Tal
parece que lo viejo y obsoleto, eso sí, queda a cargo del Estado, concebido
como una especie de custodio de obsolescencias tecnológicas.”
–¿Qué
consecuencias tendrán para el modelo de Estado los cambios recientes?
–El
modelo constitucional de rectoría del Estado y su obligación de planear,
conducir, coordinar y orientar la actividad económica, se mantienen. El
problema estriba en que esta reforma limita las capacidad del propio Estado
para cumplir su cometido. Al abrir plenamente la puerta a los intereses
trasnacionales en los hidrocarburos y eliminar las salvaguardas legales, el
propio Estado mexicano se coloca en posición de alta vulnerabilidad. En
lenguaje llano: si las cosas no funcionan como se prevé, no habrá manera de
revertir la situación. No hay red de seguridad que atempere o suavice una
caída.
–¿Qué
efectos puede tener en el terreno político-partidista y en el escenario
político un Estado así?
–Observo
un Estado en pleno tránsito del modelo que rigió las relaciones políticas
durante más de 70 años, a uno nuevo, en que el Estado no sólo es más pequeño sino
más débil frente a los poderes fácticos que se imponen mediante la corrupción y
el amedrentamiento. En este marco se realizan los cambios en materia
energética.
Desmovilización
social
–Hay
una discusión intensa sobre la falta de participación social frente a esta
reforma, considerada la más importante en 75 años. ¿A qué atribuye esta falta
de interés? ¿Qué tan responsable es la propia izquierda política?
–A
diferencia del precio del boleto del Metro o del incremento de las gasolinas,
la reforma energética no afecta en lo inmediato la vida de las familias. La
mayoría de los mexicanos está demasiado preocupada por su supervivencia
cotidiana como para tomar las calles.
“Tal
vez si se hubieran enterado de la pretensión de eliminar los subsidios a las
gasolinas, la electricidad y el gas (Transitorio 11) hubieran protestado. Pero,
afortunadamente, los ajustes de última hora desaparecieron la peligrosa
disposición. Sin embargo, el tema de los subsidios gubernamentales a los
precios de los energéticos está muy poco explicado.
“Tal
vez la izquierda opositora a la reforma energética no supo transmitir un
mensaje que vinculara la reforma con las preocupaciones y carencias cotidianas
de la gente.”
–¿Por
qué se trata de una “apuesta muy alta” esta aprobación? ¿Qué consecuencias
tendrá?
–Se
ha vendido la reforma energética como una panacea que sacará a la economía
mexicana de su postración. Así lo señala machaconamente la publicidad que
invade en estos días los medios. La expectativa gubernamental descansa en que a
partir de la aprobación de la reforma vendrá una riada de inversión extranjera,
atraída no sólo por las posibilidades del sector energético sino por la
percepción de la existencia de un gobierno capaz de lograr sus propósitos.
“Las
preguntas que rondan son del tipo de si será suficiente incentivo la reforma
aprobada o si habrá un mayor apetito del capital trasnacional que exija aún
más; si las condiciones internacionales harán factible el arribo de capitales
del exterior o si una vez más habrá pocos resultados, tal como sucedió con la
reforma laboral.
“No
dudo en calificar de ‘apuesta alta’ a esta combinación de expectativas
gubernamentales y promesas a la población de bajar sus recibos de luz. Una cosa
es fracasar en la creación de miles (o millones) de empleos prometidos si se
aprobaba la reforma laboral, y otra es comprometer el descenso de los precios
de la electricidad, algo que cada mes podrán constatar si se cumple o no,
familias y empresarios en todo el país.
“Podrían
mejorar los indicadores de inversión extranjera directa; podría incrementarse
el número de empleos y crecer el PIB a la ansiada tasa de 4% anual, pero si no
se sienten los supuestos efectos benéficos en el bolsillo de los mexicanos vía
gasolina y electricidad más barata, la frustración social podría revertir
cualquier resultado positivo en la macroeconomía, si éste llegara a darse.
“Por
cierto, la reforma no dio siquiera para la ilusión de fomentar a la industria
mexicana a través del petróleo, al menos en el papel. Ni con el pétalo de una
rosa se quiso perturbar a las trasnacionales con alguna exigencia incómoda.”
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