–¿El Chapo Guzmán está por aquí? –se le pregunta.
–Sí. Podría ser. Podría ser que esté acá en el área –responde.
Honduras Un
paraíso de impunidad/MAJO SISCAR
Revista
Proceso
# 1938, 21 de diciembre de 2013
REPORTAJE
ESPECIAL
Los
ríos de cocaína que fluyen de Colombia hasta México antes de saltar la frontera
norte tienen un punto intermedio, geográficamente ideal: Honduras. Este país,
convertido en la mayor pista clandestina para las avionetas del narcotráfico,
ha prohijado pequeñas mafias y ha corrompido a las autoridades. Se ha vuelto un
paraíso de impunidad para los grandes capos, entre ellos El Chapo Guzmán, de
quien se afirma que está instalado ahí, en el departamento de Copán, cerca de
la frontera con Guatemala.
SANTA
ROSA DE COPÁN, HONDURAS.- En El Paraíso, departamento de Copán, el Palacio
Municipal es, en efecto, un palacio: 20 columnas romanas adornan su fachada y
sus costados; sus dos plantas tienen arcos de medio punto con ventanales… y en
su azotea hay un helipuerto. Es una especie de Capitolio barroco.
Hasta
2005 El Paraíso –municipio hondureño de 20 mil habitantes, fronterizo con
Guatemala– era un pueblo polvoriento; entonces un exarriero que sólo llegó a
tercer grado de primaria, Alexander Ardón, se convirtió en alcalde.
Así
lo presumió el propio Ardón el pasado 17 de noviembre cuando asistió al
municipio vecino de La Florida, donde tuvo lugar el cierre de campaña de su
partido, el Nacional, el cual ganó de nuevo la Presidencia de la República y la
mayoría en el Congreso (unicameral) el pasado 24 de noviembre.
Ardón
apareció públicamente por vez primera en cuatro años para apoyar a la candidata
opositora en ese municipio, Rebeca Santos. “Si Rebeca gana las elecciones, la
parte financiera de La Florida se la voy a administrar yo un año; y en un año
vamos a construir un mercado como el de El Paraíso y les vamos a demostrar cómo
se administran los fondos”, aseveró.
En
entrevista publicada el 9 de septiembre de 2013 en el diario hondureño La
Prensa, Ardón aseguró que su riqueza y la de su pueblo provienen de la venta de
leche y del comercio trasfronterizo, algo difícil de creer en Copán, uno de los
departamentos más pobres del país, donde las milpas, cafetales y pastizales
conviven con los sembradíos de mariguana.
A
Ardón se le señala como uno de los principales mafiosos locales. De origen
humilde, empezó traficando ganado y café hacia Guatemala, luego fue mula en el
transporte de droga por la frontera para finalmente dirigir desde hace una
década una de las dos organizaciones que trasiegan estupefacientes por tierra
hacia el norte.
El
otro grupo delincuencial está dirigido por la familia Valle, sus vecinos de La
Florida, quienes también pasaron súbitamente de arrieros a traficantes a
finales de los ochenta.
Ambas
organizaciones crecieron al mismo tiempo que lo hizo Mario Ponce, jefe del
cártel del departamento guatemalteco de Izabal, fronterizo con los municipios
hondureños de El Paraíso y La Florida. Ponce fue capturado en Honduras en 2011
y extraditado a Estados Unidos donde cumple condena por ser operador del Cártel
de Sinaloa en Guatemala y querer ampliar sus dominios a Honduras.
Al
mando de Ponce crecieron otras dos familias hondureñas asentadas en Guatemala,
los León y los Berganza. Ambas, originarias de El Paraíso, habrían impulsado a
Ardón en el negocio del trasiego de cocaína para hacer contrapeso con los Valle,
explica un reportero local que pide el anonimato.
A
partir de que en 1999 Estados Unidos impulsó el Plan Colombia y endureció en
2001 las medidas de control para evitar la llegada de droga por la ruta del
Caribe, el narcotráfico se desplazó hacia los países de Centroamérica y México.
Por aquí pasa 95% de la cocaína que llega al norte, según el reporte Estrategia
Internacional de Control de Narcóticos 2012, difundido el 7 de marzo de ese año
por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Según
ese documento, de la cocaína que pasa por Centroamérica en su ruta a México,
75% llega en avionetas a Honduras. Aquí hay cerca de 200 pistas clandestinas,
dice a Proceso el viceministro hondureño de Defensa, Carlos Roberto Funes.
La
mayoría de estas pistas están en La Mosquitia, región selvática a la cual no
llega la precaria infraestructura del Estado. Desde ahí, grupos de hondureños
conectados con cárteles trasnacionales mueven la droga en lanchas por cayos
despoblados e islas caribeñas hasta el Golfo de México o la suben por tierra
hacia Tocoa y Trujillo, de ahí a La Ceiba, a San Pedro Sula y finalmente a
Copán, en territorio hondureño. “En cada lugar el paquete va derramando droga,
dinero y violencia”, confiesa a este semanario Carlos Vallecillo, portavoz de
la Fiscalía Hondureña Antidrogas.
Refugio
en Copán
Honduras
es el país más vulnerable de Centroamérica y el crimen organizado ya penetró
sus instituciones. Además su posición geográfica es propicia para el tráfico de
drogas: a mitad de camino entre Colombia y México, con salidas al mar por el
Pacífico y el Caribe y frontera con tres países: Nicaragua, El Salvador y
Guatemala. Es la escala ideal de los proveedores sudamericanos y los cárteles
mexicanos y tierra fértil para el florecimiento de organizaciones locales.
“Las
estructuras de estas organizaciones son similares en todos los países; lo que
varía es el tamaño o el poder. Las hondureñas están directamente relacionadas
con los cárteles de Guatemala porque son parte del negocio del transporte de la
droga hacia el norte. Hay conexiones con los proveedores sudamericanos y
vinculación con las mafias mexicanas. Son socios en esta área de la ruta”,
explica Funes.
Reconoce:
“En los enfrentamientos hemos encontrado a mexicanos, colombianos y delincuentes
de otras nacionalidades que tal vez radican en una parte alejada del país como
Copán o Mosquitia, así como pilotos extranjeros que transportan las avionetas
de droga”.
–¿El
Chapo Guzmán está por aquí? –se le pregunta.
–Sí.
Podría ser. Podría ser que esté acá en el área –responde.
Lo
que admite el viceministro Funes es un secreto a voces en el departamento de
Copán. Ahí funcionarios y pobladores afirman que han visto al Chapo con
miembros de la familia Valle en El Espíritu, pueblo de 3 mil habitantes pero
con lujosas mansiones en cuyas entradas hay cámaras de vigilancia.
“Sí.
Ha estado o está por aquí. Tiene vinculación con esta gente”, acepta un
funcionario público de la capital departamental. “En Copán hay dos núcleos, los
Valle y el Cártel del Paraíso, y muchas ramas, que son las que luego generan la
violencia”, agrega.
“El
paso del Chapo por el sector no es nada nuevo. Ha utilizado el lugar como un
refugio. Por decir, hoy llega y se va porque tiene la característica de no
permanecer mucho en la zona, por el temor a ser detenido. Espíritu y El Paraíso
son los dos lugares (a donde llegaría) porque ahí hay puntos ciegos donde pasa
la gente y la droga y nadie dice nada”, cuenta una periodista hondureña
especializada en narcotráfico.
–¿Cómo
se explica que haya dos organizaciones en un mismo territorio y no estén en
guerra?
–Han
sabido manejar el número de mercancía y el control del territorio, aunque al
final son lo mismo pues están ligados a Mario Ponce. Es la misma rueda –dice la
periodista.
Sin
embargo apunta: “Hay una peculiaridad en ambos: los Valle se caracterizan por
ser sanguinarios, por tener una manera muy dura para tratar a la gente y no son
tan bondadosos. En cambio tú pregunta por el alcalde de El Paraíso y todo mundo
lo quiere porque el hombre ayuda. La gente del lugar siente que desde que él es
alcalde, el pueblo ha mejorado. Y es cierto. Ardón va a ser alcalde hasta que
se muera”, concluye la periodista, en entrevista en San Pedro Sula, capital
industrial de Honduras.
Aunque
la reunión de la periodista con este semanario tiene lugar a pocas cuadras del
diario donde trabaja, va y regresa con un chofer de su confianza. Tuvo que
dejar Copán debido a que recibió amenazas. No es la única. La prensa regional
ya no habla de narcotráfico ni de crimen organizado. Los periodistas que lo
hacen o lo intentan son amenazados de muerte.
Autoridades
coludidas
Copán
es una región de niños descalzos, casas de adobe y hombres con maltrechos
sombreros de doble ala. El paso de la droga ha hecho florecer algunos negocios
y centros comerciales, pero la derrama económica también ha provocado
violencia: la tasa de homicidios es de 104 por cada 100 mil habitantes, el
doble que la media de El Salvador y la tercera más alta de Honduras, que en
2012 fue de 85.5 por cada 100 mil habitantes o 20 asesinatos diarios.
“En
dos años han matado a 40 personas en mi municipio y casi todas con saña: les
destruyeron la cara y el cuerpo, los quemaron o los descuartizaron. Si alguien
habla de más le cortan la lengua para que se sepa que fue por bocón”, relata
otro alcalde de un municipio fronterizo de sólo 5 mil habitantes quien también
pidió reservar su nombre.
“Aquí
la mayoría de las muertes no las relacionan con el narco. Nadie dice nada. Las
investigaciones nunca llegan a nada, pero si esa gente habla más de la cuenta,
ya sabe”, añade.
“Si
comparamos la presencia del narcotráfico con un mapa de mortalidad y
criminalidad violenta es casi lo mismo. Estas organizaciones que tienen tanta
capacidad de generar recursos también terminan siendo los grandes generadores
de la violencia y dejan a su paso una estela de muerte”, considera desde
Tegucigalpa Arabeska Sánchez, coordinadora de seguridad del Observatorio de la
Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Y
de acuerdo con todas las fuentes consultadas sobre este tema, las autoridades
están coludidas con el crimen organizado.
“Ahora
los fiscales ya se involucraron en el delito, los jueces también, la policía lo
mismo; el Ejército, peor”, subraya Jari Dixon, fiscal de Copán entre 1998 y
2002.
A
los Valle se les relaciona con una estructura más grande que opera en el resto
del país: Los Cachiros, el cártel local que controla 90% del narcotráfico en el
país.
El
pasado septiembre la policía hondureña, con respaldo de la DEA, incautó a Los
Cachiros más de 500 millones de dólares en propiedades, hoteles y hasta un
zoológico. La operación, bautizada Neptuno, incluyó la intervención de 71
cuentas bancarias, las cuales se encontraban en ese momento sin fondos.
Humberto
Palacios, director de la policía de Honduras, dijo que miembros de su
corporación coludidos con integrantes del cártel habrían advertido a éstos de
la operación Neptuno, lo cual les permitió vaciar las cuentas.
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