De manera sorpresiva y durante la charla con
periodistas a bordo del avión papal que lo condujo de Sri Lanka a Filipinas
este jueves 15 de enero, Jorge Mario Bergoglio anticipó que la ceremonia de canonización del beato Junípero Serra, conocido como el Padre de California por su papel evangelizador, la
presidirá él mismo en septiembre próximo en su viaje apostólico a los Estados Unidos..
El caso de Serra salió a relucir cuando habló de
las llamadas “canonizaciones equipolentes”, esos reconocimientos como santos
que ha autorizado para beatos saltándose la normativa eclesiástica que exige la
comprobación de un “milagro” para hacerlo.
“Cuando desde hace mucho tiempo un hombre o una
mujer son beatos y se cuenta con la veneración del pueblo de Dios, y de hecho
son venerados como santos; no se hace el proceso sobre el milagro”, explicó.
Recordó que ha decidido echar mano de esa potestad
que tiene como Papa para elevar al honor de los altares sin “milagros” a
grandes misioneros como Angela da Foligno, Pietro Favre, el santo brasileño fundador de Sao Paolo y José
Vaz, evangelizador de la antigua Ceilán, que canonizó este miércoles 14 en
Colombo, capital de Sri Lanka.
Nació el 24 de noviembre de
1713 en Petra, Mallorca, y fue bautizado con el nombre de Miguel. Sus
padres fueron Antonio Serra y Margarita Ferrer, quienes a pesar de ser
analfabetos quisieron que su hijo estudiara e
ingresara al convento franciscano de San Bernardino en Petra, Después
con el fin de ampliar sus estudios partió al Convento de San Francisco de Palma
de Mallorca. A los 16 años se convirtió en fraile y cambió su nombre por el de
Junípero. Se dedicó a la docencia de filosofía de 1740 a 1743 en el Convento de
San Francisco y luego ocupó el cargo de profesor de Teología Escotista en la
Universidad Luliana de Palma.
En México impulsó su labor misionera en el Colegio
de Misioneros de San Fernando. Luego de seis meses recibió la aprobación del
Virrey para iniciar su misión en Sierra Gorda (en Querétaro), un territorio montañoso donde ya
habían fracasado algunos franciscanos. En este lugar permaneció 9 años dedicado
a convertir a los indígenas, enseñándoles la agricultura, ganadería, así como a
hilar y tejer.
En 1767, Carlos III decretó la expulsión de todos
los miembros jesuitas de todos los dominios de la corona, lo que incluía al
Virreinato de Nueva España.
Los jesuitas, que atendían la población indígena y
europea de las Californias, fueron sustituidos por 16 misioneros de la orden de
los franciscanos encabezados por fray Junípero.
La comitiva salió de la ciudad
de México el 14 de julio de 1767 y embarcó por el puerto de San Blas rumbo a la
península de Baja California. Tras una corta travesía arribaron a Loreto, sede
de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, que es considerada la madre de las
misiones de la Alta y Baja California.
Una vez que llegó la comitiva a la península,
determinaron seguir explorando la Alta California para llevar la luz del
Evangelio a la población indígena.
El 1 de septiembre de 1772 fundó la misión de San Luis Obispo de
Tolosa.
Junípero Serra y sus colaboradores siguieron la
línea de acción establecida durante su estancia en la Sierra Gorda de
Querétaro. Cuando llegaban a un lugar conveniente, levantaban una capilla, unas
cabañas para residencia de los frailes y un pequeño fuerte protector contra
posibles ataques. Acogían a los indígenas que se aproximaban movidos por la
curiosidad y, una vez ganada su confianza, les invitaban a establecerse en las
proximidades de la misión.
Junípero Serra falleció en la Misión de San Carlos
Borromeo (Monterrey, California), el 28 de agosto de 1784. Sus restos se
encuentran en la Basílica de esta misma misión.
El Beato Junípero Serra es el único español que
tiene una estatua en Salón Nacional de las Estatuas situado en el Capitolio,
donde reside el poder legislativo de los EU y lugar donde están
representados los personajes más ilustres de esa nación. El Papa Juan Pablo II
lo beatificó el 25 de septiembre de 1988.
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