23 feb 2016

Editorial: Gracias, Santo Padre

Editorial: Gracias, Santo Padre
Desde la fe, domingo, 21 de febrero de 2016/ órgano de la oficina de Comuicación Social de la Arquidiócesis Primada de México.
El Papa Francisco consoló y animó a nuestro México. Fueron días donde la rutina cambió; la vida ordinaria, aunque alterada por inquisitivas medidas de seguridad, se vio renovada por la presencia del Vicario de Cristo, ser humano excepcional, capaz de mirar a los ojos; sus catequesis y mensajes repercutieron en el alma de los mexicanos, lo mismo en políticos en el poder y en los humildes que hacen que este país camine cotidianamente. La mejor recompensa para el Santo Padre fue la espontaneidad de la gente. No importaron  inclemencias, las privaciones o molestias ante la feroz vigilancia que secuestró las ciudades sede; los exageradísimos controles de las autoridades causaron más molestias que beneficios, es seguro que el Papa jamás hubiera querido retenes y más retenes, cierres por horas de calles y paralización del transporte público, todo esto provocó pérdidas a trabajadores o jefes de familia, pero la fe del pueblo mueve montañas. Francisco gozó la cercanía, la filial cercanía y contundente expresión de amor de miles que confían en el Dios de Jesucristo. El Santo Padre padeció nuestros dramas, escrutó el dolor de cada persona en necesidad para decirnos que México es grande, tierra de oportunidades y esperanza puesta en el regazo de la Madre del cielo, Santa María de Guadalupe.


Sin embargo, hubo contrastes que intentaron deslucir esta visita. Los errores logísticos y la desorganización tensionaron aspectos, incitando más el protagonismo de responsables, devaluando la eficiencia, demeritando el toque de impecabilidad en el proceso organizativo, pocas manos concentraron demasiadas funciones poniendo en riesgo la efectiva preparación y diligente cuidado que debería haber correspondido a cada una de las diócesis visitadas por el Papa; por otro lado, los anquilosados defensores del laicismo, todavía responsables en cargos públicos, se quedaron en la rancia época del sometimiento contra la Iglesia. Las enseñanzas del Santo Padre advirtieron el peligro del atrincheramiento como esclerosis institucional paralizante, aún esos apolillados defensores del Estado laicista, que no laico, están empecinados en negar la plenitud de la libertad religiosa, todavía predominante en nuestra legislación cuando se solicita permiso a la autoridad para transmitir actos de culto público en medios de comunicación electrónicos, se impide el derecho humano de educación religiosa, se desdeña la objeción de conciencia o se tiene a los ministros de culto como ciudadanos de segunda al impedir el derecho de reunión para opiniones políticas.
 Destaca también la vasta cobertura de los medios de comunicación, opiniones plurales que, en general, exaltaron el liderazgo del Papa Francisco en la reciente peregrinación; no obstante, hubo dizque maestros de la comunicación que en lugar de informar indujeron al auditorio por los vicios de parcialidad, medias verdades, visceralidad y enconos deformantes de la opinión. Como mercenarios, persiguieron el lucro, privilegiando la deshonestidad por encima de la verdad y equilibrio profesionales; sin pizca de autoridad moral fueron remedo y figurín de jueces implacables cuando se mordían la lengua ante la corrupción y deshonestidad de sus actos que el público no ve en la pantalla chica; informadores que, a cualquier precio, loaron excentricidad privilegiando ataques y agresividad. La vaciedad de opiniones fue base para su presunta notoriedad que poco a poco se eclipsa mientras los medios de comunicación caminan a otro ritmo. Tales conductas demeritaron esos servicios informativos sobre la visita del Papa, poniéndolos al nivel de morbosos talk shows, vacíos de análisis.
 Lo interesante está por venir. La palabra del Obispo de Roma está echada a la manera del sembrador que salió a poner la semilla. De nosotros depende que haya caído en tierra buena y fértil. Gracias por tu cariño, Papa Francisco, gracias por traernos a la Luz del Mundo que vence todas las tinieblas.

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