La
Arquidiócesis Primada de México desmintió las supuestas declaraciones
atribuidas al Cardenal Norberto Rivera Carrera sobre la vinculación de tres
personajes públicos a la explotación sexual de menores.
En
un comunicado publicado en el sitio web del Sistema Informativo de la
Arquidiócesis de México (SIAME), se “desmiente tajantemente” las declaraciones atribuidas al Cardenal que fueron difundidas por
Monitor Nacional y SDPnoticias.com.
Esta es la nota que borraron luego de la aparición del comunicado de la Arquidiócesis,
SDPnoticias.com señala:
La nota de
SDP..
Yunes
Linares está involucrado en pederastia: Norberto Rivera
REDACCIÓN
SDPNOTICIAS.COM
Dom 01 may 2016
19:08
México.- Una acusación muy grave pesa sobre
Miguel Ángel Yunes Linares: pederastia.
Y es el cardenal
Norberto Rivera quien hizo el señalamiento al candidato por los partidos Acción
Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) a la gubernatura de
Veracruz.
De acuerdo con
Monitor Nacional, el cardenal denunció en su homilía, en el marco del 30 de
abril, que miles de infantes son
explotados sexualmente, y quienes lucran con ellos son encubiertos y apoyados
por políticos de alto perfil público.
Y en su sermón
dominical en la Catedral Metropolitana, apuntó que la prostitución y otros
delitos no son atendidos por causa de “conflictos políticos o lo que es peor,
conflictos electorales”.
Luego de la
misa, los reporteros le preguntaron que específicamente a quién se dirigía
cuando habló de los pederastas a lo que Norberto respondió: “es bien sabido que
personas como Succar Kuri, Miguel Ángel Yunes Linares y Mario Marín llevan
décadas involucrados en delitos de explotación sexual de menores. Si bien es de
mi conocimiento que algunos ya fueron remitidos a prisión, la sociedad y la
justicia de Dios no se explican el porqué algunos siguen libres”.
Cuestionado si
él estaba enterado de algún proceso
penal en contra de ellos, dijo que “a Dios lo que es de Dios, y las Autoridades
lo que es de las Autoridades”.
“La niñez, hoy en día debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la Familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico. Jesús los escogió con especial ternura (cf. Mt 19,14), y presentó su capacidad de acoger el Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Mc 10,14; Mt 18,3).
Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar (sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos niños inocentes.
Por otro lado, la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión de la fe. Vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones al servicio de la niñez.“
#
Comunicado
de Prensa
Domingo,
1 de mayo de 2016, 20:00 horas
SIAME
Desmentido
de supuestas declaraciones del Cardenal Norberto Rivera Carrera.
La
Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis Primada de México desmiente
tajantemente las supuestas declaraciones del Sr. Cardenal Norberto Rivera
Carrera, y que son difundidas por Monitor Nacional y SDPnoticias.com.
El
Cardenal Rivera Carrera no dio ninguna conferencia de prensa este 1 de mayo,
como supone dicha nota, ni tampoco hizo declaración alguna a los representantes
de los medios de comunicación.
Es
falso que el Cardenal Rivera Carrera haya hecho señalamientos sobre pederastia
en contra de Miguel Ángel Yunes, Mario Marín o Succar Kuri.
También
resultan falsas las acusaciones del ex diputado federal Rafael Acosta Croda, en
el sentido de que el Cardenal Rivera Carrera haya hecho señalamientos en contra
de Miguel Ángel Yunes.
Más,
aún, las palabras de su homilía dominical no tienen relación alguna con las
señaladas en esta falsa nota.
#
La Homilía de ese domingo…
Pronunciada por Norberto Rivera C., Arzobispo Primado de México en la Catedral Metropolitana de México.
VI Domingo de Pascua.
Jesús ya había asegurado a sus discípulos: “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, “No los dejaré huérfanos”. Hoy hemos escuchado la forma concreta cómo Jesús se hará presente con sus discípulos hasta el fin de los siglos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada”, “Mi Padre les enviará en mi nombre al Consolador, al Espíritu Santo, y Él les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.
Nuestro Dios no es un Dios distante, sino presente, ha puesto su morada entre nosotros y en frase de San Agustín, nuestro Dios es “más íntimo a nosotros que nosotros mismos”. Para que esa presencia se realice en nosotros basta con amar a Jesús, y el que ama a Cristo guarda su palabra. Tendremos a Dios en el corazón cuando amemos a Jesús. Y amaremos a Jesús si amamos a los hermanos.
Los discípulos de Jesús no podemos vivir ni en el miedo ni en la desesperación, ya que “Dios está con nosotros, y si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”. A través de veinte siglos muchos son los que han anunciado la desaparición de la Iglesia. Su predicción o anhelo ya se habría cumplido si no estuviera de por medio la acción permanente del Espíritu Santo como el que guía y anima a la comunidad fundada por Jesús. Esa misma Iglesia continuamente se renueva por el poder del mismo Espíritu, la renovación es esencial en su historia, ya que un organismo vivo es un ser cambiante, y la Iglesia cambia por obra y gracia del Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”, como lo proclamamos en el Credo.
El Espíritu Santo es el Maestro que nos enseña todas las cosas y nos va recordando lo que Jesús ya proclamó en su evangelio. El papel del Espíritu Santo es actualizar el mensaje de Jesús. Él hace que adquieran nuevo sentido y nuevo impacto las palabras que quizá ya hemos escuchado miles de veces. En la primera lectura de hoy, los Hechos de los Apóstoles nos han recordado algo fundamental en la vida de la Iglesia: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido...” Así caminaron seguros los primeros discípulos de Cristo, el Espíritu Santo les mostraba el camino a través de la enseñanza de los Apóstoles, así caminamos seguros los cristianos del siglo veintiuno enseñados por el Espíritu Santo a través de los Sucesores de los Apóstoles con Pedro a la cabeza. Por esto los cristianos valoramos, amamos y tratamos de cumplir las directrices del Magisterio ya que son una aplicación concreta del evangelio a nuestros tiempos y a nuestra cultura.
Conforme a la promesa de Jesús, el Espíritu Santo fue derramado sobre los Apóstoles reunidos en torno a María en el Cenáculo. Así comprendemos la insistencia de la Iglesia para que siempre estemos en torno a María, Madre nuestra y Madre de la Iglesia. En este ambiente pascual nosotros nos preparamos a celebrar, ya pronto, la fiesta de Pentecostés, convencidos de que el Espíritu del Señor está en medio de nosotros y nos impulsa a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres humanos el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la sociedad para hacerla más humana, justa y fraterna.
El Espíritu de Jesús resucitado habita en nuestra Iglesia y es la fuerza de Dios que la empuja hacia la plenitud; es su amor, creador de comunión, de paz y de alegría; es el Testigo de Jesús que nos envía como misioneros a dar testimonio de Él entre los hombres. Es el dador de vida que resucita a los muertos por el pecado y nos hace caminar por senderos de vida. Es espíritu de amor y libertad ya que su amor ha sido derramado en nuestros corazones y nos ha dado la libertad de los hijos, libertad que necesariamente está vinculada a la filiación divina y a la fraternidad, porque el que es libre, según el evangelio, sólo se compromete a las acciones dignas de su Padre Dios y de sus hermanos los hombres.
La evangelización que queremos impulsar es la evangelización que, en primer lugar y ante todo, da a conocer a Jesús como el Señor, que nos revela al Padre y nos comunica su Espíritu Consolador. Es una evangelización que necesariamente pasa por la conversión que es reconciliación y vida nueva y nos lleva a la comunión con el Padre que nos hace hijos y hermanos. Es un anuncio que debe hacer brotar, por el amor derramado en nuestros corazones, los frutos de justicia, de perdón, de respeto, de dignidad y de paz en el mundo.
El Espíritu Santo, que el Padre nos envía en nombre de Jesús, es un don, es un regalo, no es algo que merezcamos por nuestras obras, es un grande y un inmenso regalo que Dios ha dado a su Iglesia. Es un don, un regalo que se traduce en diversidad de dones y carismas, ya que por la acción del Espíritu Santo tenemos capacidad para llamar a Dios, nuestro Padre, podemos participar de todas las riquezas de gracia del Resucitado, nos da la posibilidad de reconocer a Jesús como Señor y nos lleva a construir la unidad de la Iglesia desde distintos carismas que Él nos confía “para provecho común”.
El pan y el vino que ofrecemos en esta Eucaristía se nos convertirán en Cuerpo y Sangre del Señor por la fuerza del Espíritu Santo que el Padre nos envía.
LOS NIÑOS
La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la Familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico. Jesús los escogió con especial ternura (cf. Mt 19,14), y presentó su capacidad de acoger el Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Mc 10,14; Mt 18,3).
Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar (sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos niños inocentes.
Por otro lado, la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión de la fe. Vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones al servicio de la niñez.
#
La Homilía de ese domingo…
Pronunciada por Norberto Rivera C., Arzobispo Primado de México en la Catedral Metropolitana de México.
VI Domingo de Pascua.
Jesús ya había asegurado a sus discípulos: “Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, “No los dejaré huérfanos”. Hoy hemos escuchado la forma concreta cómo Jesús se hará presente con sus discípulos hasta el fin de los siglos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada”, “Mi Padre les enviará en mi nombre al Consolador, al Espíritu Santo, y Él les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.
Nuestro Dios no es un Dios distante, sino presente, ha puesto su morada entre nosotros y en frase de San Agustín, nuestro Dios es “más íntimo a nosotros que nosotros mismos”. Para que esa presencia se realice en nosotros basta con amar a Jesús, y el que ama a Cristo guarda su palabra. Tendremos a Dios en el corazón cuando amemos a Jesús. Y amaremos a Jesús si amamos a los hermanos.
Los discípulos de Jesús no podemos vivir ni en el miedo ni en la desesperación, ya que “Dios está con nosotros, y si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”. A través de veinte siglos muchos son los que han anunciado la desaparición de la Iglesia. Su predicción o anhelo ya se habría cumplido si no estuviera de por medio la acción permanente del Espíritu Santo como el que guía y anima a la comunidad fundada por Jesús. Esa misma Iglesia continuamente se renueva por el poder del mismo Espíritu, la renovación es esencial en su historia, ya que un organismo vivo es un ser cambiante, y la Iglesia cambia por obra y gracia del Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”, como lo proclamamos en el Credo.
El Espíritu Santo es el Maestro que nos enseña todas las cosas y nos va recordando lo que Jesús ya proclamó en su evangelio. El papel del Espíritu Santo es actualizar el mensaje de Jesús. Él hace que adquieran nuevo sentido y nuevo impacto las palabras que quizá ya hemos escuchado miles de veces. En la primera lectura de hoy, los Hechos de los Apóstoles nos han recordado algo fundamental en la vida de la Iglesia: “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido...” Así caminaron seguros los primeros discípulos de Cristo, el Espíritu Santo les mostraba el camino a través de la enseñanza de los Apóstoles, así caminamos seguros los cristianos del siglo veintiuno enseñados por el Espíritu Santo a través de los Sucesores de los Apóstoles con Pedro a la cabeza. Por esto los cristianos valoramos, amamos y tratamos de cumplir las directrices del Magisterio ya que son una aplicación concreta del evangelio a nuestros tiempos y a nuestra cultura.
Conforme a la promesa de Jesús, el Espíritu Santo fue derramado sobre los Apóstoles reunidos en torno a María en el Cenáculo. Así comprendemos la insistencia de la Iglesia para que siempre estemos en torno a María, Madre nuestra y Madre de la Iglesia. En este ambiente pascual nosotros nos preparamos a celebrar, ya pronto, la fiesta de Pentecostés, convencidos de que el Espíritu del Señor está en medio de nosotros y nos impulsa a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres humanos el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la sociedad para hacerla más humana, justa y fraterna.
El Espíritu de Jesús resucitado habita en nuestra Iglesia y es la fuerza de Dios que la empuja hacia la plenitud; es su amor, creador de comunión, de paz y de alegría; es el Testigo de Jesús que nos envía como misioneros a dar testimonio de Él entre los hombres. Es el dador de vida que resucita a los muertos por el pecado y nos hace caminar por senderos de vida. Es espíritu de amor y libertad ya que su amor ha sido derramado en nuestros corazones y nos ha dado la libertad de los hijos, libertad que necesariamente está vinculada a la filiación divina y a la fraternidad, porque el que es libre, según el evangelio, sólo se compromete a las acciones dignas de su Padre Dios y de sus hermanos los hombres.
La evangelización que queremos impulsar es la evangelización que, en primer lugar y ante todo, da a conocer a Jesús como el Señor, que nos revela al Padre y nos comunica su Espíritu Consolador. Es una evangelización que necesariamente pasa por la conversión que es reconciliación y vida nueva y nos lleva a la comunión con el Padre que nos hace hijos y hermanos. Es un anuncio que debe hacer brotar, por el amor derramado en nuestros corazones, los frutos de justicia, de perdón, de respeto, de dignidad y de paz en el mundo.
El Espíritu Santo, que el Padre nos envía en nombre de Jesús, es un don, es un regalo, no es algo que merezcamos por nuestras obras, es un grande y un inmenso regalo que Dios ha dado a su Iglesia. Es un don, un regalo que se traduce en diversidad de dones y carismas, ya que por la acción del Espíritu Santo tenemos capacidad para llamar a Dios, nuestro Padre, podemos participar de todas las riquezas de gracia del Resucitado, nos da la posibilidad de reconocer a Jesús como Señor y nos lleva a construir la unidad de la Iglesia desde distintos carismas que Él nos confía “para provecho común”.
El pan y el vino que ofrecemos en esta Eucaristía se nos convertirán en Cuerpo y Sangre del Señor por la fuerza del Espíritu Santo que el Padre nos envía.
LOS NIÑOS
La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la Familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico. Jesús los escogió con especial ternura (cf. Mt 19,14), y presentó su capacidad de acoger el Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Mc 10,14; Mt 18,3).
Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar (sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos niños inocentes.
Por otro lado, la niñez, al ser la primera etapa de la vida del ya nacido, constituye una ocasión maravillosa para la transmisión de la fe. Vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones al servicio de la niñez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario