9 abr 2017

¡Curas no célibes, una posibilidad/


Revista Proceso # 2110, 9 e abril de 2017..
¡Curas no célibes, una posibilidad/
RODRIGO VERA
Ante la “carencia dramática” de sacerdotes, desde las cúpulas eclesiásticas hasta los niveles del llamado bajo clero, se le está pidiendo al Papa Francisco que suprima la ley del celibato obligatorio para darle oportunidad a los hombres casados de acceder al sacerdocio y así fortalecer la labor de la Iglesia católica.

Detrás de las recientes declaraciones del Papa al semanario alemán Die Zeit, en el sentido de que debe “analizarse” la conveniencia del celibato, hay toda una serie de presiones de cardenales, obispos, sacerdotes, teólogos e incluso de conferencias episcopales completas que están criticando o pidiendo suprimir esta drástica norma disciplinaria.
Un antecedente de estas posturas data del sínodo de 1999, cuando el ya fallecido cardenal Carlo María Martini, entonces arzobispo de Milán, propuso un “debate colegiado” entre todos los obispos para discutir “la disciplina del matrimonio” y “la visión católica de la sexualidad”.
El influyente purpurado jesuita argumentó en su discurso: “Pienso en la carencia, dramática a veces en algunos lugares, de ministros ordenados y en la creciente dificultad que tienen algunos obispos para disponer del suficiente número de ministros del Evangelio y la eucaristía para proveer el cuidado de las almas en su territorio”.

Y enumeró los siguientes “temas centrales” que consideró conveniente discutir:
“La falta de ministros ordenados, el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, la disciplina del matrimonio, la visión católica de la sexualidad, la práctica penitencial, las relaciones con las Iglesias hermanas de la ortodoxia y, más en general, en la necesidad de revivir la esperanza ecuménica, la relación entre democracia y valores y la relación entre leyes civiles y ley moral”.
Ahora el Papa se abre a las propuestas que le hacen precisamente estos obispos que “no tienen el suficiente número de ministros” –como señalaba Martini— y le sugieren ordenar sacerdotes casados.
Entre ellos está Erwin Kräutler, obispo emérito de la extensa prelatura amazónica de Xingu, en Brasil, y secretario de la comisión episcopal para el Amazonas. En varias ocasiones Kräutler se ha reunido con Francisco para hablar sobre la falta de sacerdotes en el Amazonas.
En una entrevista con la revista italiana Credere, publicada el 15 de julio de 2015, Kraütler señaló que la ordenación de hombres casados es uno de los “caminos” que explora con el Papa, ya que “para 800 comunidades tenemos sólo 30 sacerdotes, y la región es verdaderamente muy extensa”.
Agregó que en algunas regiones del Amazonas “los fieles están obligados a reunirse en la iglesia para celebrar una especie de misa sin sacerdote”. O muchas veces están a merced de “fanáticos descontrolados” que “modifican los textos litúrgicos a su gusto porque ni siquiera son capaces de comprenderlos, transforman el canto del Sanctus en un ritmo bailable, no hacen memoria del Papa, del obispo ni de los difuntos”.
Otro prelado que pide al Papa revisar el celibato sacerdotal es el influyente cardenal brasileño Cláudio Hummes, arzobispo emérito de Sao Paulo y prefecto emérito de la Congregación para el Clero de la curia romana.
En noviembre de 2015, en una entrevista con Radio Vaticana, el cardenal Hummes señaló que su objetivo es “trabajar para que haya una Iglesia indígena, una Iglesia inmersa en la historia, en la cultura y en la religión de los indígenas, una Iglesia que tenga como guía a un clero indígena”.
Hummes no abundó en una peculiaridad que tiene el llamado “clero indígena”, que para muchos es precisamente su renuencia al celibato.
El cardenal brasileño es muy amigo de Bergoglio, al grado de que éste, tan pronto fue nombrado Papa, en marzo de 2013, le agradeció públicamente su apoyo en las elecciones que lo llevaron al pontificado. Bergoglio dijo en una audiencia con 6 mil periodistas que cubrieron el cónclave:
“Durante las elecciones tenía al lado al cardenal Cláudio Hummes, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba.”
El jesuita Federico Lombardi, siendo todavía vocero de Francisco, llegó a confirmar los encuentros del Papa con los obispos de Brasil para discutir la cuestión del celibato: “El Papa invitó en más de una ocasión a los obispos brasileños a buscar y proponer con valentía las soluciones pastorales que consideren apropiadas para afrontar los grandes problemas de su país”, dijo Lombardi.
Y una de estas soluciones es justamente ordenar sacerdotes a los llamados viri probati, hombres casados de intachable virtud a los que aludió el mismo Papa en su entrevista con Die Zeit.
Aunque también se baraja la solución que Bergoglio le permitió a la diócesis mexicana de San Cristóbal de las Casas en 2014: ordenar a los viri probati solamente como “diáconos”, que no acceden plenamente al sacerdocio porque se les prohíbe confesar y consagrar.
En diciembre de 2014, la Conferencia Episcopal de Australia emitió un incendiario informe que sorprendió al mundo católico; ahí arremetió contra el celibato, señalando que éste puede influir en los abusos sexuales contra menores de edad cometidos por los sacerdotes.
“El celibato obligatorio puede contribuir al abuso en algunas circunstancias”, señaló el informe, que además vio la necesidad de dar “formación psicosexual” a los sacerdotes.
Escandalizó el hecho de que el episcopado de un país ligara al celibato con la pederastia sacerdotal.
Algunos obispos australianos reafirmaron esta postura, como el mismo presidente de ese episcopado, monseñor Denis Hart, quien aseguró: si un sacerdote no tiene la “capacidad” para abrazar el celibato, entonces “aumenta” la posibilidad de que abuse de niños.
Y agregó: “La única manera legítima de vivir el celibato es la de vivirlo como un don y como alguien que libre y totalmente lo abraza”.
Hasta un grupo de 26 mujeres italianas, que sostienen relaciones sexuales y sentimentales con sacerdotes, le enviaron al Papa Francisco una carta para pedirle que quite el celibato obligatorio.
En su misiva –dada a conocer por la prensa italiana en mayo de 2014–, estas mujeres le dicen a Bergoglio:
“Querido Papa Francisco, somos un grupo de mujeres de todas las partes de Italia. Cada una de nosotras tiene o ha tenido una relación de amor con un sacerdote. Se sabe muy poco del devastador sufrimiento al que está sometida una mujer que vive junto a un sacerdote la fuerte experiencia del enamoramiento. Queremos, con humildad, depositar a sus pies nuestro sufrimiento con el fin de que algo pueda cambiar, no sólo para nosotras, sino para el bien de toda la Iglesia.”
Estas mujeres enamoradas –coloquialmente conocidas como “las rivales de Dios”– refieren en esa carta la disyuntiva que viven sus parejas:
“Las únicas alternativas son el abandono del sacerdocio o la condena perpetua a una relación secreta. En el primero de los casos, la grave situación con la que la pareja tiene que chocar se vive con gran sufrimiento para los dos: porque también nosotras deseamos que la vocación sacerdotal de nuestros compañeros pueda ser vivida plenamente, que puedan seguir sirviendo a la comunidad. La segunda opción, el mantenimiento de una relación secreta, conlleva una vida escondiéndose continuamente, con la frustración de un amor incompleto que ni siquiera puede soñar con un hijo, que no puede existir a la luz del sol. Puede parecer una situación hipócrita permanecer célibes teniendo una mujer al lado, en silencio, pero desgraciadamente no pocas veces nos vemos obligadas a esta dolorosa elección.”
Bergoglio también ha recogido personalmente los testimonios de clérigos que viven con mujer. Por ejemplo, el 10 de febrero de 2015 recibió en la residencia de Santa Marta a un grupo de 12 sacerdotes, cinco de ellos casados. A éstos últimos les prometió: “Su problema está en mi agenda”.
También fue muy conocido el intercambio de cartas que Bergoglio sostuvo con el destacado teólogo alemán Wunibald Müller, quien en diciembre de 2013 le escribió una misiva abierta –ampliamente difundida por la Conferencia Episcopal Alemana– titulada “Papa Francisco, abra la puerta”, en la que le pide suprimir el celibato.
En enero de 2016, Müller le detalló en entrevista al Süddeutsche Zeitung cuáles fueron sus peticiones al Papa: “He pedido un aflojamiento del celibato. Debería haber sacerdotes casados así como sacerdotes célibes, sacerdotes homosexuales así como heterosexuales”, dijo.
El teólogo también mencionó la buena disposición papal a sus propuestas: “Francisco me agradeció por mis reflexiones, lo que me alegra mucho. Dice que mis propuestas no pueden ser realizadas por la Iglesia universal, pero pienso que no excluye soluciones a nivel regional”.
Y entre estas soluciones regionales Müller mencionó el caso del Amazonas, ya que, dijo, “el Papa busca los espacios donde poder cambiar algo”.
Con base en algunos de estos antecedentes, el vaticanista italiano Sandro Magister ha venido insistiendo en que la discusión sobre el celibato se dará en el sínodo programado para 2018. Así lo aseguró en su análisis titulado “El próximo sínodo ya está en construcción; sobre los sacerdotes casados”, publicado en algunos portales especializados en diciembre de 2105.
Ahí, el analista de temas eclesiásticos también asegura que Francisco tiene toda la intención de “llevar a cabo” la “agenda dictada” por su correligionario jesuita Carlo María Martini en aquella memorable intervención en el sínodo de 1999, cuando Martini le pedía a los obispos cambiar la “visión católica” de la sexualidad.


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