Por Vladimir Alcántara
-Desde la fe...Semanario Católico 30 de julio de 2017,
En los últimos años, la Iglesia Católica ha sufrido todo tipo de difamaciones a través de redes sociales, en gran medida auspiciadas por miembros de la comunidad LGBTI o personas afines a la ideología de género, ataques que lesionan el prestigio y la integridad de una institución que por mucho tiempo ha gozado de los más altos niveles de confianza entre la población, de acuerdo con los rankings de confianza en las instituciones publicados por diversas casas encuestadoras. Sobre la forma en que afecta y el costoso impacto que pueden llegar a generar las publicaciones de ánimo adverso en contra ésta y otras loables instituciones, habla para Desde la fe el Maestro Adolfo Arreola, de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac. Señala que, lo primero que se debe tener en cuenta, es que estos ataques perpetrados a través de redes sociales no buscan afectar directamente a una persona, sino al prestigio de una institución, y son llevados a cabo por grupos de personas conocidas como “hacktivistas”, con el fin de golpear a las instituciones a través de toda clase de difamaciones; “en el caso de la Iglesia, por ejemplo, el objetivo es hacer creer que se trata de una institución intolerante”.
Señala que, como no existen medidas preventivas para quedar a salvo de dichos ataques, muchas instituciones echan a andar medidas reactivas, ya sea en Facebook, Twitter o YouTube, enviando a la empresa solicitudes de retiro de publicaciones ofensivas o difamatorias; aunque esto sirve para que una publicación no quede en la red de manera permanente, el proceso es lento si lo que se quiere evitar es el desprestigio. “Por otra parte, esta medida resulta complicada, tomando en cuenta que existen en las redes incontables inserciones, lo que lleva a algunas instituciones a contratar servicios integrales para nivelar el efecto adverso, ofrecidos por empresas que evalúan los riesgos potenciales de las publicaciones, el impacto que generan; si es necesario hacer una solicitud de retiro; si es preciso responder el contenido; e incluso, si se opta por dar una respuesta, analizan en qué mes, día de la semana u hora es conveniente hacerlo. Pero todo esto representa un costo”.
El Maestro Adolfo Arreola explica que al igual se puede hacer uso de estrategias de comunicación, que utilizan técnicas como la propaganda y la contra-propaganda, en las que es posible trabajar con recursos simbólicos que fijan ideas en el subconsciente, que permiten “hablar sin hablar”; sin embargo, es con frecuencia una gran inversión en tiempo, dinero y esfuerzo para contrarrestar los efectos que pueden generarse de una publicación, si ésta estalla en una tendencia de opinión, como ahora ocurre con la Iglesia. “Según reportes internacionales, hay empresas que han llegado a gastar 600 millones de dólares para recuperar el prestigio y la imagen que antes tenían. Y aunque los montos puedan ser mucho menores, siempre es un gasto para el que quizás no se cuenta con presupuesto y el desprestigio simplemente continúa su curso”.
Señala que, en principio, las redes sociales tienen una misión noble, que es la de comunicar, enlazar personas, publicar comentarios o noticias de interés; sin embargo, se han desbordado en manipulaciones, a través de publicaciones cuyo fin es afirmar ideas o noticias falsas en la opinión pública. “En Facebook anteriormente se podían presentar con mucha facilidad noticias falsas; hoy, cuando menos en esta red social, se ha implementado un sistema de detección de estas noticias; en las otras redes seguramente irán adoptando esta tecnología para aumentar en confiabilidad, porque es verdad que las redes sociales marcan tendencias, posiciones sobre un tema que generalmente los cibernautas, como usuarios finales, no se dan el tiempo de verificar, y dan por verdadera la primera información que aparece en sus perfiles.
Anteriormente eran los medios tradicionales de comunicación los que podían lograr que en la gente se asentaran determinadas ideas; ahora, esto se puede lograr perfectamente a través de las redes sociales, que ofrecen a los usuarios información inmediata y de gran impacto, misma que, así como puede beneficiar enormemente a alguien en poco tiempo, en esa misma medida se le pueden causar daños; como en estos años, en que se ha atacado fuertemente a la Iglesia, al grado de que ha perdido un poco de terreno en el ranking de instituciones confiables; cabe señalar que, si no han logrado dañarla de forma más severa, es porque se trata de una institución sólida”.
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Explota artefacto en las instalaciones de la CEM; obispos llaman a vencer el mal con el bien
-Desde la fe...Semanario Católico 30 de julio de 2017,
La madrugada del martes 25 de julio, alrededor de la 1:30 horas, un individuo hizo estallar un artefacto explosivo en la puerta principal del edificio de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ubicado a un costado de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México.
Esa misma tarde, en conferencia de prensa, el Secretario Ejecutivo del organismo, monseñor Alfonso Miranda Guardiola, explicó que gracias a los videos de seguridad, se puede observar cómo una persona se detiene frente a la puerta del edificio, coloca la bolsa que contenía el artefacto, y tras encender un cigarro, lo arroja dentro de la misma, provocando así una gran explosión que dañó la puerta e hizo estallar algunos vidrios.
“Afortunadamente no había nadie en la recepción ni en la banqueta, por lo que la explosión sólo causó daños materiales”, señaló monseñor Miranda Guardiola, quien además informó que desde muy temprano dieron aviso de este hecho a las autoridades tanto eclesiales como civiles: al cardenal Francisco Robles Ortega, presidente la CEM; al papa Francisco a través del nuncio apostólico Franco Coppola, y a Mons. Ramón Castro, tesorero del organismo. También se informó del hecho al subsecretario de Asociaciones Religiosas de la Secretaría de Gobernación, Humberto Roque Villanueva.
Dijo que la CEM ha iniciado una denuncia –la cual aún está en proceso– y ha entablado comunicación con autoridades federales y local, quienes ya están realizando las indagatorias pertinentes. Detalló que hasta el momento tanto la Procuraduría General de la República como la Procuraduría General de la Ciudad de México están involucradas en la atención del caso, pero desconoce quién lo atraerá de manera definitiva.
Ante los medios de comunicación, Miranda Guardiola aclaró que no hubo ningún tipo de advertencia, ni alguien se ha adjudicado la explosión hasta el momento. Aclaró que se trata del primer atentado que ocurre en las instalaciones de la CEM, pero se conoce, por los medios de comunicación, de casos similares ocurridos en la zona.
Empeñados en construir la paz
El Secretario Ejecutivo de la CEM también leyó un comunicado mediante el cual hizo un “llamado a la serenidad, a la prudencia y al respeto a la vida humana y a sus instituciones”, y dijo que para los obispos de México lo ocurrido esta madrugada es un hecho que les invita a reflexionar sobre la necesidad de reconstruir el tejido social para propiciar un ambiente de seguridad para todos los ciudadanos.
“Reiteramos la invitación a una conversión social para mirarnos como hermanos, y que cada ciudadano sea conductor de la paz en nuestro país”, insistió monseñor Miranda, quien llamó a “vencer al mal con el bien”.
Dijo que ante la inseguridad que se vive en México, la Iglesia tiene clara su misión, y ésta consiste en orar y trabajar de manera interrumpida para construir la paz. “Nos toca sumarnos a todos los actores de este país para favorecer la reconstrucción del tejido social”.
Aseguró que los sacerdotes no pueden salir con guardias, pues no es su estilo de vida ni su vocación; sin embargo, dijo, “debemos tener las medidas prudenciales mínimas, como todo ciudadano”.
Refirió que, por el momento, se evaluará con las autoridades la conveniencia de tener mayor seguridad en las instalaciones que fueron objeto del ataque, pero aclaró que la sede de la CEM no se convertirá en un bunker, “porque es un edificio de servicio para el pueblo de Dios”.
En estas instalaciones trabajan actualmente alrededor de 30 personas, y “es nuestro deber y obligación resguardarlas. Haremos todo lo que sea necesario por su seguridad, sin quitar la naturaleza de servicio que tiene este institución.
“Renovamos, pues, nuestro compromiso de cumplir la misión. Nosotros confiamos en Dios y seguiremos empeñados en construir la paz”, concluyó.
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