En la diócesis de Rancagua, monseñor Goic, presidente de la Comisión episcopal de prevención de abusos, no indagó inmediatamente y ahora ha suspendido a más del 20 por ciento de su clero
Monseñor Goic
Vatican Insider, 21/05/2018
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
Es un caso tremendo, que ayuda a comprender la difusión del fenómeno que se ha convertido en «un sistema», además de la incapacidad de los pastores de tomar las medidas necesarias para contrarrestarlo. Es un caso que confirma la dramática situación en la que ha caído la Iglesia chilena, cuyo episcopado acaba de presentar en bloque su renuncia al Papa Francisco, para que pueda proceder libremente como mejor le parezca en la renovación de las jerarquías del país.
Entre los obispos que participaron en los encuentros convocados en el Vaticano por el Pontífice estaba el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, de 78 años, que, según informó “Il Sismografo”, tiene actualmente el encargo de la presidencia de la Comisión episcopal para la prevención de abusos sexuales por parte del clero (Consejo nacional de prevención de abusos y acompañamiento a las víctimas). Al volver de Roma a su diócesis, que se encuentra en la ciudad a unos 80 kilómetros de Santiago, capital del país, el prelado se vio obligado a tomar una decisión drástica: suspender del ministerio a 15 de sus 68 sacerdotes (el 22 por ciento del clero diocesano), porque se sospecha que están implicados en una red de abusos de menores y de intercambio de material pedopornográfico.
Hace algunos días, en la ciudad de Rancagua, se supo del caso de un párroco obligado a confesar que había enviado mensajes de contenido erótico y fotografías a algunos chicos en las que se le veía desnudo. El Canal 13 de la televisión chilena, durante una documentada investigación, indicó la hipótesis de la existencia de un grupo organizado de sacerdotes diocesanos, una red que se hace llamar “La familia”, cuyos miembros estarían involucrados en tráfico en línea de material pedopornográfico.
Elisa Fernández, ex coordinadora de pastoral juvenil, denunció esta situación, en la que presuntamente están involucrados una docena de presbíteros, en un reportaje televisivo que emitió el viernes pasado por la noche Canal 13: «No sé si llamarlo cofradía, secta o grupo de sacerdotes que tienen prácticas que no se conllevan con su condición de curas, y con respecto a jóvenes, por lo menos en mí época, de entre 15 y 29 años», explicó Fernández, que participó activamente en actividades de la Iglesia católica durante 14 años. Fernández envió hace un año y medio una lista con los nombres de los sacerdotes involucrados al obispo Goic, pero este último no tomó las medidas necesarias.
Hace algunos meses, por esta razón, la mujer creó un perfil en Facebook para hacerse pasar por un adolescente de 16 años llamado Pablo. Logró ponerse en contacto con uno de los sacerdotes involucrados, el párroco Luis Rubio Contreras, de 54 años, quien cayó en la trampa y le envió al falso menor mensajes de contenido erótico y una foto completamente desnudo. Contreras, en una entrevista con Canal 13, admitió lo que había hecho: «sé que es horrible, pero más de eso no puedo decir nada más. Es un día de mucha tristeza y lamento lo que he hecho. Siento mucha vergüenza».
Después de este episodio, el obispo Goic anunció primero la decisión de suspender temporalmente al párroco, pero después suspendió también a los sacerdotes sospechados de pertenecer a “La familia”. Ahora cada uno de ellos deberá aclarar su posición. Elisa Fernánde criticó al obispo por haber esperado tanto tiempo para tomar medidas, a pesar de que ella le hubiera informado en cuatro ocasiones sobre la existencia de la red de pederastas.
Monseñor Goic se defendió declarando a la televisión chilena que: «No estudié para ser detective, estudié para ser pastor». Y explicó que no había puesto en marcha ninguna investigación sobre el padre Rubio porque en su contra no existía ninguna «denuncia formal».
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