Revista Proceso # 2104, 27 de enero de 2019..
Recorrido de la Agencia de Investigación Criminal y Proceso: Por los caminos de la ordeña.../
ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
En poco menos de dos meses la Fiscalía General de la República documentó más de mil tomas clandestinas de combustible. Proceso acompañó a la Agencia de Investigación Criminal en su recorrido por una de las rutas huachicoleras, a lo largo del cual los agentes de la corporación confirmaron la existencia de toda una red en el país sobrepuesta a la de Pemex; se compone de ductos y transporte ilegales, que junto con el destinatario final forman, en efecto, una infraestructura paralela.
Valle del Mezquital, Hgo.- Al salir del camino Tlahuelilpan-Juandho hay una canaleta que huele a gasolina. Es posible ver su cauce azuloso y tropezar en la orilla con tubos semiocultos entre los restos secos de una cosecha de maíz, que se extienden a la parcela adyacente.
Desde ahí puede seguirse el trazo de una tubería expuesta intermitentemente a través de unos 200 metros del maizal seco hasta encontrar, en un hoyo de escasa profundidad, la toma clandestina en el ducto Tuxpan-Azcapotzalco de Pemex.
Se trata de la cuarta de 12 tomas clandestinas que han sido localizadas recientemente en los tres kilómetros previos a lo que hoy es la zona cero del barrio de San Primitivo, en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde el viernes 18 ocurrió la peor tragedia de que se tenga registro en relación con el robo de combustible y que al cierre de esta edición llevaba 109 muertos.
Esas 12 se suman a las 210 localizadas desde el pasado 1 de diciembre en Hidalgo, estado que, según datos de la Fiscalía General de la República (FGR), es el número uno por tomas detectadas de todo el país.
La Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la FGR realizó un operativo de supervisión luego de que uno de sus equipos localizó 12 tomas clandestinas en las inmediaciones de Tlahuelilpan el domingo 20. Fueron sus agentes quienes removieron la tierra, no más de 20 centímetros, para descubrir el subducto. Proceso acompañó el operativo.
Desde el miércoles 16, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reiterado que las operaciones de robo de combustible a gran escala son diferentes a las que realizan los habitantes de comunidades rurales o pequeñas ciudades, a los que las bandas convocan a llenar bidones para construir su base social. De ahí la petición de este semanario de conocer la forma en que se opera el robo de combustible más allá de los bidones.
En diferentes oportunidades el mandatario ha rechazado identificar grupos delictivos por nombre, a diferencia de lo que solía ocurrir con los cárteles de la droga. Tanto el mandatario como el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, suelen referir que hay funcionarios y trabajadores de Pemex involucrados, así como empresas implicadas sobre las que ya hay denuncias e investigación.
Los agentes a cargo de la investigación –cuyos nombres se mantienen bajo reserva a petición expresa de la FGR– aseguran que la operación con ductos ilegales forma una red sobrepuesta a la de Pemex: ductos, transporte y destinatario final forman un sistema paralelo.
Las tuberías clandestinas conducen el hidrocarburo robado a grandes distancias; el ducto visitado por el reportero tenía una longitud de 200 metros, pero ya hay aseguramientos de tuberías de hasta siete kilómetros en el estado de Puebla, entidad que del 1 de diciembre al lunes 21 registraba la inhabilitación de 179 válvulas ilegales, lo que la convierte en la tercera con más casos en averiguación, superada sólo por Veracruz, que ha registrado 196 casos en el mismo periodo.
El combustible que se conduce por los ductos ilegales llega hasta bodegas o aparentes viviendas, que en realidad alojan enormes cisternas donde se almacena el combustible y desde las que se llenan los transportes, informa el grupo especial de la AIC.
La madrugada del jueves 17, una de esas terminales fue identificada por un sobrevuelo de la Secretaría de la Defensa Nacional; ahí se detectaron 20 vehículos; algunas pipas entre éstos.
Estaban a 10 kilómetros de Tulancingo, Hidalgo, en las inmediaciones de la comunidad Ventoquipa, formados en un área de bodegas en medio de un caserío. Según el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, lograron asegurar la toma clandestina pero no pudieron detener a ninguno de los implicados.
Las bodegas de Ventoquipa son auténticamente terminales de almacenamiento y reparto, como las de Pemex, que según la FGR proliferan en diferentes estados del país y en las que se llegan a formar decenas de vehículos para cargar el combustible robado.
Milpas en llamas
Una franja de columnas de humo se extiende al fondo de una parcela. Visibles a la distancia, las mojoneras amarillas que coloca Pemex para indicar el paso de ductos, obligan a adivinar la proximidad de la combustión. La milpa seca está en llamas.
A tres kilómetros de San Primitivo, Tlahuelilpan, siete días después de la tragedia, perturba el espectáculo de fuego. Pero no hay incendio en el ducto que, a 10 metros de la quemazón, se presenta como la primera de las 12 tomas clandestinas.
Entre las milpas y alfalfares, pozos de alrededor de un metro cuadrado albergan en el fondo válvulas de latón con esfera, coloquialmente llamadas “válvulas huachicoleras” y cuya venta pretende regularse, según dijo López Obrador el pasado jueves 17.
No hay excavaciones en torno a los pozos; ni un intento. La precisión con la que se realizan las perforaciones es visible; las que después de ser detectadas tienen encima el llamado “capuchón” de Pemex para inhabilitarlas, hacen que la excavación se extienda lo suficiente para colocar, a 30 centímetros, una válvula nueva para continuar con la extracción. Así se observa en la segunda toma ilegal del recorrido.
Desde ahí hay que caminar y salir apenas de la milpa para encontrar una toma más, casi cubierta por piedras que remiten a la advertencia de la petrolera, otrora paraestatal: “Ductos de Pemex. No golpear”.
El domingo 20 se hicieron la detección y la denuncia. Los efectivos de la AIC dicen que actualmente Pemex no se da abasto; el día del recorrido, el jueves 24, una toma se ha vuelto a habilitar con tan mal tino que quedó con una fuga y el pozo está inundado y burbujeante, filtrando el combustible al adyacente campo de alfalfa.
El relieve de la tierra permite ver un fragmento de la inmensa extensión del Valle del Mezquital, interrumpido por un cerro que en la cima exhibe su nombre, La Cruz, donde el caserío se antoja inescrutable. Los testimonios de vecinos de la región, recogidos por Proceso, afirman que ahí se ubican los almacenes huachicoleros, e incluso cuentan de explosiones, como la de una vivienda cuyo aljibe servía para despachar el combustible.
En efecto, el sábado 5 explotó una vivienda en la calle Acacia de ese sector. Cuando los cuerpos de seguridad y auxilio llegaron, el fuego se había extendido a tres predios y las llamas alcanzaban seis metros de altura.
Las cifras del gobierno de Hidalgo establecen que en 2018 hubo 14 incendios en almacenes de combustible robado, pero también hay incendios no contabilizados.
Hay un punto preciso, porque a un lado se encuentra una de las mojoneras de Pemex: “Latitud: 20.13 Longitud: 99.21”. Ahí se yergue un huizache de grandes dimensiones, muerto, completamente quemado. En el entorno hay ropa chamuscada, llantas consumidas por el fuego. Alrededor del pozo la tierra se ennegreció. No obstante, reluciente, una válvula nueva destaca junto a otra con “capuchón”.
No hay tregua en la industria huachicolera, ni siquiera en días de luto. Además de la válvula nueva, los puntos geolocalizados de las tomas clandestinas entretienen varios minutos al equipo de la AIC. Uno de los agentes observa la rodada de tractor y un tubo anaranjado de los utilizados para el riego. En cuatro días la toma clandestina fue cubierta con tierra, pero con el señuelo habilitado para quizás retomar luego la extracción.
Con el último corte estadístico, un mes y 20 días han bastado a la FGR para documentar más de mil tomas similares en el país. Mismas válvulas, mismos procedimientos. Hidalgo, Veracruz, Puebla y el Estado de México concentran tres cuartas partes del total.
Y aquí, entre prósperas tierras de cultivo y las chimeneas de la refinería de Tula, por todo el Valle del Mezquital hay válvulas disponibles, pero no son el único objeto a la venta. Por calles y caminos pueden encontrarse, a la vista de todos, los enormes letreros de oferta de bidones, que se apilan nuevos a pie de camino.
Los trucos
La pestilencia violenta la nariz. El remolque rojo de un tráiler, con altas redilas, despide el aroma de la putrefacción. Sus puertas están desvencijadas y hay que escalar entre los enrejados de su estructura para llegar arriba y observar que, entre granos de maíz y gallinaza va oculta una pipa de 30 mil litros.
Por los corralones del Valle del Mezquital, los vehículos camuflados para transportar grandes cantidades de combustible son monumentos a la creatividad.
Como en canastos de aluminio y plástico, el transporte más convencional se realiza en una Van, de las que se cuentan por decenas. Entre ellas una llama particularmente la atención porque tiene un fondo falso que aloja un recipiente, cubierto con fieltro, justo atrás del asiento del conductor. Como si fuera un radiador enorme, tiene capacidad para unos 300 litros de combustible.
Sólo desde arriba se puede ver que un camión de valores, blindado, negro y estampado con el escudo nacional en los costados, oculta las góndolas huachicoleras.
En otro corralón hay un camión Torton. Al abrir sus rejas, los bultos de yeso se apilan hasta la parte superior. Esconden un cajón de acero que, por tener una pipa de 10 mil litros a un lado –que a su vez, aparentaba transportar agua potable y no huachicol– obliga al cálculo: 30 mil litros, estima una agente de la AIC.
Los descubrimientos siguen con un tráiler reluciente: el tractocamión Freightliner de modelo reciente arrastra una góndola negra que a simple vista transporta tezontle. Pero lleva en realidad una pipa oculta, sólo identificable por las válvulas para carga y descarga que se le adaptaron y cubrieron por debajo.
Por las carreteras de México transportes así pasan revisiones y retenes. Pero de los 960 vehículos asegurados por la AIC del 1 de diciembre al jueves 17, los que abundan son camiones y pick-up descubiertas, con sus canastos huachicoleros evidentes.
En la AIC el hombre a cargo de la investigación asegura que esos transportes no corresponden a lo que se vende en domicilios particulares y tejabanes desvencijados. Sencillo: desplazar 35 mil litros de combustible no es tarea fácil. Una consulta en internet revela que a una Ford Lobo de ocho cilindros, por ejemplo, le caben 100 litros.
Hasta ahora, la FGR y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda no han dado a conocer los nombres de las empresas que podrían estar implicadas en el trasiego o consumo de huachicol.
Tanto Gertz Manero como el titular de la UIF refieren que hacerlo violaría el debido proceso y destruiría la acción penal. No obstante, con la información oficial, es posible advertir que, una vez más, el modelo de negocio es paralelo a Pemex:
La UIF interpuso cinco denuncias por robo de combustible que involucran a 15 empresas propietarias de gasolinerías. Actualmente ya tienen las cuentas bloqueadas, lo mismo que otras 13 respecto a las cuales están pendiente las denuncias.
Uno de los grupos de empresas vinculadas con el huachicol tiene operaciones por 86 mil 961 millones de pesos (una cifra similar al presupuesto de un año, por ejemplo, en Chiapas) y una utilidad de 6 mil 758 millones de pesos (cifra superior a la suma del presupuesto que ejercerán este año la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Instituto Nacional de Transparencia y el Instituto Federal de Telecomunicaciones).
La misma tarde del jueves 24, la Policía Federal localizó 11 nuevas tomas clandestinas en la zona del ducto Tula-Salamanca, pues los huachicoleros no cesan en su actividad.
Casi a la misma hora, la AIC concluye su recorrido pasando por Tlahuelilpan. El convoy se detiene porque un cortejo fúnebre transita hacia el panteón, muy cerca de San Primitivo.
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Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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